El Forjista
Capítulo 16 - El voto femenino
Eva retornó de su viaje un domingo, el lunes ya se encontraba trabajando nuevamente en la Secretaría de Trabajo y Previsión y a los pocos días comenzó su lucha por el voto de la mujer, desde tiempo antes había manifestado su interés porque se aprobara este derecho, Perón también había declarado en julio de 1945 que estaba a favor de impulsar el voto femenino, este objetivo se convirtió en una prioridad para Eva a su regreso de Europa.
La aprobación de este proyecto no fue sencilla, hubo quienes se opusieron por machistas pero también algunas mujeres lo rechazaron por antiperonistas, la escritora Victoria Ocampo señaló: “Creo que la mujer argentina consciente, al no aceptar dócilmente ni siquiera la idea del voto por decreto, del voto recibido de manos del gobierno de facto, ha votado por primera vez en la vida política argentina”.
Alicia Moreau de Justo del socialismo y con una larga lucha por el voto de la mujer expresó: “Las mujeres tenían iguales defectos electorales que los varones y el peor de ellos era la predisposición al caudillismo y a la corrupción electoral”.
El 30 de agosto de 1947 Eva envió una carta al Diario Democracia alentando la aprobación del voto femenino, donde les decía a las mujeres: “No hay victoria sin lucha, mis queridas amigas. Si queremos triunfar debemos unir nuestros esfuerzos, sin excepciones, sin apatías, sin claros en las filas. Porque no queremos los derechos políticos como un regalo sino como una conquista”.
Cuando se trató el proyecto varios legisladores se manifestaron en contra considerando que las mujeres desatenderían sus “obligaciones” matrimoniales y hogareñas. Al regresar del viaje, la Ley no había sido aprobada por lo que se reunió con los legisladores peronistas de ambas Cámaras, tras lo cual la ley se aprobó el 9 de septiembre de 1947, siendo promulgada por el Poder Ejecutivo el 23 del mismo mes con una gran concentración en Plaza de Mayo convocada por la CGT, se le entregó a Eva el decreto de promulgación en reconocimiento a su lucha, ese día realizó su primer discurso desde los balcones de la Casa Rosada.
En esa oportunidad realizó una exposición vibrante donde dijo: “Recibo en este instante, de manos del Gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo, ante vosotras, con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas. Sintiendo, jubilosamente, que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria. Aquí está, hermanas, resumida en la letra apretada de pocos artículos una larga historia de lucha, tropiezos y esperanzas. Por eso hay en ella crispaciones de indignación, sombras de ocasos amenazadores, pero también alegre despertar de auroras triunfales…”.
En la primera elección donde votaron las mujeres se eligieron 6 senadoras y 15 diputadas, todas ellas del partido peronista, el radicalismo y el conservadorismo no presentaron candidatas para mostrar su oposición al peronismo. Esto permite dar una idea del carácter de la oposición que negaba aún las medidas de neto corte progresista evidenciando que su único interés era obstruir la gestión del oficialismo y no mejorar la situación de los argentinos.
Eva también jugó un rol significativo en las elecciones para elegir a los constituyentes de la Convención de 1949, escribió varios artículos que luego se recopilaron y editaron en un folleto que se tituló “Por qué soy peronista”.
La Constitución de 1949 estableció los derechos del trabajador, de la familia, la ancianidad, a la educación y la cultura. El artículo 40 determinaba la nacionalización de los servicios públicos, los recursos naturales, y el comercio exterior, en el artículo 78 se posibilitaba la reelección de Perón.
En julio de 1949 se lanzó el Partido Peronista Femenino con un Congreso en el Teatro Nacional Cervantes, en dicho encuentro Eva fue designada presidenta del partido.
Dio posiblemente su discurso más largo abarcando una gran cantidad de temas, de los cuales apenas abordaremos unos pocos, por supuesto que la situación de la mujer fue uno de los principales: “La mujer fue doblemente víctima de todas las injusticias. En el hogar sufría más que los suyos, porque toda la miseria, toda la desolación, los sacrificios los monopolizaba ella para evitárselos a sus hijos. Llevada a la fábrica, sufrió toda la prepotencia patronal. Atormentada por el sufrimiento, abatida por las necesidades, aturdida por las jornadas agotadoras y rendida en las escasas horas destinadas al reposo de sus quehaceres del hogar, nuestras compañeras de entonces – que son nuestras compañeras de hoy, aunque avergüence recordarlo, en infinidad de países del mundo- no encontraron otra puerta en su vida que la resignación frente al ‘acumular cada días más’ de los insensibles y bastardos expoliadores del capitalismo. Y como si fuera poco, el destino le deparaba un sufrimiento más. Descubierta finalmente por el industrial como fuerza de trabajo que se puede pagar menos, transforma la mujer laboriosa en competidora de su propio hermano trabajador, realizando, por imposición de las circunstancias y las necesidades de llevar el sustento al hogar, los mismos trabajos pero con un salario menor”.
También explicó que de ninguna manera podía interpretarse el lanzamiento del Partido Femenino como una acción divisoria, expresando indubitablemente la lealtad absoluta al liderazgo de Perón: “El movimiento femenino peronista sólo puede aspirar al honor de ponerse a las órdenes del Líder y luchar hasta el último aliento por su obra y por él. Sólo así seremos dignas del genial conductor de la argentinidad, admirable arquitecto que está trazando con sus desvelos las líneas maestras de un grandioso porvenir, para nosotros, para nuestros hijos y para todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar y fertilizar con su trabajo el suelo argentino”.
Desarrolló la cuestión de la confrontación de Perón con la oligarquía: “Y si por un lado fue dibujando ante los ojos de la masa la proporción de su personalidad de Líder único e indiscutido de los trabajadores de la Patria, por el otro lado atrajo hacia sí los odios irracionales de todos los privilegiados y polarizó la conspiración de todos los explotadores que veían en él, y no se equivocaban, al enemigo fundamental del atraso político, económico y social en que vegetaba la Nación”.
Y hasta se permitió cuestionar al liberalismo económico: “El planteo de los embates entre los valores de la fe y la esperanza y los excesos del egoísmo nos lleva a la conclusión de que los grandes males que amenazan al hombre actual coinciden en sus orígenes con el nacimiento del liberalismo, que a pesar de las bondades que tantos pensadores de bien le reconocen, mantiene vicios de sistema que no están de acuerdo con los derechos de la sociedad, que no puede resultar, a pretexto de libertad, encadenada al libertinaje y a los privilegios económicos de minorías explotadoras”.