El Forjista

Revolución libertadora

El gobierno de Lonardi

Las persecuciones

Lonardi no ocultó en ningún momento sus intenciones de liquidar al peronismo tratando de atraer y despolitizar al sindicalismo, para lograr ese objetivo consideraba que debía hacerle algunas concesiones, pero paralelamente desencadenó una persecución contra aquellos que habían sido funcionarios peronistas con falsas acusaciones de corrupción.

En declaraciones a periodistas había dicho: “No habrá discriminaciones contra los peronistas en cuanto ciudadanos de una libre democracia. Haremos, sin embargo, lo necesario para que no pueda surgir el lamentable régimen que dio causa a la Revolución. Estos procedimientos serán públicos e inspirados en principios de justicia”. Concluía diciendo: “Cada vez más se advertirá que el peronismo es un problema superado por nuestro pueblo”. (58)

Según indica la hija del General Lonardi, éste pensaba dictar una ley de partidos políticos que impidiera la organización del Partido Peronista como tal. Se proyectaba obligar al peronismo a cambiar su nombre y se especulaba que con el conductor en el exilio se dividiría en múltiples fracciones hasta su disolución, sus adherentes acabarían por encausarse en los partidos tradicionales.

La medidas represivas fueron acompañadas por una fuerte campaña de prensa tendiente a demostrar la realización de negociados por parte del gobierno anterior, hacia fines de septiembre se informaba que 38 personas se encontraban asiladas en embajadas, entre ellos Perón y Franklin Lucero.

Ex ministros peronistas fueron detenidos y se creó la Comisión Nacional de Investigaciones cuando la Constitución Nacional expresamente prohibía tribunales especiales, también en cada provincia surgieron organismos similares. Estas comisiones se convertían en instrumentos para justificar la persecución a los peronistas.

Los ex legisladores eran detenidos e interrogados, se producían una gran cantidad de allanamientos a lo largo del país, en tanto los periodistas eran convocados para presenciar la exhibición de autos, motos, cuadros y joyas que habían pertenecido a Perón y su esposa. Se pasó a retiro a aquellos generales que habían permanecido leales al presidente constitucional como José Humberto Sosa Molina y José Embrioni.

El 29 de octubre la Comisión Nacional de Investigaciones presidida por el contraalmirante retirado Leonardo Mac Lean pide reclusión perpetua para Perón y los ex legisladores peronistas por la acusación de traición a la patria, además se ponía a disposición de la justicia a 273 personas, mientras tanto en las provincias se detenía a gremialistas y políticos peronistas.

El Ministro del Ejército, León Justo Gamboa, entregó al presidente copias de las conclusiones del Tribunal Superior de Honor en que se retiraba el grado militar y se le prohibía el uso del uniforme al general Perón.

Adherentes al peronismo son detenidos acusándolos falsamente de haber cometido ilícitos, entre ellos se encuentra el actor, director y cantante Hugo del Carril, el cuál padecerá un largo período de persecución, con la imposibilidad de trabajar, por la sencilla razón de haberse comprometido con la causa nacional y popular. El 8 de noviembre se detenía a 300 personas por reunirse, contraviniendo el Estado de Sitio.

La Confederación General Económica (CGE) fue intervenida por Lonardi, en tanto que varios gremialistas de la CGT rosarina fueron detenidos en el mes de octubre, mientras hombres probos y sin ningún tipo de mácula en su paso por la función pública como Ramón Carrillo sufrían persecuciones y sus domicilios resultaban allanados.

El gobierno de Lonardi fue responsable del festival de calumnias y represión de los militantes peronistas, que Aramburu haya llevado la persecución a niveles de un extremismo criminal, no puede ocultar que fue Lonardi el que comenzó este proceso.

La inmoral exposición de las pertenencias de Eva Perón y su esposo constituyó una de las grandes vergüenzas de la historia nacional, pero más grave aún fue lo acontecido con el cadáver de Eva Perón por instrucciones de Aramburu. El cuerpo de Evita “desapareció” el 27 de noviembre de 1955 en un operativo ejecutado por el coronel Moori Koenig. (59) Lonardi había señalado en una reunión de gabinete que le daría cristiana sepultura en el momento adecuado, mientras algunos miembros del gabinete opinaban que debía ser disuelto con ácido, el cadáver se encontraba en el segundo piso de la CGT.

Como se puede apreciar distaba de cumplirse con el principio de que no habría vencedores ni vencidos, por el contrario los vencedores estaban ansiosos por hacer valer su condición ante los derrotados.

Como ocurre en casi todas las derrotas, el justicialismo tuvo a sus desertores, el ex vicepresidente Alberto Tesaire, hombre de la Marina, quién días antes había sido recibido por Lonardi, dio a conocer un documento donde renunciaba al partido peronista, los medios de difusión montaron una gran operación en torno a esto con grandes titulares. El documento de Tesaire decía: “La conducta de Perón como gobernante, su deslealtad para los que en él creyeron; su cobarde y vergonzosa deserción frente al adversario, abandonando el gobierno y a sus colaboradores (y no digo a sus amigos porque jamás abrigó sentimientos de amistad para nadie) me habilitan para la actitud que asumo”.

“Por los conceptos que dejo expuestos es que, al hacerse cargo de la presidencia de la Nación el señor general don Eduardo Lonardi en la Capital Federal me presenté voluntariamente para ponerme a sus órdenes y ser sometido – si así lo estimaba el nuevo gobierno conveniente – a la investigación que se deseara realizar sobre mis actos ya que no tenía nada que ocultar”.

Y cerraba Tesaire esta pieza de la más desvergonzada traición: “Pero nadie puede llamarse a equívoco: hay un solo responsable de todo: Perón”. (60)

A los pocos días Tesaire fue expulsado del partido por “deslealtad y traición partidaria”: Este personaje que de manera tan fulminante había cambiado de bando y que fuera uno de los más cercanos colaboradores de Perón, fue también uno de los principales instigadores del conflicto con la Iglesia.

El ejército es otro de los espacios donde se desató una purga contra todos aquellos sospechados de simpatías peronistas y se dispuso el retorno al servicio activo de quienes habían participado de intentos golpistas contra el gobierno constitucional, esta medida infectará a las filas militares de un odio y revanchismo contra los sectores populares vinculados al peronismo que perdurará por varias décadas.

El Poder Ejecutivo reincorporó a marinos destituidos, entre ellos a Francisco Manrique, entre los jefes del ejército que retornaron al servicio se encontraban Lanusse, Julio Alsogaray, hermano de Alvaro, Federico Toranzo Montero, Carlos Guillermo Suarez Mason, Luciano Jauregui y Luis Prémoli.

El 8 de octubre el vicepresidente Isaac Rojas agradeció a un grupo de oficiales del ejército que habían combatido durante el golpe de estado en la Base Río Santiago entre ellos se encontraban el capitán Santiago Omar Riveros, Oscar Gallino, Eduardo Crespo, Salvador María del Cerro, Eduardo René Ojeda, Alfredo Saint Jean. (61) Estos militares que habían combatido al peronismo llegaron en los años posteriores a ocupar cargos de gran responsabilidad política en las distintas dictaduras que asolaron el país, principalmente durante el denominado Proceso de Reorganización Nacional.

El decreto del 27 de septiembre permitió la reincorporación al servicio activo de personal retirado a la vez que desató en el seno de las Fuerzas Armadas una “depuración” de características inéditas:“El proceso de depuración o “desperonización” tuvo distintos matices en cada arma. En la Marina, en razón del espíritu de cuerpo casi unánime a favor de la Revolución, la purga no fue tan amplia como en la Aeronáutica y el Ejército. En este último, varios centenares de jefes, oficiales y suboficiales (donde el peronismo había arraigado profundamente), fueron obligados a pasar a situación de retiro”.(62)

Se estima que retornaron al servicio activo unos 170 oficiales entre los cuales se contaban 20 generales, 25 coroneles, 16 tenientes coroneles y 43 mayores. En cambio se obligó a retirarse a 63 de los 86 generales. A comienzo de 1956 se procede a retirar a otros 12 generales. La Marina, a pesar de ser el arma que más se identificaba con el ideario golpista, también padeció el pase a retiro de 114 oficiales. (63)

La grave conmoción que se desencadenó en el seno de la Fuerzas Armadas será explicado por Potash en los siguientes términos: “… después de la revolución, cada una de la Fuerzas Armadas emprendió a revisar la situación de su personal, decidiendo el futuro de quienes no habían demostrado lealtad hacia los vencedores y estudiando, con vista a la reincorporación; los casos de los oficiales que habían sido dados de baja o se habían retirado por razones políticas. El empleo de un criterio político para tomar decisiones que afectaban al cuerpo de oficiales no podía sino afectar también el control jerárquico y la calidad de la disciplina en los tres servicios”. (64)

De esta manera cambia la esencia de las fuerzas armadas se trata de erradicar cualquier vestigio de pensamiento nacional y popular para imponerle un ideario liberal y de esa forma su actividad central dejará de ser la defensa nacional para pasar a cumplir funciones de vigilancia y represión interna, la principal hipótesis de conflicto de la Fuerzas Armadas pasó a ser la lucha contra el propio pueblo y en particular contra la clase obrera.

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58 Marta Lonardi, pags. 173 y 175
59 Idem., pag. 204
60 La Prensa 3/10/1955
61 La Prensa 9/10/1955
62Daniel Rodríguez Lamas, pag. 29
63 Potash, pags. 293 y 294
64 Idem, pags. 292 y 293

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