El Forjista
Capítulo 3 - La virtud de la gratitud
Eran los años de la Década Infame, la situación económica era desesperante para la mayoría de los argentinos, los actores debían atravesar tremendas dificultades de igual forma que los demás trabajadores, un actor de reparto cobraba muy poco, cuando la recaudación no era la que esperaba el empresario, ellos no cobraban. La vida del actor estaba plagada de incertidumbres que lo obligaban a salir a buscar trabajo cuando concluía una obra. El teatro era una de las actividades que más padecía la crisis del país, se estrenaban obras con muy poca inversión que sólo duraban una temporada. Eva vivía al día, se alimentaba a mate y bizcochos que a veces era reemplazado por un café con leche con medialunas.
Miguel Brunetti era un periodista, cronista de policiales del diario La Nación, por la noche paraba en un bar de Maipú y Lavalle, un día percibió el ingreso de una chica muy delgada, el periodista le preguntó si había comido, como respondió negativamente le ofreció un café con leche y medialunas con manteca y dulce de leche, al terminarlo le preguntó si quería otro, a lo que asintió pues posiblemente llevaba un tiempo sin probar bocado.
Luego le preguntó si andaba buscando trabajo, obteniendo la siguiente respuesta: “Si, pero es difícil encontrarlo. Me paso en la puerta de la radio horas enteras y hablo a todo el que pasa. Pero hasta ahora nada”.
Don Miguel la alentó a no dejarse ganar por el desánimo y a seguir insistiendo, pues seguramente la suerte cambiaría un día y la invitó generosamente a pasar por ese bar cada vez que quisiera tomar un café con leche, Eva volvió otras veces a ese bar a tomar el reparador café con leche y a escuchar los protectores consejos del periodista.
Eva nunca olvidó a aquellos que la ayudaron en los tiempos difíciles por eso siendo ya esposa del presidente, un día a la madrugada con el auto oficial, concurrió al mismo bar buscando a Brunetti, que ya se encontraba jubilado pero que seguía con la costumbre de pasar sus noches en el bar.
Eva se dirigió resuelta a la mesa que ocupaba el periodista, quién como había realizado algunos años antes disparó la pregunta: “Piba ¿querés un café?”.
Eva le respondió y le informó sobre su intención de retornar a ese bar: “-No, don Miguel, vine a verlo para preguntarle si necesitaba algo: una casa, don Miguel, un auto… ¿No quiere hacer un viaje?...Dígame lo que necesita, don Miguel…”.
Brunetti que tenía muy buen humor respondió: “No, piba, gracias… No necesito nada… Decime, ¿no te faja tu marido por llegar tan tarde?”.
La respuesta con una sonrisa en sus labios fue: “No, no, don Miguel, él es bueno, muy bueno. Él sabe que todos los días trabajo hasta esta hora….pero, contésteme, ¿Una casa, un auto?...”.
Brunetti siguió repitiendo su respuesta: “No, piba, no. No necesito nada… Gracias, muchas gracias por esta visita… Gracias piba”.
Eva se despidió: “-No importa que ahora me diga que no. Si algo llegara a necesitar, vaya a verme a la Secretaría. Allí voy, desde la mañana. Estoy frente a mi mesa todo el día. No se olvide”.
Esa fue la última vez que se vieron, Eva trabajaba hasta muy tarde y no tenía mucho tiempo fuera de su apretada agenda pero ese día quiso tributar su reconocimiento a quién tanto la había ayudado, no sólo paliando el hambre sino con el aliento de su palabra esperanzadora.
En el mismo sentido Eva mostró reiteradamente esa misma gratitud hacia los trabajadores que salieron a la calle el 17 de octubre de 1945 para rescatar a Perón, un día antes de esa jornada histórica los trabajadores tucumanos ya estaban de paro reclamando la libertad de Perón, por eso cuando el 30 de noviembre de 1946 visitó Tucumán, no se había olvidado de ese gesto de los obreros de la provincia: “Tengo con los tucumanos una deuda de honor, porque habían sido aquellos quienes el 16 de octubre habían salido a la calle para pedir la libertad del Coronel Perón y que como mujer del pueblo les expreso mi gratitud”.
El 20 de octubre de 1948 en la sede de la Unión de Trabajadores del Autotransporte (UTA) extendía esa gratitud a todos los trabajadores argentinos: “Por eso, nunca terminaremos de darle gracias a la masa de descamisados que el 17 de octubre, caminando, cruzando puentes y atravesando todos los caminos de la patria, venciendo todos los obstáculos, supo estar presente como un soldado civil que está dispuesto a jugarse la vida para salvar al líder, porque sabía que al libertar al Coronel Perón no sólo libertaba la felicidad y la tranquilidad material de su hogar, sino que abría para la Argentina-al hacerlo- las puertas de un porvenir brillante y seguro. Por eso, digo, nunca daremos suficientes gracias a ese glorioso día 17 de octubre de 1945”.
De igual forma se mostró el 31 de agosto de 1951, al anunciar que renunciaba a la postulación a la vicepresidencia de la Nación, tuvo palabras de agradecimiento a aquellos que la habían propuesto y sostenido su candidatura: “Guardaré, sin embargo, un recuerdo de eterna gratitud para con todos los hombres y mujeres, los niños y los ancianos de mi pueblo, que estuvieron material o espiritualmente presentes en el Cabildo Abierto del 22 de agosto. Nunca se borrará tampoco de mi corazón la gratitud que siento para con los compañeros de la Confederación general del Trabajo y para la inmensa legión de trabajadores argentinos”.