El Forjista
La concentración del capital llevó al surgimiento de enormes empresas controladas por burocracias, la propiedad de los medios de producción se separó del control gerencial. Estas compañías son dirigidas por gerentes burócratas que carecen de las cualidades que pudieron haber tenido los propietarios en algún tiempo pasado, tal como la iniciativa o la posibilidad de asumir riesgos, por el contrario la característica de un burócrata es la ausencia de imaginación.
Están acostumbrados a administrar cosas y se relacionan con las personas también como si fueran cosas, estas corporaciones que ejercen un control considerable sobre el aparato económico representan lo contrario a cualquier proceso democrático, son la encarnación de un poder que no puede ser controlado por quienes se ven afectados por sus decisiones. Los sindicatos también se han convertido en aparatos burocráticos en que sus afiliados muy difícilmente son escuchados.(1)
Pero aquí hace falta realizar una aclaración porque generalmente cuando se cuestiona a los sindicatos, en realidad se está criticando el derecho de los trabajadores a una vida digna. Quienes cuestionan la burocratización sindical sin señalar esas enormes burocracias empresariales que llegan a tener un poder mayor que el de los representantes elegidos por los ciudadanos, no hacen más que asumir la defensa de esas grandes corporaciones que son las primeras en desconocer los derechos conquistados por los trabajadores luego de largos años de lucha. También se debe aclarar que existen gremios donde aún se respeta y se escucha la opinión de sus afiliados.
Estas grandes empresas dirigidas por burocracias se ajustan al principio del máximo beneficio sin importar demasiado los métodos que se utilizan para lograr ese fin, y además cada vez actúan con mayor independencia de la voluntad de los miles de accionistas que en teoría son los verdaderos dueños.
Muchas empresas privadas cuyos propietarios cuestionan el intervencionismo estatal son receptoras permanentes de subsidios del Estado, el mercado libre y la libre competencia hace tiempo que han dejado de existir. Los acuerdos públicos o secretos entre las grandes empresas o de éstas con el Estado, han restringido severamente la competencia sobre la que supuestamente se asienta el capitalismo.
Al respecto nos dice Fromm: “Las empresas gigantes que gobiernan el destino económico – y en buena medida el político – del país constituyen exactamente lo opuesto al procedimiento democrático; representan el poder sin el control de aquellos a quienes gobiernan”.(2)
A raíz del manejo burocrático en el que han caído muchas instituciones, la democracia ha quedado reducida a aspectos meramente formales, una asamblea de accionistas, una elección política o una reunión sindical, muchas veces se transforman en meros rituales que de ninguna manera expresan la opinión de quienes supuestamente se encuentran representados, el individuo ha perdido la posibilidad de influir en las decisiones.(3)
La burocracia es un sistema que actúa en un solo sentido, las órdenes o sugerencias emanan desde arriba y se espera que los que se encuentran en los peldaños de abajo acaten las decisiones sin posibilidad de que haya lugar para la iniciativa individual.
El mayor deseo del burócrata es escalar posiciones en el escalafón sin tener responsabilidades, es decir evita adoptar decisiones que impliquen algún riesgo o ser objeto de alguna crítica, si no le queda otra opción e inevitablemente tiene que adoptar una decisión, la misma debe atenerse estrictamente a las reglas dictadas por alguna autoridad. La burocracia provoca en el individuo un sentimiento de impotencia pues no hay cabida para la creatividad, ni para otra opción que no sea someterse a los reglamentos.(4)
El carácter de un burócrata tiene puntos de contacto con el de un sadomasoquista, en un sistema burocrático el que se encuentra arriba en la escala social domina al que tiene abajo, y es dominada por quién se encuentra arriba. El burócrata al igual que el sádico desprecia a los de abajo y se somete mansamente a quienes tiene por arriba, a los que admira y teme.(5)
En una administración humanista donde no haya lugar para la burocracia debe haber una corriente en doble sentido, esto significa que las decisiones adoptadas arriba pueden ser cuestionadas y corregidas por los de abajo, quienes a su vez pueden llegar con sus propuestas y requerir respuestas a sus planteos.(6) Obviamente por lo general, este esquema no se encuentra muy difundido porque resulta incómodo para quienes dictan las normas toparse con gente que los cuestiona, pero mucho más problemático es para quién debe enfrentarse cotidianamente a ser tratado como un objeto, esto puede ocurrir en una oficina pública, en una empresa privada que brinda un mal servicio o ante un médico que da un diagnóstico grave con la misma sensibilidad que quién le habla a una pared.
Un sistema burocrático además de administrar a las personas como cosas también administra las cosas, incluyendo a las personas, en términos numéricos. Se ajustan a las reglas fijas y no reaccionan ante los seres humanos que se encuentran frente a ellos. Su objetivo es gambetear las responsabilidades y para ello no hay mejor escondite que los reglamentos. Cuando habla de cantidades no le interesa si se trata de personas, vivas o muertas, manzanas o automóviles, lo único que le preocupa es que el número sea el correcto.
Así como Fromm buscó en Hitler y Himmler los ejemplos de personas sádicas, también recurrió a otro nazi para mostrar un caso de burócrata prototípico, el de Adolf Eichmann que era uno de los mayores responsables de la “solución final” es decir del exterminio de judíos y otras minorías, este dirigente era el encargado del transporte de los detenidos hacia los campos de concentración.
Eichmann no odiaba a nadie, no envió a millones de judíos a la muerte porque los odiara, simplemente cumplía con su deber, se limitaba a ser obediente sin importar las consecuencias de su actividad. Esto no implicaba que no hubiera sadismo en él, pero era secundario si se lo compara con su condición de burócrata: carecía de reacciones humanas y rendía culto a los reglamentos.(7)
El dirigente nazi se encontraba en un estado de enajenación por el cual le daba lo mismo enviar a la muerte a alguien o cuidar de un niño, la vida en su concepción de burócrata había dejado de ser algo importante, podía organizar con eficiencia lo que debía hacerse con las pertenencias de la gente asesinada, la distribución de las personas que había que enviar hacia los campos de exterminio o bien encarar la provisión de suministros a los campos. Lo importante para Eichmann era hacer todo lo que se le ordenaba con la mayor eficiencia posible de tal manera que sus superiores quedaran conformes.(8)
Nuevamente Fromm nos dice, para nuestra intranquilidad, que también hay muchos eichmanns entre nosotros, la diferencia es que no han matado a miles, pero cuando un hospital o una clínica se niegan a recibir a un paciente grave por cumplir con el reglamento o se deja morir de hambre a alguien por no violar cierta norma se actúa de igual forma que Eichmann.(9)
Hitler mató a millones de judíos, Stalin a millones de campesinos, ellos estaban movidos por el odio, entre otras motivaciones, pero para muchos de sus subordinados que ejecutaron las órdenes simplemente se trató de una medida burocrática donde carecían de importancia los motivos, en tanto que la orden se daba había que cumplirla. (10)
Fromm no detectaba grandes diferencias entre el capitalismo y el comunismo en cuanto al tema de la burocratización, en ambas sociedades visualizaba una creciente alienación producto de dar preeminencia a los intereses materiales por sobre los espirituales, ambos sistemas son gobernados por las burocracias y las máquinas, pero paradójicamente creían estar siguiendo elevados principios humanistas.(11)
Mihalo Markovic, doctor en filosofía convocado por Fromm para su libro “Humanismo socialista”, expresaba sobre la burocracia en los países socialistas que era el producto que se había instalado una estricta planificación en todas las esferas de la producción material, incluyendo la educación y la cultura y habían puesto tanto énfasis en el progreso tecnológico que la concepción humanista de Marx con respecto a una sociedad más justa y humana, había quedado reducida al de una sociedad opulenta, idea impuesta a las masas, y en cuyo nombre se justificaba cualquier sacrificio.
La planificación estricta inhibe la iniciativa, el rápido progreso económico no implica necesariamente la solución de los problemas sociales, si bien puede reducir la pobreza también puede incrementar la alienación y la deshumanización tal como ocurre en el capitalismo, Markovic concluía señalando que: “El sacrificio de una generación en beneficio de las próximas no es algo que los gobernantes puedan decidir por sí solos, especialmente si ellos mismos no sacrifican nada”.(12)
En la campaña electoral de 1968 en los Estados Unidos Fromm convocaba a terminar con los métodos burocráticos que afectaban a instituciones de todo tipo como hospitales, escuelas, universidades y fábricas. Había que dejar de tratar a las personas como objetos privándolos de iniciativa y alimentando la idea que los individuos no pueden hacer nada si no están organizados por burócratas.(13)