El Forjista
En 2003 un paisaje habitual en la ciudad de Buenos Aires y en otros centros urbanos eran los movimientos sociales, llamados piqueteros, cortando calles en reclamo de fuentes de trabajo, planes sociales o simplemente alimentos, la pobreza y la indigencia era un asunto de suma gravedad que alcanzaba a millones de hogares, los gobiernos anteriores adoptaban medidas parciales o directamente no les interesaba atender esos reclamos y muchas veces se reprimía la protesta con saña, como también lo hacían algunos mandatarios provinciales.
Como muy bien señala el periodista Mario Wainfeld esos sectores que se agrupaban en torno de los movimientos sociales no tenían otra forma de hacerse escuchar, fundamentalmente por el papel que jugaban los grandes medios ocultando la realidad cuando son afines a un determinado gobierno como lo fueron del gobierno de De la Rúa, al que defendieron hasta el último día.
Los medios de comunicación se han dedicado desde hace mucho tiempo a demonizar a los luchadores dejando en evidencia de que lado de la grieta se encontraban en esa lucha interminable entre explotadores y explotados, incluso hoy existen en los medios operadores con ideas de ultra derecha que se encargan de difamar y descalificar a las víctimas y defender a los victimarios, porque señalar a los auténticos responsables de la injusticia del sistema implicaría mencionar a los dueños de los medios y a sus principales anunciantes.
Cuando son puestos en evidencia esos medios justifican su accionar apelando a la libertad de prensa cuando su principal interés está puesto en el lucro y no en la libertad de expresión, en tanto integrantes del núcleo de poder de la oligarquía.
Kirchner era plenamente consciente, a diferencia de muchos de sus colegas políticos, que para erradicar las protestas había que atacar las causas que la provocaban, principalmente la injusticia social, para realizarlo no había otro camino que poner un funcionamiento el aparato productivo nacional que había sido destruido por largos años de apertura indiscriminada de las importaciones y por una mentalidad que consideraba que la Argentina debía limitarse a exportar materias primas.
Paralelamente a ese desarrollo productivo había que promover una audaz distribución de la riqueza que irremediablemente llevaba al gobierno kirchnerista a chocar con las clases acomodadas, que no estaban dispuestas a ceder ninguno de sus privilegios y de sus abultadas ganancias.
En una de las varias entrevistas que el filósofo y periodista, José Pablo Feinmann, tuvo con Kirchner durante su presidencia, le dijo que consideraba que una de las peores cosas de la política era la violencia, a lo que Kirchner le respondió: “No te preocupes por eso. Yo no le voy a pegar a nadie. Y menos que a nadie a los piqueteros. Nada de represión bajo mi gobierno. Mirá, hasta pienso largar a la policía sin armas. Y a cada cana ponerle el nombre en la chaqueta” (1)
Los piquetes comenzaron en el interior del país durante el menemismo con la privatización de YPF que provocó el despido de miles de trabajadores y la conversión de pueblos y ciudades en fantasmas, Cutral-Co y General Mosconi fueron focos de esa resistencia.
Entonces una de las primeras determinaciones de Kirchner fue la decisión de no reprimir la protesta, De la Rúa se había ido dejando 38 muertos, Duhalde debió adelantar las elecciones y bajar su candidatura después que la policía de Buenos Aires asesinara a Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.
Su ministro de Educación Daniel Filmus comentó reiteradamente como fue su primer encuentro con el presidente una vez que había sido designado, el flamante ministro ingresó al despacho de Kirchner que estaba mirando por una ventana y le dijo la siguiente frase: “Danielito, yo no voy a reprimir nunca”.
En un reportaje realizado por la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú el 24 de mayo de 2007, Kirchner dijo: “Cuando uno quiere resolver las cuestiones mediante métodos violentos seguro que la derrota es de todos”. (2)
Kirchner estaba fuertemente convencido que la violencia aplicada por el Estado contra desocupados y víctimas de los ajustes no podía ser la solución de nada, las fuerzas de seguridad no podían quedar libradas a la utilización de la fuerza sin ninguna limitación, su postura le valió el cuestionamiento de gran parte de la prensa y los sectores más conservadores habituados a que la represión acalle las voces que protestan.
Los grupos más reaccionarios reclamaban mano dura en particular con los piqueteros que protestaban casi diariamente, Duhalde era uno de quienes pedían mayor dureza y era acompañado por algunos obispos y por la Sociedad Rural conducida por Luciano Míguez.
Esta decisión de gobierno era absolutamente democrática y rompía con las peores tradiciones no sólo en la Argentina, sino incluso en los países más adelantados donde la policía ataca a los manifestantes sin ningún tipo de contemplación en países como Francia, Estados Unidos o Inglaterra.
De esa forma el presidente dejaba expuesto de manera indudable el deseo de respetar la libertad y la vida de los ciudadanos.
Esa decisión se mantuvo incluso cuando se sucedieron reclamos que alcanzaban niveles de alta tensión como ocurrió el 22 de octubre de 2003 en que grupos minoritarios decidieron colocar cadenas en la puerta del Ministerio de Trabajo dejando al ministro Tomada encerrado hasta las cuatro de la mañana.
Alicia Kirchner designó a Sergio Berni que ocupaba la Dirección Nacional de Asistencia Crítica para tratar con los movimientos sociales, poco a poco se fue dando solución a sus reclamos y las calles se empezaron a despejar, pero cada vez que algún sector protestaba nuevamente salían los retrógrados a pedir represión.
Pero cuando el 16 de julio de 2004 sectores de izquierda realizaron una manifestación contra el Código Contravencional de la Ciudad y atacaron la Legislatura de la Ciudad durante varias horas sin que la policía interviniera, el jefe de gobierno de la Ciudad, Aníbal Ibarra, cuestionó al gobierno nacional, porque en ese entonces la policía en la Capital la manejaba el Poder Ejecutivo Nacional.
Kirchner planteaba que la policía no debía reprimir, pero si debía prevenir, cosa que no se hizo en esa oportunidad, por lo que decidió pedirle la renuncia al Secretario de Seguridad, Norberto Quantin, el presidente aclaraba que existían sectores que querían instalar la idea que el gobierno permitía el desorden y la anarquía.
Kirchner le pidió al ministro de Justicia, Gustavo Beliz que enviara a la policía sin armas, el ministro le contestó que el Jefe de Policía, el comisario Eduardo Prados, se negaba a enviar policías desarmados por lo que de inmediato Kirchner determinó que Prados dejara de ser el jefe de la Policía.
Preguntado por la renuncia de Quantin el presidente respondió: “Yo no quiero más muertes en la Argentina. Le pasó a De la Rúa, le pasó a Duhalde y no quiero que me pase a mí. Pero tampoco vamos a permitir que se viva en el desorden”(3)
Gustavo Beliz, era contrario al desplazamiento de Quantin y salió a denunciar públicamente la existencia de mafias en la SIDE, para certificar su denuncia mostró por televisión una foto de quien dirigía la SIDE, que era nada menos que el después conocido, Antonio Stiuso, había una ley que no permitía identificar a un agente de inteligencia porque eso podía significar poner en riesgo su vida, Alberto Fernández fue el encargado de pedirle la renuncia a Beliz porque además sus declaraciones fueron realizadas cuando el presidente se encontraba en Venezuela, así se produjo la primera baja en el gabinete.
Beliz fue reemplazado por Héctor Rossati, que es actual integrante de la Corte Suprema, también se produjo otro cambio, la Policía Federal pasó a depender del Ministerio de Interior que en ese momento estaba a cargo de Aníbal Fernández, en vez de hacerlo de Justicia.
Cuando Fernández fue jefe de Gabinete de Cristina Fernández, la policía pasó a depender de la jefatura de Gabinete, así fue que Aníbal Fernández estuvo a cargo de la policía por seis años, recién se desprendió de esa responsabilidad cuando la policía pasó de depender del Ministerio de Seguridad.
(1) El Flaco, Diálogos irreverentes con Néstor Kirchner. José Pablo Feinmann Planeta 2011 pag. 73
(2) Quisiera que me recuerden. Néstor Kirchner Compilación Luz Laici. Editorial Planeta 2010 pag. 34
(3) Diez años. Una década de gobierno kirchnerista. Daniel Míguez. Planeta 2013. Pag. 98