El Forjista

Antonio Gramsci, una biografía

Andrew Pearmain

16 - Turi

Turi quedaba en las cercanías de Bari, nuevamente el traslado fue otra tortura, fue en un tren penitenciario con grilletes y esposas que duró 12 días, el tren paraba en sucias cárceles donde pasaba las noches, todas sus enfermedades se agravaron.

En Caserta un médico le diagnosticó herpes zoster, el médico, un simpatizante fascista, se negó a darle gasas para vendar las llagas alegando que los soldados que combatieron en la guerra tampoco tenían vendas, después quiso cobrar y se quedó con parte de las cerezas que su familia le había enviado.

En otra parada siguió su suplicio: “En Benevento pasé dos días y dos noches infernales; me retorcía como un gusano. No podía estar sentado, parado o acostado, no podía aliviar el dolor”

El médico de cárcel de Benevento le diagnosticó erisipela una infección bacteriana subcutánea que causa sarpullidos, dolor muscular y forúnculos, y le informó que no había tratamiento posible así que aconsejó dejar que la infección cumpliera su ciclo que en unas semanas mejoraría, así ocurrió.

El 19 de julio llegó a Turi con la piel todavía inflamada y problemas para tragar y digerir la comida, respirando con dificultad e impedido de caminar sin apoyarse en alguien o algo.

En la cárcel lo esperaban dos cartas, una de Tania y otra de Carlo con 250 liras, al principio fue encerrado en una sala de cuarentena antes de asignarlo a un sector, dos semanas después lo trasladaron a una celda donde permaneció con cuatro presos políticos que padecían enfermedades bronquiales y pulmonares, su preocupación era sumarle otra enfermedad por contagio a su debilitaba salud.

El director de cárcel le hizo saber que había recibido expresas instrucciones de tratarlo de igual forma que a los demás presos, es decir que no iba a atender sus reclamos por mejores condiciones, y le recordó que sólo podía enviar una carta por quincena, como quería responder las dos que había recibido le dio a elegir cuál de ellas quería enviar.

El médico de la prisión tampoco era compasivo se llamaba Cisternino y se negó a verlo durante varios días, cuando por fin lo hizo le comentó que como fascista que era lo que más deseaba era verlo muerto.

A mediados de agosto de 1928 logró que le asignaran una celda individual por causas médicas, pero la nueva celda estaba al lado de la sala de los guardiacárcel donde había ruido durante todo el día y la noche, nunca pudo dormir una noche de corrido, siendo la privación de sueño otra de las torturas a las que fue sometido.

Gramsci pudo leer mucho en Turi porque había una bien provista biblioteca y además recibía libros y periódicos que le seguía enviando su amigo Piero Straffa.

Hacia fines de 1928 y comienzos de 1929 los problemas de salud lo martirizaban con problemas renales, necesitaba ayuda para caminar, en diciembre Tania viajó desde Milán a Turi y alquiló una habitación por dos semanas y lo visitó casi todos los días.

En febrero de 1929 recibió autorización para escribir, eso significó una especie de liberación, su hermano Carlo había contratado un abogado que fue el que realizó la petición ante las autoridades penitenciarias.

En mayo recibió carta de Julia con noticias de los niños y sus progresos, en la respuesta a su esposa le incorporó un sobre con su primera carta a su hijo Delio, y le pidió que le escribiera haciéndose dictar la carta por un adulto, pero luego se fueron espaciando las cartas de su esposa y fue otro tema de preocupación.

Gramsci le escribió que su salud y su ánimo habían empeorado durante el invierno y que eso era por la falta de comunicación de su esposa y la sensación de que estaba perdiendo el contacto de su familia y en especial con sus hijos.

En agosto de 1930 Palmiro Togliati escribió desde Paris un memorando para los líderes del PCI en el exilio diciendo que Gramsci estaba desmoralizado por asuntos familiares y le pedían que intentaran comunicarse con la esposa para aclarar las cosas y se quejaba que su esposa remitiera la correspondencia a una oficina que después debía reenviarlas y que eso hacía que tardara como seis meses, pedía que se comunicaran con la mujer para que las enviara por el correo directamente poniéndolas en un buzón.

Pero el abatimiento por las incomunicaciones con su familia no le impidió que este fuera el período de mayor creatividad y productividad llenando varios cuadernos entre 1929 y 1933 y que serían lo que darían a conocer después de su muerte.

A medida que completaba los cuadernos quedaban en depósito y se le permitía consultar unos pocos por vez, los primeros artículos fueron traducciones del alemán y del ruso, luego empezó a escribir sus propias anotaciones, la mayoría eran fragmentos breves.

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