El Forjista
A pesar de la gran cantidad de esclavos y libertos que participaron en las guerras del país, desde las invasiones inglesas y las de la independencia, casi no tenemos próceres afrodescendientes a pesar que fueron muchos los que entregaron la vida por la causa de la patria.
El sargento Juan Bautista Cabral, al que se rinde un justo homenaje en la marcha de San Lorenzo, era hijo de padre guaraní y madre afrodescendiente, su intervención en la batalla de San Lorenzo junto a Justo Germán Bermúdez y Juan Bautista Baigorria salvaron la vida del Libertador cuando su caballo cayó herido y quedó con una pierna atrapada, Cabral y Bermúdez murieron en esa batalla.
San Martín le escribió al Triunvirato para que atendiera la situación de las viudas y las familias de aquellos combatientes que cayeron en San Lorenzo, lo que muchas veces era olvidado por los gobernantes, la respuesta del Triunvirato fue favorable.
En esa carta el Libertador decía: “No puedo prescindir de recomendar particularmente a V.E a la viuda del capitán Justo Bermúdez, que ha quedado desamparada con una criatura de pecho, como también a la familia del granadero Juan Bautista Cabral, natural de Corrientes que, atravesado con dos heridas, no se le oyeron otros ayes que los de “Viva la patria ¡muero contento por haber batido a los enemigos”; y efectivamente a las pocas horas falleció, repitiendo las mismas palabras”.
Existe además otro caso que fue el de Antonio Ruiz que pasó a la historia como el “negro” Falucho, para desentrañar el enigma a ese héroe afro recurrimos al trabajo de historiadora Lea Geler “Falucho, paradojas de un héroe negro en una nación blanca”.
La autora nos cuenta que hasta fines del siglo XIX era uno de los héroes militares más honrados, hasta el punto que en 1897 se levantó una estatua en Buenos Aires, en cuyos alrededores se juntaban multitudes a honrarlo, sin embargo misteriosamente a medida que el siglo XX fue avanzando su figura es como si se fuera esfumando, y hoy muy pocos argentinos lo conocen.
Precisamente se produjo una gran movilización de los afrodescendientes, pero también de otros sectores, para recaudar fondos para poder concretar la idea del monumento en honor de Falucho.
En 1923 Robert Abbot, director del periódico afroamericano Chicago Defender, le dedicó un artículo donde explicaba: “El mártir negro de la Argentina. Una estatua imponente (…) conmemora los actos heroicos del famoso negro, Filucho [sic] (…). Es el único memorial de su tipo en el mundo occidental erigido a uno de nuestra Raza por un gobierno nacional. Cada año entre 50.000 y 75.000 alumnos de escuelas se reúnen a los pies del monumento con representantes de la iglesia y del estado para rendir homenaje a este gran mártir”.
Falucho fue dado a conocer por Bartolomé Mitre, principal promotor de una visión liberal de nuestro pasado que nunca dudó en modificar los hechos si eso contradecía sus ideas políticas, por ejemplo, a Mitre se le envió una copia del Plan de Operaciones de Mariano Moreno que contradecía la idea del Moreno “liberal” y el expresidente “extravió” la copia.
Mitre publica por primera vez la historia de Falucho en 1857, según su relato se trataba de un soldado afrodescendiente fusilado el 7 de febrero de 1824 durante la sublevación del Callao en el Perú cuando las tropas argentinas y chilenas se amotinaron debido al atraso en los pagos de salarios, llegando a levantar la bandera española y liberando a los detenidos.
Falucho se negó a formar parte de ese acto de traición por lo cual fue fusilado, gritando un momento antes de morir “¡Viva Buenos Aires!”, lo cual resulta sumamente extraño, no gritó ¡Viva la libertad! Ni ¡Viva la Confederación!, según Mitre gritó ¡Viva Buenos Aires!
Hay que ubicarse en el momento en que escribe tal cosa, precisamente cuando Buenos Aires, gobernada por él estaba escindida de la Confederación Argentina, en otro prodigio de su prestidigitación hace intervenir a Falucho en 1824 en un asunto de 1857.
La autora nos recuerda la paradoja que en 1857 precisamente la Confederación había abolido la esclavitud, pero no así Buenos Aires.
Por lo tanto existe dos posibilidades o Falucho no existió y fue un invento de Mitre, historiadores como José María Rosa pusieron en duda su existencia, o bien hizo todo lo que Mitre cuenta salvo gritar en el momento de su muerte ¡Viva Buenos Aires! Que era casi como gritar ¡Viva Mitre!
Pero otra consideración sobre este héroe es que a medida que los dirigentes del país fueron ocultando la presencia afro, también se fue diluyendo la importancia de Falucho para nuestra historia oficial.