El Forjista
Su libro “La hora de los pueblos” apareció en septiembre de 1968, es importante relatar brevemente el contexto mundial y nacional en el cual se editaba ese nuevo trabajo del líder exiliado.
En mayo de 1968 las calles de París habían sido testigo de la rebelión de estudiantes y trabajadores en un levantamiento que tuvo incidencia en todo el mundo, mientras que en nuestro país los jóvenes de clase media, la mayoría de ellos provenientes de familias antiperonistas, estaban pasando por un proceso de nacionalización que los iba a llevar al año siguiente a producir un acto que sacudiría a la dictadura de Onganía, El Cordobazo, y que también iba a provocar que muchos de ellos se acercaran con un nuevo fervor al peronismo.
Este libro está imbuido de ese espíritu de rebelión que conmocionaba a casi todos los países y es ahí donde Perón veía el advenimiento de la hora de los pueblos que sacudiría el poder de las oligarquías gobernantes, así lo declaraba: “En 1968 ya soplan vientos de fronda para los contumaces reaccionarios de otros tiempos: comienza ya ‘la hora de los pueblos’, caracterizada por la liberación de las naciones del yugo opresor de los imperialismos como por la supresión de la injusticia social” (1)
Esa lucha de los pueblos por su liberación la encuadra en ese combate siempre presente en nuestra historia, hoy algunos ignorantes la llaman grieta creyendo descubrirla, entre el movimiento nacional y popular y las minorías que se enriquecieron a costa del bienestar de las mayorías: “En las luchas de la organización nacional está el germen de lo que habría de ser con el tiempo la verdadera ‘guerra nacional’: de un lado, el poder absorbente y centralizado de la oligarquía bonaerense, del otro el pueblo, representado por las fuerzas montoneras de los caudillos provinciales del interior. Tales líneas, con pocas variantes, han subsistido a traves de esas luchas políticas y del tiempo como federales, unitarios, radicales, conservadores, justicialismo, Unión Democrática, ‘Gorilas’, etc. De éstos, los que han pertenecido a la línea nacional han tenido lógicamente el apoyo popular; en cambio, los que pertenecieron a la línea antinacional tuvieron el favor imperialista y su apoyo… Hoy como ayer y como siempre la puja es entre los libertadores y los colonialistas, los nacionales o los antinacionales, los que resisten la penetración y los que la favorecen” (2)
Si una característica tiene este libro, además de su claridad, es su antiimperialismo, así como en sus anteriores libros denunció el papel de instituciones como el Fondo Monetario Internacional en el saqueo de los países dependientes, aquí también pone en evidencia cada uno de los actos de agresión cometidos por el imperialismo norteamericano, comenzando por la invasión a la República Dominicana.
Recuerda la lucha de Sandino en Nicaragua que también padeció de la agresión estadounidense: “El caso de Sandino en Nicaragua es un ejemplo que no tiene desperdicio. Como suele ocurrir en estos casos, este patriota se levanta en armas ante el intento de invasión de las fuerzas imperialistas. Después de larga lucha armada, triunfó sobre su enemigo y liberó a su patria de tal amenaza. Todo el mérito de esta hazaña se debe principalmente a él y sus enemigos lo saben. Terminada la guerra se hace una comida en Managua, a la cual concurre invitado especialmente Sandino. Terminada la fiesta, festejando la paz alcanzada, Sandino abandona el local sin siquiera sospechar que haya podido ser traicionado, pero no tarda en ser detenido en la calle. Sus apresores lo entregan, acto seguido, y de inmediato lo asesinan”. (3)
Y continua con otros lugares del continente donde la garra imperial actuó asesinando a líderes que intentaron liberar a sus naciones: “Este hecho, conocido por toda América, no es el primero ni el único: Pancho Villa, no tuvo mejor suerte y murió asesinado en circunstancias un tanto misteriosas. Hace poco el doctor Ernesto Guevara no tuvo suerte diferente, porque a pesar de todo el teatro que se hizo, nadie duda que la mano asesina, porque él sobrevivió herido al combate, no es difícil de individualizar entre los gringos que merodeaban alrededor de su cadáver mientras se hacía la macabra y miserable exhibición. Como ellos, muchos más, a los que nos referiremos más adelante”. (4)
Por supuesto en esta denuncia antiimperialista no podía faltar los múltiples golpes de estados con la participación activa de los Estados Unidos, del cual él mismo había sido víctima: desestabilizando a los gobiernos populares de América Latina en Brasil contra Getulio Vargas y luego contra Janio Quadros y Joao Goulart hasta que el imperialismo encontró a un militar a su servicio como Castello Branco. En Venezuela Pérez Jiménez fue víctima de lo mismo una conspiración militar apoyada por el imperialismo al defender los intereses petroleros de Venezuela, en Colombia el General Rojas Pinilla siguió la misma suerte siempre esas conspiraciones fueron seguidas de planes de hambre. Sin olvidarse del hostigamiento continuo que padecía la Cuba Revolucionaria.
Será en este libro donde asociará dos conceptos que hasta ese momento parecían de difícil conjunción, desarrolla la idea que peronismo y socialismo no son contradictorios, siempre y cuando se compenetre de la realidad nacional y no busque fórmulas importadas que responden a otras realidades: “En lo político, las nuevas formas llevan hacia un socialismo nacional con el apoyo de los grandes movimientos nacionales como los que se pueden ya observar en toda Europa, Asia, Medio Oriente, África, etc. La reacción que aún resiste a la evolución indetenible está echando mano al neocapitalismo, como una forma transaccional para no ceder, pero este remedio les resultará a la larga peor que la enfermedad”. (5)
En esa senda que comenzará a transitar el peronismo por un socialismo nacional es que efectuará un gran elogio del líder chino Mao Tse Tung: “La decidida actitud del Gran Mao ha dividido con claridad el socialismo nacional del socialismo internacional que ha dado lugar al imperialismo soviético y de la misma manera que acusa al imperialismo yanqui enjuicia a su aliado moscovita en la conferencia de Yalta, porque de común acuerdo se dividieron allí el mundo en dos para su dominio y explotación, después de despojar de su territorio a varios países. Sus palabras son tan claras como su verdad incontrovertible”. (6)
A pesar de sus largos años de exilio nunca estuvo desconectado de la política argentina, las innumerables cartas que recibía mostrando un particular interés en responder y las continuas visitas de dirigentes del peronismo, y en el último tiempo también de otros sectores incluidos radicales, que comenzaban a ver que sólo un gran frente nacional podía terminar con la dictadura oligárquica, por eso uno de los procesos que detectó claramente fue ese movimiento juvenil que se estaba politizando aceleradamente y que adoptaba un posición netamente enfrentada a la dictadura por eso no podía faltar esa referencia a la juventud.
“Una juventud con espíritu de rebelión positivo luchará por un destino porque ella tiene el inalienable derecho de intervenir activamente en la solución de los problemas que el mundo actual plantea, ya que ella ha de ser, en último análisis, la que ha de gozar o sufrir las consecuencias del acontecer actual. Es indudable que al comenzar ese quehacer cometerá los errores propios de la inexperiencia, pero nadie aprende a caminar sin darse algunos golpes”.(7)
Cómo es habitual en sus escritos realiza un cuestionamiento a la política económica liberal que está imponiendo al país la dictadura de Onganía: “La economía nunca ha sido libre: o la controla el Estado en beneficio del pueblo o lo hacen los grandes consorcios en perjuicio de éste. Es cuando podemos decir al respecto: hablar de libre comercio en una economía mundial dominada por los mercados comunes es predicar en el desierto”. (8)
El libro concluye haciendo un llamamiento a promover la integración de los países de Latinoamérica, pero da un paso más al convocar a crear las bases para que en un futuro sea posible la conformación de los Estados Unidos Latinoamericanos.
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(1) Juan Domingo Perón. La Hora de los Pueblos. Editora volver. 1982 Pag. 7
(2) Idem Pag. 12
(3) Idem Pag. 67
(4) Idem
(5) Idem pag. 123
(6) Idem pag. 142
(7) Idem pag. 144 y 145
(8) Idem pag. 154