El Forjista

Antonio Gramsci, una biografía

Andrew Pearmain

14 - Comienza el calvario

A fines de octubre de 1926 la Internacional envío a Jules Humbert-Droz a explicarle a Gramsci las diferencias en el partido ruso, pero cuando se dirigía a Génova para el encuentro, la policía en Milán lo interceptó y le recomendó regresar a Roma, habían atentado nuevamente contra la vida de Mussolini y le dijeron que no podían garantizar su seguridad.

El 5 de noviembre el gobierno canceló todos los pasaportes y los guardias de fronteras tenían la orden de disparar si alguien trataba de cruzar la frontera, se prohibieron todas las publicaciones antifascistas y se disolvieron los partidos, también se expulsó a los diputados opositores del Parlamento.

EL 8 de noviembre comenzaron las detenciones de diputados y activistas comunistas y demás opositores, a Gramsci le enviaron varios mensajes para que escapara, pero se negó a escucharlos, siendo arrestado en su habitación en Roma.

Los comunistas comparecieron ante tribunales especiales creados por decreto para eliminar a la oposición, esos tribunales estaban conformados por miembros del fascismo y oficiales del ejército que podían dictar sentencias de confinamiento interno de hasta cinco años, un mecanismo que ya había sido utilizado por los gobiernos liberales.

Las condiciones de vida eran un poco menos estrictas que la condena en una cárcel, incluso había alojamientos para la familia, pero quedaban impedidos de moverse con libertad y eran desplazados de la vida política, enviados a las zonas más remotas del país, no se les permitía tener abogados, presentar testigos, ni apelar ante tribunales ordinarios.

Fue conducido a la prisión de Regina Coeli en Roma, estuvo dieciséis días en soledad y con una disciplina estricta, los primeros tres días lo pasó en una celda con malos olores llena de cucarachas con una ración muy elemental, después pudo comprar alguna comida con la asignación que el gobierno le pagaba a los presos políticos y fue transferido a una celda más limpia con sábanas y muebles, pero con una luz que no podía apagar por las noches.

La hora diaria de ejercicio lo pasaba en soledad en un patio con paredes altas y supervisado por guardias desde lo alto, se le realizaban inspecciones nocturnas en la celda a las 3 de la mañana.

El 19 de noviembre le informaron que fue condenado con la pena máxima que esos tribunales podían dar, es decir a 5 años de exilio interno; el 25 lo condujeron en tren hasta Nápoles con otros cuatro presos sujetos con grilletes, pasó dos días en Nápoles y luego en barco hasta Palermo, en Sicilia, allí fue alojado en una casa, donde se le unieron otros presos políticos, para viajar en barco a la isla de Ustica al norte de Sicilia a 67 km de Palermo.

Llegaron a Ustica el 7 de diciembre donde las condiciones de vida mejoraron bastante, en la isla eran “libres de hacer lo que quisieran”, había unos 30 comunistas, entre ellos Gramsci y Bordiga, la isla tenía una población permanente de 1000 personas y 600 eran delincuentes comunes provenientes de todo el país.

Gramsci se reunía a conversar con los presos comunes, que eran sometidos a un régimen más duro, con palizas y confinamientos frecuentes.

Con Bordiga se llevaban bastante bien y organizaron una escuela para los presos políticos que se basaban en los cursos que Gramsci ya había organizado en 1925, utilizaban libros que Gramsci pedía en Milán y que pagaba su amigo Piero Straffa que enseñaba economía junto a Keynes en la Universidad Cambridge en Inglaterra, los cursos también estaban abiertos a los habitantes de la isla.

El ferry llevaba la correspondencia única conexión con el mundo, a él le escribía su esposa Julia, y su cuñada Tania, las cartas pasaban por tres controles, el director de la cárcel, después estaba Tania que era la que enviaba las cartas a Moscú, porque no estaba autorizado a escribir a Rusia y por último la policía secreta soviética.

En sus cartas trataba de llevar tranquilidad a su familia, porque en el extranjero circulaban versiones que se encontraba en grave estado al borde la muerte, si situación no era alarmante, pero continuaba con sus habituales jaquecas.

Tania le enviaba libros, provisiones y ropa de abrigo, luego de seis semanas en Ustica fue transferido nuevamente a una cárcel en Milán en un traslado que duró 19 días, viajando como prisionero con otros delincuentes comunes, a los que estaba sujeto con una cadena.

Este traslado sí le dañó la salud, este maltrato no era casual buscaba afectar el estado de ánimo de los antifascistas, esta mudanza abortó un plan de los líderes del PCI en el exilio que estaban tramando un plan de escape para los presos del Partido Comunista.

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