El Forjista
Mientras en Montevideo se había instalado una Junta como las de España, en Buenos Aires también había hombres que querían instaurar ese sistema de gobierno. Entre ellos estaba los que consideraban que las juntas debían estar formadas exclusivamente por españoles, otros que también participaron en el levantamiento, vieron en él la posibilidad de terminar con los virreyes y establecer un gobierno que tuviera mayor participación popular.
Los
patriotas adoptaron disímiles actitudes en el conflicto que dividió
a la sociedad virreinal. Algunos como Moreno, apoyaron el levantamiento
contra Liniers. Otro sector patriota, pero de ideas más conservadoras,
tal el caso de Saavedra, apoyó decididamente al virrey y evitaron su
inmediata caída, todo el mérito que Saavedra vio en Liniers se relacionaba
con que había sido el principal organizador del ejército.
El
29 de diciembre de 1808, el Cabildo trató el tema de los vales patrióticos
decretado por Liniers para recaudar fondos para sostener al ejército,
esto molestaba a los comerciantes españoles, que tenían en Alzaga a
su mayor exponente. El Cabildo, dominado por Alzaga y sus seguidores,
se opuso a la medida de Liniers. Moreno era colaborador del Cabildo
por lo que tuvo en esos días una posición favorable a los plantes de
ese organismo.
En
la misma sesión el Cabildo pasó a tratar el casamiento de la hija del
virrey, lo que fue utilizado como una excusa para obtener la renuncia
de Liniers. De acuerdo a las Leyes de Indias, el casamiento debía ser
autorizado por el Cabildo, requisito ni cumplido por Liniers.
El
Cabildo consultó a Mariano Moreno, quién opinó como abogado, que el
virrey debía cesar en sus funciones, pero la Audiencia, que respondía
a los sectores más reaccionarios de la colonia, decretó que la tesis
de Moreno debía ser rechazada y se decidió apoyar al virrey.
El
embate contra Liniers debía culminar el 1° de enero cuando se debía
elegir, como todos loa años para esa fecha, a los nuevos componentes
del Cabildo. La táctica consistía en elegir a los declarados enemigos
del virrey para que este se viera en la obligación de rechazarlos.
El
31 de diciembre el Cabildo rechazó el nombramiento como Alférez Real
de Bernardino Rivadavia, nombrado por Liniers, entre los argumentos
para la impugnación se señalaba: “ No tiene carrera, es notoriamente
de ningunas facultades, joven sin ejercicio sin el menor mérito y de
otras cualidades que son públicas en esta ciudad”. El autor de este
retrato no fue otro que Mariano Moreno.
Al
comenzar aquel 1 ° de enero las tropas adictas al Cabildo ocuparon la plaza. Reunidos los capitulares hicieron
conocer al virrey el rechazo del nombramiento de Rivadavia, decisión
que Liniers aceptó. Posteriormente le hicieron conocer la lista de los
nuevos capitulares, pero para sorpresa de los hombres del Cabildo, Liniers
también los aceptó. En realidad el virrey estaba aconsejado por Saavedra
para actuar de esa manera, como forma de ganar tiempo y realizar las
acciones en defensa del gobierno.
Los
rebeldes quedaron sin argumentos, decidiendo marchar hacia el Fuerte
a pedir sin más preámbulos, la destitución de Liniers, en la delegación
también marchó Moreno, quién estaba totalmente comprometido con el alzamiento.
Luego de largos conciliábulos con la participación del obispo Lué en
carácter de mediador, Liniers aceptó renunciar, pero en ese preciso
instante intervinieron las tropas al mando de Saavedra, logrando desalojar
la plaza de tropas rebeldes. Saavedra se dirigió al lugar de reuniones
y logró conjugar el peligro, restituyendo el orden.
Los
capitulares rebeldes fueron encarcelados y enviados a Carmen de Patagones,
tiempo después Alzaga logró escapar de la prisión con ayuda de una misión
enviada por De Elío desde Montevideo, en esta ciudad fue recibido como
un héroe.
La
junta que el Cabildo rebelde proyectaba designar estaba compuesta en
su totalidad por españoles, a excepción de los dos secretarios que eran
criollos, se trataba de Julián de Leyva y Mariano Moreno.
A
pesar de participar en la revuelta, Moreno mantenía diferencias con
Alzaga, lo acusaba de haber actuado con escasa convicción, pero fundamentalmente
le cuestionaba la escasa participación que le permitía a los criollos.
Esta era una característica común a la casi totalidad de los españoles,
fueran liberales o absolutistas, todos ellos desconfiaban de los nativos
de América.
Los
sectores más recalcitrantes de las colonias americanas se oponían a
la instalación de Juntas en América, derecho que sí reconocían en España.
Abascal, el virrey de Perú; Francisco de Paula Sanz, gobernador de Potosí;
Benito Maria Moxó, arzobispo de Chuquisaca; todos ellos eran declarados
enemigos de las juntas y de todo aquello que significara participación
del pueblo, especialmente si de americanos se trataba.
La
mayoría de los patriotas, al igual que el partido de Alzaga se consideraban
enemigos de Liniers, pero el temor de Alzaga a dar participación a los
criollos, impidió que la totalidad de los patriotas se volcaran a favor
de la revuelta, este factor decidió su suerte. Moreno que era uno de
los espíritus más independiente entre los patriotas siguió creyendo
en el sistema de juntas y en la posibilidad que ellas se transformaran
en un trampolín para los intereses de la revolución americana.
La
participación de Moreno en este levantamiento desmiente la afirmación
de algunos historiadores, en el sentido que no tuvo participación política
hasta el 25 de mayo de 1810.
Una
vez vencida la resistencia de los rebeldes, llovieron sobre Buenos Aires,
felicitaciones a Liniers por su triunfo, que en realidad era obra de Saavedra. Los personajes más reaccionarios
se alborozaron al conocer la noticia, el gobernador de Córdoba, Gutiérrez
de la Concha, al igual que Abascal y Paula Sanz, elogiaron al virrey
por haber impedido la instalación de una junta en Buenos Aires.
Los
jefes del ejército se encolumnaron tras Liniers, en general se trataba
de personas de una buena posición económica y de un pensamiento más
bien conservador, sólo aceptaban los cambios cuando eran inevitables.
La
rebelión de ese 1° de enero fue definida por Ernesto Palacio de esta
manera: ”Si el movimiento del 1° de enero puede considerarse precursor
... el impulso renovador no se encontraba en el partido de Liniers,
sino en el de Alzaga. Liniers y sus sostenedores representaban la timidez
y la reacción”.
Nuevamente
vemos a Moreno del lado de las transformaciones, siempre, hasta su muerte,
será así.
La noticia del apresamiento del rey español llegó a Chuquisaca el 17 de septiembre de 1808. El 11 de noviembre llegó José Manuel de Goyeneche, enviado de la Junta de Sevilla, pero que también trajo planes que concordaban con los proyectos de Brasil de instaurar a Carlota en el Virreinato.
Goyeneche
que era criollo, entró en contacto con los españoles más reaccionarios,
como el arzobispo Benito de Moxó, fanático partidario de la aristocracia,
también se acercó a Ramón García Pizarro, presidente de la Audiencia.
Las intrigas de Goyeneche pusieron en alerta a los patriotas altoperuano,
una de las cuestiones que más les preocupaban era la posibilidad entrega
de las colonias españolas a los portugueses.
Los
patriotas comenzaron a reunirse, entre ellos estaban los hermanos Zudañez
, Bernardo de Monteagudo, y otros. Se juntaban en una tienda que era
propiedad de Monteagudo y entre sus objetivos estaba la de contrarrestar
las intrigas de Goyeneche y sus aliados.
El
25 de mayo de 1809, Pizarro ordenó encarcelar a los patriotas, en especial
a los hermanos Zudañez. Uno de ellos fue tomado prisionero, lo que motivó
la inmediata reacción popular, se armaron con piedras y palos, y alguno
que otro fusil, para hacer frente a las tropas que comandaba el presidente
de la Audiencia.
La
agitación fue creciendo con las horas, en las calles los patriotas encendían
fogatas, ante esta firme actitud, Pizarro optó por liberar al detenido
en un intento de calmar a los más exaltados, sin embargo el pueblo cansado
de tantos años de despotismo, no se detuvo.
Pizarro
fue tomado prisionero, lo mismo que el arzobispo Moxó. Los revolucionarios empezaron a enviar a sus principales hombres
a otras ciudades para propagandizar los hechos de Chuquisaca: Monteagudo
y otros revolucionarios fueron enviados a Potosí.
Michel,
enviado de Chuquisaca a La Paz, se reunió con Pedro Domingo Murillo
el 15 de julio y acordaron producir un levantamiento al día siguiente,
entre los que tomaron parte de él se encontraba el cura Medina, primo
de Monteagudo. Buena parte de los soldados estaban de acuerdo con la
causa del levantamiento, que tuvo características mucho más revolucionarias
y populares que el de Chuquisaca.
Los
patriotas de La Paz lograron controlar el cuartel y encarcelaron al
gobernador Dávila. Posteriormente realizaron un Cabildo Abierto tomando
una serie de decisiones trascendentales, entre las cuales se destituía
al gobierno, se quemaron las cédulas de los deudores al fisco y concluyeron
redactando un Acta de Independencia por la cual “juran y declaran defender
con su sangre y fortuna la independencia de la Patria”.
El
24 de julio se reunió la Junta Tuitiva formada por quince vocales y
presidida por Murillo,
dando a conocer una declaración que marcaba con total claridad el estado
de ánimo de los revolucionarios paceños,“Ya es tiempo, de organizar un sistema nuevo de gobierno fundado
en los intereses de nuestra Patria altamente deprimida por la bastarda
política de Madrid. Ya es tiempo, en fin, de levantar el estandarte
de la libertad de estas desgraciadas colonias, adquiridas sin el menor
título y conservadas con la mayor injusticia y tiranía”.
Murillo
comenzó a reunir tropas y prepararlas para el combate, pues se acercaba
hacia La Paz, los ejércitos enviados desde Lima por Abascal, al mando
de Goyeneche con 5.000 hombres, y los enviados por Cisneros desde Buenos
Aires, al mando de Nieto con 1.000 hombres.
Goyeneche
derrotó a los revolucionarios y entró a La Paz, instaurando un régimen
de terror, y desató una represión con una saña similar a la que se había
empleado varios años antes para reprimir la insurrección india de Tupac
Amarú.
Los
principales jefes revolucionarios fueron encarcelados, torturados y
asesinados. Murillo fue muerto en la plaza pública, los cuerpos ahorcados
de los caudillos patriotas fueron expuestos varios días, a manera de
escarmiento para la ciudad rebelde. Varios inocentes también cayeron
bajo la garra de Goyeneche, aquellos pocos que lograron salvarse de
la muerte fueron confinados a Malvinas o desterrados a España.
Valen
estos hechos para demostrar a lo que se arriesgaban los revolucionarios
cuando se enfrentaban al poder de los absolutistas españoles. Esto debe
tenerse en cuenta para comprender cabalmente la decisión revolucionaria
con que actuó Moreno contra los enemigos de la Patria. Cuando se lo
acusa a Moreno de haber sido defensor del terror, no se tiene en cuenta
que los absolutistas lo habían impuesto desde su llegada a estas tierras.
La
falta de decisión en algunos casos, las divergencias entre los patriotas
y sobre todo la inferioridad militar, fueron las causales de la derrota
de los revolucionarios de La Paz. Pero a pesar de haber sido vencidos, este intento liberador marcó el camino a
los patriotas de toda América, que poco tiempo después siguieron el
camino de los mártires de La Paz.
Al
conocerse la noticia de la represión en La Paz, los hombres implicados
en el levantamiento de Chuquisaca optaron por rendirse. Con ellos la
represión fue mucho más suave, dado que muchos de ellos eran españoles
y no habían llegado a plantear la independencia, que tanto asustaba
a los funcionarios coloniales.
Uno
de los principales agitadores en el Alto Perú, fue el joven abogado
tucumano Monteagudo, quién actúo más tarde en el partido morenista,
llevando adelante las ideas de Moreno luego de su muerte. También fue
ministro de San Martín y luego colaboró con Bolivar. Bernardo Monteagudo
fue uno de los hombres que más hizo por la independencia americana.
En Buenos Aires, al tomar conocimiento del comportamiento de las fuerzas realistas en La Paz, creció la indignación contra el virrey Cisneros que había enviado tropas para reprimir el movimiento revolucionario.