El Forjista
En líneas generales el peronismo había mantenido una relación moderadamente amable con la Iglesia, el gobierno había realizado varias concesiones como la enseñanza de la religión en los colegios, la designación de profesores católicos en las universidades la mayoría resistidos por los alumnos y el mantenimiento de importantes subsidios, algunos sacerdotes como Virgilio Filippo habían sido elegidos como diputados por el peronismo.
Pero, por otro lado, la jerarquía eclesiástica había mantenido cordial relación con las familias oligárquicas, que también eran generosas con las ayudas y a su vez no veían con buenos ojos las movilizaciones de masas.
Algunos sacerdotes no ocultaban su simpatía con los opositores y abrían sus oídos a los lamentos de los feligreses adinerados que se quejaban de curas como Filippo y Hernán Benítez, confesor de Eva que había ido en la comitiva cuando la esposa de Perón viajó a Europa, a partir de ese momento la cúpula eclesiástica le hizo la vida difícil al cura peronista.
La Iglesia comenzó a mostrar su disgusto cuando se organizó la Unión de Estudiantes Secundarios UES, la Iglesia organizaba a los jóvenes católicos a través de la Acción Católica, además sobre las actividades de la UES se fueron creando una serie de rumores infundados, lanzados por los más enconados enemigos, con la finalidad de escandalizar la moralidad pacata de sectores de la clase media y cuya resonancia impactó escandalizando a los sectores eclesiásticos.
El 19 de septiembre de 1954 en Córdoba se realizó el festejo del día del estudiante organizado por el Movimiento Católico de Juventudes, era una iniciativa de uno de los obispos más claramente opositores, Fermín Lafitte, el propósito era contraponer esa organización al intento de la UES.
Un párroco de Córdoba Quinto Carnelutti decía: “Nos parecía que era corruptor. No me refiero a corrupción sexual. Circulaban, desde luego, muchos rumores: se hablaba de los regalos que se les hacía a algunas chicas a cambio de ciertos favores, se aludía a supuestas orgías en la Quinta de Olivos…Pero esto, para nosotros, no era lo más importante, aún si fuera cierto. Lo que nos preocupaba eran los métodos con que se pretendía atraer a la juventud”.(1)
Efectivamente a los opositores no les interesaba si los rumores alarmantes que lanzaban a correr eran ciertos o no, lo único importante era el miedo que eso provocaba en amplios sectores.
Una respuesta de la Iglesia consistió en motorizar una nueva organización política el Partido Demócrata Cristiano, durante tres días, 9, 10 y 11 de julio de 1954 se realizó en Rosario el Congreso Constitutivo de esa organización, se encontraba entre los iniciadores Horacio Sueldo, Manuel Ordoñez, Juan. T. Lewis, Salvador Busacca, Carlos J. Llambí.
También la Iglesia se lanzó en un intento de organizar a los obreros católicos, es decir a competir en un terreno que el gobierno consideraba suyo por antonomasia.
Las misas dominicales se transformaron en tribunas opositoras, los sacerdotes lanzaban encendidas homilías contrarias al gobierno, se cuestionaba con dureza la conducta de algunos funcionarios particularmente aquellos que tenían vinculación con las actividades de la UES.
También había una alta cuota de conservadorismo y prejuicios que al ver a una muchacha del secundario vestida con ropa deportiva daba lugar a los peores pensamientos en una época que aún se pensaba que corte y confección era la carrera más adecuada para una mujer y que su lugar estaba en el hogar. La Iglesia llamaba a los feligreses a cuidar de sus hijas y evitar la concurrencia a lugares de dudosa moralidad.
El 29 de septiembre de 1954 el presidente contestó a las agresiones eclesiásticas: “La religión debe practicarse fuera de las organizaciones sindicales. Yo recuerdo que cuando vine aquí había sindicatos de oficios varios. Había también otros sindicatos religiosos. ¿Qué tiene que ver la religión con esto? Asi como los trabajadores no se meten con la religión, esta no debe meterse con la organización sindical. Que hagan política o religión en su casa, pero no en la organización, donde somos todos iguales”. (2)
Perón convoca a la Casa Rosada a los obispos donde les manifiesta su digusto por el carácter francamente opositor que está tomando el mensaje de la Iglesia, y anuncia el caso de algunas provincias como Córdoba donde algún prelado lanzó la idea que los católicos debían optar por Cristo o por Perón.
El presidente da el nombre de algunos sacerdotes implicados en actividades lindantes con el golpismo y señala a Bonamín en Corrientes, un obispo que tuviera complicidad con la dictadura cívico militar iniciada en 1976, y remarcaba especialmente la actitud de Laffite en Córdoba y Fasolino en Santa Fe.
El 10 de noviembre Perón informa a la sociedad de esa reunión: “Me he reunido con altos dignatarios de la Iglesia… y les he planteado el problema, en presencia de las organizaciones que son las damnificadas por ciertas acciones que desarrollan organizaciones católicas…Ellos nos dieron toda la razón y declararon que eran los primeros en condenar a esos sacerdotes que no sabían cumplir con su deber…” Con respecto al nuevo partido dijo: “Yo estoy viendo quienes se están juntando allí; los conservadores, algunos nacionalistas, hasta comunistas y ciertos clericales, vale decir, los cuatro ´pianta votos´más grandes que tenemos en el país… ¡Qué nos va a pelear el partido Demócrata Cristiano! ¡Lo que hay aquí es la preparación de un clima para la alteración del orden público!”. (3)
En poco tiempo la Iglesia pasó a comandar la oposición, incluso de aquellos sectores que descreían de cualquier credo religioso, las sacristías eran un foco de rebelión donde se publicaban panfletos injuriosos, muchas veces plagados de mentiras, pero con la intencionalidad de escandalizar a amplios sectores.
El 22 de noviembre de 1954 es detenido el cura Alberto Carbone por realizar un sermón donde atacaba al gobierno, tres días después se realiza un acto en el Luna Park y se convoca a un paro general en apoyo al gobierno en la proclama se denunciaba “una intromisión, una propaganda y una distorsión en la acción de algunos clérigos de la República”.
Desde el Congreso legisladores oficialistas lanzan un contraataque con medidas que iban destinadas a irritar aún más a los sectores católicos. El 13 de diciembre se sanciona la Ley del Divorcio, el 30 la Ley de Profilaxis que legalizaba la prostitución y una ley magnífica que equiparaba a los hijos dentro y fuera del matrimonio. Dos diputadas peronistas se negaron a votar la Ley del Divorcio y fueron expulsadas del bloque.
Estando en el exilio Perón declaró sobre la ley de equiparación de los hijos que: “Fue una de las leyes más justas de mi gobierno. Cuando se comete adulterio, ¿la culpa es del padre o del hijo? No hay hijos adulterinos, lo que hay son padres adúlteros. La situación anterior a la ley era intolerable. El número de hijos naturales, hijos de padres no casados, era muy grande en la Argentina. La ley prohibía investigar la paternidad de un hijo en estas condiciones. Oficialmente, no tenían padre, carecían de todo derecho: era muertos civiles. Todavía peor: sus documentos decían: hijo natural, escrito en tinta colorada. Es decir: hijo de madre soltera que es casi como decir ‘hijo de puta’… ¿Quién podría oponerse a una ley semejante? No creo que se haya una ley más justa. A pesar de ello, muchos sacerdotes se lanzaron a una abierta campaña opositora”. (4)
Por supuesto que tenía razón era una ley magnífica que sólo el conservadorismo reaccionario podía rechazar, en contraposición la denominada Ley de Profilaxis era un acto de provocación.
Muchos católicos tomaron distancia del gobierno, también le provocó un entredicho con Franco, quién ya miraba con desconfianza la relación del peronismo con la clase trabajadora, la prensa española se colocó del lado de la Iglesia, Perón se irrita cuando en un acto de intromisión Franco se propone como mediador entre el gobierno y la Iglesia, el embajador era Manuel Aznar abuelo de José María Aznar, el amigo de la derecha argentina, le entregó la carta a Perón quien le contesto que el problema de los argentinos los arreglamos los argentinos, Franco ordenó el retiro del embajador.
El 8 de diciembre de 1954 Día de la Inmaculada Concepción, la cúpula eclesial organizó una manifestación que fue convertida en un acto masivo contra el gobierno, el gobierno organizó el mismo día la recepción al boxeador Pascual Pérez que había obtenido el título mundial en Japón.
En abril una bomba estalla en una local de la Confederación General Universitaria, organización universitaria peronista, donde muere un estudiante y un policía, en otro acto de terrorismo opositor.
Otro acto de guerra fue la suspensión de la enseñanza religiosa en las escuelas, el 14 de abril de 1955 es detenido por desacato el sacerdote Héctor Federico, dos semanas después son detenidos jóvenes de la Acción Católica y de la UCR sospechosos de actividades conspirativas.
El 3 de mayo son detenidos por desacato los sacerdotes Egidio Esparza y Edilio Moncalvo, la Acción Católica organiza una marcha en el centro de la Ciudad de Buenos Aires, donde interviene la policía produciendo varios heridos.
Día a dia la crispación aumenta en una escalada que parece no tener fin, el 13 de mayo el Congreso elimina las exenciones impositivas a las instituciones religiosas, unos días después se anuncia la intención de convocar a una Asamblea Constitucional para separar a la Iglesia del Estado, se detiene a un sacerdote en la sacristía de la Iglesia Medalla Milagrosa de Parque Chacabuco con panfletos antiperonistas.
Había una clara acción de pinzas contra el gobierno mientras la izquierda lo acusaba de fascismo, los nacionalistas católicos sostenían que estaba infestado de comunistas y judíos, mientras que el sacerdote Lodovico García de Loydi denunciaba el apoyo de los trotskistas a Perón, uno de ellos era Jorge Abelardo Ramos.
En junio de 1955 las autoridades de la Iglesia solicitan autorización para realizar la tradicional procesión de Corpus Christi, que en esa oportunidad caía el día 9, pero que se efectuaría el sábado 11 para facilitar la presencia masiva de los feligreses. La respuesta del ministro del Interior, Borlenghi es que sólo se puede realizar en el interior de la Catedral Metropolitana, pero ese día los concurrentes comienzan a llenar la Catedral y se empiezan a diseminar por los alrededores.
Los partidos opositores, incluyendo aquellos conformados en su mayoría por ateos, habían convocado a aprovechar la procesión para realizar una manifestación , tanto dentro como fuera se entonan cantos contrarios al gobierno, desde los balcones de la Curia los monseñores Tato y Novoa saludan a la concurrencia, a continuación se armó una columna que marchó hasta el Congreso, al llegar ahí una grupo de jóvenes colocan una bandera papal en el mástil, arriando la bandera argentina, uno de los jóvenes provocadores intenta apagar una lámpara votiva que se encuentra prendida desde la muerte de Eva Perón, utilizando para ello la bandera argentina que se prende fuego.
En los días siguientes el gobierno acusa a la oposición de quemar una bandera argentina, acusación que fue rechazada por las organizaciones católicas y los partidos opositores, quienes a su vez acusan al gobierno del hecho. Se realiza una investigación y como la policía no encuentra la bandera quemada procede a quemar una para entregar al Ministerio del Interior como prueba del suceso.
Al día siguiente de la manifestación el 12 se reproducen los incidentes frente a la Catedral, el lunes el presidente habla por radio y dice: “Durante largo tiempo, la oligarquía aceptó aparentemente nuestro ofrecimiento de paz…pero una de las formas de la oligarquía que nunca abandonó del todo la lucha fue precisamente la oligarquía clerical… Yo entendía que era mi deber como gobernante del pueblo tratar de separar y liberar al clero de sus antiguos compromisos con la oligarquía…a fin de que pudiese servir al pueblo…Desgraciadamente cierto sector del clero…no pudo ser persuadido por nuestra acción…Reconozco que he fracasado…Pero no me arrepiento. Agotados los tiempos de paciencia, el Gobierno se ha ganado el derecho de hacer justicia…Ahora el clero ha decidido mostrar el lobo que escondía bajo sus pieles de cordero, aliándose de nuevo públicamente con la oligarquía para resucitar una nueva Unión Democrática clerical y oligárquica, yo no voy a eludir la responsabilidad de poner la cosas en su justo lugar. En los hechos del sábado y el domingo, la traición fue proyectada y consumada”. (5)
Esa misma tarde la CGT decreta un paro general y una concentración para el 14 de junio como repudio a la quema de la bandera nacional, en el acto toman la palabra el dirigente de la CGT y Héctor di Pietro y Perón quién dice: “Les pido a los trabajadores que en los asuntos que se están suscitando en estos días, me dejen a mí para que juegue el partido…Sé por experiencia los valores que se encierran en los corazones de nuestros hombres de trabajo. Los he visto luchar, los he visto decididos a triunfar o a morir…y porque estoy decidido a actuar en defensa y en cumplimiento de la ley, pido al pueblo tranquilidad y paciencia. No ha llegado el momento de hacer nada todavía. Si llegase, yo he de dar oportunamente la orden”.
Al día siguiente son deportados los sacerdotes Juan Manuel Tato y Ramón Novoa, como respuesta a esta medida el Vaticano excomulga a los responsables de esta expulsión, se supuso que esta decisión alcanzaba a Perón, pero no quedaba claro, la Vaticano dirá tiempo después que Perón nunca fue excomulgado.(6)
Por supuesto que para Félix Luna el agresor fue Perón, equiparando a los curas golpistas con las persecuciones a los primeros cristianos, en cambio cuestiona a aquellos sectores católicos a los que llama timoratos por intentar bajar los decibeles en ese nivel de peligrosos enfrentamientos.
Por supuesto que la oposición política, entre los que se encontraba Luna, vio como un regalo del cielo contar con un nuevo y poderoso aliado.
Hubo también desde el gobierno quienes querían pacificar como el canciller Remorino o el ministro del Interior Borlenghi, otros como Antonio Cafiero optaron por tomar distancia del gobierno, mientras Mendez de San Martín y el vicepresidente Tessaire, incentivaron el conflicto, este almirante tal vez pueda considerarse el primer traidor del peronismo por lo que llama la atención que haya sido uno de quienes echaron más leña al fuego.
Desde los colegios religiosos y las parroquias se confeccionaban panfletos cargados de mentiras en una clara maniobra de acción psicológica que tenían por destino los hogares de los militares, para que de una vez por todas se animaran a derrocar a Perón. Los panfletos a su vez iban alcanzando cada vez mayor agresividad llamando al presidente el “gran canalla” o el “payaso”.
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(1) Felix Luna. Perón y Su Tiempo.Tomo III El régimen exhausto 1953 1955 Edit. Sudamer. 1986 pag. 195 y 196
(2) Norberto Galasso. Perón. Formación. Ascenso y Caída 1893 1955. Tomo I Colihue 2011 pag. 666
(3) Idem pag. 667
(4) Idem pag. 669
(5) Idem pag. 684 y 685
(6) Idem pag. 686