El Forjista
El día de San Cayetano, el 7 de agosto, del año 1868 nacía en San Carlos de Maldonado, Uruguay, Cayetano Alberto Silva, fue bautizado el 17 en la parroquia del pueblo por el cura que anotó en el registro: “bautisé solemnemente en ella (la parroquia) a Calletano que nació el siete de agosto del año presente, hijo natural de Natalia Silva, oriental, (morena)”.
Según la documentación argentina del año 1911 cuando se realizó un empadronamiento general, que también consta en el acta de matrimonio de 1896, era hijo de brasileros residentes en Uruguay que se llamaban Julián Cayetano Silva y Natalia Sosa.
Pero lo que cuentan los historiadores que se han ocupado de su vida dicen algo diferente a lo que mostraba su documento, en realidad como escribió el sacerdote que lo bautizó era hijo de padre desconocido y su madre se llamaba Natalia pero su apellido era Silva, había sido esclava y adoptó el apellido de la familia que eran sus patrones, al nacer Cayetano posiblemente formalmente había dejado de ser esclava ya que en Uruguay la esclavitud se abolió unos pocos años antes, aunque esa libertad no modificaba demasiado la vida de los afrodescendientes que seguían teniendo una vida signada por la pobreza y con escasas posibilidades de actuar con absoluta libertad.
La esclavitud en Brasil recién se abolió en 1888, muchos afrodescendientes escapaban a países como Uruguay, eso es posible que haya ocurrido con el caso de la madre de Cayetano, aunque hubo tiempos en que el gobierno uruguayo entregaba a las autoridades brasileras a los esclavos que buscaban una mejor vida en ese país.
Tal vez la explicación a esta diferencia entre lo que dicen algunos historiadores y la documentación haya que buscarla en años posteriores, muchos argentinos y Cayetano lo fue al nacionalizarse, buscaron alguna forma de modificar su documentación para eliminar lo que significaba el escarnio que en documento figurara la descripción “Hijo natural” la que cerraba las puertas de muchos empleos y posibilidad de acceder a ciertos niveles educativos.
Hay que tener en cuenta que en esos tiempos no existía un control de la documentación tan estricto como en la actualidad, muchos menos con aquellos que llegaban del exterior aunque sea del Uruguay, conocemos muchos casos de inmigrantes que hasta llegaron a cambiarle el nombre o el apellido porque el empleado de la aduana no sabía con certeza como se escribía, así que era posible que también otros datos se pudieran declarar con algún error intencional.
En 1954, pleno conflicto con la Iglesia, el presidente Juan Domingo Perón impulsó una ley que igualaba los derechos entre hijos legales y los llamados naturales, años después el expresidente mostró su orgullo por haber impulsado esa ley, diciendo “Fue una de las leyes más justas de mi gobierno. Cuando se comete adulterio, ¿la culpa es del padre o del hijo? No hay hijos adulterinos, lo que hay son padres adúlteros. La situación anterior a la ley era intolerable. El número de hijos naturales, hijos de padres no casados, era muy grande en la Argentina. La ley prohibía investigar la paternidad de un hijo en estas condiciones. Oficialmente, no tenían padre, carecían de todo derecho: era muertos civiles. Todavía peor: sus documentos decían: hijo natural, escrito en tinta colorada. Es decir: hijo de madre soltera que es casi como decir ‘hijo de puta’… ¿Quién podría oponerse a una ley semejante? No creo que se haya una ley más justa. A pesar de ello, muchos sacerdotes se lanzaron a una abierta campaña opositora”.
Por otra parte según nos cuenta el historiador Norberto Galasso en su biografía de Juan Domingo Perón, en 1910 cuando ingresó en el Colegio Militar el después presidente, difícilmente se aceptara como cadete a alguien que fuera hijo de madre soltera.
Cayetano Silva ingresó al Ejército Argentino en 1895 en calidad de director de Banda con el grado de capitán, tal vez nunca hubiera podido ocupar ese cargo si en su documentación figuraba en rojo la lacerante identificación de “hijo natural”.
Posiblemente existan algunos rígidos oráculos de la moral que condenen acciones como la de Cayetano Silva de modificar su documentación que de no hacerlo lo condenaban a una afrenta que se sumaba al de una sociedad que miraba con desconfianza a los afrodescendientes, de nuestra parte preferimos poner la mirada en la injusticia de una sociedad pacata que le cerraba las puertas a quienes no cometían otro pecado que el de haber nacido, y que por eso recibían una codena que los perseguía a lo largo de toda su vida.
El Uruguay donde nació Silva tenía 450.000 habitantes, estuvo gobernado casi ininterrumpidamente por el Partido Colocado hasta mediados del siglo XX, con revoluciones periódicas que iniciaban los caudillos del Partido Blanco.
La disputa entre colorados y blancos reproducía de alguna manera un conflicto similar al que se daba en la Argentina entre unitarios y federales, siendo los colorados los que se identificaban con los unitarios y los blancos con los federales.
Cuando en 1680 los portugueses crean Colonia de Sacramento, esta ciudad se convirtió en el principal puerto de ingreso de esclavos.
En Uruguay comenzaron a ingresar esclavos africanos como mano de obra después de haber aniquilado a la población indígena, Buenos Aires y Montevideo fueron entonces las principales ciudades donde llegaban los barcos que traían los esclavos que luego eran distribuidos a Potosí, Paraguay, Valparaíso y Lima.
Los esclavos viajaban encerrados debajo de la cubierta, encadenados y hacinados, debían hacer sus necesidades en ese mismo lugar, recibían frecuentes latigazos si esbozaban la menor queja, poco menos de la mitad moría en el trayecto.
Hacia el año 1791, la corona española declara a Montevideo único puerto para la introducción de esclavos para el Río de la Plata, Chile y Perú.
El comercio de esclavos se transformó en uno de los principales rubros de la economía montevideana, la burguesía acaparó el tráfico de esclavos y desarrolló el emporio esclavista más grande que jamás conoció el Río de la Plata.
Los esclavos fueron utilizados como trabajadores y como integrantes del ejército durante las guerras de la revolución independentista y las largas guerras civiles. Sirvieron tanto en el medio urbano, particularmente en el servicio doméstico, como peones en los establecimientos rurales.
A las mujeres se las empleaban en las tareas domésticas, pero también en las productivas: amasaban el pan, hacían velas, recogían el trigo, etc.
Buena parte de quienes combatieron junto al caudillo oriental José Gervasio Artigas eran afrodescendientes que luchaban por la Independencia y también por su libertad, el odio que se granjeó Artigas por las clases adineradas en Montevideo y principalmente en Buenos Aires era por sumar a sus tropas a afros e indígenas entre quienes repartía tierras, lo que era considerado por esas clases un acto imperdonable que promovía la rebeldía de aquellos a los que consideraba que debían mostrarse sumisos y respetuosos de las jerarquías que ubicaba a afros e indígenas en los escalones inferiores de la sociedad.
Artigas debió hacer frente a los realistas españoles, las tropas unitarias de Buenos Aires y los portugueses que invadieron la Banda Oriental que además fue una de las principales potencias en hacer negocios traficando con humanos, tanto indígenas como procedentes del África.
Hubo en Uruguay varias leyes de abolición de la esclavitud, en 1842 se dictó una ley con la idea de incorporar a los afros a la denominada Guerra Grande donde los colorados combatían a Juan Manuel de Rosas que estaba aliado con los blancos liderados por el general Oribe, pero aquellos afros que no estuvieran aptos para desarrollar tareas militares debían regresar con sus amos.
En 1848, los esclavos que huían de Brasil encontraban asilo al otro lado de la frontera y no podían ser entregados a sus amos; trabajaban como libres o se alistaban en la milicia. Existen relatos de africanos que ayudaban a otros esclavos a huir (familiares o amigos) de Santa Ana do Livramento hacia Uruguay, por medio de redes de resistencia organizada.
La ley definitiva de abolición de la esclavitud fue de 1862, la mayoría de los afros seguían en condición de servidumbre cobrando un salario insignificante o trabajando por la comida y el alojamiento.
Suponemos que esta sería la situación de la madre de Cayetano Silva en el momento de su nacimiento que ocurrió apenas seis años después de la abolición de la esclavitud en Uruguay.
Los esclavos libertados fueron obligados a anotarse en registros policiales y debían portar papeletas de empleo y referencias.
La ley de vagancia exigía tener un patrón a los afrodescendientes porque en caso de no poder comprobar un trabajo eran obligados a servir en la milicia, una ley similar existió en la Argentina aunque destinada principalmente al gauchaje situación que fue reflejada en el Martín Fierro.
Hacia 1853 en Montevideo predominaban las afrodescendientes en las labores domésticas, en el campo continuaron vinculados a las estancias como peones; en otros casos pudieron establecerse como pequeños labradores en tierras ajenas. La mujer en el medio rural estuvo vinculada al servicio doméstico en las estancias; realizaban diversas tareas y obtenían como forma de pago solo la comida y la vestimenta.