El Forjista
Aunque Favio no terminó la primaria leyó mucho, su gran influencia para dedicarse a la actuación fue su madre, así lo explicaba: ““Creo que mi madre me dio todos los instrumentos que hacen a la marcación actoral. Después Torre Nilson me hizo saber que este oficio del cine no es difícil ni fácil. Tiene que tocarte el corazón”
También aprendió mirando mucho cine: “Después, Orson Welles, Kurosawa… De Kurosawa tomé todo, todo. Sobre todo, la humanidad de sus personajes, su puesta. Porque además era un gran pintor, también me alimentó la música Wagner, Vivaldi”
Su primera experiencia fue con una ayuda de su madre: “Un día, cuando tenía 18 años – o 17- mi madre se arriesgó y me dio el protagónico de una novela. En ese momento, si yo no hacía radio lo único que me quedaba era delinquir, porque no sabía hacer otra cosa. Y si después me puse detrás de las cámaras fue para no ponerme detrás de las rejas. Después, tuve la suerte y me empecé a enamorar de esta profesión”
Tuvo un intento de hacer otra cosa cuando se inscribió en la Escuela de Suboficiales de la Marina en Zárate, pero no se llevaba bien con la disciplina de ese instituto y logró inscribir otra expulsión en su larga lista.
Su madre que escribía guiones para radio teatros impulsó su carrera actoral, se trasladaron a San Juan donde crearon una compañía teatral que duró tres meses.
Su hermano Zuhair cuenta que en una obra de teatro hizo el papel de un anciano, cuando finalizó la obra y se quitó la peluca y parte del maquillaje, recién el público se dio cuenta que se trataba de un actor tan joven y se produjo un prolongado aplauso, mostrando que tenía condiciones a pesar que él opinaba lo contrario.
Leonardo Favio decidió trasladarse a Buenos Aires, su primer trabajo fue en el Parque Japonés que estaba ubicado en Retiro, era un parque de diversiones con Tren Fantasma, Montaña Rusa, etc. Pero donde también había atracciones circenses.
“Lo primero que hice fue ir a trabajar al Parque Japonés, y allí hice base, rodeado de enanos, saltimbanquis, gente que escupía fuego por la boca. Ese clima de circo de arrabal. Todo ese mundo que volqué más tarde en la película ‘Soñar, soñar’”.
Pero al principio la vida en Buenos Aires se le hizo difícil llegando a pedir limosna en la estación Retiro y cometiendo pequeños hurtos que lo llevaron a pasar unos meses en la cárcel de Devoto.
Pero su situación cambió radicalmente cuando consiguió trabajo en Radio El Mundo, pudiendo dejar la pensión en Retiro e instalarse en una pieza al lado de la emisora.
Tenía algunas participaciones muy limitadas en los radioteatros de la radio, hasta que el conocido actor Raúl Rossi, lo convocó a hacer un pequeño papel en el programa televisivo “Todo el año es Navidad”.
Luego vino su primera actuación en cine con la película “El ángel de España” dirigida por Enrique Carreras y a continuación lo convoca Leopoldo Torre Nilson para actuar en la película “El secuestrador” de 1958.
La escritora Beatriz Guido que era la autora del guion de la película y esposa de Torre Nilson, consideró que la cara de Leonardo Favio era la más adecuada para el papel protagónico.
En esa película conocerá a la que sería su esposa, María Vaner, que era hermana de Norma Aleandro e hija de dos grandes actores María Luisa Robledo y Pedro Aleandro, pero no será en esa oportunidad cuando nació el amor, que surgió cuando volvieron a filmar juntos en la película “En la ardiente oscuridad” dirigida por Daniel Tinayre.
Tal vez por humildad Leonardo Favio no se consideraba actor cuando se comparaba con otros a los que admiraba y a los que dirigió como Rodolfo Beban y Alfredo Alcón, así lo decía: “Hice de actor porque me resultaba más liviano que levantar paredes o manejar un colectivo”.
Con Torre Nilson forjó una amistad que duró 27 años hasta la muerte del destacado director, ambos llegaron a entablar una relación de admiración mutua, una particularidad era las diferencias políticas que había entre ellos por lo que optaban por no hablar sobre ese tema, pero tampoco solían hablar de cine.
Los amigos tenían diferencias artísticas, Leonardo Favio se identificaba con el cine que realizaba el padre de Torre Nilson, Leopoldo Torre Ríos, que era un cine que buscaba mostrar la situación de las clases populares, la vida en los barrios, con una clara identificación nacional, a diferencia de su hijo que buscó realizar un cine de vanguardia y mostrar las realidades de las clases altas.
Favio intervino en otras películas de Torre Nilson como “Fin de fiesta” y “La mano en la trampa”, sin duda existió una gran influencia de Torre Nilson para que Favio se dedicara a la dirección cinematográfica, señala Galasso en su biografía, que Favio adoptó algunas técnicas de vanguardia que utilizaba Torre Nilson.
Aún cuando no actuara, concurría a las filmaciones de Torre Nilson, prestando atención al manejo de la cámara, además comenzó a concurrir asiduamente al cine, por ejemplo “El ciudadano” la vio tantas veces que perdió la cuenta.
También vio varias veces “Los inundados” y “Tire die” de Fernando Birri, admiró “La casa del ángel” de Torre Nilson, “La Strada” de Federico Fellini, también veía el cine de los directores argentinos Mario Sofficci, Lucas Demare, Torre Ríos, pero su director más admirado fue Kurosawa.
Decía que tal vez la muerte que más lo marcó en su vida haya sido la de Torre Nilson, nunca olvidó que cuando se enfermó de pleuresía lo llamaba todos los días por teléfono para preguntarle cómo se sentía y darle consejos sobre el cuidado de su salud.
Cuando Favio comenzó a dirigir, la opinión más importante sobre sus películas era la de Torre Nilson, si la de él era favorable, que siempre lo fueron hasta 1978 año en que Torre Nilson falleció, las demás pasaban a un segundo plano.
La amistad y la confianza era tal, que el director fue a Favio a uno de los primeros en comunicarle que tenía cáncer.
Torre Nilson le presentó a otros directores como Mario Soffici y Fernando Ayala, pero también lo introdujo en el mundo del tango, así lo explicaba: “Torre Nilson me lleva de la mano y me presenta a todo el circuito tanguero más selecto. Y me hago en seguida, muy amigo de Aníbal Troilo y de Cátulo Castillo. ¡Qué Lujo! Me gustaba mucho hablar con Pichuco, un filósofo del arrabal. De todo ese mundo vienen cierta evidencia o sensación que percibí desde muy joven: el mundo como un gran espectáculo. Todo para mí, no sólo sets cinematográficos, sino la calle, la gente, los bares, todo, como un gran espectáculo”.
Como comenta Norberto Galasso hubo una época en que en la cinematografía argentina había dos caminos, el de Torre Nilson que ocurría en casonas aristocráticas, mostrado los problemas de las clases altas, no había barrio ni suburbio, el otro era el de Armando Bo, tenía contenidos populares con “Pelota de Trapo” y “Pelota de Cuero”, se refiere al Armando Bo, previo a Isabel Sarli.
A Leonardo Favio le gustaba el cine que hacía Armando Bo, pero no le decía nada a Torre Nilson que iba a ver esas películas porque había una rivalidad entre Torre Nilson y Armando Bo.