El Forjista

Antonio Gramsci, una biografía

Andrew Pearmain

1 - Los primeros años

Antonio Gramsci, Nino para su familia, nació el 22 de enero de 1891 en la ciudad de Ales, cerca de Cagliari, capital de Cerdeña, fue el cuarto de siete hermanos, tres mujeres y cuatro varones.

Su familia se estableció en el pueblo de Ghilarza, ubicado a unos 130 kilómetros de Cagliari, por aquellos años tenía una población de 2200 habitantes de los cuales se estimaba que sólo 200 sabían leer y escribir, lo cual era más raro en las mujeres, sin embargo su madre, Giuseppina Marcias, a la que todos llamaban Peppina sabía leer, siendo la lectura una de sus principales distracciones.

Aproximadamente a los cuatro años Antonio padeció una enfermedad que le dejó una joroba y un estado de salud frágil que padeció toda su vida, la gravedad hizo que su familia supusiera que inevitablemente iba a fallecer, hubo muchas especulaciones en la familia sobre el mal que lo aquejó lo más probable era que se tratara de una infección, muy habitual en una Cerdeña empobrecida, siendo adulto un especialista le indicó que posiblemente el mal fuera la enfermedad de Pott también conocida como  tuberculosis vertebral que suele producir un joroba, también afectó su crecimiento, nunca superó el metro y medio de estatura.

En 1897 la familia sufre un golpe que afecta la cierta tranquilidad económica que hasta el momento mantenía, cuando su padre Francesco es despedido de su puesto en el registro Catastral de Sorgono, pueblo ubicado a 36 kilómetros de Ghilarza, y al año siguiente resulta  arrestado, el sector político al que pertenecía había perdido y las consecuencias no tardaron en llegar.

En Peppina quedó la responsabilidad de sustentar a su familia con siete hijos, con edades que iban de 1 a 14 años, regresaron a Ghilarza y su hijo mayor Gennaro debió salir a buscar trabajo, y comenzó a gastar su escasa herencia, vendiendo unas tierras que había recibido en herencia.

A la vez tomó un inquilino en su casa y comenzó a coser y vender ropa que ella hacía, mientras que en las tareas domésticas era asistida por sus hijas, Peppina le había dicho a sus hijos salvo al mayor, que su padre se había marchado a visitar a unos parientes, sin embargo la verdad no tardó en conocerse.

Con sacrificios la familia logró sobrevivir y Nino pudo concurrir a la escuela a partir de los siete años, fue el más brillante y estudioso de todos los hermanos, le iba muy bien en la escuela.

La enfermedad y la vergüenza de la detención de su padre al que le endilgaron cargos de corrupción, hizo que de adulto él definiera su niñez como “una cloaca de amargura”.

Una vez le confesó a un compañero de prisión: “Cuando era niño, los niños del pueblo nunca se me acercaban, excepto para burlarse de mí. Casi siempre estaba solo. A veces, al encontrarme casualmente entre ellos se lanzaban contra mí, y no sólo con palabras. Un día … empezaron a tirarme piedras con más violencia que de costumbre, con esa maldad que era propia de los niños y de los seres débiles. Perdí la paciencia y también yo tomé piedras. Empecé a defenderme con tanta energía que los hice huir… Desde ese día me tuvieron respeto y no me fastidiaron más”.

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