El Forjista
Al igual que después de Caseros, pasada la batalla de Pavón, Sarmiento actuó con ánimo de venganza, en una carta a Mitre le decía: “No deje cicatrizar la herida de Pavón. Urquiza debe desaparecer de la escena, cueste lo que cueste. Southampton o la horca”. La ciudad inglesa que mencionaba era donde se había recluido Juan Manuel de Rosas.
Consideraba que la victoria daba derechos por eso le proponía una serie de medidas para obtener mayores réditos del triunfo militar, le sugería dividir la provincia de Santa Fe, Rosario pasaría a ser parte de Buenos Aires y el resto de Córdoba. Gálvez se sorprendía con razón que en la provincia de Santa Fe existan calles, plazas y escuelas que homenajean a Sarmiento, en tanto el sanjuanino calificaba al resto de las provincias de “pobres satélites que esperan saber quién ha triunfado para aplaudir”.
El 24 de septiembre le volvió a escribir a Mitre festejando “la gloria de restablecer en toda la República el predominio de la clase culta, anulando el levantamiento de masas”.
Pero a pesar que el sanjuanino lo alentaba, Mitre no tenía ninguna intención de invadir Entre Ríos, confiando además que los adherentes de Urquiza en otras provincias irían cayendo uno a uno.
Los porteños se inquietaron cuando luego de Pavón continuaba el federal Pedernera al frente de la Confederación y las demás provincias no adherían a las posiciones de Buenos Aires, por eso decidieron iniciar una campaña para imponer a sangre y fuego gobiernos leales en todo el país.
A tal fin Mitre divide el ejército en cinco cuerpos, uno se dirigió a Córdoba, bajo la dirección de Paunero, éste era oriental al igual que los otros jefes que marcharon al Interior para imponer el orden unitario, ellos eran Sandes, Rivas, Arredondo y Flores, todos se caracterizaban por su disposición a utilizar los métodos más cueles y sanguinarios, para aplicar esa política de exterminio Mitre designó a Sarmiento auditor de Guerra.
El 21 de noviembre de 1861 recibió una noticia que lo debe haber afectado profundamente, el fallecimiento de su madre, doña Paula, quien había tenido una influencia significativa en su vida y por la que tenía una auténtica devoción.
Sandes le dio a Sarmiento 30 hombres como contingente para que marchara a San Juan a imponer la voluntad del centralismo porteño, esa fue la mayor cantidad de hombres que comandó cumpliendo funciones militares, lo cual no le impidió llegar al cargo de general.
Ante las noticias de la llegada de Sarmiento, el gobernador huyó y dos días después de haber arribado fue designado gobernador de San Juan por la Legislatura, como la situación era irregular él mismo llamó a elecciones y también fue el encargado de controlarlas, de esa manera fue elegido asumiendo el 12 de febrero de 1862.
En una carta que posiblemente sus partidarios prefieran no difundir, se jactaba ante Mitre de su forma de gobernar: “Mando empedrar sin decir ¡agua va!. Me contesta uno, no a mí sino al agente de policía: no quiero pagar; y lo soplo a la cárcel 30 días, con aplauso general. En materia de contribución directa, hago peor, pues les rasco el bolsillo”.
Pero no todo era imposición, también trató de predicar con el ejemplo, cuando ordenó blanquear los frentes de las casas y cómo la gente se resistía, él mismo se puso a pintar la suya.
Su gobierno duró dos años y un mes, ni la provincia ni la nación tenían recursos ya que sus mayores esfuerzos estaban dedicados a la guerra contra las provincias, en particular contra el Chacho Peñaloza.
Este caudillo riojano era exactamente lo contrario de lo que Sarmiento intentaba mostrar en sus escritos, era generoso, muy querido entre su gente y no podía ser acusado de rosista porque lo había combatido, considerado un héroe y protagonista de muchas hazañas, luego de Caseros se puso a las órdenes de Urquiza.
El 22 de noviembre de 1861 se produjo la matanza de Cañada de Gómez, el ejército unitario al mando de Venancio Flores sorprendió por la noche a tropas federales pasando a degüellos a 300 hombres.
Pedernera decidió renunciar y le entregó el gobierno a Mitre que estaba desarrollando su ofensiva aplastando cualquier resistencia que no aceptara el poder de Buenos Aires.
Señala Jorge A. Ramos: “El primer acto de Mitre en el poder fue anular los gobiernos provinciales. Los gobernadores eran caudillos populares; sus lanzas defendían a las provincias contra el centralismo despótico de Buenos Aires, tanto como de la invasión comercial extranjera”.
La gestión de Mitre significaba la continuidad del proyecto colonial de Rivadavia, decía Ramos: “Para llevar adelante la política rivadaviana de ‘hacer la unidad a palos’, de abrir el mercado interno a la producción inglesa y de subyugar el país a la férula porteña, Mitre envió varias expediciones al interior.
Los generales uruguayos Wenceslao Paunero, Arredondo y Flores y los coroneles Rivas y Sandes conducían estas fuerzas. Las situaciones provinciales fueron arrasadas por las tropas ‘nacionales´. Las escenas de ferocidad, las ejecuciones y los degüellos después de los encuentros, forman un capítulo impresionante de nuestros conflictos civiles. Estos ‘civilizadores’ dirigidos por Mitre cumplieron su misión a fondo”.
Ramos también relata el papel jugado por nuestro prócer en estas circunstancias: “Pero la duplicidad de Mitre lo hacía inatacable. Sabía que el crimen político no coadyuva a la fama póstuma. Prefirió utilizar el ciego arrojo de Sarmiento, más desenfrenado que nunca. El sanjuanino fue designado Director de Guerra”.
Mitre le dio instrucciones a Sarmiento donde le decía: “…quiero hacer en La Rioja una guerra de policía. La Rioja es una cueva de ladrones, que amenaza a los vecinos y donde no hay gobierno que haga ni la policía de la provincia. Declarando ladrones a los montoneros, sin hacerle el honor de considerarlos como partidarios políticos, ni elevar sus depredaciones al rango de reacción, lo que hay que hacer es muy sencillo…”.
Y Sarmiento le contestaba: “Sandes ha marchado a San Luis. Está saltando para llegar hasta La Rioja y darle una tunda a El Chacho. ¿Qué reglas seguir en estas emergencias? Si va, déjelo ir. Si mata gente, cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición, que no sé que se obtenga con tratarlos mejor”.
Explicaba Ramos que: “Mitre es el responsable central de la represión, la rapiña, la corrupción y el degüello generalizado que practicaban sus tropas, azuzadas por Sarmiento. Toda la correspondencia de Mitre en su Archivo lo acusa sin atenuantes”.