El Forjista
Recién en julio de 1931 recibió el permiso para escribir cartas semanales en vez de quincenales, a su vez le informaron que su sentencia había sido apenas reducida en un año, cuatro meses y cinco días.
A comienzos de agosto de 1931 sufrió una crisis de salud más severa, cuando despertó tosiendo sangre, los guardias no concurrieron de inmediato a pesar del pedido de ayuda, después le informaron que el médico había salido a almorzar y luego tenía que visitar otros pacientes del pueblo.
Cuando el médico apareció le realizó un examen de rutina y le prescribió cloruro de calcio con un poco de adrenalina, regresó dos días después y le hizo un examen mas exhaustivo y descartó una infección en los bronquios, señalando que la sangre había provenido de los intestinos.
La tos fue cediendo de a poco, pero le salió un sarpullido con manchas rojas en el lado izquierdo del cuerpo, fueron días de mucho calor, transpiraba mucho por las noches y había tenido fiebre.
Le escribió varias cartas sin resultado al director del presidio quejándose porque los ruidos de la sala de guardia no lo dejaban dormir, la mejor terapia para todos sus muchos males era escribir los cuadernos que lograron notoriedad después de su muerte, sin embargo las jaquecas lo seguían atacando y le impedían concentrarse.
Se dedicó al estudio intensivo entre 1931 y 1932, el material se lo enviaban Carlo y Tania que compraban en una librería de Milán donde Pietro Straffa tenía una cuenta a su nombre, tradujo del alemán al italiano algunos textos de Marx y realizó un ensayo del Canto X del Infierno del Dante.
Enviaba con regularidad cartas a Cerdeña y Rusia que no tenían la rápida respuesta que él esperaba, esos silencios le causaban dolor, además porque las cartas de sus hermanos y hermanas hacía mención a la frágil salud de su madre, el dolor de las manos le impedían escribir y sólo podía dictar las cartas.
Su esposa seguía con problema psicológicos, recién tres años después Antonio pudo enterarse de los inconvenientes de salud de su esposa, opinando a la distancia sobre el tratamiento psicológico que recibía, opiniones que no era bien recibidas por su familia política
También hubo discordia entre Antonio y Tania por errores al comprar libros, o por la compra de unos anteojos demasiados caros, o porque Tania había escrito cartas a los abogados de Gramsci o a las autoridades e incluso al propio Mussolini en nombre de Gramsci, sin consultarlo, porque consideraba que peticionar ante las autoridades era una humillación, también se quejaba porque Tania le enviaba cosas que estaban prohibidas por el reglamento carcelario o le enviaba alimentos que no podía comer por sus problemas de salud.
No obstante, siempre Antonio terminaba reconociendo las buenas intenciones de su cuñada y le pedía perdón por su enojo.