El Forjista
Radicales y nacionalistas asumieron el peso de la campaña contra los contratos petroleros, hasta algunos liberales no dejaron pasar la oportunidad de vociferar contra el gobierno que según ellos, contradecía el artículo 40 de la Constitución de 1949.
El tema era para discutir largo y tendido, pero sin duda respondía a una necesidad del momento. La industrialización acelerada del país requería un esfuerzo energético lo que hasta el momento había significado un drenaje de divisas por importación de petróleo. Por otra parte, se planteaba en el marco donde el Estado ejercía el control efectivo de la economía, esto había ocurrido por voluntad del gobierno surgido de la revolución de 1943 y la acción deliberada del peronismo que pasó al Estado lo que antes se encontraba en manos extranjeras, principalmente inglesas.
La nacionalización de la economía desmentía cualquier suposición de “entreguismo” por parte de Perón, pero para la oposición la oportunidad de cuestionar al gobierno no podía ser desaprovechada.
Las necesidades de la economía argentina por el año 1955 superaban los 12 millones de metros cúbicos de petróleo, YPF sólo producía poco más de 4 millones y las compañías extranjeras radicadas en el país cerca de 785.000 metros cúbicos, por lo que la importación estaba en el orden de los 6 millones 600 mil desde los Estados Unidos y 800.000 desde Rusia. (16)
El contrato con la Standard Oil de California tenía las características propias de cualquier arreglo
con una multinacional, ninguna de las cuales hace beneficencia, por el contrario, intentan establecer condiciones por demás cuestionables para el país receptor, este contrato no era la excepción. Las concesiones a la empresa eran elevadas, por ejemplo se le concedía en Santa Cruz una extensión de 50.000 km cuadrados, por un plazo de 40 años que podían ser prorrogados por 5 más. La Standard Oil se comprometía a invertir 13 millones de dólares en cuatro años, podía girar libremente al exterior, podía construir pistas de aterrizaje y muelles, las utilidades se repartían por iguales con YPF, y se establecía la extraterritorialidad, el total del volumen era entregado a YPF al precio
internacional menos un 5%, cumplido el contrato de concesión las maquinarias e instalaciones quedaban para el Estado Nacional. El 9 de mayo de 1955 Perón envió al Congreso el contrato firmado para su aprobación.(17)
Una ironía de la historia quiso que fuera el presidente del Comité Nacional del radicalismo y futuro presidente de la República quién el 27 de julio al dirigirse al país por radio cuestionara los contratos, decía Frondizi: “…enajena una llave de nuestra política energética, acepta un régimen de bases estratégicas extranjeras y cruza parte del sur del territorio patrio con una ancha franja colonial, cuya sola presencia –si el convenio se sancionara- sería una marca física del vasallaje”. (18)
Aquí se comprueba el criterio de agitación en que vivía la oposición que se oponía a cualquier decisión del gobierno, Frondizi una vez llegado a la presidencia hizo exactamente lo contrario que le exigía al peronismo, peor, lo realizó de manera indiscriminada y sin que el Estado controlara los resortes básicos de la economía.
Desde la izquierda, el radicalismo y desde la derecha los nacionalistas cuestionaron el proyecto que fuera enviado al Congreso para su tratamiento y que no pudo ser discutido porque el golpe de estado lo impidió.
El contrato era cuestionable, de hecho lo fue por sectores internos del peronismo, hubo legisladores como John William Cooke y otros que se oponían terminantemente a aprobarlo, pero una de las cuestiones destacables del peronismo fue su disposición a discutir el tema con total libertad, incluso Perón al ver la resistencia que se levantó solicitó a la California una revisión de los mismos.
Pero lo que tratamos de mostrar aquí es el carácter hipócrita de la oposición que había resistido y criticado las nacionalizaciones del peronismo pero que ahora se colocaba la camiseta del nacionalismo para oponerse a esta medida del gobierno.
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(16) Julio Godio Pag 55
(17) Julio Godio pag. 55, Félix Luna Tomo III pags 253 y 254, Potash pag 247 a 249
(18) Daniel Rodríguez Lamas. La Revolución Libertadora. Centro Editor de América Latina 1985. pags 56 y 57