El Forjista
Desde muy pequeño Cayetano mostró una destacada aptitud para la música, su profesor de música no tardó en incorporarlo a su banda donde comenzó a dominar los instrumentos de viento.
Su padrino, un destacado médico y político que llegó a la primera magistratura del Uruguay, el doctor Francisco Antonino Vidal, primo de las hermanas Silva dueñas de casa donde servía la madre de Cayetano quedó deslumbrado por los avances del niño e hizo gestiones para que pudiera ingresar a la Escuela de Artes y Oficios de Montevideo.
En ese prestigioso instituto pudo aprender otros instrumentos como el violín, como también otros oficios que ahí se enseñaban, optando por tipografía y telegrafía.
A la temprana edad de 15 años comenzó a componer su primera obra musical que fue un himno obrero para la Sociedad Obrera Uruguaya, rara vez se negó a componer una pieza que le pidiera algún amigo, club o institución.
También siendo muy joven se lanzó a recorrer Europa, según Alberto posiblemente para trabajar en la banda musical de un barco, pero sospechamos que su conocimiento del telégrafo haya sido una condición de mayor peso, otra posibilidad que señalan algunos historiadores es que haya formado parte de una compañía lírica que recorrió varios países de Europa.
Sea la razón que fuera lo cierto es que recorrió España, Francia e Italia experiencia que le permitió a hablar el francés y a dominar el italiano, inclusive algunos dialectos de ese país, idioma que le será de mucha utilidad cuando deba relacionarse con la numerosa colectividad italiana que arribó a la Argentina.
En los primeros años de la década de 1890 se instaló en la Argentina, hasta tanto pudo conseguir trabajo como músico ejerció otras profesiones, así fue como recaló en el diario Municipio de la ciudad de Rosario para ejercer como periodista, donde conoció y entabló amistad con su compatriota Florencio Sánchez, con el que tiempo después emprenderá algún proyecto en conjunto.
Hacia 1895 se incorpora en el Ejército Argentino como director de banda en el Regimiento 7 de Infantería con asiento en la ciudad de Rosario, Santa Fe, con el grado de capitán.
Su ingreso al Ejército no le impidió mantener una actividad social y profesional muy activa, debe entenderse que los músicos no estaban sometidos al mismo régimen estricto que el resto de los militares.
Continuó manifestando una conducta bohemia ya que no dejó de frecuentar a los amigos civiles entre los que había no sólo músicos sino también gente de letras como Florencio Sánchez o políticos, hacía gala de una gran simpatía que le permitía ganarse rápidamente la confianza de la gente.
Su puesto en la banda del regimiento tampoco le impidió participar de actos civiles, organiar orquestas, formar parte temporalmente de compañías líricas y dar clases particulares, obviamente toda esta profusa actividad nunca le impidió cumplir estrictamente con los horarios de los ensayos o las participaciones en actos militares a los que no podía faltar por su responsabilidad como director.
A pesar de las facilidades con que contaba en su puesto como director de banda, había algunos comportamientos militares que chocaban con su idiosincrasia, por esos años abundaban los malos tratos a los soldados, estaba permitido aplicar castigos corporales, llegó un momento que eso le resultó una pesada carga sobre su conciencia y fue así que presentó su renuncia, lo cual sucedió cuando ya estaba casado con Filomena Santanelli con quien había contraído matrimonio el 14 de julio de 1896.
Siempre tuvo presentes los sacrificios que debió realizar su madre para que él tuviera una vida libre a diferencia de las múltiples dificultades que debió atravesar ella en su condición de afrodescendiente, primero en Brasil y luego en Uruguay.
Salvo pequeños incidentes que nunca faltaron, hasta ese momento prácticamente la vida de Cayetano había transcurrido sin que su color de piel se interpusiera con su notable talento musical.
Muchos fueron los que reconocieron su capacidad desde que era un niño y posiblemente ya adulto haya pensado que siempre sería así, que sus prójimos lo evaluarían más con sus oídos que con su vista, y eso posiblemente haya sido lo que tiempo después lo sumió en depresiones cuando pudo comprobar que no siempre el talento era lo más importante y que por lo tanto tenía que estar dispuesto a enfrentar injusticias que repercutirían en sus condiciones de vida como en las de su familia.