El Forjista

Biografía del general San Martín

 

Capítulo 14 - Chacabuco

 

El 8 de febrero de 1817 las dos columnas principales se reunieron en territorio chileno y procedieron a la liberación de las dos primeras poblaciones: San Antonio y Santa Rosa.

El 11 por la noche las tropas patriotas se concentraron en la cuesta de Chacabuco con la intención de enfrentar al grueso del ejército realista, formando dos columnas que atacarían los flancos de enemigo, una con 1500 hombres al mando de O’Higgins acometería por la Cuesta Vieja y la otra con 2100 al mando de Soler la Cuesta Nueva.

La victoria del ejército patriota fue contundente y apabullante murieron 450 realistas contra 12 patriotas, se tomaron 600 prisioneros del enemigo.

El 14 de febrero San Martín le envía una carta al general Belgrano en una demostración de la confianza que tenía depositada en él, donde le informaba: “El 12 tuvimos batalla general en las llanuras de Chacabuco: el enemigo, en número de más de dos mil, sostuvo un vivo fuego de fusil y cañón, pero él fue absolutamente derrotado. Dejó en el campo de batalla más de seiscientos muertos, quinientos y tantos prisioneros, entre ellos treinta y más oficiales, mil y más fusiles, dos piezas de artillería, cantidad inmensa de municiones. Los que murieron de los nuestros no alcanzan a cincuenta. El presidente Marcó fugó a Valparaíso a las 12 de la noche de ese mismo día, no encontrando buque sigue para el sur, a donde he mandado perseguirle. El resto de sus fuerzas se dispersó completamente. Hoy ha entrado nuestro Ejército en esta Capital en medio de las aclamaciones de un pueblo numeroso. En ella hemos formado un gran parque, y artillería de todos calibres. En fin, la campaña ha concluido casi antes de empezar. Todo Chile se halla en nuestras manos: lo vemos, y aún no cesa la admiración”.

Belgrano le responde: “Los Pueblos y ejército a mi mando, llenos de júbilo y contento, ven a Vuestra Excelencia el Libertador de Chile, y le dan las gracias por el beneficio que deben a sus nobles esfuerzos, felicitándolo conmigo, igualmente que a sus compañeros de armas, que han sabido seguir las huellas que Vuestra Excelencia les trazó para cubrirse de glorias las armas de la Nación, sacar de la opresión a nuestros hermanos, y afianzar para siempre la independencia de la América del Sud”.

El virrey del Perú Pezuela escribió: “Las desgracias que padecieron nuestras armas en Chacabuco, poniendo el reino de Chile a discreción de los invasores de Buenos Aires, fue el principio del restablecimiento para los disidentes, y la causa (del rey) retrogradó a grande distancia proporcionando a los disidentes puertos cómodos donde aprestar fuerzas marítimas para dominar el Pacífico. Cambióse el teatro de guerra. Los enemigos trasladaron los elementos de su poder a Chile, donde con más facilidad y a menos costa podían combatir al nuestro en sus fundamentos”.

San Martín permaneció en Chacabuco haciendo atender a los heridos de ambos bandos, el gobernador español Francisco Casimiro Marcó del Pont anunció que pensaba huir, San Martín envió al fraile y teniente José Félix Aldao a perseguirlo; Aldao tiempo después fue lugarteniente de Facundo Quiroga.

Marcó del Pont se encontraba cerca de Concepción en la espera de un buque que lo condujera a Lima, Aldao se enteró y rápidamente se dirigió al lugar donde lo detuvo.

San Martín le envió una carta a su amigo escocés James Duff, conde de Fife, el 9 de septiembre de 1817 donde exponía crudamente los métodos crueles empleados por los españoles en América: “Parecería que los españoles estuvieran empecinados en convertirlas en un desierto, tal es el carácter de la guerra que hace. Ni edades ni sexo escapan al patíbulo”.

En igual tono se dirigió al vizconde de Castlereagh jefe del Foreign Office: “Es sabida la conducta que los españoles han guardado con sus colonias: sabido es igual el género de guerra que han adoptado para volverlas a subyugar. Al siglo de la ilustración, cultura y filantropía, estaba reservado el ser testigo de los horrores cometidos por los españoles en la apacible América. Horrores que la humanidad se estremece al considerarlos, y que se emplean con los americanos que tenemos el gran crimen de sostener los derechos de la voluntad general de sus habitantes: en retribución de tal conducta los hijos de este suelo han empleado los medios opuestos”.

Marcó del Pont ahora detenido por Aldao había destratado a San Martín cuando a un enviado de éste le dijo: “Yo firmo con mano blanca, no como la de su general que es negra” mostrando su racismo resaltando su origen hidalgo y la supuesta condición de mestizo de San Martín al que llamaba “el cholo de Misiones”.

Cuando el Libertador lo recibió luego de su detención el 22 de febrero le extendió la mano y le dijo: “¡Venga esa mano blanca, mi general…!”.

El gobernador español fue trasladado a Mendoza, luego a San Luis y por último a Lujan donde moriría en prisión el 19 de mayo de 1819.

El 14 de febrero el ejército patriota hizo su ingreso victorioso a la ciudad de Santiago, la primera decisión del Libertador fue convocar a un Cabildo Abierto para que eligiese a un nuevo gobierno, San Martín fue elegido por aclamación, pero no aceptó, el acuerdo de la Logia Lautaro era que Bernardo de O’Higgins fuera designado Director Supremo de Chile y así ocurrió.

Por esos días le informaba a Guido: “Ocho días de campaña han deshecho absolutamente el poder colosal de estos hombres…Después de aumentar el ejército con más de mil hombres de los prisioneros y presentados, tengo a cuarteles 1300 más y cada momento siguen presentándose. Hoy espero 400 de Valparaíso y otra infinidad de varias partes”.

El Cabildo lo premió con una finca, agradeció el gesto pero pidió que se le diera otro destino, como un hospital de mujeres y un vacunador que recorra el país para que alivie de la viruela.

También devolvió la vajilla de oro y el sueldo que le habían asignado aclarando: “No estamos en tiempo de tanto lujo. El Estado se halla en necesidad y es necesario que todos contribuyamos a remediarla”.

También rechazó 10.000 pesos que le otorgó el Cabildo en concepto de viáticos para que pudiera trasladarse a Buenos Aires y pidió que se destinaran a la fundación de una biblioteca.

Su estado de salud se vio resentida por las exigencias a la que fue sometida y las viejas afecciones retornaron para atormentarlo, la altura y el frío al que sometió a su cuerpo agravaron el asma y el reumatismo, tal es así que en carta a Godoy Cruz le cuenta sus pesares y hace referencia a “los pocos días que me restan”.

Su médico personal el doctor Zapata alertaba a Guido: “Preveo muy pronto el término de la vida apreciable de nuestro general si no se le distrae de las atenciones que diariamente le agitan, a lo menos por el tiempo necesario de reparar su salud atacada ya en el sistema nervioso” Y finalizaba: “Empeñe V.S: toda su amistad para que este hombre, todo del público, se acuerde alguna vez de sí mismo…”.

Varios de los españoles que pudieron huir de los combates lograron escaparse rumbo a Perú, desde donde en meses posteriores se enviarían expediciones con tropas realistas para mantener el control del territorio chileno en el sur.

El libertador envió a Las Heras a emprender la campaña libertadora del sur obteniendo las victorias de Curapaligüe y Gavilán, los españoles se fortificaron en Talcahuano que resistió el sitio de los patriotas.

El 11 de marzo emprendió el retorno a Buenos Aires a los efectos de discutir con el Director sobre los fondos necesarios para continuar con la gesta libertadora, mientras el gobierno porteño consideraba que los recursos debían obtenerse de imponer contribuciones forzosas a los chilenos, el general entendía que era el gobierno de Buenos Aires el que debía realizar el mayor aporte por contar con medios suficientes producto del comercio exterior, aún restaba completar el dominio de todo el territorio chileno y emprender la campaña al Perú, que era el centro del poder español.

Fue así como volvió a cruzar la cordillera a pesar de los serios problemas de salud que quedaban relegados por los deberes que el libertador se había impuesto, previamente se detuvo en Chacabuco para rendir homenaje a los caídos en combate, en especial a los afroamericanos que habían tenido la peor parte en el combate.

Pueyrredón le pide que se detenga en San José de Flores para organizar la entrada triunfal del Libertador quién no gustaba de estos homenajes y decidió ingresar a la ciudad por la noche cuando todos dormían.

El 30 de marzo estaba en Buenos Aires, con la enorme alegría de reencontrarse con su esposa y su hija de siete meses.

El Cabildo le brindó un banquete y un homenaje, pero más allá de las sentidas palabras dichas en su honor, la clase dirigente y la burguesía comercial principal poder en la ciudad no tenía ningún interés en continuar la campaña, mucho menos en seguir destinando fondos a ese fin.

Fue recibido por el Congreso que se había trasladado de Tucumán a esa ciudad, fue ascendido brigadier general pero rechazó la promoción diciendo: “Hace tiempo di mi palabra solemne de que no aceptaría ningún grado militar ni ningún cargo político. Por esa razón espero que Su Excelencia no comprometa mi honor ante el pueblo y que no atribuya usted mi rechazo al ascenso a exceso de orgullo”.

También rechazó un premio en metálico, en cambio aceptó una pensión anual de 600 pesos destinada a su hija.

Una de las actividades más importante fue participar en una reunión de la logia a la que concurrieron el Director Supremo Pueyrredón, y también Gregorio Tagle, Miguel de Azcuénaga, Balcarce, Viamonte, Grela, Chorroarin, Antonio Sáenz, Valentín Gómez, Gascón, Guillermo Pinto, Santiago Rivadavia, Matías Irigoyen, Pedro León Gallo y Vicente López y Planes.

Pueyrredón reflejó la opinión de la burguesía comercial el verdadero poder, señalando que la ciudad ya había realizado un esfuerzo muy importante y que ahora debía ser Chile quién debía realizar el mayor aporte a la liberación propia y del Perú, el interés de la ciudad estaba centrado en utilizar los recursos para combatir a Artigas y los caudillos del Litoral que en su empeño federal ponían en cuestión el dominio de la aduana por una minoría que actuaba de espaldas al país.

También utilizaban el argumento del temor a la llegada de una expedición española para ahogar la revolución, aunque esa expedición se dirigió hacia Venezuela.

Ricardo Rojas en su libro “El santo de la espada” expresa que San Martín dijo: “Una vez que V.E. mal inspirado (añadió, mirando con enfado a Tagle) me declara que ésta ya no es la causa del Ejército de los Andes, V.E. tendrá que aceptar la renuncia que haré del mando que se me había confiado”.

Rojas añadía: “La conferencia concluyó sin que se aceptase la opinión contraria a San Martín, o sea la necesaria del repaso de los Andes. Todos se retiraron afectados: San Martín por el posible fracaso de sus planes, los demás, por el anuncio de la dimisión”.

Fue así como el Libertador logró convencer que se enviaran fondos a Chile, que se aliviara las exigencias sobre el país trasandino e iniciar negociaciones con los Estados Unidos para la compra de buques que se utilizarían en la expedición del Perú, además consiguió que se nombrara a Guido representante ante el gobierno de Chile para poder contar con sus servicios.

Por eso le escribió a O’Higgins: “Queda dispuesto que pongamos en el Pacífico una escuadra que lo domine. Con esta arma será sin duda aniquilado el último poder de nuestros enemigos. Necesitamos un año más para la ejecución de nuestros intentos, que tendrá su efecto infalible si conservamos el orden interior”.

Mientras San Martín y O’Higgins estaban liberando Chile, José Miguel Carrera uno de los hermanos había llegado de Europa a Buenos Aires en febrero de 1817 con cuatro barcos, soldados y armamentos para llevar a cabo su particular plan, Pueyrredón trató de convencerlo que se sumara a las huestes que estaban cruzando los Andes pero Carrera se negó porque no quería tener de superiores a ninguno de los dos libertadores de Chile.

Ante la negativa el gobierno de Buenos Aires le negó autorización para dirigirse a cualquier punto y concluyó deteniéndolo en un barco, de donde logró fugarse, asilándose en Montevideo que estaba en poder de los portugueses.

En esa ciudad se alió con Alvear y ambos conspiraron contra el gobierno de Buenos Aires, interviniendo en las guerras civiles del río de la Plata, tenía la intención de regresar a Chile para conspirar contra O’Higgings, sus dos hermanos Juan José y Luis fueron detenidos en San Luis cuando intentaban regresar a Chile.

Les realizaron consejo de guerra, que dictaminó que debían ser fusilados, no obstante optaron por preguntarle la opinión a San Martín, que explicó “…que estoy convencido del honor que asiste a todos los jefes del Ejército Unido y la imparcialidad que guardarían en el juicio, sin embargo la sentencia que recayese no sería mirada en el público como justa, y se creería emanada de mi influencia”.

Sin embargo el gobernador de Cuyo Luzuriaga no hizo caso a la recomendación e hizo cumplir la condena, los dos hermanos Carrera fueron ejecutados en Mendoza el 8 de abril de 1818.

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