El Forjista

La Resistencia Peronista

Nace la J. P.

A todo un sector importante de la población, incluidos muchos que no eran peronistas, le causó una gran indignación los sucesos de junio de 1956 que dieron lugar a la salvaje represión. “Los únicos privilegiados”, los niños del 40 y el 50 habían alcanzado a edad suficiente para sentir correr por sus venas las ansias de rebelarse ante la injusticia cotidiana y los actos de barbarie generados por la dictadura de Aramburu.

Nacía la Juventud Peronista, un actor principal de aquellos agitados momentos, Jorge Rulli, uno de ellos, contó su experiencia: “Mis primeras vinculaciones orgánicas con el peronismo se me va a dar a mediados del 56 en las Marchas del Silencio, organizadas por el periódico Palabra Argentina, en desagravio a los fusilamientos del 9 de junio”. (20)

Otra activa militante, Mabel Di Leo, quién fuera la organizadora de la J. P. en Vicente López relataba: “Pero lo que nos sacudió, por lo menos a mí, y pienso que al grupo que militó conmigo y que nos incita a enfrentarnos con todo el tema de qué es el peronismo, son los fusilamientos de José León Suarez... Fracasa la revolución de Valle y vienen los fusilamientos de los basurales de León Suarez con el agravante que yo iba al colegio con Jorge y Miguel Lizaso, y el fusilado es Carlos Lizaso, el hermano mayor.”

Cada conmemoración servía para agruparse, para encontrarse por vez primera y comprobar que no se estaba sólo. “Al producirse el primer año de los fusilamientos, en el homenaje de la Penitenciaría de la calle Las Heras, donde había sido fusilado Valle, nos concentramos, convergimos todos aquellos que pensábamos que había que hacer algo. Es más, es ahí donde conozco a Susana Valle por primera vez... La actividad de la J. P. Eran actos relámpagos, resistencia a la policía.”. (21)

Susana Valle es la hija del general asesinado el 12 de junio y se convirtió en una activa militante del peronismo. A ella se le había negado posibilitad de recurrir al presidente de la Nación para evitar el fusilamiento de su padre, la excusa fue que Aramburu dormía y no podía ser molestado.

Los jóvenes peronistas eligieron mantenerse alejados de las estructuras clandestinas del partido, en general, desconfiaban de sus dirigentes por lo que preferían organizarse independientemente para colaborar con los grupos de resistencia y aquellos sectores más intransigentes y combativos del movimiento.

Los sucesos de junio intensificaron la escalada represiva emprendida contra el peronismo bajo la permanente excusa de la existencia de complots organizados por ciudadanos a lo largo de todo el país. En Mendoza se detuvieron a 38 personas por estar implicadas en un plan “subversivo”, en San Juan también se produjeron encarcelamientos, entre los cuales figuraban varios dirigentes de la C.G.T. local.

Las cárceles se encontraban repletas de presos políticos y gremiales, Aramburu había reabierto los penales de Ushuaia y Río Gallegos, clausurados por Perón, como forma de albergar a los militantes peronistas y hacer mucho más dificultosa las condiciones de los detenidos. Los casos de tortura comenzaron a ser denunciados pero sin obtener respuesta alguna por parte del gobierno y sin reflejo en la prensa. No obstante, en septiembre de 1956 debieron reconocer la existencia de esas denuncias y anunciaban que investigarían seis casos producidos en Capital Federal, Paraná y Mar del Plata, pero se apresuraban a aclarar que algunas de ellas eran inexactas.

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(20) Anzorena, Oscar: Historia de la Juventud Peronista 1955-1988, Ediciones del Cordón, 1989, pag. 23 y 24.
(21) Anzorena, Oscar: ob. cit., pag. 46 y 47.

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