El Forjista
Historiadores de tendencias antagónicas han coincidido en un aspecto, Moreno era librecambista y como tal debía ser rescatado o vilipendiado, según la ubicación desde donde se emitía la opinión. Para quienes así piensan, la Representación de los Hacendados surgía como un documento irrefutable del liberalismo a ultranza de Mariano Moreno.
La escuela histórica liberal, que aún sigue siendo la oficial, ha intentado demostrar que el joven patriota era uno de los suyos, para esto fue indispensable silenciar minuciosamente su verdadero pensamiento revolucionario. La Representación pasó a ser considerada como un verdadero monumento del liberalismo económico, sacándola de contexto y presentándola como una obra válida para cualquier época. Pero para que la maniobra fuera completa debía ocultarse otros trabajos, como el Plan de Operaciones o las páginas donde Moreno discrepó con los ingleses.
Una de las dificultades para estos historiadores consistió en explicar como Moreno pasó de ese supuesto liberalismo de la Representación a una posición partidaria del intervensionismo estatal como fue la que sostuvo en el Plan de Operaciones. Ambos escritos tienen apenas un año de diferencia.
Nosotros creemos que más que una transformación de Moreno, lo que cambió radicalmente fue la situación política, como producto de la Revolución de Mayo. Moreno escribió la Representación de los Hacendados durante un sistema de gobierno que ya a esa altura, le resultaba cuestionable, no por casualidad había participado, de una forma u otra, en el derrocamiento de dos virreyes y poco le faltaba para que actuara en la caída del último representante de la Corona española. Cuando escribió el Plan de Operaciones era integrante del gobierno y el más activo del mismo.
En circunstancias tan distintas, los escritos debían tener sus lógicas diferencias, por otra parte, la Representación se refería a un tema muy concreto, mientras que el Plan era un proyecto de gobierno revolucionario, por lo que las cuestiones tratadas estaban bien diferenciadas, al igual que las circunstancias.
Otros historiadores han criticado a Moreno y a la Representación por ser un trabajo falto de realismo, con mucha erudición pero desconectado de las necesidades del Virreinato. No coincidimos tampoco con esta afirmación, pues en la Representación, las propuestas de Moreno no se diferenciaban en nada de aquellas que en definitiva se aprobaron, A lo largo de la obra marcó las necesidades más urgentes del estado, señaló el grave problema que para el fisco resultaba el contrabando, y denunció como ninguno el comportamiento hipócrita y especulador de los comerciantes de Buenos Aires.
Pero la crítica a la figura de Moreno que merece que no detengamos por un momento, es aquella que creó ven en él una supuesta anglofilia, que según ellos es posible detectar en la Representación y que podía extenderse a toda la actuación pública de Moreno. Consideramos esta aseveración totalmente injusta, para el hombre que más hizo en aquellos años, por nuestra independencia nacional.
En Europa tres naciones se disputaban el predominio mundial: Inglaterra, Francia y España. En 1809, Gran Bretaña era aliada de España, por lo que los patriotas americanos entendían que era imprescindible neutralizar la acción de los ingleses que podían concurrir en defensa de sus aliados, ante un levantamiento en las colonias españolas.
Esta táctica de los revolucionarios de Mayo no significaba, ni mucho menos, entregar el patrimonio nacional a los mercaderes ingleses, como en años posteriores lo hicieron gobernantes que se aferraron a una política suicida para los intereses de la Nación y su pueblo. La política realizada por el binomio Rivadavia y Manuel García fue un ejemplo de lo que estamos señalando.
En los años previos a los acontecimientos revolucionarios de 1810, estaba fresco el ejemplo de las colonias americanas de Inglaterra que habían contado con el apoyo de Francia y España para lograr su definitiva emancipación. La esperanza de contar con el apoyo de alguna potencia era una posibilidad que los patriotas no descartaban, una alianza con los franceses no pasaba por la cabeza de los revolucionarios por estar fresco en el recuerdo el ejemplo de los españoles contra el invasor galo.
A nadie se le ocurriría acusar de anglófilos al Cabildo o al Consulado, a pesar que sus propuestas, aprobadas por el mismísimo virrey, no diferían de las realizadas pro Moreno en la Representación.
Adherimos a las afirmaciones de Vicente Sierra: Es un error de fondo asignar a la Representación de los Hacendados... el carácter de pilar inicial del liberalismo económico argentino, pues ni política ni económicamente el documento permite asignarle tal posición. Las conclusiones del escrito bastan para confirmarlo.
Otro aspecto que es sostenido por algún historiador, y con el cual no coincidimos, está referido a darle al escrito un mero carácter jurídico. En primer término, las consideraciones que se hace exceden ese marco, por otro lado, ya señalamos que la actividad de Moreno como abogado estuvo siempre vinculada a su pensamiento político.
El eje central del documento era el profundo cuestionamiento a los comerciantes porteños, que junto a los funcionarios y al alto clero constituían los sectores dominantes del Virreinato, por lo que estos eran los principales enemigos de Moreno y el partido patriota. Esta era la esencia de la Representación, cuestionar al sector más reaccionario y que además lucraba a expensas de otros, como en el caso de los hacendados a los que Moreno defendió, las otras cuestiones deben ser ubicadas en un segundo plano.