El Forjista
Volvió a leer y a escribir pero el permiso le fue revocado mientras las autoridades revisaban los cuadernos en busca de alguna comunicación prohibida.
En el verano de 1933 se lanzó la campaña internacional en París por la liberación de las víctimas del fascismo entre ellos Gramsci, el escritor Romain Rolland escribió un panfleto titulado “Antonio Gramsci, Quienes mueren en las cárceles de Mussolini” con una foto de Gramsci enfrentando a Mussolini.
Incluso los trotskistas franceses lanzaron su propia campaña por la liberación de Gramsci, después de dos años de silencio la prensa del PCI en el exilio volvió a mencionar a Gramsci con el lema ¡Salvemos a Nuestro líder!, en Italia se repartieron volantes ilegales que decían: “Gramsci, el mayor italiano de nuestra época, líder de los trabajadores italianos”.
El informe médico de Arcangeli fue publicado por el diario comunista francés L’Humanité y reproducido por otros medios y los titulares anunciaban “Gramsci se está muriendo”.
En octubre de 1933 el gobierno italiano autorizó a Gramsci a abandonar la cárcel de Turi y se lo trasladó a una clínica en Formia una ciudad pequeña a mitad de camino entre Roma y Nápoli.
Dejó la cárcel el 19 de noviembre de 1933 a los 42 años después de haber estado cinco años detenido ahí, antes que abandonara Turi, Gustavo Trombetti el compañero de celda escondió sus cuadernos en un baúl entre las pertenencias personales mientras Antonio distraía a los guardias.
Pasó 18 días en la enfermería del presidio de Civitavecchia en el Lacio, mientras colocaban barrotes de hierro en las ventanas de su habitación en Formia para transformarla en una celda.
El 7 de diciembre de 1933 llegó a la clínica en Formia dirigida por el profesor Giuseppe Cusumano, seguía siendo un preso con un policía que lo vigilaba las 24 horas y patrullajes de policías en los jardines.
Tania iba a visitarlo desde Roma, también lo visitaban Carlo y Piero Straffa, los policías seguían a los visitantes y pasaban los informes.
Se recuperó un poco y retomó la escritura, en el verano de 1934 fue revisado por otro médico independiente amigo de Tania, Vittorio Puccinelli que no quedó conforme con los cuidados de la clínica, donde la comida era escasa, faltaba agua caliente para bañarse y la atención médica era esporádica e ineficiente.
En octubre de 1934 Gramsci hizo su propio pedido de libertad condicional basado en el Código Penal sobre los derechos de los reclusos enfermos, el 25 de octubre le concedieron la libertad condicional con la condición que no podía realizar propaganda comunista y le permitieron dar breves paseos acompañado por Tania, Carlo o Straffa a pie o en vehículo, pero siempre vigilado de cerca por la policía.
En junio de 1935 sufrió otra crisis y pidió dejar la clínica que no estaba en condiciones de atender sus necesidades, se quejaba de dolor en las articulaciones, hinchazón de los pies, una hernia y cuestionaba la falta de higiene, el 24 de agosto viajó con el profesor Puccinelli a internarse en la clínica Quisisana de Roma
En 1936 después de varios años le volvió a escribir a Julia y sus hijos en Moscú, pasó gran parte de ese año y el siguiente en cama debilitándose cada vez más, todavía podía leer, pero escribir lo obligaba a un gran esfuerzo, sus cartas eran breves dirigidas a sus hijos, los saludaba por sus cumpleaños y ocasiones especiales, en agosto de 1935 cuando cumplieron 12 y 10 años les envió un reloj a cada uno.
Giuliano que nunca había visto a su padre se interesó por su vida cuando vio una gran foto de él en el Parque Gorki de Moscú en una exposición de presos políticos comunistas reconocidos.
Recién a fines de 1936 la familia reconoció que su madre y su suegro habían muerto años antes, trató de no mostrar su enojo para evitar que le ocultaran otras cuestiones importantes.
La sentencia de Gramsci finalizó el 21 de abril de 1937 pero no pudo abandonar la clínica por su estado de salud, la noche del 25 sufrió una hemorragia cerebral y murió el 27 a los 46 años.
Al enterarse de su muerte de Gramsci un camarada cercano que militó en Turin, Mario Montagnana le escribió al secretario general del PCI, Palmiro Togliatti, que pocos podían “comprender en plenitud, con tanta profundidad como nosotros, la gravedad de la pérdida que ha sufrido el partido y, por eso, todo el pueblo; y esto, porque Antonio revela su grandeza, sus enormes cualidades políticas, intelectuales y morales sobre todo en las conversaciones, en la vida común de cada hora. Sin embargo, me impactó oir a un joven compañero, que ni siquiera conoció a Antonio, decirme que lo más trágico, lo más doloroso de la muerte de Antonio es que en gran medida su genio estuvo, digamos, inutilizado y por eso permaneció desconocido”
A pesar de su estado de salud no dejaba de hacer planes entre ellos regresar a Cerdeña aunque su deseo más ferviente era volver a reunirse con su esposa Julia y sus dos hijos Delio y Giuliano en Rusia, este último al que nunca pudo conocer.
Su hermano Carlo y su cuñada Tania fueron los únicos familiares presentes en la cremación que se realizó en medio de una nutrida presencia policial, sus cenizas fueron colocadas en el cementerio romano de Campo Verano.
La noticia de su muerte fue comunicada a los italianos por radio y en la prensa escrita donde se lo siguió calumniando con epítetos como político criminal, subversivo comunista y llegaron a decir de él “El más loco, el más fanático de todos”