El Forjista

Biografía de Domingo Faustino Sarmiento

Sarmiento, el prócer de la oligarquía

Capítulo 32 – Genocidio en Paraguay

 

La Guerra con el Paraguay era muy impopular, los federales repudiaban el conflicto porque veían con razón que se trataba de una imposición de Buenos Aires para beneficiar a un puñado de comerciantes y sus socios extranjeros, precisamente se consideraba una afrenta a la nacionalidad pues la mayoría de la población  estimaba que la guerra tenía por finalidad defender los intereses brasileros.

Muchos argentinos alentaron la ilusión  que con la asunción de Sarmiento se pusiera fin a la conflagración pero esa expectativa se diluyó prontamente cuando el presidente anunció que la Triple Alianza era algo “necesario, legítima y honorable”.       

El conflicto se había extendido mucho más allá de lo que Mitre había previsto en un principio, por eso el nuevo presidente quiso apurar el fin contratando a un general norteamericano, para Sarmiento el presidente paraguayo era lo mismo que Rosas y Facundo, por eso había que combatirlo, derrocarlo y liquidarlo.

Los unitarios sostenían paradójicamente que los paraguayos eran contrarios a la libertad y por eso se aliaban a los brasileros que mantenían en  la esclavitud a dos millones de seres humanos. Siempre los liberales tuvieron una muy particular forma de entender la libertad.

La ultima batalla de la Guerra del Paraguay se libró en las Lomas Valentinas con 13000 paraguayos y concluyó con 1200 que se rindieron el 30 de diciembre de 1868, unos días después las tropas ingresaron al mando del Marqués de Caxías  a Asunción, sin embargo el exterminio continuó hasta el 1 ° de marzo de 1870 en que el Mariscal López fue muerto en Cerro Corá.

El 5 de enero de 1869 las tropas de la Triple Alianza ingresaron en Asunción imponiendo un sargento que respondía a las órdenes del Brasil, esta nación dejó en el país invadido una fuerte dotación, mientras que sólo un pequeño destacamento argentino permaneció en territorio paraguayo mientras la mayoría de las tropas regresaron al país.

Cuando el Mariscal Solano Lopez fue asesinado por los brasileros, en Buenos Aires la noticia se recibió con alegría, nuevamente Sarmiento festejaba una muerte, despreciaba a López y a los paraguayos, en una carta decía que el caudillo paraguayo marchaba “con mil o dos mil animales que le obedecen y mueren de miedo”, en otra oportunidad los llamó perros y al Mariscal lo tildó de bruto y otra vez de “idiota, borracho y feroz”, cierta vez al referirse a una posible unión entre uruguayos y paraguayos dijo: “¡pero estos de enfrente deben tanto, y aquellos río arriba tienen tanta sífilis!”.

En una carta a su amiga norteamericana le escribió: “No creo que soy cruel. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era preciso purgar la tierra de toda esa excrecencia humana…”.

Para celebrar la muerte de Solano López ordenó a una banda de música que tocara frente a su casa, muy difícilmente haya existido otro gobernante que haya festejado tan descaradamente el asesinato de los rivales políticos, la necrofilia de Sarmiento es algo que está bastante a la vista sin embargo ningún historiador parece haberse dado cuenta aún.

Tras el triunfo de la Triple Alianza y la destrucción del país más avanzado de la época en esta región, hizo su aparición Inglaterra con un empréstito de 200.000 libras, pero Paraguay debía reconocer una deuda de 1.438.000 libras, cifra que se redujo posteriormente por la entrega de 300.000 hectáreas dando inicio al latifundio en el país y la condena al hambre de miles de campesinos. En 1908 Paraguay le adeudaba a Inglaterra 7.500.000 libras.

Al comenzar la guerra Paraguay tenía 2.500.000 de habitantes, al  terminar apenas eran 250.000, una población sin adultos varones, salvo algunos ancianos.

En 1869 Mitre declaró: “Cuando nuestros guerreros vuelvan de su larga y gloriosa campaña a recibir la merecida ovación que el pueblo les consagre, podrá el comercio ver inscriptas en sus banderas los grandes principios que los apóstoles del librecambio han proclamado para mayor felicidad de los hombres”.

Ernesto Palacio escribió: “La guerra llevada a esos extremos no había expuesto al ludibrio de América y a la condenación de todos los pueblos civilizados. Perú, Chile, Ecuador y Colombia habían protestado contra el tratado de la Triple Alianza. Esta convicción de la iniquidad de la guerra y de la posición subordinada que en ella mostrábamos con respecto al Imperio, motivaba la oposición violenta que la mayor parte de la prensa argentina llevaba contra el gobierno, pidiendo la apertura de negociaciones y la paz”.

Además del genocidio del pueblo paraguayo lo que de por sí convirtió a esta guerra como una de las mayores vergüenzas de nuestra historia, este conflicto no implicó ningún beneficio para el país, y sí una gran tragedia adicional no sólo por los muertos en el combate sino porque los soldados que volvieron trajeron la fiebre amarilla provocando una de las epidemias más terribles que padeció el país y la ciudad de Buenos Aires.

El ministro de Sarmiento, Mariano Varela, lanzó la frase “la victoria no da derechos” que mostraba la posición subordinada de la Argentina con respecto al Brasil, nación que sí hizo valer su posición triunfante.

Urquiza ya había capitulado ante el poder de Buenos Aires, como símbolo de esa claudicación invitó al presidente a visitarlo en Entre Ríos, Sarmiento, enemistado con Mitre necesitado de aliados decidió aceptar el convite. El presidente se dirigió en barco a Concepción del Uruguay, los dos políticos se confundieron en un abrazo, que para el federalismo implicaba una nueva traición del entrerriano.

El 11 de abril de 1870 fue asesinado Urquiza en el palacio San José, Sarmiento promete venganza y perseguir a López Jordán el caudillo que liderara la rebelión  contra el poder de Urquiza.

José Hernández al que casi todos conocemos por su magnífico Martín Fierro pero que muy poco sabemos sobre su militancia federal, dijo con respecto al asesinato de Urquiza  “su muerte, mil veces merecida”. En cambio López Jordán lamentó que lo que debía ser la detención de Urquiza finalizara con su muerte.

Desde su retirada inexplicable en la batalla de Pavón el prestigio de Urquiza estaba en una franca decadencia, lo cual se agravó cuando apoyó a Mitre en la Guerra del Paraguay, realizando levas forzosas en las cuales se envió a entrerrianos a morir por una causa que nadie consideraba propia.

Luego de la muerte de Urquiza, López Jordán fue designado gobernador  y solicitó el reconocimiento del gobierno nacional, pero nunca tuvo respuesta. Ante la animosidad del poder central el entrerriano ofreció su renuncia siempre y cuando existiera un compromiso de respetar la autonomía provincial, pero Sarmiento quería escarmentar a los rebeldes, el 25 de abril declaró reo de rebelión a López Jordán y el 2 de mayo decretó el Estado de Sitio en la provincia, la cual después extiendió a Santa Fe y Corrientes.

A comienzo de 1870 el diario La Nación pasaba a manos de Bartolomé Mitre que compró la imprenta que pertenecía al diario La Nación Argentina, a partir de ese momento cambió la línea editorial del diario que dejó de atacar a Sarmiento y mantuvo una línea de coherencia que siempre llevó al diario a defender los intereses económicos de la oligarquía.

El presidente recibió silbatinas en varios actos públicos como demostración de la caída de su popularidad y lo efectivo de los ataques que recibía en la prensa. En tanto Felipe Varela moría tuberculoso, pero Santos Guyama  se mantenía activo en San Juan y otras provincias.

Sarmiento firmó un contrato para el ferrocarril que recorriera el trayecto de Córdoba a Villa María, fundó el Colegio Militar y se dio a conocer el Código Civil que fue el producto del trabajo de Vélez Sarfield y que había comenzado a redactarse en la presidencia de Mitre.

El 20 de mayo de 1870 se produjo la primera batalla en que López Jordán enfrentó a las tropas nacionales en El Sauce (departamento Nogoyá) llegando a dominar la situación pero ante la escasez de recursos debió retirarse, la situación empeoró para las tropas entrerrianas porque tres ejércitos marcharon contra la provincia, sin embargo Lopez Jordán llegó a Concepción del Uruguay donde volvió a vencer, tomó prisioneros pero mostrando su hidalguía les permitió retornar a Buenos Aires, actitud que los diferenciaba radicalmente de los unitarios.

El 12 de octubre en Santa Rosa, se produce un nuevo triunfo jordanista pero nuevamente debió abandonar el campo de batalla por falta de armas de fuego. Sarmiento envía tropas al mando de Gelly y Obes que también fue derrotado por los jordanistas.

A principios de 1871 el gobernador de Corrientes invadió la provincia de Entre Ríos desde el norte, el 26 de enero en Ñaembé, López Jordán fue derrotado en una conjunción de fuerzas correntinas con las enviadas desde Buenos Aires al mando del coronel Julio A. Roca, el entrerriano ante la disparidad de fuerzas y recursos huyó hacia Uruguay con 1600 hombres para luego pasar a Brasil.

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