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El Forjista

Biografía de Eva Perón

 

Capítulo 18 - La Fundación

 

 

Perón explicó en 1970 el objetivo con el cual se había creado la Fundación: “En nuestro sistema de previsión… se filtraban, pese a todo, algunos problemas humanos: había personas que, por ejemplo, no habían trabajado durante su vida y, por lo tanto, no podían jubilarse. No era posible dejarlas en la indigencia: alguien tenía que arrimarles algo para que no se murieran en la calle como perros”.

Continuaba explicando el General: “La Fundación creó también 16 grandes policlínicos, al advertirse que la previsión del estado era insuficiente y que mucha gente se moría sin asistencia médica. Esos gastos se cubrían con un cincuenta por ciento de lo que daba el hipódromo y un cincuenta por ciento de Lotería y Casinos: lo que yo llamaba el impuesto a los tontos”.

Como explicaba Perón la financiación de la Fundación se realizaba con adicional del 2% en la venta de los boletos del Hipódromo, un 2 % los aportaban los obreros y empleados, parte de los importes de los seguros de vida obligatorios para espectadores a eventos deportivos.

Además de esos aportes se establecieron otros que provenían de la donación obligatoria de los trabajadores por el jornal de los días 1° de mayo y 17 de octubre además se hizo costumbre que luego de la firma de convenios que incrementaban  los salarios, el aumento de la primera quincena era donada a la Fundación.

Los gremios también efectuaban habituales donaciones tanto en efectivo como en productos, para recibir estos aportes en un principio se depositaron en un garage abandonado.   

Primero se llamó Obra o Cruzada de Ayuda Social hasta que el 8 de julio de 1948 se la denominó Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón, dos años después simplemente se la conocía como Fundación Eva Perón, su sede se fijó en la Secretaría de Trabajo y Previsión de Hipólito Yrigoyen y Perú.

En esa sede recibía a todos aquellos que tenían algún problema, llegaban miles de cartas a las cuales se les concedía una entrevista personal, Eva siempre era amable con esas personas, le prestaba atención a su reclamo y trataba en lo posible de darle una solución.
La historiadora Marysa Navarro relató cual era el trámite para tener una audiencia con Eva, se pedía una entrevista en la oficina de la Secretaría o se le escribía una carta a la Residencia Presidencial indicando el problema. Las cartas eran leídas y contestadas por un gran número de colaboradores, en la respuesta se le indicaba el día y la hora de la entrevista.

El poeta José María Castiñeira de Dios que fue testigo de esas audiencias relató: “En aquella habitación había seres humanos con ropas sucias y que olían muy mal. Evita tocaba con sus dedos sus heridas supurantes porque era capaz de ver el dolor de toda esa gente y sentirlo ella misma. Podía tocar las cosas más terribles con una actitud cristiana que me sorprendió, besando y dejándose besar. Había allí una muchacha, con su labio medio comido por la sífilis y cuando ví que Evita estaba a punto de besarla e intenté detenerla, me dijo: ¿Sabe usted lo que significará para ella que yo la bese?”.

Castiñeira continuaba explicando que: “Cuando la observé durante unos cuantos días, me dijo ¿Cómo está usted, oligarca, empieza ya a entender como sufre la gente?... No podía sino amarla tras haberla visto trabajar, como si ella pensara que yo no era digno de contemplar todo lo que ocurría en aquella sala. Incluso cuando ya había estado allí durante tres meses, no me sentía con méritos suficientes para lavar los pies de aquella gente… Yo tenía una percepción literaria de la gente y los pobres. Y ella me había dado la percepción cristiana, permitiéndome ser cristiano en el sentido más profundo”.

En 1948 se construyeron tres Hogares de Tránsito que tenía la finalidad de contener a  personas sin vivienda, estas instituciones albergaban a madres solteras, ancianos, inválidos o personas enfermas que debían realizarse tratamientos en Buenos Aires y que provenían del Interior.

Ese mismo año se inauguró en Burzaco el primer Hogar de Ancianos Coronel Perón, también se abrieron  otros en Córdoba, Santa Fe y Tucumán.

En 1949 se inauguró la Casa de la Empleada General San Martín ubicada en Av. De Mayo 869, su objetivo era recibir a las mujeres del Interior que llegaban a la Capital para trabajar.

Para los niños se crearon Hogares Escuelas a los que concurrían chicos de familias muy pobres, se inauguraron 17 edificios en todo el país, en tanto en julio de 1949 se inauguró la Ciudad Infantil que ocupaba dos manzanas en el Barrio de Belgrano y en 1951 la Ciudad Estudiantil que abarcaba cuatro manzanas.

Se comenzaron a otorgar pensiones a la vejez, a construir barrios obreros, la república de los Niños en Gonnet, policlínicos a lo largo del país, un tren sanitario que recorría el país durante cuatro meses al año ofreciendo atención médica, colonias de vacaciones que permitió que gran cantidad de argentinos conociera por primera vez lo que era tener vacaciones, se efectuaron campañas de vacunación y reparto de ropa, juguetes y alimentos.

Los campeonatos infantiles Evita también fueron una iniciativa de la Fundación, los mismos cumplieron una función sanitaria fundamental. Para que pudieran participar los chicos debían realizarse radiografías y una revisión médica y odontológica, además se actuaba de inmediato en caso de detectarse casos de desnutrición o de enfermedad.

Otra obra de la Fundación de mucha importancia fue la creación de la Escuela de Enfermeras el 3 de septiembre de 1950 donde se recibían 1300 por año para paliar la carencia de profesionales en esa actividad. A la Ciudad Infantil se le puso el nombre de Amanda Allen que fue una enfermera que murió en un accidente aéreo al regresar de una campaña solidaria en Ecuador.

En ese período hubo avances sanitarios espectaculares por el accionar conjunto de la Fundación y el Ministerio de Salud a cargo de Ramón Carrillo un auténtico benefactor del pueblo argentino, muy especialmente de la niñez.

La Fundación se permitió enviar en enero de 1949 ropa de invierno y zapatos para 600 chicos de los barrios de población negra de Washington en los Estados Unidos, esa ayuda fue gestionada por un reverendo de una Institución que protegía a los niños negros de esa ciudad.

Pero también se realizaron envíos solidarios a 80 países incluyendo naciones europeas desvastadas por la guerra, pequeños países africanos y a casi todas las naciones latinoamericanas.

La oposición criticaba duramente la actividad de la Fundación porque decían que no había control sobre los fondos, sin embargo Eva se había encargado de configurar una organización con gran cantidad de personas que se dedicaban a analizar cada uno de los pedidos y verificar que en verdad se tratara de personas carenciadas.

Atilio Renzi quién actuó en la Fundación testimonió que: “Si Evita se enteraba que alguien metía ‘la mano en la lata’ lo mandaba vigilar, hasta que le daba por la cabeza. Cuando eso ocurría, le cerraba las puertas al desdichado. Jamás perdonaba a nadie. La prensa nunca se enteró de esos procedimientos porque desprestigiarían al movimiento peronista”.

En la Navidad de 1947  la Fundación repartió cinco millones de juguetes, se estimó que para mayo de 1948 esta institución recibía unas 12.000 cartas diarias.

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