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El Forjista

Biografía de Arturo Jauretche

 

Otra dictadura

 

Al mes de su asunción Onganía intervino las universidades, produciendo lo que se denominó la “Noche de los bastones largos” que consistió en una salvaje represión de universitarios y profesores que provocó el mayor éxodo de científicos y profesiones que conoció el país, al menos hasta ese momento.  

El primer ministro de Economía fue Jorge Salimei que estaba identificado con una orientación nacional, por lo que dio una visión errónea sobre el rumbo del nuevo gobierno, Alvaro Alsogaray siempre dispuesto a ocupar puestos en las dictaduras fue nombrado Embajador en los Estados Unidos.

Cada dictadura era más salvaje que la anterior, la de Onganía aplicó una política represiva que tuvo al estudiante radical Santiago Pampillón como una de sus primeras víctimas, pocos días después se produjo la Operación Cóndor en que un grupo de jóvenes liderados por Dardo Cabo desviaron un avión de Aerolíneas Argentinas y lo hicieron aterrizar en las Islas Malvinas donde desplegaron una bandera argentina.

A mediados de 1966 apareció el libro “El medio pelo en la sociedad argentina”, que se convirtió en un éxito de ventas, durante nueves meses se publicaron a razón de una edición por mes, a tal punto llegó el interés por este libro.

En el  diario Clarín apareció el siguiente comentario, Jauretche “representa, en alguna medida, a toda una generación que libró batallas difíciles contra un medio y en una época en que la relación de fuerzas le era totalmente desfavorable. La lucha contra el poderoso “establishment”  político, social, económico y literario, sólo podía librarse desde posiciones marginales, casi en condición de francotiradores, soportando ostracismos y negaciones que llevaron a muchos al anonimato y a la frustración. Algunos se salvaron, aunque quedaron marcados indeleblemente por la batalla desigual”.

La revista Confirmado comentaba: “A Jauretche no le gusta demasiado que lo tomen por sociólogo, prefiere disimularse tras los refranes  populares y las anécdotas sabrosas que suelen ilustrar mejor que nada una situación social. Pero ese es un problema suyo. Porque sociólogo es, aunque proclame su desconfianza de las estadísticas…Ensayista, bruloteador, panfletistas o sociólogo, Jauretche es un fenómeno casi único en la Argentina, uno de los pocos capaces de vincular los datos económicos, históricos o políticos con la realidad cotidiana de un país, con el rostro de sus habitantes y el estilo de sus edificios, la distribución de sus barrios y lugares de reunión”.

En diciembre de 1966 el régimen dejó ver su verdadero rostro, Salimei fue reemplazado por Adalbert Krieger Vasena, representante directo de las multinacionales, quienes creyeron estar ante un gobierno nacionalista se desengañaron prontamente.

Jauretche denunció el significado de haber puesto la economía en manos de Krieger Vasena: “La política económica de Krieger Vasena consiste en el simple acatamiento de las disposiciones dictadas por los organismos internacionales y nuestro ministerio de Economía no resulta más que un simple ejecutor de las mismas…”.

Días después insiste: “Sépalo o no el general Onganía, el que gobierna es Krieger Vasena. El presidente pone la cara y el ejército, la retaguardia…Esta actitud del Ejército no es consciente. Es el producto de la colonización pedagógica, es la idea del orden por sí mismo, no el orden argentino generador de grandeza. Le han metido en la cabeza la idea que lo que importa es ser policía de un orden internacional y no Ejército de nuestra grandeza”.

El 20 de abril de 1967 se produce un incidente que tuvo por escenario los estudios del Canal 2 de Televisión, en un programa de esa emisora se realizó una mesa redonda de la que participaron distintas personalidades, entre ellos Jauretche y un sindicalista socialista de la línea más reaccionaria que respondía a Américo Ghioldi, de apellido Arrausi. Jauretche realizó algunas críticas a la Iglesia que no fueron del agrado de Arrausi que respondió acusándolo de nazi, Jauretche sin más extrajo un facón de sus ropas y comenzó a correr al socialista, mientras el conductor intentaba tapar la cámara se escuchaban los insultos de Jauretche, el incidente concluyó con la rápida huída del socialista.

Por esa época también denunció el maltrato sufrido por los prisioneros del Operativo Cóndor que se encontraban detenidos en Ushuaia, a raíz de su preocupación entabla un contacto epistolar con Dardo Cabo y con su padre el dirigente metalúrgico Armando Cabo.

En 1967 recorrió el país brindando conferencias y comenzó a percibir un clima novedoso que luego quedó en evidencia ante los ojos de todos los argentinos, nos referimos al proceso que algunos llamaron la “nacionalización de la clase media” y que entre otras cosas significó que amplias capas de esa clase perdieran su crispado antiperonismo.

En la siguiente reflexión se refería al tema: “Cuando digo que el país se está buscando a sí mismo y mirando hacia adentro, me refiero a las clases medias… Los trabajadores y la alta clase ligada a la estructura de la Argentina perimida no necesitan hacer introspección porque ya lo saben. Estos sectores siempre son congruentes porque no se manejan a nivel de ideologías, sino a nivel de hechos concretos…. Es en el campo estudiantil, que es un buen escenario para experimentar la sintomatología de la clase media y en los profesionales, donde los indicios de un cambio de posición son más evidentes...”.

Para el invierno de 1967 la Editorial Peña Lillo publicó la tercera edición del libro “los profetas del odio”, esta vez con un agregado al que llamó “La yapa”, donde se refería a uno de los temas en que más profundizó y sobre el que dejó páginas memorables: la colonización pedagógica.

Vuelve a repetir su actitud que ya delineó en FORJA, cuando desde Tucumán se le requiere una definición en cuanto al conflicto de Medio Oriente, Jauretche se negará amablemente y explicará que desde hacía años se había impuesto una tarea que no resultaba fácil, que consistía en “no embanderarse afuera para embanderarse adentro” y agregaba “en la labor preparatoria de la formación de la conciencia nacional de nuestros problemas, fue desbrozar la confusión que producían los conflictos externos que robaban el escenario de la Patria para sustituirlo y desviar la pasión argentina hacia las otras pasiones combatientes”. Reiterando “que la causa nacional exige concentración en lo propio y los conflictos exteriores son uno de los medios más eficaces para desviarnos y postergar la comprensión de los nuestros”.

Pero clarificaba aún más para que no quedaran dudas: “No quiere decir que lo ajeno no nos interese; somos hombres y formamos parte de la comunidad humana y sabemos conocer también los paralelismo de situaciones cuyo análisis nos permite equiparar los casos. Pero evitemos hacerlo en el momento de la pasión combatiente, porque facilitaríamos el juego de los que aprovechan la pasión combatiente para remachar nuestras cadenas mientras nos distraemos con las cadenas ajenas. Y distraerse con éstas, es olvidar la tarea propia y facilitar el juego de los que nos quieren seguir encadenando”.

Hacia comienzos de 1968 se acentuaba la política antinacional de Krieger Vasena, muchas empresas de capital nacional pasaban a manos extranjeras, la CGT denunció que “la economía argentina está dirigida por los monopolios extranjeros”.

En marzo de 1968 se produce la división de la CGT por un lado el sector de Vandor que era conciliador con la dictadura y por el otro la combativa  “CGT de los argentinos” que tuvo el liderazgo del obrero gráfico Raimundo Ongaro.

Sorpresivamente, luego de varios encontronazos, recibió en 1968 una carta muy conceptuosa de Perón que  le decía: “He seguido siempre su prédica patriótica, tan elocuente como constructiva y eficaz, especialmente en estos momentos en que la pobre Argentina está tan necesitada de verdades” “Usted ha sido siempre un hombre de la causa y le honra el hecho de que aún permanezca en la misma trinchera, en la que también seguimos luchando nosotros. Es, precisamente, ahora, cuando más unidos debemos estar”.

La dictadura siguió con su vergonzosa política de entrega, esta vez designando como Ministro de Defensa a Emilio Van Perborgh que tenía como antecedente haber servido en el ejército inglés durante la Segunda Guerra Mundial. En tanto se producía un intento guerrillero en la localidad tucumana de Taco Ralo.

Jauretche se sumergió en la preparación de un nuevo libro el “Manual de Zonceras argentinas” pero el 19 de septiembre de 1968 recibió una noticia que lo conmociona, moría John William Cooke. Cuando aparece el libro mencionado entre noviembre de 1968  y junio de 1969 se lanzan cuatro ediciones convirtiendo al autor en uno de los más leídos.

No obstante hacia fines del 68 y comienzo del año siguiente se mantiene alejado de los asuntos políticos obligado por la enfermedad de su esposa que requirió una operación que realizó el Dr. Jorge Taiana. En marzo de 1969 su salud se resiente, una hemorragia interna lo obligó a permanecer internado algunos días. Ese año publicó un libro que tituló “Mano a mano entre nosotros” donde se recopilaron varios artículos periodísticos.

El 29 de mayo de 1969 se produjo la rebelión obrero-estudiantil que pasó a la historia como el Cordobazo, el gobierno sólo consiguió sofocarla luego de varios días, con una represión salvaje. El 28 de junio grupos guerrilleros provocaron el incendio en 15 locales de la cadena de supermercados Minimax que pertenecían a la poderosa familia norteamericana Rockefeller.   

 El secuestro y posterior asesinato de Aramburu el 29 de mayo de 1970 provocó el alejamiento de Onganía por decisión de sus camaradas que colocaron en su lugar a Roberto Levingston, el 16 de junio se encontró el cuerpo sin vida de Aramburu. El 30 de junio de 1969 fue asesinado Vandor y el 27 de agosto de 1970  fue ultimado el sindicalista José Alonso por grupos guerrilleros que los consideraban traidores por sus posiciones ante la dictadura.

Jauretche no coincidía con el método utilizado por la guerrilla, no obstante se hizo presente en el velatorio de los montoneros asesinados por la policía, Fernando Abal Medida y Gustavo Ramus.

En marzo de 1971 una nueva pueblada en la ciudad de Córdoba golpea a la dictadura,  a esta rebelión se la conoció con la denominación de “El viborazo”, el 23 del mismo mes las Fuerzas Armadas decidieron el reemplazo de Levingston  por Lanusse. El nuevo presidente convocó al Gran Acuerdo Nacional (GAN) por el cual los militares trataron de imponer un pacto a los políticos para conducir una salida electoral negociada y controlada por los mismos militares, esa salida fue desbaratada por las luchas populares que se extendió a todo el Interior del país.  

  Por esa época Jauretche visitó junto a su esposa la provincia de La Rioja, donde permaneció varios días los que aprovechó para trabajar en sus memorias que llevaron por título “De pantalones cortos”.
Jauretche realizó una serie de cuestionamientos al general Oscar Colombo que era Ministro de Obras y Servicios Públicos, éste se sintió ofendido y envió sus padrinos para retarlo a duelo, Jauretche aceptó y designó a sus propios padrinos, uno de los cuales fue Oscar Alende. El duelo se efectuó con pistolas, ambos duelistas fallaron sus respectivos disparos, si bien los testigos afirmaron que ambos apuntaron al cuerpo. Varios de sus amigos se ofrecieron para reemplazarlo en el duelo pero se negó terminantemente y quiso afrontar él mismo a su adversario que por ser militar era mucho más diestro en el uso de las armas.

Hablaba seguido de política y del uso de la violencia con su sobrino Ernesto Jauretche y el amigo  de éste, Rodolfo Galimberti, ambos miembros de Montoneros. Les recordaba la frase de su amigo Methol Ferré: “La política de la muerte es la muerte de la política”, pero Jauretche también cuestionaba duramente la política represiva de la dictadura y el asesinato de jóvenes militantes.

También criticó a los jóvenes que recién llegaban al peronismo con cierta soberbia y que mostraban cierto aire de superioridad con respecto a aquellos que llevaban años de militancia: “La actitud del que se dice peronista, pero mira hacia el pasado con aire sobrador porque él lo hubiera hecho mejor, está diciendo que su peronismo es de dientes para afuera. Aunque gatease o anduviese con el chupete cuando 1945, es, a lo sumo, el hijo del fubista (1) del 45, su afán y su certidumbre de perfección es la típica del ideólogo y ese personaje es el que constituye el fubismo, como hemos dado en llamarle, por extensión, a toda postura que se extravía exclusivamente por petulancia intelectual…”.

Algunos de los recién llegados provenían de la izquierda y traían muchos de sus defectos y prejuicios: “Esta izquierda de la intelligentzia argentina, tan colonial como la oligarquía liberal, necesita empezar por el abecé que es un rasgo de humildad. Dejarse de mirar afuera, compenetrarse de nuestros hechos y comprender que nuestros hombres son hombres, no abstracciones que se mueven en un tablero de posiciones. Recién entonces en esa actitud, el hombre de la intelligentzia empieza a ser inteligente. Y en cuanto es inteligente comprende el peronismo porque lo comprende desde dentro, en identificación”. “Cuando usted esté en esta situación comprenderá al peronismo, pero entonces ya no creerá que éste necesita su protección intelectual porque ya habrá abandonado ese aire de hermano mayor que protege al hermano retardado. Porque los retardados son los que andan con andadores porque no saben que hay piernas”.

Casi de manera profética anunciaba algo que no tardaría mucho tiempo en manifestarse: “Todos estos estudiantes que están peronizados profesan un peronismo que ellos han inventado y que tiene muy poca conexión con el país real. Estos grupos terroristas se van a encontrar con la sorpresa de que el país no los va a seguir, porque ellos están en planteos que no son de acá, porque ellos sienten más las cosas de Cuba que un problema santiagueño, así como Victoria Ocampo siente más a Stravinsky que a Canaro”.

Preguntado por un periodista sobre su posición con respecto a la violencia dijo:  “Pienso sinceramente que no aporta ningún tipo de soluciones. Todo lo contrario. Pero representa una de las cuestiones más espinosas que tiene el país: el problema de los ideólogos, ya sean de izquierda o de derecha. Tienen un esquema en la cabeza, un esquema libresco que no pertenece a la Argentina y estudian ese esquema, en lugar de estudiar el país. Por eso quieren que el país se realice según ese esquema y entonces sacrifican al pueblo a ese esquema. Y lo que nosotros necesitamos son hombres que se ocupen de la realidad y de las aspiraciones del pueblo, porque no es cuestión de querer ser más izquierdistas que él”.

Jauretche cumple 70 años, por esos días efectúa una reflexión sobre la madurez: “Los médicos dicen que los hombres tienen la edad de sus arterias. Yo diría que tienen la edad de sus ilusiones”.

Sobre el papel de aquellos pensadores comprometidos con la causa nacional y las dificultades que debían enfrentar diría: “La tiranía del aparato de la cultura agranda a unos y frustra a otros. Porque puede haber un tero como yo, que a los setenta años, sigue machacando, pero la mayoría abandonó. La mayoría abandona, empieza a tener hijos, tiene que darle de comer a la mujer, se deprime, se desmoraliza. Están los porfiados como Scalabrini Ortiz, que estaba arriba, se puso en la posición nacional y se vino abajo y ya no tuvo más prensa, ni aplauso“.

Haciendo una evaluación de su vida política diría: “…no soy un político en el sentido aceptado del término. Si lo he querido ser, alguna vez, confieso mi fracaso como tal. Mi tarea, aprendida junto a mi maestro  Raúl Scalabrini Ortiz, es la de trabajar en la formación de estados de conciencia y debo confesar que sólo he utilizado la política como un trampolín para esa empresa y ocasionalmente, para proyectar mis ideas, usando la sombra de las tribunas negadas al pensamiento nacional, cuando se presenta solo como tal…”.

En tanto Ernesto Sábato que realizó un retrato amistoso sobre Jauretche lo concluía diciendo: “Si agregamos su coraje a prueba de balas, su desaforado amor por esta tierra y su pueblo, su poner la dignidad de la patria, por encima de cualquier cosa, ¡qué lindo ejemplar de argentino viejo, este Arturo!”.

Ante la convocatoria a elecciones que realizaron los militares se presentó el 10 de febrero de 1972 en el local del Partido Justicialista para llenar su ficha de afiliación. El país seguía convulsionado, ya no soportaba la dictadura y su política de entrega, en abril de 1972 se producía el Mendozazo, en junio el Tucumanazo, en julio la poblada se produce en General Roca (Río Negro) y en agosto en Malargüe.

En un acto que se realizó en la Federación de Box se leyó un  mensaje enviado por Perón que hacía mención a la “guerra popular prolongada”, Jauretche le comentó a un amigo: “No me convence esta actitud de Perón de darle demasiado aliento a los jóvenes, porque puede llevarlo a una situación peligrosa. Los acontecimientos pueden derivar, probablemente, en una situación donde Perón deba divorciarse totalmente de las Fuerzas Armadas o por el contrario, romper con esta juventud”.

El 15 de agosto de 1972 un amotinamiento en el penal de Rawson permitió que varios de los jefes guerrilleros lograran huir, pero aquellos que no pudieron evadirse fueron detenidos y trasladados a la Base Naval Almirante Zar en Trelew, el 22 de agosto los detenidos fueron masacrados, el gobierno intentó ocultar los sucesos inventando un intento de fuga, 16 militantes resultaron muertos y tres heridos de gravedad.

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(1) Fubismo: La FUBA era la Federación Universitaria de Buenos Aires, por fubismo se refería a la tendencia del estudiantado universitario de enfrentarse a los movimientos populares y con esa posición hacerle el juego a la oligarquía. 

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