El Forjista
Capítulo 12 - San Martín
Nuevamente llegaba al Alto Perú otra expedición enviada por el gobierno de Buenos Aires esta vez al mando de Rondeau, el designado para reemplazar a Belgrano fue San Martín que estuvo en Tucumán reorganizando ese ejército pero que cayó enfermo poco tiempo después disponiéndose que su reemplazo fuera Rondeau, mientras San Martín marchó hacia Córdoba a recuperarse de su deteriorada salud.
La designación de Rondeau que antes había estado a cargo del bloqueo a Montevideo fue para sacárselo de encima cuando la ciudad de la Banda Oriental estaba próxima a caer, de esa forma se procedió a enviar a esa ciudad a Carlos de Alvear para que este se quedara con toda la gloria, la designación correspondía al director supremo Gervasio Posadas que era el tío de Alvear.
Estando San Martín al frente del Ejército del Norte se tomó prisionero al coronel español Antonio Landívar se lo acusó de haber ejecutado 54 prisioneros de guerra a los que cortó sus cabezas y brazos para colocarlos en picas al costado de los caminos, el acusado aclaró que habían sido 33 y que recibió órdenes por escrito de Goyeneche de los que exhibió los originales.
En esas cartas, Goyeneche mandaba ejecutar sin juicio a todos los participantes de la rebelión en otra carta lo felicitaba por la forma de ejecutar sus órdenes de pena capital y azotes, y le ordenaba que no deje ningún enemigo sin castigo como forma de escarmiento para los habitantes.
San Martín mandó a ejecutar a Landívar después del juicio que lo encontró culpable el 15 de enero de 1813, San Martín justificó su ejecución señalando: “estoy altamente convencido de que ya es absoluta necesidad hacer un ejemplar de esta clase. Los enemigos se creen autorizados para exterminar hasta la raza de los revolucionarios, sin otro crimen que reclamar éstos los derechos que ellos le tienen usurpados”.
Y lo justificaba: “Al ver que nosotros tratábamos con indulgencia a un hombre tan criminal como Landívar, que después de los asesinatos cometidos aún gozaba de impunidad bajo las armas de la patria, y en fin, que sorprendido en un transfugato y habiendo hecho resistencia, volvía a ser confinado a otros puntos en que pudiese fomentar, como lo hacen sus paisanos, el espíritu de oposición al sistema de nuestra libertad creerían, como creen, que esto más que moderación era debilidad, y que aún tememos el azote de nuestros antiguos amos”.