El Forjista
Según Fermín Chávez cuando se instaló en el hotel ya tenía todo el esquema y algunos de los versos, escritos o aprendidos de memoria, ayudado por una facilidad de retención asombrosa, ese proceso creativo comenzó en su exilio en Brasil, en cambio Manuel Gálvez dice que fue a su llegada a Buenos Aires, recluido en el hotel, donde desarrolló su producción poética de punta a punta.
A fines de 1872 el libro estaba escrito y fue puesto a la venta al comenzar el año siguiente, era un folleto de 80 páginas editado por la imprenta La Pampa en papel de baja calidad con el título de El gaucho Martín Fierro, conformado por 2316 octosílabos.
El 17 de enero de 1873 un diario de Buenos Aires anunció que el día anterior se empezó a repartir el libro y al día siguiente aparece una publicidad en el diario La Nación ofreciendo el Martín Fierro por un precio de 10 pesos, Hernández contaba con 38 años.
A manera de prólogo publica la carta enviada a su amigo y editor Jose Zoilo Miguens donde expresa: “Me he esforzado, sin presumir de haberlo conseguido, en presentar un tipo que personificara el carácter de nuestros gauchos, concentrando el modo de ser, de sentir, de pensar y expresarse que le es peculiar, dotándolo con todos los juegos de su imaginación llena de imágenes y de colorido, con todos los arranques de su altivez, inmoderados hasta el crimen, y con todos los impulsos y arrebatos, hijos de una naturaleza que la educación no ha pulido y suavizado. Cuantos conozcan con propiedad el original, podrán juzgar si hay o no semejanza en la copia”
Y más adelante señalaba: “… pero mi objeto ha sido dibujar a grandes rasgos, aunque fielmente, sus costumbres, sus trabajos, sus hábitos de vida, su índole, sus vicios, y sus virtudes, ese conjunto que constituye el cuadro de su fisonomía moral, y los accidentes de su existencia llena de peligros, de inquietudes, de inseguridad, de aventuras y de agitaciones constantes”
El aparato cultural oligárquico trató de disimular el verdadero sentido del Martín Fierro, presentándolo como una serie de versos ingeniosos que contenían algunos consejos útiles, casi como si se tratara de uno de los actuales libros de autoayuda, ocultando la verdadera denuncia social que el libro expone y que por supuesto era una acusación directa a la clase dirigente.
Se trata de la historia del gaucho Martín Fierro y los padecimientos que debió sufrir por un sistema que despreciaba lo autóctono, precisamente por eso privilegió la inmigración europea como una forma de mejorar una raza que consideraba “maldita”.
Lo primero que deja aclarado Hernández es que hubo una época en que el gaucho no era un paria o un extranjero en su tierra, sino que comenzó el trato injusto a partir de un sistema político donde se los perseguía y se conculcaron todos sus derechos.
Yo he conocido esta tierra
en que el paisano vivía
y su ranchito tenía
y sus hijos y mujer-
era una delicia ver
como pasaba sus días
Recuerdo, ¡qué maravilla!,
como andaba la gauchada-
siempre alegre y bien montada
y dispuesta pa el trabajo-
pero hoy en día …, ¡barajo!
no se la vé de aporriada.
Sin haber cometido delito alguno comenzaron los problemas para Fierro, las autoridades arriaban como animales a la gente humilde para enviarla a servir en la frontera con el indio en un régimen inhumano donde eran habituales los castigos físicos, la falta de abrigo y comida, y donde fue testigo de la corrupción de las autoridades que hacían negocios con las provisiones que estaban destinada a los soldados y con un salario que nunca llegaba a sus destinatarios.
Entre cuatro bayonetas
me tendieron en el suelo—
Vino el mayor medio en pedo,
y allí se puso a gritar
“Pícaro, te he de enseñar
a andar declamando sueldos”.
Tampoco tenía derecho a protestar y cuando fue a reclamar por los salarios atrasados, fue estaqueado un castigo común, la situación se torna tan insoportable por lo que no ve otra salida que escapar y regresar a su pago, para enfrentarse a una realidad dolorosa, con su rancho derruido y vacío, sus hijos trabajando de peones, su mujer se había ido con otro y sus animales vendidos, son obstante, no guarda ningún rencor hacia su mujer, entendiendo que era la única salida que tenía para sobrevivir.
Se convierte en un gaucho matrero porque las autoridades comienzan a perseguirlo por desertor, hasta que en un baile donde había bebido tiene un enfrentamiento con un afrodescendiente, disputa en la que mata al adversario, debiendo huir del pueblo
De carta de más me vía
sin saber a donde dirme;
más dijeron que era vago
y entraron a perseguirme.
No tenía mujer, ni rancho,
y a más era desertor;
no tenía una prensa güena
ni un peso en el tirador.
Una partida lo sorprendió en el campo, se defendió y logró matar a tres de ellos, pero estaba en condiciones de desventaja y pronto a sucumbir cuando uno que integraba la partida al ver el coraje con que se defendía se puso de su lado logrando entre ambos hacer huir a los agresores.
El que lo ayudó se llama Cruz quien toma la voz en el poema para contar su historia, también plagada de malos momentos, tenía una familia con la que era feliz, pero un comandante quiso conquistar a su mujer, enfrentó al militar al que dejó fuera de combate y mató a otro comedido que salió en defensa del superior, debió huir de su pago, pero estando en una pulpería tuvo un incidente y enfrentando a su contendiente al que tuvo que matar en defensa propia, nuevamente debió huir y tuvo una vida miserable, hasta que logró el olvido de sus delitos ingresando a la policía, pero no estaba a gusto con ese trabajo.
Ambos gauchos se pierden en el desierto cuando Fierro convence a Cruz que la única salida para sus vidas era internarse en el desierto hasta encontrar la toldería de alguna tribu indígena, así termina esta primera parte del poema.
El libro tuvo una sorprendente y espectacular acogida entre el pueblo, particularmente entre las personas que no estaban acostumbradas a leer libros, mientras los sectores cultos miraban con desconfianza, la gente humilde sintió que estaban contando una historia que se parecía a la suya o a alguien muy cercano.
En dos meses se agotó la primera edición, en dos años se publicaron nueve ediciones, la gente se reunía en las pulperías a leerlo en público, se vendía en los almacenes, sin embargo la mayoría de los diarios de Buenos Aires lo ignoraron.
El primer estudio del Martín Fierro sobres bases sociológicas la realizó el escritor boliviano Pablo Subieta en 1881 cuando escribió cinco artículos en el diario Las Provincias.
Decía este escritor: “Martín Fierro, más que una colección de cantos populares, más que un cuadro de costumbres, más que una obra literaria, es un estudio profundo de filosofía moral y social”.
Más adelante expresaba: “Martín Fierro no es un hombre, es una clase, una raza, casi un pueblo, es una época de nuestra vida, es la encarnación de nuestras costumbres, instituciones, creencias, vicios y virtudes, es el gaucho luchando contra las capas superiores de la sociedad que lo oprimen, es la protesta contra la injusticia, es el reto satírico contra los que pretendemos legislar y gobernar, sin conocer las necesidades del pueblo, es el cuadro vivo, palpitante, natural estereotípico, de la vida de la campaña, desde los suburbios de una gran Capital, hasta las tolderías del salvaje”
Sólo mencionando alguno de los versos queda en evidencia lo que con absoluto acierto señala Subieta, sólo una intencionalidad política tendiente a ocultar la responsabilidad de las clases dirigentes por esta situación injusta, podrían sostener una idea contraria.
El anda siempre juyendo,
siempre pobre y perseguido,
no tiene cueva ni nido,
como si fuera maldito—
porque el ser gaucho… ¡barajo!
el ser gaucho es un delito.
Él nada gana en la paz
y es el primero en la guerra—
No lo perdonan si yerra,
que no saben perdonar—
porque el gaucho en esta tierra
sólo sirve pa votar
Para él son los calabozos,
para él las duras prisiones—
en su boca no hay razones
aunque la razón le sobre;
que son campanas de palo
las razones de los pobres.
También por la voz de Cruz se expresa la necesidad que alguna vez los de abajo tengan la posibilidad de mejorar su suerte y ser integrados a un sistema donde se reconozcan sus derechos.
Y dejo rodar la bola
que algún día se ha’e parar—
tiene el gaucho que aguantar
hasta que lo trague el oyo—
o hasta que venga algún criollo
en esta tierra a mandar.
Fermín Chávez lo dice claramente, Martín Fierro expresaba el pensamiento y las necesidades del partido federal en el que Hernández militaba con particular entusiasmo: “En su obra están las levas forzosas en la guerra del Paraguay, los fraudes electorales, el servicio en fronteras, el mal trato a los hombres de la campaña, una legislación clasista a favor de los poderosos y sobre todo el desprecio al nativo”
Por eso este prestigioso historiador concluye: “Desvincular el Martín Fierro de ese marco original y de la militancia de su autor, resulta una pura invención, aun cuando revista formas seductoras o se presente rodeada de figuras ingeniosas y eruditas.”