El Forjista

Biografía de Juan Domingo Perón

Capítulo 9 - Braden

El 30 de abril de 1944 Perón convocó a Jauretche a su casa, ahí conoció a Eva, hablaron de la intervención de la Provincia de Buenos Aires, le informó que sería designado el general Sanguinetti y le solicitó una lista de integrantes de FORJA para integrar ese gabinete.

Perón ocupaba tres cargos a la vez, ministro de Guerra, secretario de Trabajo y Previsión y vicepresidente, para lograr el apoyo de sus camaradas para la vicepresidencia debió ceder la Intervención a la Gobernación que había prometido a la gente de FORJA.

Jauretche que se había comprometido con sus compañeros de FORJA se enoja con Perón y corta ese trato diario, el dirigente yrigoyenista se mantendrá distante del gobierno hasta que se produce el 17 de octubre, durante el gobierno peronista Jauretche sólo ocupará la Presidencia del Banco Provincia de Buenos Aires durante la gobernación de Domingo Mercante.

El distanciamiento entre estos dos hombres fundamentales del Movimiento Nacional sin duda implica un debilitamiento que tarde o temprano se padecerá, el peronismo necesitaba de Jauretche y Scalabrini Ortiz para defender y fundamentar su política ante la agresión oligárquica y los partidos tradicionales.

Este desencuentro, como el de Perón con Mercante, serán nocivos para el peronismo, creemos que no se ha abundado suficiente en dichas diferencias. La inflexibilidad de Jauretche le impedía ver la necesidad de efectuar acuerdos para evitar que el sector más reaccionario del Ejército fuera quién determinara la dirección del gobierno, por su parte Perón no se preocupó demasiado en explicar la necesidad del acuerdo al que había arribado y que dejaba mal parado a Jauretche ante sus camaradas de FORJA.

Más aún era necesaria la unidad de los patriotas cuando desde afuera se propiciaba una intervención en los asuntos internos, el secretario de Estado norteamericano Cordel Hull tenía una posición claramente anti Argentina, había declarado: “Argentina es el cuartel del fascismo en hemisferio occidental”. (1)

Con la idea de seguir hostigando al país, se designó embajador de la Estados Unidos a Spruille Braden, que estuvo a cargo de la embajada apenas entre mayo y agosto de 1945, pero que actúo desembozadamente para derrocar al gobierno argentino.

El embajador ingles Sir David Kelly dejó constancia de la posición asumida por Braden: “Mr. Braden ... vino a Buenos Aires con la idea afija de que él había sido elegido por la Providencia para derrocar al régimen de Farrell-Perón”. (2)

El embajador Braden llegó a la Argentina el mismo mes en que se produce la rendición de Alemania, lo que es aprovechado por la oposición para ganar las calles y realizar actos contrarios al gobierno, ni bien llegado el diplomático asume la misión de convertirse en jefe de la oposición, todos los partidos políticos, incluso los de “izquierda”, lo reconocieron como tal.

La altanería imperial de Braden fue retratada por el historiador Abelardo Ramos en los siguientes términos: “Sin preocuparse por las formas que le imponía su condición de diplomático, Braden comenzó a intervenir en el acto y abiertamente en la política argentina. Realizaba giras por el interior, pronunciaba inflamados discursos en los banquetes que los lacayos democráticos organizaban en su honor, presidía actos hostiles al gobierno militar. Reunió alrededor suyo a las principales figuras políticas de la oposición y suscitó todo género de incidentes gubernamentales”.(3)

Cordel Hull tampoco dejaba dudas que el principal peligro lo constituía ese coronel de ideas peligrosas porque planteaba reivindicaciones que no se adaptaban a los deseos de las grandes potencias, y no se concebía que aquello fuera posible sin el castigo correspondiente, en un memorándum escribió: “Mientras la eliminación de Perón y su régimen militar sería ciertamente un paso importante, las seguridad de los Estados Unidos y, por ende, de Gran Bretaña no estará asegurada hasta que los últimos vestigios de los principios y métodos malévolos que el actual gobierno representa y practica hayan sido extirpados y exista una democracia razonablemente efectiva en la Argentina. Para alcanzar estos fines será necesaria una cooperación real y completa de todas las democracias, bajo el liderazgo americano y británico”. (4)

El embajador norteamericano trabaja en conjunto con corresponsales de medios de ese país para desarrollar una campaña de calumnias contra el gobierno, producían artículos en Buenos Aires para ser reproducidos en aquel país, todos contrarios al gobierno argentino.

A las amenazas de las potencias, la oposición de los partidos políticos y la agitación que se producía en la universidad, se suman los empresarios para crear el clima necesario para la desestabilización promovida desde el exterior.

El 15 de junio de 1945, 300 empresas publicaron un manifiesto criticando lo que ellos llamaban clima de agitación social, unos días después se sumaba la Sociedad Rural, mientras esto ocurría, el embajador Braden se subía a las tribunas y tomaba el micrófono para cuestionar al gobierno.

Perón se refirió a la carta de los empresarios subiendo la apuesta: “Hace pocos días se me ha llamado agitador de las masas argentinas. Yo no rechazo el título, y si algún día por necesidades de la justicia o del país hubiera de ser un verdadero agitador de las masas trabajadoras, no titubearé en segundo en ponerme al frente”. (5)

El 30 de junio Perón citó a Braden para quejarse por la campaña de su país contra el gobierno, y nuevamente se reúnen el 5 de julio en un encuentro que fue más difundido. En esa reunión Braden le planteó que el gobierno debía acceder a los planteos de los Estados Unidos y que de hacerlo no habría inconvenientes de ningún tipo en las relaciones entre ambos países, la famosa y contundente respuesta de Perón fue: “En mi país, al que hace eso se lo llama hijo de puta”.

Braden se retiró sumamente enojado hasta el punto de olvidar el sombrero, unos días después Perón descubrió a unos empleados de la Casa de Gobierno jugando al futbol con el sombrero, y les dio la orden que se lo regresaran a Braden.

El embajador dio otra versión, Joseph Page decidió creerle a Braden, es esta versión la reunión fue cordial y estuvieron discutiendo sobre las limitaciones que se le quería imponer a los corresponsales norteamericanos.
El 6 de junio Farrel anuncia que se llamaría a elecciones a la mayor brevedad posible por eso es que la CGT organizó una manifestación frente a la Secretaría de Trabajo en apoyo a la candidatura de Perón, sin embargo, Braden informa a su país que tenía muy pocas posibilidades de ganar las elecciones porque era una figura desprestigiada.

Una información llega al país desde Chile, en la Mina El Teniente que pertenece a una empresa controlada por la familia de Braden ocurre un accidente que le cuesta la vida a 300 trabajadores, una organización gremial organiza un acto de repudio a Braden y liberando un cerdo con un cartel que tiene el nombre del embajador norteamericano.

La Argentina vivía un espectáculo bochornoso como era el embajador de una potencia recorriendo el país hablando de la política interna concitando el aplauso de muchos argentinos y de los partidos políticos. Luego de visitar Rosario y Santa fe, Braden llegaba a Retiro y es aclamado por 5.000 personas, era parte del desagravio por el ataque recibido.

Varios Intelectuales firman un documento en donde se solidarizan con el embajador, entre ellos se encontraban los escritores Jorge Luis Borges, Manuel Mujica Láinez, Silvina Ocampo, los miembros de la oligarquía terrateniente Martínez de Hoz, Santamarina, Bunge, Sáenz Valiente e integrantes de los partidos radical y socialista.

Los universitarios se encontraban entre los más activos en la agitación opositora, se movilizaban diariamente para expresar sus cuestionamientos y tenían enfrentamientos con la policía y los grupos nacionalistas.

En agosto se anuncia que Braden fue designado en un importante puesto en el gabinete como Secretario de Estado de Asuntos Latinoamericanos, se realiza un acto de homenaje el 28 de agosto en el Hotel Plaza donde acusa al gobierno de ser cómplice y encubridor del nazismo, los presentes ovacionaron y gritan ¡Libertad! ¡Libertad! En una de las mayores muestras del servilismo al imperio. Braden declara “Hay que extirpar la hidra nazi, se encuentre donde se encuentre”.(6)

Todos los movimientos apuntaban a desplazar a Perón, el hombre clave del gobierno, en quién confiaban los trabajadores y por eso sumamente peligroso para las clases dominantes y los sectores de la Fuerzas Armadas sumisos a los poderosos, principalmente la Marina con clara tendencia probritánica y con muchos integrantes que procedían de familias oligárquicas.

Perón expresó con claridad la lucha que se avecinaba y la representatividad de los sectores enfrentados, el 21 de agosto de 1945 decía: “Si se observa el panorama de la República se ven perfectamente divididos los dos bandos, que, naturalmente, surgen de nuestra lucha por la consecución de un futuro mejor para los trabajadores. De un lado está claramente determinada la oligarquía que se había entronizado en el país durante tantos años, esa oligarquía que había conseguido explotar en el país todo lo explotable y había llegado a los extremos de explotación hasta explotar la miseria, la ignorancia y la desgracia de nuestra clase trabajadora… Así como antes la oligarquía explotó esa democracia en su provecho con la secuela de fraudes, coimas y negociados de qué está llena nuestra historia política; así como explotó esa democracia en su provecho y en perjuicio de la clase trabajadora, hoy pretende levantar la bandera de la democracia que no siente, para servir a sus futuros intereses políticos que han de transformarse, como siempre, en pesos y más pesos succionados a los pobres trabajadores, que son  los que menos tienen, pero son los más capacitados para trabajar, para sufrir y para producir”. (7)

La oposición en plena efervescencia organiza una manifestación para el 19 de septiembre en la Plaza San Martín, la bautizaron como la Marcha de la Constitución y la Libertad se inició en el Congreso, los organizadores estimaron la presencia en 500.000 personas, posiblemente bastante exagerado el número, pero no cabía duda qué una multitud se había concentrado.

Los manifestantes entonaron el himno y la Marsellesa, a continuación se realizó un pedido para que el gobierno le fuera entregado a la Corte Suprema, una consigna que el Partido Socialista levantaba desde bastante tiempo antes, y el llamado a las elecciones inmediatas.

Sin embargo, no hubo demasiados trabajadores entre los concurrentes, los pocos presentes fueron aportados por el PC, la mayoría de los manifestantes mostraban en su andar y vestimenta que formaban parte de la clase media y alta.

Ernesto Sábato realizó la siguiente reflexión tiempo después: “Cuando en la época de nuestra famosa Unión Democrática tantos intelectuales de izquierda marchábamos al lado de conservadores como Santamarina y ‘señoras de la sociedad’, deberíamos haber sospechado que algo estaba funcionando mal”. (8)

Quién también participó de la concentración fue el dirigente del Partido Comunista Juan José Real que tiempo después realizó el siguiente comentario esclarecedor: “Yo no tenía ninguna duda acerca de la justeza de la política del Partido Comunista, que erróneamente llamábamos de unidad nacional. Pero en la ‘marcha’ de pronto me vi rodeado de figuras que me traían el recuerdo del 6 de septiembre de 1930, de la Década Infame, del fraude. Allí estaban presentes los más altos exponentes del conservadorismo, de la banca extranjera, de la Sociedad Rural: no veía a mi clase, a los trabajadores, sino en el escaso número de militantes comunistas. El Barrio Norte nos aplaudía desde los balcones mientras qué desde las puertas de servicio, los domésticos nos miraban con rencor, con odio…” (9)

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(1) Norberto Galasso. Perón. Formación. Ascenso y Caída 1893 1955. Tomo I Colihue 2011 pag. 222

(2) Joseph Page. Perón. Una biografía. Editorial Sudamericana. Edición en e-book pag. 130

(3) Jorge Abelardo Ramos. La Era del Bonapartismo. Editorial Plus Ultra. 1973 pag. 145

(4) Galasso. Tomo I pag 237 y 238

(5) Joseph Page. pag. 135

(6) Galasso. Tomo I pag. 284

(7) Juan D. Perón. Doctrina Peronista – Ediciones Macacha Güemes 1974 – Pag. 110

(8) Galasso. Tomo I pag. 289

(9) Idem pag. 290

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