El Forjista

Biografía de Domingo Faustino Sarmiento

Sarmiento, el prócer de la oligarquía

Capitulo 27 – Los salvajes unitarios

 

El triunfo de Sandes en el Alto de la Angostura en San Luis el 2 de abril de 1863 concluyó con el degüello de los derrotados, sin embargo los federales consiguieron algunas victorias en Río Seco, en  la misma provincia, mientras que otra partida resultó derrotada en Catamarca. El coronel Francisco Clavero quién había fusilado a Aberastain, ingresó en Mendoza desde Chile derrotando a las tropas unitarias.

Mientras se alternaban los triunfos y las derrotas, Peñaloza reunía a sus tropas en Patquia movilizándose el 20 de mayo, ese día comandando 1000 hombres se dirigió a San Juan encontrándose con Sandes en Lomas Blancas, donde se combatió ferozmente, los federales llegaron a lanzar piedras a sus rivales, el oficial unitario recibió una nueva herida, se le calculaban que ya tenía unas 50 que cubrían su cuerpo, sin embargo el oficial mitrista obtuvo el triunfo y la caballería del Chacho se dispersó.

Pero Peñaloza con un buen conocimiento del terreno desapareció y las tropas nacionales no lo pudieron ubicar, mientras tanto en Córdoba estalló una rebelión favorable al Partido Federal, el nuevo gobernador solicitó la ayuda de Peñaloza, quién  ingresó a la ciudad el 14 de junio siendo saludado con entusiasmo por gran parte de la población.

Permaneció 14 días en la ciudad, donde imperó el orden y la tranquilidad, a diferencia de las invasiones unitarias, una sola casa fue asaltada y el responsable recibió el correspondiente castigo. El gobierno nacional envió entonces a Paunero con 4000 hombres para sofocar el intento rebelde, uno de los oficiales era el teniente Julio Argentino Roca, el 27 de junio se produce la batalla de Las Playas, con saldo favorable para Paunero que mandó matar a todos los oficiales tomados prisioneros.

Nuevamente los unitarios no pudieron apresar al Chacho que escapó al frente de 200 hombres luego de romper el cerco armado por Paunero, el caudillo se dirigió a Los Llanos riojanos donde arribó el 6 de julio, pero sabiendo que andaban tras de él se internó en las montañas, pasó a Chile y luego ingresó por San Juan, en su incansable recorrido logró provocar confusión entre sus perseguidores, a su vez lograba sumar nuevas incorporaciones a su columna cada vez que atravesaba una población.

En Mendoza muere Sandes, uno de los oficiales más sanguinario que respondía a las órdenes de Mitre y Sarmiento, al ser herido a la salida de una pulpería, mientras tanto Peñaloza se encontraba nuevamente en Patquia al frente de 1000 hombres dispuesto a marchar hacia San Juan.

Sarmiento como director de esa guerra de exterminio le dio la orden a Arredondo de proceder “ejecutivamente contra quienes resulten criminales” fórmula que le permitía fusilar a los montoneros sin ningún tipo de juicio. Si bien Sarmiento renunció el 23 de mayo por discrepancias con el Ministro de Guerra,  continuó ejerciendo el cargo y dirigiendo las acciones contra las provincias, decretó el Estado de Sitio en La Rioja, lo cual era inconstitucional porque no tenía jurisdicción sobre esa provincia.

El nuevo jefe de la guerra fue Paunero pero todos continuaron recibiendo órdenes del sanjuanino particularmente Arredondo que se encontraba en La Rioja combatiendo al Chacho, Sarmiento pretendía que todo el país se movilizara para defender San Juan contra las intenciones del caudillo.

El 13 de octubre Peñaloza sale de Patquia, llega a Caucete conde se encontró con las tropas enviadas por Sarmiento, en pleno combate llegaron refuerzos para las tropas unitarias decidiendo el resultado de la lucha, El Chacho nuevamente debió huir.

El riojano llegó a Olta con doce hombres y su mujer, instalándose en la casa de Felipe Oros, el 12 de noviembre el capitán Ricardo Vera acompañado por 30 hombres ingresó a la casa donde se encontraba El Chacho quién se entregó sin intentar resistencia, es detenido y Vera procedió a informar a su superior el mayor Irrazábal, que al llegar hace amarrar al detenido y una vez atado procede a lancearlo, El Chacho pretende hablar pero Irrazábal da la orden que lo ultimen a tiros, después hace cortar su cabeza y la expuso sobre una pica en la plaza de Olta.

Vera fue el encargado de llevarle la noticia del asesinato de Peñaloza a Sarmiento, el capitán escribió tiempo después que al escuchar el relato de las circunstancias de la captura y la forma horrible de su muerte, el sanjuanino le dio un fuerte abrazo “mostrando verdadero gozo en el triste fin de aquel desgraciado”.

Sarmiento no sólo se regodeó por la forma en que se procedió con El Chacho sino que hizo barrer la plaza de San Juan a la esposa de El Chacho, Victoria Romero de Peñaloza, atada a una barra de grillos.

El 13 de noviembre le escribió a Mitre estas espantosas palabras: “…he aplaudido la medida, precisamente por su forma. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, las chusmas no se habría aquietado en seis meses”.

Desde ese momento hasta la última dictadura los métodos de la oligarquía y sus verdugos tuvieron ese sentido disciplinador y atemorizante que menciona uno de los mayores defensores de esa clase social.

Tiempo después cuando Sarmiento fue acusado reiteradamente como instigador y responsable del asesinato del Chacho, procedió a repartir las culpas en Mitre, Paunero, el ministro Rawson e Irrazábal. Sin embargo sus palabras fueron contundentes al conocer los detalles del deleznable crimen.

Pero a una amiga norteamericana le escribió: “Acabé con el Chacho” y su nieto dijo de su abuelo que: “Destruyó al Chacho, a quién venció en batalla”
El Chacho era considerado un libertador en varias provincias, cuando fue asesinado, mientras Sarmiento festejó, Mitre prefirió guardar las formas sin embargo procedió a ascender a coronel al asesino.

José Hernández escribió en el diario El Argentino de Paraná: “El general Peñaloza ha sido degollado. El hombre ennoblecido por su inagotable patriotismo, fuerte por la santidad de su causa, el Viriato argentino, ante cuyo prestigio se estrellaban las huestes conquistadoras, acaba de ser cosido a puñaladas en su propio lecho, degollado y su cabeza ha sido conducida como prueba del buen desempeño de su asesino, el bárbaro Sarmiento”.

Hernández escribió una magnífica reivindicación silenciada por la historia oficial “Vida del Chacho”, en el prólogo escribía: “Los salvaje unitarios están de fiesta. Celebran en estos momentos la muerte de uno de los caudillos más prestigiosos, más generosos y valientes que ha tenido la República Argentina. El partido federal tiene un nuevo mártir. El partido unitario tiene un crimen más que escribir en la página de sus horrendos crímenes”.

Dedicado por entero a la guerra contra los caudillos, su administración  en San Juan fue un fracaso con una desastrosa gestión financiera, él mismo reconoció en carta a Mitre que “La situación de San Juan es lamentable”.

El presidente decidió nombrarlo embajador en los Estados Unidos, partiendo el 8 de abril de 1864 hacia Chile, luego recaló en Lima permaneciendo un tiempo para luego trasladarse a El Callao, en ese puerto se embarcó con rumbo a Panamá donde cruza el istmo y en vapor viajó hasta Nueva York.
En ese país recibió la noticia del fallecimiento de su yerno  Augusto Belin y comenzó a trabajar en su libro “La vida del Chacho”.

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