El Forjista
El general Benavidez había perdido las elecciones en San Juan y poco tiempo después fue detenido bajo la acusación de conspirar contra el nuevo gobierno, el 23 de octubre de 1858 hombres armados asaltaron la cárcel con la intención de liberar al detenido tiroteándose con la guardia. Benavidez no estaba al tanto del operativo y les gritó a sus partidarios que desistan del intento para evitar pérdidas de vidas, los atacantes obedecieron optando por alejarse, no obstante lo cual un oficial entró a la celda donde se encontraba el ex gobernador y le disparó, luego ingresó otro y volvió a disparar.
El cuerpo, aún con vida, fue arrojado a la calle, los oficiales hundieron sus sables en el moribundo, algunos civiles se sumaron a la macabra ceremonia para pisotear y escupir el cuerpo ya sin vida, consumando de esa manera un nuevo acto de salvajismo de los “civilizados”.
Este asesinato produjo una profunda indignación en Paraná y en gran parte del país, en cambio en Buenos Aires hubo alegría, los diarios “El Nacional” y “La Tribuna” festejaron el asesinato, sólo La Reforma Pacífica repudió el atentado.
Sarmiento envió una carta a El Nacional donde nuevamente celebraba un asesinato: “me asocio de todo corazón al pueblo de San Juan, mi patria, en la parte que tenga de justicia que ha hecho sobre un notorio malvado”.
Ese “malvado” era quién años antes le había salvado la vida, interviniendo a pedido de su familia para evitar su linchamiento. Tal vez ese sólo incidente podría definir la personalidad del “prócer”, mostrando que la gratitud tampoco era una cualidad en la que pudiera destacarse, pero llegar al extremo de alegrarse por la muerte de quién había salvado su vida era una muestra más de su ceguera cuando se trataba de rivales políticos.
“La Reforma Pacífica” expuso a los personajes de esta calaña, al señalar: “los Varela, Gómez y el loco Sarmiento y comparsa se ceban como los cuervos en un cadáver”, y poniendo en evidencia “el cinismo de ese aplauso salvaje y bestial”. El Gómez al que se refiere el párrafo era el director del diario “La Tribuna” quién celebró el asesinato.
Al comenzar el año 1859 todavía no había fundado ninguna escuela en Buenos Aires, aquellas que se habían creado fueron privadas o a instancias de sociedades de beneficencia, aquellas que pertenecían al Estado se habían mantenido en la misma cantidad desde la asunción de Sarmiento en el Departamento de Escuelas en 1856. Él mismo había reconocido en un informe que el Estado no había incrementado la cantidad de escuelas. Pero siempre predispuesto a digitar la realidad para su beneficio intentó mostrar a las escuelas privadas como obra propia, sin embargo los opositores se encargaron de desmentirlo. Lo que sí debe reconocerse que se encargó de amueblar las escuelas existentes, hizo arreglar los edificios y las proveyó de materiales.
En marzo de 1859 resolvió que los alumnos al ingresar diariamente a las escuelas rezaran y cuando fuera día de fiestas, además de los jueves, los maestros trasladaran a los niños a la misa parroquial.
El asesinato de Benavidez produjo un deterioro aún mayor de las relaciones entre Buenos Aires y la Confederación, ésta había dispuesto aranceles diferenciados para aquellos productos que ingresaran por el puerto de Rosario.
En junio de 1859 Buenos Aires movilizó sus tropas y convocó a las reservas, colocando al mando de su ejército al recientemente ascendido a general, Bartolomé Mitre, quién designó a su amigo el teniente coronel Sarmiento como jefe del Estado Mayor, en tanto las fuerzas del federalismo fueron comandadas por Urquiza.
El 23 de octubre ambas fuerzas se enfrentaron en Cepeda con el triunfo de las comandadas por Urquiza, las tropas porteñas se replegaron para defender la ciudad de Buenos Aires, en tanto el entrerriano avanzó hacia la ciudad, el 8 de noviembre ya se encontraba a la altura de Plaza Once de Septiembre, mientras que en la ciudad se enfrentaban dos tendencias, una que planteaba iniciar negociaciones y otra que planteaba resistir.
Valentín Alsina era partidario de presentar batalla pero la mayoría era de la opinión contraria, por eso se reunió la legislatura y le pidió la renuncia, finalmente se firmó el Pacto de San José de Flores mediante el cual Buenos Aires se reintegraba a la Confederación. No puede sorprender que Sarmiento se alistara con el sector más inflexible que se negaba a negociar un tratado de paz con el resto del país.
El 1° de mayo de 1860 la legislatura designó gobernador a Mitre, quién nombró a Sarmiento ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores resignando su cargo de senador, en tanto la convención designó a Santiago Derqui como presidente de la Nación.
Siendo gobernador, Mitre ingresó a la masonería de la que ya formaban parte Sarmiento, Derqui y Urquiza, es decir las principales figuras políticas del país, que actuaban en partidos enfrentados.
En su nuevo cargo inauguró la Escuela Superior Catedral al Norte ubicada en Reconquista al 400, de la ceremonia participaron Derqui y Urquiza, la escuela tenía un busto de Rivadavia.