El Forjista

 MANUEL UGARTE
PRECURSOR DEL NACIONALISMO POPULAR

por Juan Carlos Lara

Capítulo 1 - Introducción


“Mañana, cuando se escriba la historia del pensamiento americano, a ti te tendrán que erigir en tu país y fuera de él, un pedestal aparte, más alto que el de los corderos de Panurgo”.

Rufino Blanco Fombona, carta a Ugarte, 31.1.1911

 

Es un lugar común en la historia de las ideas argentinas datar el nacimiento del nacionalismo contemporáneo en los años del primer centenario, representándolo en las figuras señeras de Manuel Gálvez (1882-1962) y Ricardo Rojas (1882-1957). A este respecto sostienen Payá y Cárdenas: “El nacionalismo, entendido como una doctrina coherente que interpreta el país y su historia, vio la luz en la Argentina con la aparición de dos obras: ‘La restauración nacionalista’, de Ricardo Rojas, en 1909, y ‘El diario de Gabriel Quiroga’, de Manuel Gálvez, pocos meses después ” [1].

Estas dos obras serán, asimismo, para Mónica Quijada, “los dos pilares sobre los que se asienta el nacionalismo del Centenario ” [2] y en el mismo sentido se expide Fermín Chávez, en prólogo a la tercera edición del libro de Rojas [3] , aunque en su caso agrega un tercer pilar: el “Prometeo” de Lugones, publicado en el mismo año 1910 [4] .

Parecida actitud, por último, con la particularidad de omitir toda mención al libro de Gálvez, es la que adopta Enrique Zuleta Alvarez en los dos exhaustivos tomos de su historia del nacionalismo argentino [5].

Sintomáticamente, ninguno de los autores nombrados se detiene en la figura precursora de Manuel Ugarte (1875-1951), un hombre que, pese a militar en las filas del socialismo –o acaso por esa misma circunstancia-, supo entrever mejor que nadie, a principios del siglo XX, el poderoso vínculo que unía la noción de patria (en su caso, de patria grande latinoamericana) con la posibilidad de liberación nacional y social de las masas explotadas de nuestra tierra.

Sin pretender menoscabar la importancia de los citados libros de Rojas y Gálvez, de los que hablaremos más adelante, creemos necesario hacer la siguiente salvedad previa: el nacionalismo que nace o se prefigura con estas obras, tal vez por una interesada y sesgada lectura posterior, hecha tanto por “autoritaristas” como por “democráticos” [6], se convierte en realidad en el precursor de una de las vertientes del nacionalismo, ésa –reaccionaria y sin pueblo- que alguna vez le hizo exclamar a Jauretche, “yo no soy nacionalista, soy nacional”, y en otra ocasión, con motivo de una polémica con Jordán Bruno Genta: "el nacionalismo de ustedes se parece al amor del hijo junto a la tumba del padre; el nuestro, se parece al amor del padre junto a la cuna del hijo, y esta es la sustancial diferencia. Para ustedes la nación se realizó y fue derogada; para nosotros, sigue todavía naciendo" [7].

El nacionalismo de derecha, punta de lanza en la caída de gobiernos populares como los de Yrigoyen y Perón –derrotas nacionales usufructuadas a la postre por el liberalismo más crudamente colonial- ciertamente dista en puntos básicos de aquella otra vertiente del nacionalismo (con mayor preponderancia social y, en ciertos casos, de clara orientación marxista) a la que se ha denominado nacionalismo popular o nacionalismo revolucionario y que reconoce raíces ideológicas en autores del siglo XIX como el último Alberdi, los hermanos José y Rafael Hernández, Carlos Guido y Spano y el médico, abogado e ingeniero agrónomo español Juan Bialet-Massé, entre otros.

Para los días del Centenario –quizá sin saberlo él mismo- esta corriente tenía a su expositor más eminente en Manuel Ugarte, autor de “El porvenir de la América Española” (Valencia, 1910). Un escritor venezolano, contemporáneo de Ugarte y bolivariano ejemplar, Rufino Blanco Fombona, lo supo ver con claridad: “Hay dos corrientes de ideas entre los argentinos, por un lado, la que empieza con Rivadavia y sigue con Mitre, y su hermana, a la cual pertenece Manuel Gálvez, que últimamente nos hablaba del protectorado argentino desde Chile a México, y por otro, el nacionalismo popular latinoamericano expresado en Dorrego, Juan B. Alberdi y Manuel Ugarte” [8].

Que un venezolano nos recuerde cuáles son las auténticas bases de nuestro pensamiento nacional y popular no es exclusiva característica de los días presentes, como puede apreciarse…

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