El Forjista
Los argentinos somos muy afectos a emocionarnos por un médico europeo o norteamericano aislado en la selva africana, al cual vemos como ejemplo de desprendimiento y sacrificio. Sin embargo, si practicáramos más asiduamente la costumbre de mirar hacia adentro de nuestras fronteras podríamos recalar en la inmensa figura de Ramón Carrillo, responsable de la Salud Pública durante el gobierno del General Perón, durante su gestión se combatieron enfermedades que asolaban al país, particularmente en los hogares más pobres.
Por esa costumbre según la cual la historia la escriben los que ganan, la autodenominada Revolución Libertadora trató de ocultar y silenciar la descomunal obra de Carrillo, quién tal vez tenga el privilegio de ser el argentino que más vida salvó.
La gestión de Carrillo fue realmente espectacular en cuanto a los resultados, su increíble capacidad de trabajo le permitió demostrar hasta que punto es posible construir cuando se tiene un arraigado espíritu solidario y un gobierno popular dispuesto a apoyar y desarrollar la actuación de este médico. Obviamente Carrillo no podría haber sido funcionario sin la presencia de las masas populares en la vida política.
Infinidad de enfermedades asolaban los hogares argentinos pobres, pero las mismas no eran consideradas ni combatidas como enfermedades sociales. La tuberculosis o el paludismo castigaban la salud de la población. “Hasta ese momento, al medicina era considerada tradicionalmente como una profesión y actividad privada, destinada al enfermo individual. La creación de instituciones hospitalarias para atender a los grupos marginales o desprotegidos se inspiraba preponderantemente en la idea de la caridad y también se consideraba, en principio, una actividad de asociaciones privadas, en la cual el Estado sólo intervenía subsidiariamente”. (48)
Una concepción ideológica que privilegiaba lo social sobre el lucro individual permitió avanzar en planos tan importantes como por ejemplo, la mortalidad infantil que del 90 por mil en 1940 bajó por obra del peronismo y su Ministro de Salud al 56 por mil en 1955. En tanto que la tuberculosis de 130 cada cien mil en 1946 a 36 cada cien mil en 1951. (49) Cifras por demás demostrativas de la política de salud de aquellos años.
Decía Carrillo: “Actualmente no puede haber medicina sin medicina social y ésta no puede existir sin una política social del Estado. ¿De qué sirve a la medicina resolver científicamente los problemas de un individuo enfermo, si simultáneamente se producen centenares de casos similares por falta de alimentos, por viviendas antihigiénicas –que a veces son cuevas – o por salarios insuficientes que no permiten subvenir debidamente las necesidades? Los problemas de la medicina, como rama del Estado, no podrán ser resueltos si la política sanitaria no está respaldada por una política social”. (50)
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(48) Todo es historia Nro. 117. Febrero 1977. pag 17.
(49) Idem pags 18 y 20
(50) Idem pags 17 y 18