El Forjista
La oligarquía no ocultó en ningún momento su desprecio por el peronismo y particularmente contra la base social que le fue leal, más allá de las intenciones o declamaciones de los protagonistas de este drama nacional, pero la clase compuesta por los eternos privilegiados no podía por sí sola enfrentar al Movimiento Nacional, debió recurrir a toda su astucia y dinero para reclutar entre las clases medias a aquel componente que conformará el sector más osado en la lucha contra Perón.
La oligarquía tenía los medios económicos para desplegar una campaña de desprestigio, no economizó recursos con ese fin, y articuló sus planes explotando las características propias de las clases medias de nuestro país, en especial considerando sus particularidades culturales.
Mientras los trabajadores contaron con los sindicatos como instrumentos de defensa permanente de sus intereses, la clase media, especialmente aquella que no trabajaba en relación de dependencia, no contaba con un recurso de iguales características por lo que se creyó desamparada. El horror su incrementó a comprobar que algunos compartimientos que consideraban propios fueron “ocupados” por los obreros que elevaron su nivel de vida por la gestión del peronismo: “Las clases bajas en el peronismo se expresaron y exteriorizaron a través de condiciones materiales; sobre todo comidas, espectáculos públicos, reuniones deportivas. De ahí que las clases medias consideraron que era una invasión a su propia esfera cuando las clases populares asistían a restaurantes, pizzerías, confiterías, centros de veraneos o espectáculos públicos y deportivos”. (60)
En el país conformado por el Imperio Inglés, a través de los negocios comunes con la oligarquía nativa, se había desarrollado una importante clase media, lo cual diferenciaba a Argentina de otros países latinoamericanos que prácticamente carecían de una clase media. El país modelado desde mediados del siglo XIX por esa alianza de intereses hizo necesaria la aparición de una clase media ligada al aparato comercial, financiero, intermediario y cultural que era de gran importancia cuantitativa. Esta se constituirá en masa de maniobra de la oligarquía y el imperialismo para derrocar a Perón, y otorgarle a ese movimiento cierto carácter “popular” y “plebeyo”, son estos sectores quienes llenarán la plaza de Mayo para vivar a Lonardi el día de su asunción.
La educación recibida por esa clase, en ningún momento ha dado preferencia a valores como la solidaridad, contrariamente, se ha incentivado el egoísmo, la búsqueda de la salvación individual y a sentir las derrotas y los triunfos de la vida como algo exclusivamente individual.
Algo similar ocurrió con la nueva burguesía pues muchos de los industriales que habían llegado a esa posición gracias a los préstamos del Banco Industrial y de las condiciones favorables del país, como una elevación del nivel de vida que incrementaba el consumo en general, olvidaron prontamente esa situación para creerse que habían triunfado gracias a su genialidad y le dieron la espalda al gobierno que permitía la ingerencia del sindicato en su fábrica.
“En cierto modo la clase media argentina casi no ha desarrollado ningún sentimiento de solidaridad, de conciencia de clase, basada en una ideología integrativa. Porque fija una excesiva atención en el ascenso social por las vías individuales”. (61)
Desde chiquitos nos educan en la competencia con el semejante creando una peligrosa selva social donde quién no triunfa de acuerdo a esas pautas educativas que hacen del lucro el principal objetivo de la vida se siente frustrado, con la consiguiente carga de agresividad que necesariamente se expresará en alguna esfera de nuestras vidas.
“Esta agresividad nunca tiene un blanco fijo como la clase baja, se dispara contra los poseedores de la riqueza y los ostentadores del poder: la clase dominante. Esta agresividad puede dispararse hacia la clase alta. Pero también contra la clase baja cuando ésta le disputa espacio social y pretende invadir su estructura. Como ocurrió en la primera época en el peronismo”. (62)
La alianza electoral de 1946 con la Unión Democrática donde confluían conservadores, comunistas, socialistas, radicales, demócratas progresistas para derrotar al peronismo perdurará de hecho durante todo el período donde gobernó el peronismo y fue una demostración de las influencias que las ideas oligárquico imperialistas tenían sobre la clase media que había dejado de lado sus diferencias ideológicas para enfrentar a quién consideraban su principal enemigo.
Los intelectuales eran un componente esencial como correa de transmisión de esos ideales que la oligarquía le interesaba difundir, es el aparato cultural montado por las clases acomodadas, quién definía que era lo que triunfaba y qué lo que no podía ni siquiera conocer la luz, dependiendo si le convenía o no a sus intereses, un libro podía ponerse de moda o simplemente nunca ser publicado.
Varios autores se han expedido sobre este importante tema, aquí traeremos las palabras de Hernandez Arregui: “…las clases superiores detentadores de la cultura protegen a los escritores que vienen de abajo en la medida que estos sirven a las ideas consagradas. La burguesía reduce a estos grupos, a través de la división del trabajo social, a la categoría de dispositivos de control del orden establecido”. (63)
Estos intelectuales serán las plumas que redactaban los panfletos calumniadores contra el presidente de la Nación y contra Eva, libelos que se difundían profusamente entre la clase media, incluida la uniformada, a los querían hacer torcer su decisión de apoyar al gobierno. Luego, una vez triunfante el golpe de estado estos mismos intelectuales harán sesudos análisis para justificar la sublevación contra la Constitución.
Otro grupo integrante de la clase media de gran predicamento lo componían los profesionales, algunos de los cuales trabajaban para empresas extranjeras y se convertían en firmes defensores del librecambio y del capital extranjero, este sector comenzó a ser reclutado para servir a los distintos gobiernos que se sucedieron a partir de 1955.
Una herramienta de gran valor que utiliza la oligarquía cada vez que se quiere sacar de encima un gobierno que no responde ciegamente a sus intereses y que hace mucha mella en las mentes de la clase media, es el del moralismo, el cual a partir de hechos existentes o no, que por lo general son de imposible comprobación, se crea un clima muy desfavorable para los gobernantes, Ramos se refirió a esa campaña en los siguientes acertados términos: “El objetivo central de la campaña consistía en convulsionar el espíritu de la pequeña burguesía: de los estudiantes que polarizan de inmediato su energía, de los pequeños rentistas con alquileres congelados, de las madres de familia con hijas jóvenes, de los empleados públicos con sueldos fijos, de los comerciantes minoristas amenazados con las listas de precios máximos…, en fin, de esa inmensa clase media que servía en Buenos Aires de masa de maniobra para la estrategia imperialista y a la que el proceso inflacionista había deteriorado sus condiciones de vida”. (64)
Arturo Jauretche ahondó reiteradamente sobre el tema que él llamaba moralina utilizada por las clases poderosas para manipular a la pequeña burguesía, y que muchas veces la llevaban a preocuparse por insignificancias mientras le impedía ver los verdaderos problemas del país, decía Jauretche algunos años después: “Entre tanto, la gran inmoralidad vinculada a la expoliación del país pasa desapercibida, y nadie grita, por la inmoralidad de los tradicionales, y sobre todo cuando son extranjeros y tiene sedes en el exterior; nadie la percibe, y el mecanismo de publicidad está organizado para silenciarla”. (65)
Pero obviamente no toda la responsabilidad fue de la clase media, existió por parte del peronismo una ausencia de política hacia los sectores que en definitiva se montaron al carro del golpe de Lonardi, Aramburu y Rojas. Así como existió una política que benefició a los trabajadores, no existió en igual sentido una para integrar a otros sectores, existieron marcados errores como los que ocurrieron en el plano educativo que si bien permitió el ingreso a la educación a sectores que antes lo tenían vedados, se le entregó la Universidad a sectores del nacionalismo retrógrado que ahuyentaba a la clase media en vez de integrarla, con idéntico resultado se desplegó la actividad de la Alianza Libertadora Nacionalista que a veces actuaba como grupo de choque provocando pánico en sectores de clase media. Estos y otros sucesos impidieron la subsistencia de ese gran Frente Nacional que se conformó en 1946 y que la oligarquía con su paciente accionar logró horadar desplazando a sectores que en un inicio habían apoyado al justicialismo, tal el caso de los militares, o de los sectores católicos que se alejaron por el conflicto con la Iglesia.
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(60) Julio Mafud. Sociología del Peronismo. Distal 1986 pag 123
(61) Idem pags 118 y 119
(62) Julio Mafud Sociología de la clase media. Distal 1985. pags 89 y 90
(63) Juan José Hernandez Arregui. Imperialismo y cultura. Editorial Plus Ultra 1973 pag 250
(64) Ramos. La era del bonapartismo pag 230
(65) Arturo Jauretche. Filo, contrafilo y punta. A. Peña Lillo Editor Plus Ultra 1973 pag 250