El Forjista
El 21 de agosto de 1953 el Congreso aprueba la ley de Inversiones Extranjeras enviada por el Poder Ejecutivo, hasta el sector más conservador del radicalismo se opone mostrando su irritación porque se le abría según ellos las puertas a los consorcios internacionales.
En verdad los consorcios ya se encontraban en el país, algunos habían sido expropiados por el gobierno de Perón, pero otros seguían funcionando sin problemas, lo que hacía esta ley era fijarles condiciones, esos capitales debían ser autorizados por el PE para radicarse en el país, quedaban sujetos a la legislación argentina, a los dos años de radicados podían remitir el 8% de la inversión o incrementar el capital en el porcentaje que no fuera transferido al exterior, al cabo de 10 años la inversión total podía repatriarse en cuotas anuales.
El consumo de petróleo creció incesantemente producto de la política industrialista del gobierno y del incremento del consumo popular que posibilitó el acceso de mucha más gente a los automóviles o al turismo, la producción petrolera no había podido seguir ese ritmo de crecimiento, tanto a través de YPF o de las empresas privadas extranjeras, el país se vio en la necesidad de importar combustible gastando muchas de las divisas que le eran difícil obtener.
Llegó un momento que debió adoptarse una decisión si la intención era seguir creciendo, Perón optó por negociar nuevas concesiones con empresas extranjeras.
La oposición puso el grito en el cielo de inmediato, de repente se convertía en la más encendida defensora de la pureza nacionalista.
A mediados de 1954 cuatro grupos negociaban con el gobierno: la Standard Oil de New Jersey, la Standard Oil de California, la Royal Dutch Shell y un consorcio que unía al grupo Atlas Corporation con las Industrias Dresser.
Las necesidades de la economía argentina para 1955 superaban los doce millones de metros cúbicos de petróleo, YPF producía un poco más de cuatro millones y las compañías extranjeras radicadas en el país apenas llegaban a 785.000, esto obligaba a importar seis millones seiscientos mil de los Estados Unidos y 800.000 de Rusia.
El 25 de abril de 1955 el gobierno anunció haber llegado a un acuerdo con la Standard Oil de California para la explotación de una amplia zona en la provincia de Santa Cruz, el acuerdo era por 40 años y debía ser aprobado por el Congreso.
La compañía tenía derecho a explotar una zona de unos 50.000 km cuadrados al sudoeste de Santa Cruz, la California como se la conoció en el país, le vendería el gas y el petróleo a YPF y podría exportar el resto al exterior una vez que las necesidades internas estuvieran cubiertas, las ventas al exterior se repartirían en partes iguales, el costo de la inversión para la empresa era de 13,5 millones de dólares para gastos de exploración y tendría la opción de construir una refinería en el país.
El contrato le permitía a la empresa la creación de aeropuertos, telégrafos, teléfonos, caminos, embarcaderos y también la creación de cuerpos de seguridad dentro de la zona de concesión.
En el Congreso hubo resistencia al acuerdo no sólo de los opositores, los radicales acusaron al gobierno de vender las reservas petroleras, Frondizi escribió un libro donde justificaba la oposición y que borraría con el codo cuando fuera presidente, varios diputados peronistas dudaban así que la Cámara demoró la decisión, viendo la situación Perón decidió pedirle cambios a la empresa petrolera, que luego de varias negociaciones terminó aceptando modificaciones.
Por eso días se hizo famoso un nacionalista Adolfo Silenzi Di Stagni que tomó la voz cantante junto con Frondizi para oponerse al acuerdo petrolero, era profesor de derecho y sus clases eran cada vez más concurridas, sus clases eran desgravadas y convertidas en folletos, consumido por estudiantes que en su mayoría eran antiperonistas, el profesor anunciaba en una de sus proclamas: “Es un atraco… El artículo sexto del contrato es una antología del entreguismo…”(1)
Perón dio absoluta libertad a los legisladores para que discutieran el tema, el objetivo era lograr mayores concesiones de la empresa.
John William Cooke era uno de los diputados que se oponía al acuerdo con la California, había otros como Bustos Fierros, Díaz de Vivar y el sindicalista Amado Olmos, incluso el diario oficialista Democracia planteó sus dudas.
Arturo Jauretche arriesgó la opinión que posiblemente el mismo Perón no estuviera convencido de este acuerdo y tenía la esperanza de conseguir de los Estados Unidos el financiamiento necesario para que fuera la propia Argentina la encargada de realizar la explotación.
No se trataba de elogiar o cuestionar al capital extranjero, la cuestión era que si no se producía en el país, debía importarse utilizando divisas que no era sencillo obtener, la oposición cuestionaba la decisión, pero obviamente no planteaba alternativas, el peronismo en cambio debía gobernar y tratar de que la economía continuara funcionando y creciendo.
Este tema junto con la cuestión religiosa fue uno de los asuntos utilizados por la oposición para agitar a la ciudadanía a favor del derrocamiento de Perón, los que antes cuestionaban las estatizaciones del peronismo ahora devenían en furiosos nacionalistas, no importaba si debían disfrazarse de derechistas o izquierdistas lo único que tenían claro es que el gobierno debía caer.
El 25 de abril de 1954, junto a las elecciones legislativas, se votó por vicepresidente cargo que estaba vacante porque Quijano había fallecido antes de asumir, el peronismo llevó la candidatura del almirante Alberto Tessaire, éste será uno de los halcones en la pelea con la Iglesia y uno de los promotores de que para ingresar al Estado hubiera que afiliarse al Partido Peronista.
Crisólogo Larralde fue el candidato de la UCR, en tanto que Frondizi presidente del partido decidió intervenir el partido en la Capital Federal porque se negaba a designar candidatos.
Los comunistas designaron a una mujer, Alcira de la Peña como candidata a vicepresidenta, los conservadores después de una agria discusión interna propusieron a Benito de Miguel, en esta elección hizo su presentación el Partido Socialista de la Revolución Nacional que apoyó a Tessaire pero llevó a sus propios candidatos a diputados y senadores en Capital y provincia de Buenos Aires.
Tessaire llegó a obtener el 62,5% y Larralde el 32,5% llama la atención que con este abrumador resultado, un año y cuatro meses después el gobierno fuera derrocado.
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(1) Joseph Page. Perón. Una biografía. Editorial Sudamericana. Edición en e-book pag. 254