El Forjista
Alberto falleció el 21 de agosto de 1965 sin poder publicar su libro, seguramente no encontró editorial interesada, recién lo pudo hacer en 1999 su hijo, Horacio Alberto Silva que con la colaboración de su hermano Rodolfo Amílcar pudo hacer frente al costo de editar este libro poniendo el dinero de su bolsillo, nuevamente ninguna editorial mostró interés por la biografía.
Alberto nos dejó sin contar un asunto fundamental que sí relatan casi todos los historiadores que publicaron algunas biografías sobre Cayetano, este relato cuenta que a pesar de estar empleado en la policía en el momento de su muerte, no pudo ser enterrado en el Panteón de la Policía porque se negó el permiso por su condición de afrodescendiente.
Esto nos provoca una enorme duda ¿Por qué Alberto ocultaría este suceso? ¿Por vergüenza? ¿Por temor a represalias teniendo en cuenta que su hermano mayor trabajaba en la policía? Es imposible saberlo, de nuestra parte viendo las humillaciones y la situación que debieron soportar los afrodescendientes no nos extrañaría una injusta medida de esas características. Su madre, la esposa de Cayetano, tardó cuatro años en cobrar una modestísima pensión.
A raíz de la negativa de la policía de permitir su entierro en el panteón policial su cuerpo fue sepultado en una tumba sin nombre en el Cementerio de la Piedad de Rosario, cuando la familia tuvo una mejor situación económica sus restos fueron trasladados a otra tumba con la identificación correspondiente como puede verse en una foto en el libro de Alberto y su hijo.
En 1997 por la gestión realizada por la Comisión de Amigos de la casa Histórica Cayetano Silva de Venado Tuerto los restos fueron trasladados al Cementerio Municipal de Venado Tuerto.
Pero los hombres se van y quedan sus obras, la del “negro” Silva fue esa extraordinaria marcha que nos conmueve cada vez que la escuchamos, pero con una melodía tan perfecta que ha llegado a entusiasmar a aquellos que la interpretan sin la genial letra de Carlos Benielli.
El gobierno inglés solicitó autorización a nuestro país para que la marcha fuera ejecutada el 22 de junio de 1911 durante la coronación del Rey Jorge V, lo mismo sucedió el 2 de junio de 1953 para la coronación de la actual reina Isabel II, ese país la ejecutaba en cada cambio de guardia en el Palacio de Buckinghan, tradición que fue suspendida durante la guerra de las Malvinas.
Otra particularidad fue que el ejército invasor alemán la ejecutó durante la Segunda Guerra Mundial al entrar en París marchando por las calles de la ciudad, y después el general estadounidense Eisenhower ordenó su ejecución luego del desembarco de Normandía en 1944 para levantar el ánimo de las tropas que liberaron París.
También la marcha fue incorporada como repertorio a las bandas militares de países como Uruguay, Brasil y Polonia, para mencionar algunas que se conocieron.
Antes del ascenso del nazismo al poder el Ejército Argentino le regaló la marcha de San Lorenzo al ejército alemán quien en gratitud regaló la marcha Viejos Camaradas
Poco antes de su muerte la familia se enteró que la casa editora a la que le vendió los derechos de la marcha de San Lorenzo, le obsequió a Silva dos cuadritos, pero no le regalaba los ejemplares de la partitura que el maestro entregaba cuando le pedían que se los dedicara, ¡pero se lo vendía a mitad de precio!. Incluso tuvo mayores ingresos por la exitosa obra de Florencio Sánchez “Canillita” ya que cobraba cada vez que se presentaba la obra.
Se ha dicho que el maestro vendió los derechos de la Marcha de San Lorenzo por 50 pesos cuando estaba en una situación económica difícil, su hijo lo desmiente.
Estando en San Juan había cedido los derechos de autor de la marcha de San Lorenzo a la Casa Breyer Hermanos de Buenos Aires por 200 pesos que luego será Riccordi y Cia, según Alberto no lo hace por necesidad precisamente, sino que lo hizo en una de las instancias más desahogada de su situación económica, y le pareció en ese momento que la cifra ofrecida era abultada.
Tampoco cobró derechos de autor por la marcha Curupaytí que fue bastante ejecutada en otro tiempo, por no haberla registrado, pero tampoco recibió pago alguno cuando procedió a registrarla uno de sus hijos.
Sus hijos muchas veces se sorprendían porque en ciertas oportunidades le llegaban partituras de temas que no sabían que su padre había compuesto y también tuvieron la desagradable noticia que algunas de las obras de Cayetano fueron publicadas como si fueran de otro autor.
El 3 de febrero de 1945 se le da el nombre de Cayetano Silva a una calle de Buenos Aires y en junio de 1946 ocurre lo mismo con Carlos Benielli. En Mendoza también se coloca el nombre de Cayetano Silva a una calle y otra a Benielli en 1948.
En febrero de 1946 Franklin Lucero ministro de Guerra le envía a su hijo Alberto el decreto por el cual se reemplaza la marcha Ituzaingó por San Lorenzo para rendir honores al presidente de la Nación.
Ese mismo año se coloca una placa en Venado Tuerto en la casa donde escribió la marcha participando del acto el presidente de la Nación Edelmiro Farrell.
En 1948 se expropia la casa donde vivió en Venado Tuerto para instalar un museo que lleva su nombre, ciudad donde también existe una escuela primaria Cayetano Silva.