El Forjista
Desde el inicio de su gestión gubernamental la Iglesia mantenía cordiales relaciones con el peronismo. En las elecciones de 1946 las máximas autoridades de la institución habían hecho saber su desconfianza por la Unión Democrática que contaba en sus filas a reconocidos ateos y anticlericales como los comunistas, los socialistas y los demócratas progresistas. Perón y su gente no desperdició la oportunidad al explicar que la ideología del Movimiento tenía sus raíces en la Doctrina Social de la Iglesia e iba mucho más allá al indicar que muchos de sus preceptos estaban tomados de las encíclicas papales.
Por eso este movimiento que contaba con la adhesión de los trabajadores, el Ejército y la Iglesia parecía poco menos que invencible a los ojos de sus adversarios, los cuales comenzaron a desplegar desde el inicio de su gestión una propaganda tendiente a socavar esa base de sustentación.
Con la creación de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) los sectores más conservadores de la feligresía vieron con muy malos ojos esa decisión del Ministerio de Cultura de agrupar estudiantes secundarios optando por salir a competir con el gobierno en la captación de la juventud.
El alto clero atado a concepciones retrógradas comenzó a hacerse eco de aquella propaganda opositora, que planteaba supuestos atentados a la moral en el seno de la UES, este moralismo fue un eje de gran importancia en la lucha contra el peronismo.
A esta altura ya se había desplegado una campaña centrada en el moralismo y en denuncias que nunca podían demostrarse y que tenían por finalidad enfrentar a la clase media con el gobierno. La Iglesia comenzó a confiar en esas denuncias y decidió competir creando el Movimiento Católico de Juventudes de Córdoba bajo la supervisión de Fermín Lafitte que organizó en septiembre de 1954 un gran festejo por el día del estudiante. La ofensiva católica se completaba con el intento de organizar a los trabajadores católicos y con el lanzamiento en julio de 1954 del Partido Demócrata Cristiano que en su gestación tenía una clara orientación antiperonista.
La jerarquía eclesiástica salía de esta manera a competir abiertamente con la política del oficialismo, en un discurso realizado el 29 de septiembre Perón advierte: “Así como los trabajadores no se meten con la religión, ésta no debe meterse con la organización sindical”. (19)
La temperatura del conflicto va aumentando y en octubre el Ministro Méndez de San Martín, el principal mentor de la UES, mantiene un entredicho con Lafitte, pues el funcionario había cuestionado el accionar de Monseñor Angelelli uno de los más activos curas en la campaña contra el gobierno.
En noviembre, en una reunión con los gobernadores, Perón dirige un mensaje que es transmitido por radio y que de alguna manera significaba la aceptación del reto lanzado por la Iglesia, el peronismo se enredaba en una maraña de la que no sabría salir, dijo el presidente en esa oportunidad: “Aquí no hay organización del partido Demócrata Cristiano ¡Que nos va a pelear el partido Demócrata Cristiano! Lo que hay aquí es la preparación de un clima de alteración del orden público, eso es lo que hay y eso es lo que nos debe preocupar: evitar el clima de alteración del orden público. Y para eso, debemos proceder con toda energía, pero absolutamente con toda energía”. (20)
El peronismo había caído en la trampa y estaba dispuesto a disputar palmo a palmo en el terreno en que el alto clero lo había establecido, se sucedieron desde los últimos días de 1954 hasta el golpe de estado de septiembre de 1955 una serie de medidas gubernamentales que intentaba recortar la influencia cultural de la Iglesia, pero acompañaba a las mismas con una legislación que irritaban innecesariamente a toda la comunidad católica, incluyendo a algunos que no tenían una clara actitud antiperonista.
Se modificó la ley de enseñanza libre perdiendo los colegios religiosos el privilegio de otorgar títulos habilitantes, antes de finalizar 1954 el gobierno aprobaba dos leyes de carácter progresista, pero que erizaba la piel de los sacerdotes imbuidos de una concepción muy conservadora, promulgaba el divorcio y la igualdad de los hijos extramatrimoniales.
Estas medidas que eran de avanzada y que luego tardaron décadas en ser aprobadas en la Argentina eran recibidas por la jerarquía eclesiástica como auténticas cachetadas. Pero la ofensiva del gobierno no se limitaba a estas medidas que podían encontrar un gran consenso en parte de la sociedad, también adoptó medidas con el sólo objeto de castigar a los curas, como ocurrió a principios de 1955 cuando se suprimió la Dirección de Enseñanza Religiosa, además se derogó la excepción de impuestos para las organizaciones religiosas, templos y otros edificios de propiedad de la Iglesia, se suprimieron feriados religiosos y el Congreso aprobó el 19 de mayo de 1955 la posibilidad de realizar una Reforma Constitucional para la separación de la Iglesia del Estado. (21)
Pero aún se llegó más lejos en la política de enfrentar a la Iglesia, con una decisión que casi podría llamarse de provocación al aprobarse la legalización de la prostitución.
En ambas partes hubo personajes que incentivaron el enfrentamiento, desde el peronismo el Ministro de Cultura Méndez de San Martín y el vicepresidente el almirante Tesaire, llevaron al peronismo a un callejón sin salida contestando a la provocación del clero reaccionario con otra provocación, lo que Perón y sus colaboradores no vislumbraron fue que la causa religiosa fue un factor aglutinante de la oposición desde ateos, masones y comunistas, festejaron cuando constataron que el peronismo había caído en la trampa.
Hubo en cambio sectores de la Iglesia y el peronismo que quisieron dar por terminado el conflicto cuanto antes, los rencores acumulados no dieron posibilidad a esta salida. Antonio Cafiero abandonó el ministerio, también hubo diputados que renunciaron a sus bancas o fueron echados,éstos no ocultaron su disgusto por el trámite que se le daba a este conflicto.
Cuando Perón realizó su denuncia en noviembre de 1954 dio los nombres de los obispos Lafitte, Fasolini y Ferreira Reinafé, el clima de enfrentamiento entre los católicos acrecentaba el deseo de algunos de desplegar una ofensiva contra el gobierno. Muchos de ellos creyeron estar nuevamente en las catacumbas cumpliendo un rol sagrado, en los colegios religiosos pululaban los folletos, de igual forma que en las iglesias desde donde se ofendía al gobierno y se lanzaban toda clase de calumnias, la mayoría de ellas indemostrables. La Acción Católica se convertía en una auténtica vanguardia en la lucha contra Perón.
Luego del discurso de Perón en noviembre se produjeron las detenciones de algunos sacerdotes, quienes habían convertido el púlpito en barricadas de oratoria inflamada para denigrar al gobierno convertido en hereje, por obra y gracia de los burócratas de la fe.
Luego del golpe de Estado Perón señaló: “…algunos curas en los púlpitos se comportaban como verdaderos desaforados e incitaban abiertamente a la rebelión”. (22)
Los gremios en su conjunto tomaron partido por el gobierno y no desaprovecharon la oportunidad para descargar sus dardos hirientes contra los curas, muchos de esos sindicalistas provenían del anarquismo o el socialismo y no tenían ninguna simpatía por los sacerdotes.
El 25 de noviembre en un acto en el Luna Park el secretario general de la CGT Vuletich, afirmaba en su discurso: “la oligarquía se esconde detrás de las sotanas; no es culpa nuestra si los golpes alcanza a los dos” y concluía diciendo: “Atrás, mercaderes de la religión”. Pero el mismo día también habló Perón dirigiéndose en términos conciliadores hacia la Iglesia, al otro día el diario Democracia titulaba ”Problema concluido”.
Pero no era como el diario lo anunciaba, ambas partes mantenían actitudes intransigentes. El 8 de diciembre día de la Inmaculada Concepción de María, ante la Catedral fue notorio que la Iglesia se convertía en eje aglutinante de los sectores interesados en derrocar al gobierno, era evidente que a los opositores no les interesaba que la Iglesia y el gobierno llegaran a algún acuerdo. (23)
Para junio de 1955 la cuestión eclesial se puso al rojo vivo, a pesar de la prohibición policial para realizar la reunión de Corpus Christi una multitud se reunió ante la Catedral el día 11. Distintos grupos marcharon por las calles hasta el Congreso, luego de la manifestación aparece una bandera argentina quemada, ambos bancos se acusan mutuamente. Para el 14 la CGT decreta un paro general en desagravio a la bandera, a la vez el gobierno detiene y expulsa a los que considera principales responsables del levantamiento eclesial, los monseñores Tato y Novoa.
Tanto el acto del 11 como la marcha por la calle Florida del 6 de mayo, eran un abierto desafío al gobierno, el 13 de junio en un discurso Perón realiza una confesión: “En cierto momento pensé que la oligarquía estaba vencida…”. Pero se había equivocado, no sólo no estaba derrotada sino que preparaba su retorno azuzando la causa del petróleo y los problemas con la Iglesia.
En un acto desarrollado el 14 de junio convocado por la CGT, Perón vuelve a intentar apaciguar los ánimos pidiéndole a los trabajadores que no actúen por su cuenta: “yo les pido a los trabajadores que en los asuntos que se están suscitando en estos días, me dejen a mi para que juegue el partido… No ha llegado el momento de hacer nada todavía. Si llegase, yo he de dar oportunamente la orden. Producir ahora cualquier acción o disturbio sería ‘gastar pólvora en chimangos’ cosa que no queremos hacer”. (24)
Escuchemos la opinión de Potash que no difiere de lo que dicen varios autores enrolados en las filas del antiperonismo: “Una causa más directa para la aparición de inquietudes revolucionarias puede encontrarse en las tensas relaciones que se desarrollaron entre el gobierno de Perón y la Iglesia Católica en noviembre de 1954 y en una decisión crucial de Perón: organizar una campaña declarada contra algunos miembros del clero”. (25)
No coincidimos con esta opinión, no fue Perón quién inició esta situación de enfrentamiento, si bien no se mantuvo al margen de los acontecimientos dio muestras en sucesivos discursos que tenía interés en la reconciliación, pero la razón fundamental fue que la propaganda antiperonista llegó a ganar a gran parte de la jerarquía eclesiástica y a los sectores laicos más conservadores que empezaron a dar por cierto y a difundir las calumnias sobre el comportamiento de la niñas de la UES en la quinta de Olivos y otras inmoralidades que nunca se comprobaron pero que tenían por objetivo socavar las bases del gobierno popular a través de una campaña difamatoria que fácilmente fue creída por la clase media. Una vez ganada por la propaganda de la oposición, la Iglesia salió a disputarle aquellos sectores que creía de su incumbencia como la juventud, la mujer y los trabajadores.
Mientras el tema eclesial estaba en su mayor acaloramiento se produjo el bombardeo del 16 de junio, con la secuela de muerte y destrucción, en ese clima algunos provocadores salieron a quemar Iglesias. En un reportaje realizado por el diario La Nación el 29 de agosto Perón afirmaba “El incendio de las Iglesias, en su totalidad práctica, monumentos nacionales de inestimable valor emotivo e histórico para los argentinos, sólo puede definirse como un acto de barbarie tan torpe e injustificado, pese a las circunstancias en que fueron perpetrados. En mi calidad de Jefe de Estado y católico, considero que lamentarlo sólo no es suficiente. Por eso he ofrecido a las autoridades eclesiásticas la reparación por cuenta del estado de los daños sufridos.” (26)
Este es el hombre que en el futuro será llamado “tirano sangriento” por sus enemigos. Sin embargo ni una gota de sangre argentina pudo ser atribuida a él.
_______________
(19) Félix Luna Tomo III pags 195 a 202
(20) Daniel Rodríguez Lamas pags. 52, 53 y 54
(21) Idem pags. 52, 53 y 54
(22) Juan D. Perón. La fuerza es el derecho de las bestias. Ediciones Síntesis. 1974 pag. 100
(23) Félix Luna Tomo III pags 218 a 223
(24) Milcíades Peña. El peronismo. Ediciones Fichas. 1973 pag 119 a 124
(25) Potash pag 237
(26) Milcíades Peña pags 142 y 144