El Forjista
En un interesantísimo artículo aparecido en una revista histórica, el fallecido historiador Miguel Angel Scenna, transcribió la opinión que sobre Moreno tenían otros historiadores y hombres que lo conocieron, brillantemente Scenna hacía aparecer la personalidad poco común de este gobernante que en sólo 206 días comenzó a recorrer el camino que condujo a nuestra independencia. Reproducimos algunas de las citas porque pintan el cuerpo y alma del revolucionario cuya estrella iluminó aquél inolvidable 1810.
Ernesto Palacio se expresó sobre los enfrentamientos en el seno de la Junta que llevaron a la derrota política de Moreno, con la consecuencia de poner en peligro el destino de la revolución. Dirá Palacio sobre el impulsivo estilo de Moreno: ” La fracción timorata de la Junta se escandalizaba por la audacia de esas expresiones y prefería esperar y contemporizar”:
La opción ante la cual se encontraron los hombres de Mayo era
avanzar en las conquistas obtenidas, o paralizarlas y permitir, como
ocurrió, que los realistas se recompusieran de los primeros golpes.
Jorge Abelardo Ramos pintó la personalidad de secretario de la
Junta en los siguientes términos: “Mariano Moreno, será la figura de
rasgos más acusados; este joven enérgico, tan astuto como ardoroso,
que revelará en pocos meses una intuición política asombrosa para su
edad y su medio, será el mas grande revolucionario de su época, el que
disfrutará más efímeramente el poder y sobre quién la gloria se ensañará
como en pocos para volver irreconocible su verdadero programa”.
Ramos señala uno de los temas más graves de nuestra historia,
como es su desfiguración sistemática, lo que ha motivado que los argentinos
estemos impedidos de conocer cabalmente la tarea desplegada por hombres
de la talla de Moreno. El liberalismo que impregna la versión oficial
de la historia argentina fue expresada por Mitre y sus seguidores, los
que debieron recurrir a la deformación del pensamiento de Moreno o San
Martín para hacerlos aparecer como más proclives a las ideología mitrista.
Norberto Galasso también reivindicó la figura de este revolucionario: “ El Moreno de 1810 dista mucho de ser un bibliófilo ajeno a su tiempo ... Ha bebido las enseñanzas de los revolucionarios europeos en aquella rica biblioteca del Alto Perú. Peno no se enajena en ellas. No incurre en el error de esos ‘jóvenes afrancesados’ que años más tarde recitan discursos progresistas mientras traicionan el país apoyando una invasión extranjera”.
En cambio, José María Rosa expresó un concepto totalmente contrario:
“Era un intelectual del tipo de quienes tratan de amoldar la realidad
a los libros: sus ideas políticas las había recogidos de lecturas que
le despertaban una fe hondísima”.
Quienes conocieron a Moreno, hayan sido amigos o enemigos, no
pudieron menos que quedar impactados por su fuerte personalidad, tal
es el caso de su amigo Tomás Guido cuando dijo: ” Pero estaba reservado
al doctor Moreno simbolizar en su persona el espíritu de una grande
regeneración. Elocuente... Ardiente... republicano, gozaba de una facilidad
sorprendente para la expedición de los negocios de la administración.
Su vasta inteligencia abrazaba todas las peripecias de una situación
erizada de dificultades... Obrero infatigable en la organización...
comprendió su misión sublime y con firmeza incontrastable arrostró las
preocupaciones, atacó los abusos y sentó las bases de la República Argentina”.
Domingo Matheu era otro protagonista que lo conoció en profundidad
por haber sido compañero en la Junta, lo retrató así: “... Moreno
(era) el verbo irritante de la escuela, sin contemplación a cosas viejas
ni consideración a máscaras de hierro”.
Era un político práctico que no estaba atado a ninguna doctrina
que no fuera el bienestar de sus patria y su gente, los criollos e indios
olvidados por el viejo sistema colonial. Tradujo el Contrato Social
de Juan Jacobo Rousseau, pero utilizó las enseñanzas del pensador francés
sólo en la medida que le sirviesen para luchar por sus objetivos de
obtener la igualdad de derechos de las colonias americanas. El capítulo
referido a la religión no lo editó por considerar que Rousseau deliberaba
en este tema. Profundamente católico pero enemigo de los sacerdotes
que justificaban la esclavitud de los indígenas y el sometimiento de
los criollos.
Aquellos que ensalzan a Moreno como el más alto exponente del
liberalismo olvidan que su defensa de la libertad estaba condicionada
por los intereses superiores de la Nación y del primer gobierno que
asumía la representación de los criollos. Cuando editorializó sobre
la libertad de escribir, remarcó que se daría esa libertad pero siempre
y cuando “no se oponga en modo alguno a las verdades santas de nuestra
augusta religión y a las determinaciones del gobierno”.
Poco tiempo después de asumir sus funciones de gobernante, el
8 de julio, volvió a ocuparse de los indios, ese día convocó al Fuerte
a los oficiales indígenas que habían servido en el cuerpo de castas
de Pardos y Morenos y les comunicó que “ la junta no ha podido mirar
con indiferencia que los naturales hayan sido incorporados al cuerpo
de castas, excluyéndolos de los españoles. Ordenaba que se integren
a los regimientos bajo sus mismos oficiales con los demás sin diferencia
y con igual opción a ascensos”.
Esta decisión no ha sido evaluada en su real dimensión, pues
aplicaba lo que en su época de estudiante, había sostenido en sus escritos,
colocando en un mismo plano a los indígenas y criollos.
La organización y edición de la Gaceta fue obra fundamental de
Moreno, es realmente increíble la actividad desplegada en aquellos días
convulsionados, su tarea como propagandista de la revolución es otra
de las facetas del gobernante. La causa patriota necesitaba una voz
que hiciera conocer los puntos de vistas de la Junta, el periódico que
dirigió Moreno permitió que en las provincias se conocieran las medidas
y opiniones del gobierno. Se publicaba dos veces a la semana y en algunas
ocasiones aparecía un número extraordinario. Según cuenta su hermano
Manuel, hasta su alejamiento del país, Mariano fue su exclusivo redactor.
Cuando en el mes de diciembre se dio a conocer el decreto que
prohibía conceder empleos a los españoles, algunos criollos protestaron
por la medida, que no alcanzaba a los que estuvieran empleados a esa
fecha. Manuel Moreno opinaba que esta decisión estaba dirigida a terminar
con la discriminación que existía hasta el momento, la que impedía a
los criollos ocupar cargos de mayor responsabilidad, pero el decreto
esta destinado a que los enemigos de la Junta se enquistaran en la administración
pública para boicotear las medidas que propiciaban el cambio de sistema.
Los 166 virreyes de Méjico, Lima, Buenos Aires y Santa Fe habían
sido españoles, tan sólo cuatro habían nacido en América. Los once virreyes
que gobernaron Buenos Aires habían nacido en la península. Las capitanías
generales de Chile, Caracas, Santo Domingo, Cuba y otras habían sido
ocupadas por 14 americanos y 558 europeos. En el clero ocurría algo
similar, los obispos y arzobispos habían nacido, en su inmensa mayoría,
en la metrópoli. La discriminación era evidente, por lo cual la Junta
trataba de revertir esa situación, cubriendo los cargos más encumbrados
con americanos y con los
españoles que habían adherido a la causa americana.
A quienes criticaban a Mariano por su intransigencia, su hermano Manuel les contestaba: “Querer una revolución sin males es tan quimérico como una batalla sin desgracias, y así los culpables de las acaecidas en Buenos Aires, que por su fortuna han sido muy raras, son los promotores de la revolución misma”.
Manuel Moreno marcó en la biografía de su hermano un hecho incontrastable,
al cabo de los cinco primeros meses, la revolución había llegado a la
frontera con el Perú, había infringido derrotas a su enemigo y la expedición
del Paraguay se encontraba a las puertas de la ciudad capital., el reino
de Chile había logrado su independencia y solicitaba estrecha unión
con el gobierno de Buenos Aires.
Otra de las creaciones de Moreno fue la del denominado “Club”
que nucleaba a los más decididos revolucionarios. Fue obra de él y se
disolvió cuando se alejó obligadamente del país, aunque sus partidarios
volvieron a organizarse más tarde para devolverle el golpe a Saavedra
y sus amigos. Este "Club" se constituyó en un verdadero partido
morenista, tendencia dentro de la revolución que defendía la idea de
profundizar el carácter transformador de la decisiones de la Junta.
Los morenistas tuvieron un auténtico proyecto de gobierno en
el Plan de Operaciones, redactado por Mariano Moreno a solicitud de
la Junta. Las reuniones del "Club" se realizaban preferentemente
en casa particulares, casi todas las noches. Se discutían la medidas
del gobierno y también las acciones que era necesario adoptar para contrarrestar
las maquinaciones de los enemigos de la causa revolucionaria.
A estos hombres se les oponían los saavedristas que deseaban
una mayor moderación en los actos de gobierno para no irritar a los
españoles y a los criollos que no se decidían a apoyar las transformaciones
que se iniciaron por el mes de mayo.
Algunos de los que formaron parte del Club fueron: French, Berutti,
Donado, Dupuy y Planes. La Junta encargó a los dos primeros a formar
el regimiento La Estrella, del que fueron designados jefe y subjefe
respectivamente. Precisamente los miembros de este regimiento marcharon
al mando de French para acompañar a Castelli que debía cumplir con la
orden de ejecutar a los complotados de Córdoba.