| El Forjista No digas que no te avisamosUna década cuestionando al macrismoCapítulo 1 - 2005/2010 | 
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 Los pobres son los culpables Agosto de 2005 La prédica realizada desde hace un tiempo, por medios como Radio 10, Infobae y Ambito Financiero, y por políticos como Mauricio Macri y el ex-comisario Patti, apuntan a señalar como responsables de los males argentinos a ciertas acciones emprendidas por los sectores más empobrecidos de la sociedad. Para este bloque de opinión cuasi- fascista, los piquetes y los cartoneros constituyen uno de los problemas más importante de la actualidad. Para ellos no fue un problema la entrega del patrimonio nacional que implicó, entre otras cosas, la entrega de la radio de los porteños a manos del grupo de Hadad, tampoco la rifa de las empresas de servicios a manos de Grupo Macri, mucho menos les preocupa la política de empobrecimiento implementada por sus amigos militares primero, y menemistas luego. Un amplio sector de la clase media porteña es siempre proclive a ser influenciada por cualquier comunicador con intereses particulares bien definidos, hace algunos años atrás fue permeable a la prédica de Bernardo Neustard y su despliegue privatizador, sobre el cuál se montó el menemismo para rifar nuestro patrimonio. Actualmente la clase media despotrica diariamente contra los piquetes y olvida quienes fueron los grupos económicos nacionales e internacionales que provocaron el empobrecimiento de amplios sectores, incluida la clase media. El príncipe del grupo Macri, Mauricio, ha dicho que D'Elía y Castels deberían estar presos, los grupos económicos están acostumbrados a manipular a la justicia argentina, el grupo Macri fue acusado de contrabando y se salvó debido a la pronta intervención de la Corte Suprema menemista que lo liberó de culpa y cargo. Este grupo tampoco sufrió pena alguna por no pagar el cánon del Correo, que el Estado argentino debió recuperar debido a los incumplimientos reiterados del grupo. Esto tampoco significó castigo alguno para los integrantes del macrismo. Hace algún tiempo el niño Mauricio pidió una "solución final" para los cartoneros, el lema del Macri (hijo) podría ser "si hay pobreza que no se note", ya a esta altura este dirigente no puede disimular el desprecio que siente hacia los pobres, muchos de los cuales son producto de las políticas aplicadas por los grupos económicos y los gobiernos que ellos mismos apoyaron. No obstante esto, gran parte de la población de la ciudad de Buenos Aires le dio su voto cuando se presentó como candidato a dirigir los destinos de la ciudad. Aprovechemos la oportunidad para dar nuestra opinión sobre los piquetes, que a nuestro entender son una legítima herramienta de lucha de los desocupados. Los desocupados son una necesidad del capitalismo salvaje que se implantó en la Argentina, el empresariado los utiliza para disciplinar a los trabajadores empleados, puesto que por cada puesto hay cientos disponibles para reemplazarlos, con una alta desocupación se terminan los reclamos, los pedidos de aumento y se pueden eliminar conquistas sociales sin demasiadas protestas, este es el paraíso pregonado por empresarios como Macri y Hadad. Los piquetes terminan con la pasividad de los desocupados, que ya que no se quedan en su casa esperando una mejora de la situación económica, a partir de ahora se hacen notar y provocan preocupación entre los que detentan el poder. Por eso reivindicamos la realización de esta herramienta de lucha y cuestionamos a quienes intentan limitar este legítimo derecho. Pero lamentablemente en la Argentina, la izquierda ha jugado un papel reaccionario en el pasado, lo está haciendo en el presente y por lo visto continuará en esa senda. La izquierda argentina no entiende el país y por eso nunca podrá producir cambios. Uno de los males que la aquejan es el sectarismo que la llevan a querer copar los movimientos populares, tales como el movimiento piquetero o las comisiones barriales surgidas de los acontecimientos de diciembre de 2001. La actividad de la izquierda y del gobierno de Kichner han llevado a una división de los grupos piqueteros y a realizar un desgaste de tan valiosa herramienta como son los piquetes por la utilización abusiva de la misma. Lo mismo hicieron con los comités barriales donde intentaron introducir temas que nada tenían que ver con la problemática de los vecinos y fueron llevando a su alejamiento paulatino. Pero retornando al tema inicial, mientras se ensancha la brecha entre los que más ganan y los sectores de menores recursos, los que más ganan, que en muchos casos son los que saquearon al país en los últimos años, culpan a los pobres de ser los responsables de los males que aquejan a nuestro sufrido país. Sólo la mente de un pequeñoburqués reaccionario puede creer en esta patraña urdida por ciertos medios de difusión y los políticos que sólo defienden los intereses de los que detentan el poder económico. 
 Tilinguería porteña Junio de 2007 El rotundo triunfo de Macri en las elecciones a Jefe de Gobierno de la Capital Federal muestra a las claras el creciente descontento de la clase media porteña con el gobierno de Kirchner. ¿Tiene razón esta clase social en estar enojada con el kirchnerismo? Nos apuramos a responder sin ninguna duda que no: no hay razones para que la pequeña burguesía esté contrariada con el gobierno nacional. Pero veamos en detalle algunos de esos cuestionamientos. ¿Acaso ha habido en estos cuatro años una pauperización de la clase media como efectivamente ocurrió con el menemismo y más aceleradamente con el dellarruismo? Por el contrario todos los índices económicos, oficiales y no oficiales, muestran una notoria mejoría: crecimiento de la producción, baja de la desocupación y la pobreza, aumento del consumo a niveles impensados en el 2003, regreso de muchos de los argentinos que dejaron el país en la gran crisis del 2001, polos productivos en el interior del país como no se veían desde varias décadas atrás. Se han aumentado los salarios y las jubilaciones mínimas (no así las otras jubilaciones) como no pasaba desde mucho tiempo atrás (recordar las lágrimas de Cavallo ante Norma Plá). Una encuesta publicada recientemente en el diario Clarín mostraba que el principal miedo de los argentinos había dejado de ser la pérdida del trabajo, como lo fue reiteradamente en los últimos años. ¿Pues entonces de qué se quejan? Por ejemplo, de que aumentan los precios. Esto es cierto, pero habría que determinar claramente quiénes son los responsables de que esto ocurra. La mayoría de los sectores económicos argentinos están controlados por monopolios u oligopolios y esto determina que puedan fijar los precios a voluntad. Gran parte del empresariado nacional y las multinacionales -si no son controladas- tienen por objetivo obtener la mayor ganancia en el menor tiempo posible y al menor riesgo. Ante el aumento del consumo han gritado al unísono “APROVECHEMOS”, y están produciendo un alza generalizada de los precios, pero ni la clase media ni el gobierno han denunciado a estos empresarios rapaces. La clase media, antes de reaccionar histéricamente, debería agruparse en organizaciones de usuarios y denunciar a los responsables de los incrementos y adoptar medidas concretas, como el boicot a los productos que tienen un abusivo incremento de sus precios. En tanto, el gobierno kirchnerista debería denunciar a los monopolios y oligopolios que manejan los precios a su antojo y, además, dejar de hacer mamarrachos tales como la intervención del INDEC para dibujar un índice que nadie cree. Pongamos un ejemplo: a raíz del reciente paro de subterráneos la clase media culpaba a los trabajadores y al gobierno en tanto que éste último culpaba a los trabajadores pero nadie responsabilizaba a los administradores de la empresa -el grupo Roggio- que recibe cuantiosos subsidios del Estado para prestar un servicio por demás deficiente. Este mejoramiento de la situación económica produce además un efecto en la clasess alta y medias que ya fuera denunciado por Jauretche cuando señalaba que los empresarios surgidos en la década del 40 y 50 -producto de la política del peronismo- empezaban a ver, cuando llegaban a consolidarse, sólo la parte que les afectaba negativamente de la política peronista -los aumentos de los salarios, las leyes sociales- y se olvidaban de los préstamos blandos que el gobierno les había otorgado para llegar a la posición que ocupaban. Esta clase media ahora macrista, pero antes menemista, cavallista o ucedeista, tiene un razonamiento muy simple, propio del tilingo: “si me va bien es por mis méritos pero si me va mal es culpa del gobierno”. Otro de los cuestionamientos al kirchnerismo está referido al supuesto desorden generalizado que existe en el país. Esto apunta a piquetes, huelgas u otras formas de protesta que molestan a la clase media. Digamos que a nosotros lejos están de molestarnos estas maneras de expresión de los sectores populares y que muchas de esas manifestaciones son propias de cualquier democracia real y no ficticia. O sea que sospechamos que atrás de las quejas por las protestas hay un claro pensamiento autoritario. Hace poco el periódico humorístico Barcelona titulaba algo así que “como producto de la reactivación la clase media está alcanzando sus niveles históricos de fascismo”. Tanto la clase media como varios medios de difusión, p. ej. los que son propiedad de Hadad, vienen reclamando al gobierno que reprima las manifestaciones de protesta, especialmente las de los piqueteros. El gobierno se ha negado sistemáticamente y en esto coincidimos plenamente. El método Sobisch (¿se acuerdan que era aliado de Macri?) para controlar los conflictos sociales es un mecanismo autoritario con el cuál simpatizan muchos pequeños burgueses porteños. Claro está que esta repulsión por las manifestaciones de protesta recomenzó en la clase media después de recuperar sus ahorros acorralados en los bancos. Mientras su amado Cavallo mantenía prisioneros sus ahorros, la clase media mantuvo una combatividad pocas veces vistas: salía a los balcones para aplaudir a los piquetes que recorrían gran parte de la ciudad, hacía sonar sus ollas, se reunía en plazas y parques. Pero ni bien recuperó sus ahorros, o parte de ellos, se olvidó de ese triste pasado. Como veremos más adelante el voto a Macri es el fruto de la frágil memoria de esa clase media. Muy vinculado a este tema del desorden está el de la inseguridad y lo que nosotros llamamos el negocio del miedo. Azuzando el miedo de las clases altas y medias han escalado posiciones, políticos como Macri y Blumberg, y han aumentado sus ratings y ventas varios medios de comunicación al incluir en sus titulares las noticias más sangrientas. El lema para estos medios parecería ser “pan, circo y bastante sangre”. Otro aspecto que al parecer molesta a la clase media es la aparición de casos de corrupción en el gobierno de Kirchner, tal el caso Skanska. Digamos que con el caso Skanska, los sobreprecios en ferrocarriles y algunos sucesos similares -todos ellos surgidos en el ministerio de Julio de Vido- el gobierno ha perdido la bandera de la transparencia que había sido unas de las ideas-fuerza con la cual había asumido. Pero si se trata de cuestionar la corrupción la peor forma de hacerlo es apoyando a quién fuera el vicepresidente -e hijo- de uno de los grupos más rapaces y cuestionados. La falta de memoria que se ha apoderado de una porción importante de los porteños no nos permite recordar que uno de los gobiernos más cuestionados de la ciudad de Buenos Aires, fue el de Grosso, quien precisamente llegó a ocupar un importante puesto en la empresa SOCMA, perteneciente al grupo Macri, grupo que manejaba los residuos de Buenos Aires, haciendo grandes negocios a expensas de la ciudad. Cuando “el Adolfo” Rodríguez Saa, que fue brevemente presidente de la Nación, intentó hacer regresar a la función pública -por la ventana- al ex intendente Carlos Grosso, una imponente manifestación lo obligó a desistir de tal propósito. Al parecer los porteños tenemos problemas con que el empleado de Macri vuelva a ser funcionario pero no tenemos ningún problema para que el dueño de la empresa maneje los destinos de la ciudad. Una característica del tilingo es hacer un gran escándalo por las cosas más pequeñas pero no ver el elefante que pasa ante sus ojos. También cabría recordar que sólo la Corte Suprema menemista pudo impedir que el niño Mauricio fuera a prisión por contrabando de autos; así que, si se trata de transitar caminos de transparencia, no parece ser este el más adecuado. El presidente recordó tardíamente que Mauricio es Macri. Parece que nunca le hizo este comentario al Ministro De Vido, que le otorgó la concesión sin licitación del Belgrano Cargas a un consorcio liderado por el grupo Macri. Esto ocurrió después que el mismo gobierno le quitara la concesión del Correo Argentino luego de una cuantiosa deuda del canon que por contrato de concesión debía abonar el grupo. Por eso el gobierno carece de autoridad moral para cuestionar el apellido del candidato: debió hacerlo mucho antes y no entregarle la concesión por la que se cobra un jugoso subsidio. A propósito, ¿no estaremos los contribuyentes subvencionando la campaña de Macri? Otra de las cuestiones que molestan a los pequeños burgueses macristas son las alianzas del gobierno de Kirchner: no les gustan los acuerdos con Chávez y Evo Morales. Seguramente prefieren las relaciones carnales con los norteamericanos, la política desarrollada en épocas del riojano amigo de Macri. Precisamente el candidato del PRO -tan afecto a no definirse por nada durante la campaña electoral- rompió esa costumbre y salió a criticar a Hugo Chávez por no haber renovado la concesión de la cadena de televisión golpista RCTV, decisión absolutamente legal. Ponemos en duda que Macri sepa de qué está hablando. Además, no recordamos que haya alzado la voz contra los atropellos en otros países, por ejemplo la política de destrucción que el gobierno de Bush llevó a distintas partes del mundo. Por supuesto, para Macri -como para gran parte del periodismo que lo apoya- la única libertad que merece defenderse es la “libertad de empresa”. Las demás no tienen para ellos demasiada importancia. En este mar de contradicciones en el que está inmersa la clase media indiquemos una más: precisamente aquellos que han pasado los últimos años denostando a los políticos, votan ahora al más vago de ellos, el que no va nunca a las sesiones y que cuando va, se aburre con los temas en discusión. Seguramente Macri ganará la segunda vuelta y será el nuevo jefe de gobierno de la ciudad. Los porteños podremos comprobar si es verdad o no todo lo que venimos señalando sobre el macrismo y sus socios en la política y en el periodismo. ¿Realmente estaremos ante un cambio -como el partido PRO proclama- o, por el contrario, la clase media será nuevamente engañada y abandonada? 
 La Sociedad Rural manda, la oposición obedece Agosto de 2010 ¿Quién otro sino Joaquín Morales Solá podía coordinar una reunión convocada por la Sociedad Rural para reclamar la eliminación de las retenciones, de ser posible, o conformarse con una sustanciosa rebaja, si lo primero no tiene el apoyo suficiente? Con una cosecha récord de soja, un incremento considerable en los otros cereales y un sostenido crecimiento de la producción de carne vacuna, luego de la sequía que afectaron las cifras del año pasado y contradiciendo los pronósticos apocalípticos que promovieron los mismos representantes políticos y gremiales de la Sociedad Rural, la producción del campo muestra un estado ostensiblemente favorable y en la ganancia de los productores un crecimiento proporcional, sólo la angurria de los terratenientes puede justificar esta solicitud de eliminar las retenciones. Esta oligarquía ha tenido desde siempre a su vocera en el diario La Nación, al que se ha sumado más recientemente el diario Clarín, en ambos grupos económicos presta sus servicios Morales Solá, al que no sabemos muy bien porque se insiste en calificarlo de periodista. Los políticos de la oposición y otros invitados respondieron obedientemente a la convocatoria de la Sociedad Rural. Contaron con un constitucionalista todo terreno Daniel Sabsay, dispuesto a justificar cualquier cosa que pretendan los grandes grupos económicos, y que dio una visión del fin de las facultades delegadas del P. E. que ni los propios concurrentes a la reunión dieron credibilidad a sus forzados argumentos. Los políticos estuvieron comandados por Elisa Carrió convertida en la abanderada en la defensa de los intereses de las grandes corporaciones promocionando la eliminación lisa y llana de las retenciones. Estuvo acompañada por una de las pocas personas de confianza que le queda, la diputada ex peronista, ex cavallista , ex delarruista, Patricia Bullrich, defensora de la rebaja del 13% a los jubilados del gobierno que integró y ahora reconvertida en sostenedora del 82 % móvil. El radicalismo estuvo representado por Oscar Aguad y Gerardo Morales, éste último también funcionario de De la Rua y mentor de la rebaja a los jubilados, hoy también defensor del 82 % móvil. Los radicales insisten en autocalificarse como progresistas, lo cual dura hasta que llegan al gobierno momento en que se tornan fervientemente conservadores. Los peronistas impresentables estuvieron representados por el breve ex presidente Adolfo Rodriguez Saa, el declarante del default. El otro es un viejo asociado de la Sociedad Rural, Felipe Solá, secretario de agricultura del menemismo, durante su gestión se permitió el ingreso al país, sin ningún tipo de investigación, de la soja transgénica y el glifosato, comenzando un fabuloso negocio que incrementó las ganancias de la multinacional Monsanto y de un grupo de rapaces terratenientes y pooles de siembra. Completemos el plantel de los convocados por la Rural con Margarita Stolbizer, al que los medios concentrados insisten en ubicar en el “centroizquierda” y al diputado que tiene un nombre y un apellido asociado por décadas a la oligarquía, integrante del PRO, Federico Pinedo. Dejamos para el final al inexplicable diputado salteño Alfredo Olmedo, dueño de 35000 hectáreas, y conocido como “El rey de la soja”, por lo cual tiene un claro interés personal para defender enfáticamente la reducción de las retenciones. Este diputado tuvo un comportamiento detestable en la reciente discusión del matrimonio igualitario mostrando una mentalidad retrógrada y discriminadora, poniendo en evidencia toda su ignorancia y mala educación. Este panorama del Partido Sojero como agrupamiento que comanda la oligarquía terrateniente y que siguen como borregos políticos, pseudos periodistas y constitucionalistas funcionales han puesto ante los ojos de todos los argentinos su descomunal ansia de lucro y el desinterés absoluto por el bienestar general. Un país que pretenda desarrollarse y tener un destino soberano no puede apoyar a empresarios de esta calaña y mucho menos contar con una clase política que vive arrodillada antes los deseos de la caduca oligarquía. 
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