El Forjista

Patrones en la ruta

 Eduardo Sartelli y otros

 

Radiografía de la izquierda sojera

Cuando comenzamos con la lectura del libro “Patrones en la ruta” de la que participan varios investigadores liderados por Eduardo Sartelli que muestran una clara alineación con las ideas de izquierda, supusimos que nos encontraríamos con argumentaciones que cuestionarían por igual al gobierno y a los empresarios del agro encabezados por la Sociedad Rural que protagonizaron el conflicto del 2008.

Sin embargo nos encontramos con planteos que podrían ser compartidos y hasta aplaudidos por la Sociedad Rural, el ideólogo de la Patria Sojera el ingeniero Huergo que desde Clarín Rural nos informa todos los sábados lo felices que seríamos los argentinos si sólo nos dedicáramos al querido yuyo sin las trabas que el molesto Estado le impone a los productores, y hasta la multinacional Monsanto podría ver como su prédica ha llegado hasta las filas del troskoliberalismo.

Durante el conflicto del 2008 la izquierda se dividió entre quienes apoyaron a la Sociedad Rural y aquellos que se declararon neutrales. Mientras los maoístas del PCR y los trotskistas del MST colaboraron con sus banderas rojas en los actos paquetes de la Sociedad Rural, el resto,  entre los que podemos mencionar al PO, PTS y MAS se declararon equidistantes, de igual forma lo hicieron los autores del libro “Patrones en la ruta”. Sólo el PC se declaró a favor de las retenciones móviles.

Sartelli y sus muchachos nos dicen que en realidad se trató de un enfrentamiento entre burguesías, la agraria por un lado y la financiera e industrial por el otro, estas últimas representadas por el gobierno. Como veremos existió un claro apoyo apenas disimulado a los sectores más concentrados del campo que se puede identificar en el lenguaje, en las cuestiones que silenciaron y en las cosas que explícitamente se dicen en el libro.

En cuanto al lenguaje queda evidenciado que la resistencia explícita a llamar lockout al conflicto  y si denominarlo rebelión está marcando las preferencias de los autores que a pesar de intentar mostrar una línea independiente quedan en evidencia.

Según nuestro parecer el denominado conflicto con el campo fue unas de las batallas más importante que gobierno alguno haya dado desde el regreso a la democracia contra los sectores privilegiados de la oligarquía, en ese momento la casi totalidad de la izquierda argentina se subordinó a los intereses de las minorías, en tanto que otros prefirieron decir “paso” a la espera de combates más redituables para sus mezquinos intereses.

Lo esencial es invisible a los ojos, la oligarquía también

En el caso de los autores del libro los cuales cuestionan al resto de la izquierda, llegaron a darse cuenta de una verdad cuya lógica es irrefutable, en su discusión con el PTS les señalan que si piensan que el enemigo del gobierno era la oligarquía terrateniente deberían haber adoptado otra posición: “Si el gobierno hubiese estado combatiendo a una clase de ese tipo (en cualquiera de sus acepciones) la clase obrera tenía el deber de salir en su defensa…”. Por esto es que para no verse  en la terrible obligación de apoyar al gobierno los autores del libro decidieron decretar que la oligarquía terrateniente no existe. Aplausos a rabiar desde la Sociedad Rural.

Escuchemos algunas de las afirmaciones de estos izquierdistas que nos informan que la oligarquía es un mito:

“Un mito recurrente por estos días es la caracterización del corazón de la pampa como ‘oligarquía’”.

“…la idea de que la pampa húmeda estaba dominada por un puñado de terratenientes absentistas que esquilmaban a pobres chacareros ha pasado casi al sentido común. Parasitarios ‘que tiraban manteca al techo’, dominaban al conjunto de la tierra pampeana y forjaban una estructura de clases aplanada y simplificada en grado sumo”.

Y para rematar en cuanto a la inexistencia de la oligarquía nos dicen: “Si el mito de la supervivencia de la ‘vieja oligarquía terrateniente’ (si es que existió algo así alguna vez) pude desecharse definitivamente ¿puede hablarse de una ‘oligarquía’, sino terrateniente al menos ‘agraria’ en general? La aparición de grupo como Los Grobo, pareciera indicarlo, igual que los tan mentados ‘pools’ de siembra, veremos eso un poco más adelante. Anticipemos, sin embargo, nuestra respuesta negativa. Por tres razones: la importancia de la producción en el agro, en relación con el resto de la economía, no habilita a la acumulación de capital rural para constituirse en capital dominante; la producción está escasamente centralizada en comparación con otras ramas; la importancia de la tierra en la producción agraria disminuye aceleradamente”.

Al parecer a Martinez de Hoz y sus antepasados los soñamos porque nunca existieron, como tampoco las ovaciones que recibieron dictadores como Onganía y Videla en las reuniones anuales de la Sociedad Rural.

Veamos los argumentos utilizados por los troskoliberales para negar la existencia de la oligarquía, en primer término se justifican señalando que la producción agropecuaria sólo constituye el 10 % del PBI, pero es un porcentaje mucho mayor de las exportaciones por lo que sigue siendo un sector de gran importancia en el marco de la economía argentina. Las exportaciones en el 2009 de productos primarios y manufacturas de origen agropecuario conforman el 55 % del total.

El otro argumento, el que indica que dejó de haber concentración de tierras en el campo producto de los repartos por herencias y otras circunstancias y que si se la compara con la industria se puede ver que Techint, Arcor, Mastellone, etc. concentran porcentajes muchos mayores que lo que puede ocurrir en el agro. Digamos al respecto que siempre en el país existieron grandes empresas que comparadas con un solo terrateniente, éste podía parecer insignificante, por ejemplo Bunge y Born es uno de los casos pero existieron muchos más, pero lo que no puede hacerse es tomarlos de manera aislada hay que considerarlos como clase social y ahí si tienen un poder considerable como lo han demostrado en la historia argentina, de hecho siempre gobernaron y los breves momentos en que no lo hicieron estuvieron conspirando contra los gobiernos elegidos por el voto popular.

Menos trabajo, más ganancia

Cuando se niega la existencia de concentración de la propiedad se eluden varios aspectos, por ejemplo el periodista Maximiliano Montenegro en un artículo del 5/4/2008 y según registros de la ONCCA indicaban que el 5% de los establecimientos concentraban el 56 % de la producción sojera. En tanto que si se toman los registros del último censo agropecuario del 2002 el 2% de las explotaciones (se incluyen las mayores a 5000 ha)  son propietarias del 50 % de la superficie.

Si se toma la variación en cuanto a cantidad de explotaciones agropecuarias entre 1988 y el 2002, desaparecieron 62824 menores a 100 ha., sin que los gremialistas del campo hayan mostrado la furia que emergió con el incremento de la retenciones, mostrando a las claras quién manda y el desinterés que se mostró cuando los que caían en desgracia eran los productores más pequeños.

Otra cuestión de gran importancia es el incremento del valor de la tierra, en un artículo de Marcelo Zlotogwiazda del 5/8/2002 indicaba que en zonas como Tres Arroyos y Necochea desde 1995 el valor de la tierra se había incrementado en cuatro veces y media en tanto que en la zona de Pergamino, Rojas y Salto la suba llegaba al 350 % para el mismo período, por último un incremento de cuatro veces en Tapalqué, Rauch, Maipú y Dolores. Otras localidades podían llegar a multiplicarse por cinco como ocurrió en Villegas y Trenque Lauquen.

En cuanto a la última argumentación no merece una contestación seria, cuando se quiere señalar alguna obviedad se habla de “la importancia del agua en la navegación” pero si dejamos argumentar a estos furiosos izquierdistas veremos que el agua carece de importancia para navegar como la tierra para la agricultura.

La definición de oligarquía sirvió a lo largo de la historia para especificar a un sector de la clase dirigente que se caracterizaba por el escaso esfuerzo que debía realizar para obtener sus cuantiosas ganancias, una tendencia a no reinvertirlas en el proceso productivo sino a gastarlas en bienes suntuarios o remitiéndolas al exterior, otra características fundamental era que se encontraba más vinculada al mercado externo que al local, además los integrantes de esta clase social nos han planteado históricamente un modelo de país vinculado al de un país agroganadero alejado de la posibilidad de encarar un desarrollo industrial. Hace algunos años debíamos ser exportadores de carne y granos ahora con la soja alcanza.

La primera oligarquía de nuestro país fue la burguesía comercial porteña consolidada a los pocos años en que el país dejó de ser colonia, luego se incorporaron los terratenientes, y más recientemente los denominados hace algunos años “capitanes de la industria” muchos de ellos vinculados de la “patria contratista” es decir empresarios que adquirieron poder económico por su vinculación con el poder político, ahí se incorporaron a la oligarquía los conocidos grupos económicos como Macri, Perez Companc, Bulgheroni, etc.

Pero estas capas que se han incorporado no significan que hayan dejado de existir los  sectores privilegiados en el agro y que sigan teniendo un poder considerable, tal como lo mostraron en los episodios del 2008. No sólo los grandes terratenientes se han ausentado de sus campos lo que ha ocurrido históricamente también lo han hecho los medianos y parte de los pequeños, así que este punto no merece discusión.

En el mismo libro se muestra que los dueños de los campos pueden arrendarlos o tercerizar todo el trabajo, es decir puede obtener una ganancia considerable sin necesidad de visitar el campo un solo día. Según dice el libro 100 ha. en las mejores tierras de la pampa húmeda pueden dar una ganancia de 10.0000 pesos mensuales, es decir un terrateniente con 5000 o más hectáreas puede obtener un ingreso considerable sin mover un dedo.

También en el libro nos informan que en un campo de 200 hectáreas las tarea de siembra, cosecha y fumigación se realiza en 14 jornadas en el año, lo cual puede reducirse aún más si se terceriza el trabajo, esto no parece ser un trabajo agotador, de sol a sol como podía ocurrir en otros tiempos lejanos.

Pero para determinar la  existencia de una oligarquía no hay que limitarse al tema económico, el mismo libro acepta que en dicho sector se pagan los peores salarios, es donde mayor índice de trabajo en negro hay y además es uno de los empleos con mayor cantidad de accidentes laborales. En definitiva uno de sectores con mayor explotación de  los trabajadores.

Y hablando de las conductas de los dueños de las tierras señalemos que hace poco se ha detectado que en algunos campos se han construido canales ilegales que terminan inundando a sus vecinos y a las poblaciones aledañas, estos comportamientos sólo son compatibles con personas que están creídas ser los dueños del país y esa es una mentalidad claramente oligárquica aún cuando tengan izquierdistas dispuestos a salir en su defensa.

En momentos del conflicto escuchamos a integrantes de la Mesa de Enlace que decían que el país debería agradecerle a ellos porque la recuperación económica había sido producto de su sacrificio. En realidad la cuestión es al revés aquellos sectores con productos exportables deberían agradecernos eternamente al resto de la población que se vio seriamente perjudicada para que un puñado de personas se beneficiara llevando el valor de dólar de 1 a 3 pesos. Todos pagamos con un aumento de precios y disminución del salario real en tanto que los productores rurales y demás exportadores triplicaron sus ingresos, las retenciones son una medida defensiva necesaria para que ese incremento no se traslade a la mercadería que se consume internamente.

Enamorados de Monsanto

Una característica de este libro es que se citan determinadas fuentes como si hubieran sido imparciales espectadores, vayamos con varios ejemplos, cuando se dan las cifras de los actos realizados se recurren a los números que indicaban Clarín y La Nación como si ambos medios no hubiesen sido integrantes fundamentales del Frente Sojero, además se dan como ciertas informaciones del diario mitrista que hace más de 100 años responde a la ideología liberal sustentada por la oligarquía terrateniente, obviamente en estas citas no hay nada de inocente, nuestros amigos de la izquierda indudablemente se sienten identificados con los empresarios del campo a los que consideran los capitalistas más productivos del país.

Pero sobre todo existe una inmensa política de silencio sobre temas que de mencionarse hubiesen  servido para esclarecer aspectos importantes de esta batalla política, por ejemplo no hay una sola palabra sobre las patotas conformadas por supuestos “campesinos” que a la manera de las bandas fascistas intentaron atemorizar a legisladores oficialistas, sus familiares, y que incluso se esforzaron por evitar la actuación de artistas populares que habían apoyado las medidas  del gobierno, eso sí mencionan al igual que todos los medios de comunicación monopólica el golpe de puño de Luis D’Elia a una persona que lo estuvo insultando a lo largo de una cuadra.

Otra cuestión que llama la atención, es que esta gente de izquierda que tan acostumbrada está a criticar a la “burocracia sindical” sólo nos dice de la UATRE liderada por el “Momo” Venegas que jugó un papel neutral, efectivamente fue tan neutral como el que jugaron los autores de este libro, a tal punto que Huergo el hombre de Clarín, dijo de Venegas que en los hechos había sido el quinto integrante de la Mesa de Enlace, es decir que este gremialista fue un  firme defensor de sus patrones sin que esto le merezca ningún comentario a Sartelli y sus muchachos.

A pesar de todo lo señalado hasta aquí que ya es bastante, donde el libro más se empantana es cuando asume las posiciones de las multinacionales principalmente de Monsanto, como así también adopta una posición francamente contraria al desarrollo industrial y nos presenta un mundo idílico donde impera la soja.

Cuando estos autores nos hablan de los productos de Monsanto parecería que nos encontráramos dentro de una publicidad de la multinacional, veamos algunos ejemplos.

Por la semilla transgénica de soja de Monsanto con el nombre Round Up Ready, los productores argentinos no pagan regalías a la empresa como si lo hacen los de Brasil y los Estados Unidos, sin embargo estos autores se hacen eco de los intereses de la multinacional y nos dicen los perjuicios que podría ocasionar no pagarle las regalías a Monsanto : “Si bien este hecho genera una ventaja en cuanto a los costos para los productores argentinos a comparación de Brasil y los Estados Unidos, a la vez plantea interrogantes a futuro acerca de la posibilidad de aplicación de biotecnología, como la semilla resistente a la sequía y las nuevas variedades con aceites altos oleicos que ya están usando en Brasil y los Estados Unidos”. Casi una publicidad de Monsanto.

Pero esto no queda ahí, aún hay mucho más, cuando nos hablan de las bondades  de la Siembra Directa citan exclusivamente a la Asociación de Productores de Siembra Directa AAPRESID, entidad que forman las cerealeras, bancos y también Monsanto, en tanto cuando nos informan de las bondades de las semillas transgénicas y del glifosato citan a investigadores de ArgenBio, pero no nos dicen absolutamente nada de esta institución pero si se hubiesen tomado el trabajo de buscarla en Internet se hubiesen encontrado, Oh!! sorpresa, que también participa Monsanto junto a otras multinacionales como Dow, Nidera y Bayer.

Pasión por la soja y el glifosato

Escuchemos ahora algunos argumentos que más bien parecen redactados por el ingeniero Huergo, pero que  fueron elaborados por integrantes de nuestra izquierda:

“…algunos análisis demonizan la soja, como si fuera este cultivo en sí mismo el problema y no el avance del capitalismo en el agro argentino el causante de todos los males”.

“Cabe puntualizar que la soja en si no es más dañina que otros cultivos extensivos. La soja no es un problema si se practica una agricultura coherente, con el adecuado ciclo de rotaciones y devolución de nutrientes mediante fertilización”.

Emociona ver a estos trotzskistas tan eufóricos con la soja, pero la cosa no queda ahí, también son fanáticos del glifosato.

“Según la clasificación de la organización mundial de la salud, el glifosato el pertenece al grupo de  herbicidas de toxicidad clase IV, “prácticamente no tóxicos”. Según datos del 2001 citados por Trigo y Cap, la introducción de la soja transgénica tolerante al glifosato, si bien aumentó su uso, significó una disminución del 83% en la cantidad utilizada de herbicidas clase II y la eliminación de los de clase III, ambos más peligrosos y más tóxicos”.

Luego de esta publicidad del glifosato aclaremos que Trigo y Cap integran ArgenBio donde también participa entre otras multinacional Monsanto, sin que los autores lo aclaren en ningún momento, y digamos contundentemente que es absolutamente falso que el glifosato sea inofensivo, investigadores de distintas Universidades de nuestro país han llegado a la conclusión en sus pruebas que el mismo es perjudicial en animales y que podía hacerse extensiva esa conclusión a los seres humanos.

En Ituzaingó un barrio de las afueras de Córdoba un juez intervino para que se dejara de rociar los campos con glifosato dado que se encontraban cercanos a una zona residencial donde los vecinos habían denunciado ser víctimas de distintas enfermedades, entre ellas cáncer.

En el excelente documental de la periodista francesa Marie Monique Robin aparece el funcionario de Clinton que autorizó el ingreso del glifosato en los Estados Unidos señalando las presiones recibidas para permitir que se autorizara en ese país sin las investigaciones necesarias, aquí ingresó en 1996 de la mano de Sola en esos momentos funcionario de Menem.

¿Para qué industrializar? con la soja alcanza

Pero esto no concluye aún, los autores de “Patrones en la ruta” nos dicen que el conflicto del 2008 fue una lucha interburguesa y donde el gobierno sería la expresión de la burguesía financiera e industrial.

Tres páginas después de afirmar esto se reproduce un furibundo artículo de AAPRESID durante el conflicto contra el gobierno, de esta institución participan tres bancos: Francés, HSBC y Galicia. Lo cual parece difícil que el sector financiero haya apoyado al gobierno, en cuanto al supuesto apoyo del banquero Jorge Brito, aclaremos que se ha caracterizado por ser oficialista con casi todos los gobiernos, así que su presencia no parece ser representativa de todos los banqueros.

En cuanto al apoyo de los industriales, el gobierno también ha tenido cortocircuitos con algunos de ellos por ejemplo el Grupo Techint, lo que si ocurre es que este gobierno tiene, a diferencia de los anteriores, una clara actitud de defensa de la industria, posición que compartimos, no por la ganancia que pueda obtener la burguesía industrial sino porque eso implica mayor cantidad de obreros y una mayor y mejor organización de los mismos, pero fundamentalmente porque un país sin política industrial difícilmente pueda ser soberano, y es precisamente esta política industrial la que le molesta a estos izquierdista que fomentan el monocultivo.

Antes de repasar la opinión de nuestros troskoliberales escuchemos al hombre de Clarín el ingeniero Huergo y veremos que hay similitudes con las posiciones de esta “izquierda”.

Luego de las elecciones de junio del 2009 con la derrota del oficialismo, Huergo festejó a lo grande:

“El resultado electoral es un triunfo contundente de la Argentina Verde y Competitiva. Ganó la soja.”  

“No hay nada más explícito que el paso al frente de Carlos Reutemann, que se plantó ante la opinión pública como un adalid de la nueva agricultura. Felipe Solá es el que liberó en 1996 el uso de la soja modificada genéticamente, la gran llave de la expansión.
Julio Cobos, el otro gran ganador, también representa esto. No tanto por provenir de una provincia que experimentó su propia revolución agroindustrial, con el advenimiento de los nuevos vinos de calidad, sus frutas y hortalizas, la riqueza construida con enorme esfuerzo en sus valles regados. Todo esto estaba sucediendo, pero fue su voto no positivo de aquella noche memorable lo que lo lanzó al estrellato político. Fue también la soja y todo lo que representa.” 

“Irrumpió en escena el importantísimo Jerónimo "Momo" Venegas, jefe de los trabajadores rurales, constructor de la alianza entre De Narváez, Macri y Solá. Un dirigente gremial peronista, alternativa al poder de Moyano en la CGT, que se plantó indignado frente a los Kirchner cuando le espetaban a "las patronales" del campo que tenían a los trabajadores en negro, y con salarios de hambre. Venegas le mostraba su creación mayor, el Renatre (Registro Nacional de Trabajadores Rurales), que permitió el blanqueo de miles de obreros. Y remarcaba que los sueldos de los tractoristas, maquinistas de cosecha y los operadores de la moderna agricultura, ganan más que los obreros industriales.”

Acuérdese el lector que los izquierdistas de nuestro libro nos decían que Venegas había sido neutral, creo que no vale aclarar que los trabajadores rurales son uno de los sectores más explotados y que de ninguna manera viven en Alicia y el país de las maravillas como nos quiere hacer creer Huergo que también fue un servidor eficiente de Monsanto como ahora lo es del monopolio de la información.

Escuchemos a continuación a nuestros amigos antiindustrialistas de izquierda:

“La escasa competitividad de la industria local implica que, sin protección, muchos capitalistas desaparecerían. El tipo de cambio devaluado, al abaratar¸ en relación a los precios internacionales, el precio de las mercancías, actúan como una barrera arancelaria que protege a los capitales locales contra los extranjeros. Se evita que empresas con mayor productividad y/o menores costos desplace a los capitales radicados en el país. Esto no es gratis”.

Se quejan que esto provoca inflación, hasta ahora parecen referirse en un tono neutro donde pintan una situación sin decirnos claramente si esto de proteger a la industria o bueno o no. Pero sigamos atendiendo.

“El tipo de cambio subvaluado otorgaba una protección de hecho ante las importaciones ya que, como dijimos, abarata en dólares el costo de las mercancías en el interior de la Argentina. Esto permitió competir a muchos capitales que, por su productividad y costos laborales, debieran desaparecer, como ocurrió en los 90, si el precio interno fuese el mismo que el del mercado mundial”

Epa!!, aquí creo que encontramos algo cuando dicen que por su productividad y costos laborales “deberían desaparecer”, ¿gente de izquierda advirtiendo sobre los costos laborales? ¿Qué pretenden bajar los salarios?. Sigamos un poquito más.

“Esta recaudación creciente en forma sostenida gracias a la reactivación económica y está supeditada a la supervivencia de los capitalistas ineficientes, que generan expansión del empleo, y a su vez de consumo”.

“Gracias a las retenciones, el gobierno pudo sostener la subvaluación de la moneda y darle vida a  capitales ineficientes  y de poca escala que, sin el 3 a 1 perecerían en la competencia internacional”

Llaman capitalistas ineficientes a quienes generan trabajo y un mayor consumo, en cambio veamos como describen a los pools de siembra a los que también se niegan a calificar de oligarcas:

“..la llegada de los pools de siembra señala el arribo de formas capitalistas más avanzadas que tienden a superar los límites que la acumulación de capital encuentra en la propiedad de la tierra por un lado, y en las limitaciones de la financiación del proceso productivo, por otro. El pool de siembra es también la consolidación de la ciencia y la técnica en el proceso productivo agrario. La acusación de “especulación” no es más que la forma que asume el mito del “buen capital” es decir , para sus defensores, el pequeño capital, que tendría una dimensión más “humana” que un grande”.

Lenin y la Sociedad Rural

A lo largo de todo el libro está flotando la idea de elogiar a los grandes empresarios y criticar a los chicos, pero tienen una explicación desopilante para eso, escuchémosla:

“La concentración no es una maldición sino la premisa elemental del socialismo. La burguesía agraria nos ha hecho un gran favor”

La frase anterior la completan señalando que Lenin hubiera festejado por la situación Argentina, por más esfuerzos que hagamos no podemos imaginar a Lenin concurriendo año tras año a la Exposición Rural de Palermo para agradecerles todo lo que estos empresarios realizan a diario por la revolución socialista.

Como no podía ser de otra manera Sartelli y sus muchachos nos prepararon un final a toda orquesta, bajo el título “Queremos todo” nos explican que la única solución para el agro es la expropiación de todo y de todos.

Eso sí no llegan a explicar cómo lo harán pues si un gobierno democrático no puede imponerles a los empresarios del campo un módico aumento de los impuestos porque la clase media urbana se pone histérica, entre ellos la casi totalidad de la izquierda, nos resulta difícil de imaginar la expropiación de grandes y pequeños.

Eso si hasta tanto llegue la expropiación final, la oligarquía terrateniente y las multinacionales como Monsanto podrán seguir con su redituable negocio.

Existe una gran diferencia entre Troszky y los troszkista, es que León Davidovich Bronstein más conocido por Troszky sí hizo una revolución y la supo defender, en cambio estos discípulos suyos cada vez que se produce un acontecimiento fundamental se encuentran en el bando equivocado, o lo que no cambia mucho la cosa, se declaran prescindentes, obviamente las otras tendencias de la izquierda no han actuado de manera diferente.

Mientras tanto la oligarquía y Monsanto celebraron su triunfo, con banderas rojas o sin ellas, sus privilegios se mantuvieron inalterables.  

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