El Forjista
Aquellos historiadores que se propusieron instalar a Sarmiento como uno de los próceres más importante de nuestra historia, contaron con la inestimable colaboración de él mismo, pues siempre ha dedicado parte de su obra a autoelogiarse, su egocentrismo fue más que notorio, siempre intentaba mostrarse como protagonista central en acontecimientos en que apenas era un actor secundario o atribuyéndose cualidades nunca comprobadas. En este capítulo mencionaremos algunas de esas muestras de su egolatría.
Muchas de sus páginas parecían deliberadamente escritas para promocionarse como ejemplo para generaciones posteriores, posiblemente esa haya sido la intención al mostrarse como el alumno que nunca faltó a clase y como el más despierto de la clase que a veces llegaba a burlarse de sus compañeros que según su versión no eran tan astutos como él.
Cuando fue detenido por orden del gobernador Quiroga del Carril, según su explicación, se mostró altivo ante el mandatario lo cual derivó en su detención, lo que Sarmiento ocultó fue que para recuperar su libertad tuvo que disculparse, de esa manera siempre acomodaba la historia a su conveniencia.
Luego de la invasión de San Juan por parte del caudillo federal José Aldao, Sarmiento participó de un incidente con armas de fuego en el potrero del Pilar en el cual no fue mucho lo que puede hacer, siendo su participación escasa, sin embargo su explicación fue: “Pero era o hubiese sido un héroe, pronto siempre a sacrificarme, a morir donde hubiese sido útil, para obtener el más mínimo resultado”.
La historia liberal convirtió la partida de Sarmiento para Chile en 1840 en un suceso de gran transcendencia, mostrando la grandilocuencia que fue una tendencia en la vida del prócer y que la historia oficial incrementó aún más. Sin explicar por qué a Sarmiento se le ocurrió escribir en una piedra una frase en francés “on ne tue pas les ideés” que podría traducirse como “las ideas no se matan” pero luego con el tiempo y para adaptarlo a su lema “civilización o barbarie” le agregó la palabra bárbaros, en una frase destinada a sus adversarios, aunque el acto parecía realizado para la posteridad.
Sarmiento se consideraba con derecho propio de ocupar un lugar en el nuevo Congreso que surgiera luego del derrocamiento de Rosas, así lo explicaba: “Dígolo con convicción profunda. En ese Congreso, si tiene lugar, habrá un asiento vacío si no estoy yo. Echaránme de menos los pueblos, será incompleta y vacilante su marcha. Mi presencia dará a todos confianza”.
Luego de pronunciamiento de Urquiza contra Rosas, se decide a retornar a su país, así le explicó a su amigo chileno Montt las razones de su regreso: “todos presienten que hay un rol que me está reservado, y mi llegada parece que llena una necesidad”.
Cuando fue designado por Urquiza a cargo de los boletines del Ejército que combatió en la Batalla de Caseros, llegó a afirmar que esos escritos por él redactados estaban minando la voluntad de lucha del rosismo, llegando a los oídos del entrerriano esta audaz exageración, el general le hace escribir a su secretario una nota dirigida a Sarmiento que decía: “Su Excelencia ha leído ayer su carta que le ha escrito usted, y me encarga le diga, respecto de los prodigios que dice usted hace la imprenta asustando al enemigo, que hace muchos años que las prensas chillan en Chile y otras partes, y que hasta ahora don Juan Manuel de Rosas no se ha asustado; antes al contrario cada día estaba más fuerte”.
Nuestro prócer se irritó hasta el extremo que llegó a enviar una carta a un oficial al que le dijo que para vencer a Rosas no era necesaria la participación de Urquiza, para su desgracia, esta carta cayó en manos de las tropas entrerrianas, por lo que llegó a oídos del Urquiza quién juró vengarse, pero nunca llegó a cumplirla.
Ni aún en momentos tan cruciales políticamente como él consideraba el derrocamiento de Rosas, dejaba de colocarse como figura principal sin ahorrar cuestionamientos a quienes dudaban de sus habilidades.
A pesar de la victoria en la batalla de Caseros, Urquiza seguía enojado con Sarmiento, pero además se enteró que éste se atribuía gran parte del resultado de la batalla por eso cuando alguien se acercó para felicitarlo el general le contestó: “Si yo no he hecho nada… Aquí he venido a encontrar con que los escritores de Montevideo y de Chile lo han hecho todo…”.
Mitre que sospechaba que Urquiza estaba enojado con él, se lo pregunta, la contestación fue: “Con usted no, pero sí con ese Sarmiento, que es un pretencioso, un loco, un intrigante, un anarquista” Pero como Mitre le comenta que es amigo de Sarmiento, Urquiza suaviza su discurso: “Es decir… es inquieto, pero es bueno en el fondo y tiene talento”.
El escritor chileno Benjamín Vicuña Mackenna fue un admirador de Sarmiento al punto que llegó a denominarlo “el Dumas de la literatura sudamericana”, no obstante también pudo advertir sus defectos en especial aquellos vinculados a su egocentrismo al señalar que su vanidad “no cabe en toda la pampa” y al atribuirse descaradamente el derrocamiento de Rosas.
Galvez llegó a decir sin exagerar que: “Nunca hombre alguno se amó tanto a sí mismo, vive admirándose, elogiándose, y no se ruboriza de hacerlo bajo su firma”.
En una de las oportunidades en que fue elegido senador dijo: “Es una felicidad para Buenos Aires que hayamos sido nombrados senadores; era menester que algunos hombres de talento y de capacidad entraran en las Cámaras para dirigir la plebe e ilustrar el juicio de tantos imbéciles que hemos introducido”. Toda una definición de quién se sentía superior a sus semejantes, a los que salvo algunas excepciones despreciaba.
Luego de Pavón, Sarmiento le pidió a Mitre que le diera mando de tropa: “Deme un regimiento. No me desprecie como soldado” “Valgo más que todos esos compadres que me prefiere” Se refiere a Paunero, Flores, Arredondo, Rivas, Sandes muchos de ellos amigos suyos, pero que sin embargo no reparaba en despreciarlos en el momento de ensalzar sus virtudes, más cuando en el plano militar era de difícil comprobación que tuviera alguna aptitud.
Su egolatría lo llevó a afirmar sobre su foja militar “bastarían a embellecer la foja de servicios de los más acreditados generales”. En 1883 llegó a escribir sobre sí mismo que “en Alemania, un tal hombre sería tenido por sabio”.
Todos los liberales exaltan el egoísmo y denuestan contra los proyectos colectivos, pero no son muchos los que se animaban a reconocerlo, Sarmiento era uno de ellos: “El egoísmo es el fondo de casi todos los grandes caracteres históricos, el egoísmo es el muelle real que hace ejecutar todas las grandes acciones…”