El Forjista

Medicamentos que matan y crimen organizado

Como las grandes farmacéuticas han corrompido el sistema de salud

Publicado en 2013

Peter C. Gotszche

Medicamentos que matan  

El autor de este libro nació de Dinamarca ha trabajado en el departamento de ventas de la farmacéutica Astra Group cuya central se encuentra en Suecia, es médico y en calidad de investigador dirigió la Nordic Cochrane Centre de la que fue expulsado en 2018 por divergencias con la marcha de la institución.

Gotzsche cuenta su experiencia cuando participó de un encuentro de investigadores clínicos de diversos países, en una de las cenas que eran pagadas por una empresa le entregaron un sobre donde había un billete de mil dólares “Fue entonces cuando me di cuenta de que es así como se inicia la corrupción: poco a poco.”

Su conclusión fue que si no devolvía ese dinero estaba indicando que estaba dispuesto a recibir otros pagos y que su trabajo estaba comprometido a colaborar con esa empresa.

El título de este libro asocia a las empresas farmacéuticas con el crimen organizado, es decir con la mafia, porque a lo largo de este trabajo se verifican acciones que son muy similares a las aplicadas por la mafia, porque según el autor matar con una píldora no se diferencia de matar con un arma.

En los Estados Unidos para combatir al crimen organizado se aplicó la llamada ley RICO (Racketeer Influenced and Corrupt Organizations Act) el término racketeering significa reincidencia en los delitos.

Pues en 2010 un jurado declaró a Pfizer culpable de violar la ley RICO por un delito de asociación delictiva de conspiración durante 10 años por la que debió pagar 142 millones de dólares.

Gotzsche señala además: “Las grandes farmacéuticas también se han ganado el galardón de ser las que más sobornos y casos de corrupción internacional cometen, así como de negligencias delictivas en la producción de fármacos peligrosos”.

Pero el autor no es el único en señalar el comportamiento mafioso de estas empresas, un ex presidente de Pfizer, Peter Rost declaró: “Da miedo pensar en la gran cantidad de similitudes que existen entre la industria y la mafia. La mafia gana cantidades obscenas de dinero, tal como ocurre con esta industria. Los efectos colaterales del crimen organizado son asesinatos y muertes, y los efectos colaterales causados por esta industria son esos mismos. La mafia paga sobornos a políticos y a otros, y lo mismo hace la industria farmacéutica…”

Una de las conclusiones a la que llega Gotzsche es que: “En la asistencia sanitaria, la sociedad democrática y abierta se ha convertido en una oligarquía de las grandes empresas”.

Una aclaración necesaria antes de introducirnos en el libro, de ninguna manera el autor reniega de los medicamentos, esto es una imprescindible acotación, viendo en la pandemia de Covid a muchos antivacunas que sin fundamentos científicos rechazan la efectividad de las mismas.

Precisamente el autor considera que los tres descubrimientos científicos más importantes del siglo XX fueron la penicilina, la insulina, y la vacuna contra la polio, que se realizaron con aportes públicos y no por la actividad de las grandes farmacéuticas.

 

Medicamentos peligrosos

Según Gotzsche en los Estados Unidos y Europa la muerte por medicamentos es la tercera causa después de las cardiopatías y el cáncer.

El autor nos dice que la sociedad es víctima de dos epidemias: el tabaquismo y los medicamentos de venta por receta, ambas industrias muestran un desprecio por la vida humana, pero mientras la industria del tabaco ya no puede ocultar el daño que produce, las farmacéuticas son muy hábiles para ocultar que sus medicamentos pueden llegar a ser mortales.

Ambas consiguen mercenarios dispuestos a defenderlas, cuando se conoce un estudio que muestra la peligrosidad de un fármaco, inmediatamente financia un estudio que dice lo contrario, al haber distintas versiones logran que se ignore el peligro.

Los médicos recetan tranquilamente determinados medicamentos y los pacientes los consumen porque suponen que el mismo ha sido convenientemente evaluado, pero la realidad es diferente.

Directivos de revistas vinculadas a la medicina han escrito libros con títulos por demás significativos, se trata de dos ex directores del New England Journal of Medicine, Marcia Angell y Jerome Kassirer y un ex director de Bristish Medical Journal, Richard Smith, los títulos: “La verdad de las empresas farmacéuticas: como nos engañan y que hacer al respecto” y el otro “El soborno: la complicidad médica con las grandes empresas puede poner en peligro nuestra salud”.

Incluso remedios aprobados hace ya tiempo y que son de venta libre pueden tener sus riesgos además que algunos de ellos son ineficaces como el caso de los antitusígenos, tanto estos como los antigripales pueden tener efectos adversos como pueden ser arritmias cardíacas, depresión o encefalopatía.

Veamos otros casos más, Astra Syntex producía el naproxeno Naprosyn un antiinflamatorio no esteroideo (AINE) usado para la artritis, los AINE son muy peligrosos y miles de pacientes mueren anualmente por culpa de úlceras pépticas o infartos de miocardio por mencionar los peores efectos adversos.

Pfizer tiene el sistema de marketing que  es agresivo y cruel, trató de vender un AINE el piroxican Feldene en dosis muy altas, recetarlo en ancianos es muy riesgoso ya que su sistema de eliminación es deficiente produciendo una acumulación del fármaco que puede resultar tóxico, la empresa promocionó el piroxican de manera engañosa diciendo que era más eficaz que la aspirina y que tenía menos efectos secundarios, el piroxican provocó reacciones mortales y un mayor efecto secundario gastrointestinal que el algunos casos fueron letales.

Eli Llily también tuvo una campaña agresiva de marketing sobre su AINE el benoxaprofeno Opren u Oralex a pesar de que sabían los daños que causaba, a pesar de lo cual fue aprobado, cuando estudios mostraron que en pacientes ancianos se acumulaba el medicamento, la empresa trató de evitar que los estudios se conocieran públicamente, al cabo de dos años el bexaprofeno fue retirado del mercado luego de comprobarse los daños que provocaba.

Se creía que la cisaprida (Propulsid de Johnson & Johnson) mejoraba la motilidad gastrointestinal, pero fue retirada del mercado debido a que algunos pacientes fallecieron como consecuencia de arritmias cardíacas, incluso después de saberse esto, la empresa lo mantuvo en el mercado, cuando la FDA en el 2000 pidió que compareciera en una sesión pública un ejecutivo reconoció que no habían sido capaces de demostrar que el fármaco era eficaz.

Hay muchos más ejemplos en el libro, pero para no ser tediosos los omitiremos.

 

Lucro sagrado 

Las multinacionales productoras de fármacos han privilegiado el lucro por sobre la salud de la población, su prioridad es el incremento de las ganancias y para eso están dispuesta a recurrir a acciones que en muchos casos son ilegales poniendo en serio riesgo la salud y la vida de las personas.

Veamos algunas de las maniobras que efectúan estas empresas, una de las señaladas por el autor es: “Para mejorar las ventas no existe método más efectivo que persuadir a gente sana para que tome medicamentos que no necesita”.

Otro mecanismo es la utilización de fármacos para usos para los cuales no fueron aprobados por los organizamos reguladores, los pacientes son sometidos a un riesgo que puede causar infarto de miocardio, derrames cerebrales o perdida de la capacidad visual, para citar sólo algunas de las consecuencias producto del comportamiento inmoral e ilegal de estas multinacionales.

Pero también se producen remedios que tienen una enorme publicidad y que tienen escasa o nula efectividad como es el caso de los medicamentos que dicen terminar con la tos y que Gotzsche nos dice que son una máquina de malgastar el dinero.

Además las farmacéuticas lanzan a mercado supuestos nuevos productos que reemplazan a otros sin que sean más efectivos pero a un precio mayor.

Estas empresas combaten implacablemente a los genéricos que pueden tener un efecto similar a sus productos pero a un precio mucho menor, por ejemplo AstraZéneca producía el omeprazol, de marca Losec y Prilosec para combatir las úlceras gástricas, era uno de los fármacos más vendidos a nivel mundial durante la década del 90, cuando en 2001 la patente caducaba produjo el esomeprazol de Nexium cuando versiones genéricas estaban por lanzarse al mercado a un precio mucho menor al de AstraZeneca, que mostró un ensayo para demostrar que el nuevo era mejor, pero haciendo trampa al comparar distintas dosis, el nuevo producto salía 30 veces más que el anterior.

Por su parte Pfizer con el donepezilo Aricept un fármaco para el Alzhéimer con ventas anuales de 2000 millones de dólares en Estados Unidos, 4 meses después que caducara la patente, la FDA aprobó una nueva dosis de donepezilo 23 gramos que tenía tres años más de patente, y así evitaba la aparición de genéricos.

Cuando el autor trabajó en Astra Group concurrió a cursos que estaban destinados a manipular a los médicos de tal forma que recetaran los productos de la farmacéutica en vez de la competencia y que recetaran más fármacos o simplemente recomendaran aumentar las dosis.

Gotzsche considera que uno de los mayores robos de la historia se produjo cuando Roche logró convencer a varios gobiernos de la compra masiva de Tamiflu, aunque por esto nadie querelló a Roche, ante la inminencia de la epidemia de gripe en 2009 que resultó ser más leve de lo esperado, la empresa encontró en la Organización Mundial de la Salud un aliado para sus negocios porque contrató a expertos que cobraban de las farmacéuticas pero que se ocultó al público.  

 

Historia

Durante la primera mitad del siglo XX la investigación previa al lanzamiento de un medicamento era muy exigua, situación que produjo varios desastres médicos y el lanzamiento de muchos remedios peligrosos que eran retirados del mercado después de haber causado muertes y otras consecuencias se suma gravedad.

Todo lo cambió la enorme tragedia que ocurrió con la talidomina producida por la empresa alemana Grünenthal, se usaba para tratar las náuseas durante el embarazo sin que antes se hubiera probado en animales, al poco de lanzarse al mercado comenzaron a aparecer casos de bebés con focomelia, una enfermedad rara que provocaba que los bebés nacieran sin piernas y sin brazos, la empresa no hizo nada y siguió comercializando ese producto hasta que en 1962 dejó de comercializarse en todo el mundo.

En Estados Unidos una científica que trabajaba en el organismo que controla los medicamentos, la FDA, tenía dudas sobre la seguridad de la talidomina y se negó a aprobarla por lo que nunca fue comercializada en ese país, pero Grünenthal llegó a distribuir muestras gratis, provocando casos en el país.

Esta enorme tragedia provocó a nivel mundial un reclamo porque los medicamentos fueran probados en animales y mostraran que son eficaces por medio de la investigación previa a su comercialización.

Pero ese no fue el único caso trágico, Ciba que después fue Ciba-Geigy, conocía el daño que provocaba el clioquinol pero esa información fue ocultada durante años, en Japón era un medicamento utilizado contra la disentería donde causó casos de parálisis en los pies y las piernas, y también ceguera, esto ocurrió en 1953, pero todavía en 1976 se seguía vendiendo el clioquinol para combatir la diarrea, aunque el ministerio de Salud de Japón lo había prohibido en 1970, en 1981 Ciba debió pagar 490 millones de dólares por los efectos en las víctimas japonesas pero recién en 1985 se retiró el producto del mercado en todo el mundo.

Hace algunos años se promocionó la terapia de sustitución hormonal que perjudicó a muchas mujeres, se promovía mediante la publicidad que tomaran hormonas porque decían eran buenas prácticamente para cualquier enfermedad, incluso las cardiovasculares, pero cuando se realizó un ensayo serio se constató que por el contrario podían provocar enfermedades cardiovasculares
Cuando se supo que eran nocivas Novo Nordisk contrató los servicios de una empresa de relaciones públicas alemana que mandó un informe a muchos médicos donde se minimizaba el daño, también Schering, Jenapharm y Organon lanzaron campañas de marketing masivas que eso no afectaba a la población alemana.

Pero hay un caso mucho más cercano cuando el 30 de septiembre de 2004 Merck retiró del mercado el fármaco contra la artritis Vioxx rofecoxib cuando un jurado determinó que la actitud de la empresa había sido maliciosa, sorpresiva e indignante y la declaró culpable de cuatro cargos de fraude, el uso de ese fármaco aumentaba el riesgo de trombosis, ninguno de los ensayos que se presentaron en la FDA estudiaba los riesgos cardiovasculares.

El fármaco se aprobó con ensayos muy reducidos y de corta duración sin estudiar los riesgos cardiovasculares a pesar que la mitad de los enfermos de artritis presentan también enfermedades cardiovasculares.

Cuando el fármaco fue retirado del mercado la revista New England Journal mostraba su preocupación por el asunto, si hubieran actuado antes hubieran evitado muertes, aunque habría reducido las publicidades de Merck en la revista que fueron de unos 800.000 dólares.

Merck editó una revista falsa que era meramente una herramienta publicitaria con datos favorables a sus productos incluido el Vioxx, la FDA determinó que el medicamento aumentaba en 5 veces el riesgo de un infarto de miocardio entre quienes tomaban el medicamento, más de 80 millones de pacientes fueron tratados con rofecoxib una estimación aproximada calculaba que terminó con la vida de 120.000 personas durante dos años y medio.

El autor cree que el anuncio de Merck que decía: “Merck, donde los pacientes acuden primero” debió redactarse “Merck donde los pacientes mueren primero”.

 

El fraude de las empresas 

Veamos algunos casos de sanciones aplicadas a estas empresas por los gobiernos o por la justicia, aunque con la aclaración que por lo general se aplican multas que las farmacéuticas trasladan a los precios y que casi ningún directivo va preso, aún cuando su comportamiento haya provocado muertes.

En 2012 Pfizer debió pagar 60 millones de dólares para detener una investigación federal sobre sobornos pagados en el extranjero, estaba acusada de sobornar médicos, directores de hospitales y reguladores farmacéuticos en Asia y Europa.

El Departamento de Justicia de los Estados Unidos  consideró a los directivos de Roche como la mayor conspiración delictiva descubierta, su director de marketing se declaró culpable y fue sentenciado a cuatro meses de cárcel por controlar junto a otras empresas el mercado de las vitaminas repartiéndose el mercado y definiendo los precios, las empresas involucradas debieron pagar 1.000 millones de dólares en Estados Unidos por actuación monopólica, y la Comisión Europea les impuso una multa de 523 millones libras esterlinas.

En 2009 Pfizer llegó a un acuerdo con el Departamento de Justicia de los Estados Unidos pagando 2.300 millones de dólares, el mayor acuerdo judicial de la historia hasta ese momento, declarándose culpable del mal etiquetado de fármacos con la intención de defraudar y engañar, además de promoción ilegal por sobornar a médicos para que recetaran sus productos.

Novartis llego a un acuerdo por 423 millones de dólares en 2010 por marketing ilegal del Trileptal un antiepiléptico, la empresa sobornaba a los médicos para que recetaran ese medicamento y otros para patologías para las cuales no habían sido aprobados.

GlaxoSmithKLine volvió a batir el récord de multas en 2011, 3.000 millones de dólares por fraude, se declaró culpable de haber promocionado ilegalmente diversos fármacos para usos no aprobados.

AstraZéneca debió pagar 520 millones de dólares en 2010 por fraude, por promocionar ilegalmente el antipsicótico Seroquel quetiapina para que fuera recetado en niños, ancianos, veteranos de guerra y prisioneros, para usos no aprobados como la agresividad, alzhéimer, control de ira, ansiedad, trastorno de déficit de atención con hiperactividad e insomnio.

Johnson & Johnson fue multada con 1.100 millones de dólares en 2012, cuando un jurado determinó que la empresa había ocultado los peligros asociados a un antipsicótico Rispersal risperidona, estas prácticas afectaron a niños que fueron recetados para usos no aprobados.

Johnson y Johnson pagaba sobornos para que Omnicare la mayor cadena de establecimientos farmacéuticos comprara y recomendara el tratamiento con Rispersal ocultando que la FDA había denegado la aprobación para tratar con Risperdsal a pacientes con demencia, el vicepresidente de marketing Alex Gorsky responsable del comportamiento sancionado fue ascendido a director general.

En 2006 hubo una demanda contra Mediatronic en Estados Unidos por pagar unos 50 millones de dólares a cirujanos ortopédicos durante 4 años, se les abonaba entre 1000 y 2000 dólares por paciente si le implantaba algunos de los productos de la empresa, un cirujano llegó a ganar 700.000 dólares en sólo 9 meses, pero había otras formas de sobornar, como llevar a los médicos a un club de striptease contabilizando los gastos como noche de ópera.

 

FDA y otras agencias de control 

La Food and Drug Administration (FDA) es la encargada de aprobar los medicamentos que luego se comercializan en los Estados Unidos, pero sus decisiones tienen repercusiones en todo el mundo, porque muchos países consideran que la aprobación por la FDA garantiza la efectividad del medicamento aprobado.

Pero la situación de esta agencia dista de ser la de una institución honorable porque ha aprobado medicamentos que luego debieron ser retirados del mercado por las graves consecuencias que causaban a los pacientes.

El laboratorio Sanofi-Aventis lanzó el antibiótico Ketek, transcurrido siete meses de su comercialización se dio el primer caso de muerte por falla renal, luego se supo que la FDA había afirmado que el remedio era seguro y se les había prohibido a los investigadores que participaron del estudio que hablaran del ensayo realizado, 16 meses después de su comercialización la FDA reconoció la peligrosidad del medicamento, sin embargo en 2013 se seguía comercializando.

Muchas veces los investigadores que participan de los ensayos son presionados para aprobar determinado medicamento, por eso Len Lutwalk científico de la FDA afirmó que: “Si los estadounidenses supieran algunas de las cosas que ocurrieron en la FDA, nunca tomarían otra cosa que aspirina”.

Vimos anteriormente el grave problema ocurrido con el Vioxx producido por Merck, uno de quienes lo aprobaron Lester Crawford debió renunciar a la FDA luego de conocerse los daños que provocaba el fármaco, y luego de su renuncia fue contratado por Merck.

En cambio cuando David Graham director adjunto de la Oficina de Vigilancia Epidemiológica de la FDA demostró que el Vioxx incrementaba las cardiopatías, debió recurrir al Congreso para evitar ser despedido y también para terminar con las amenazas y calumnias de las que fue objeto.
La revista The Lancet concluyó que “Con respecto al Vioxx , tanto Merck como la FDA han actuado de manera cruel, irresponsable y egoísta”.

La FDA trata de no molestar a las grandes empresas farmacéuticas, lo que ha producido un sistema interno de intimidación cuando un investigador trata de cumplir con su deber señalando que un remedio puede ocasionar graves daños a los pacientes, la reacción de las autoridades de la institución puede ser la de silenciarlo y asignarlo a otro proyecto.

Cuando en la FDA se detecta que un medicamento puede ser peligroso, en vez de prohibir su comercialización, se lo soluciona poniendo una advertencia en el prospecto así lo dijo David Graham director adjunto de la Oficina de Seguridad Farmacéutica de la FDA durante más de 40 años cuando explicó: “¿Cómo controla estos problemas la FDA? Con cambios en el etiquetaje. La FDA sabe perfectamente que un cambio en el prospecto no modifica el comportamiento de los médicos a la hora de usar o recetar fármacos, y sin embargo la FDA actúa como si estuviera realizando un gran bien a la sociedad…”.

En 2012 se descubrió que la dirección de la FDA había instalado un software espía en las computadoras de cinco científicos que habían denunciado las irregularidades ocurridas en la institución y que informaron al gobierno.

Otro científico de la FDA Ronald Kavanagh, hizo público los métodos propios de la mafia que se utilizan en la agencia: “Durante mi etapa en la FDA se prohibía a los revisores farmacéuticos que cuestionaran el papel de las empresas farmacéuticas y se nos decía que nuestra única tarea era aprobar los fármacos… Si hacíamos preguntas que pudieran retrasar o impedir la aprobación de un fármaco – algo que entraba dentro de nuestras responsabilidades como revisores- nuestros superiores podían regañarnos, trasladarnos a otro proyecto, hablar de nosotros en reuniones secretas, y cosas mucho peores… Si los revisores decimos cosas que resultan desagradables para las empresas farmacéuticas, estas presentarán quejas sobre nuestro trabajo, o incluso hablarán directamente con los directivos para que nos despidan, o para que invaliden nuestros resultados…”

Este científico denunció que directivos de la FDA llegaron a lanzar amenazas contra la seguridad de sus pequeños hijos.

Pero no a todos los iba mal en la FDA, hace más de 50 años, Henry Welch que era director de antibióticos llegó a recaudar 250.000 dólares de honorarios de las farmacéuticas por aprobar la seguridad de los antibióticos que estas pretendían comercializar.

En 1973 se aprobó el Pondimin un supuesto adelgazante que fue sacado del mercado en 1997 porque causaba hipertensión pulmonar y fibrosis cardiovascular, este producto estuvo a punto de no salir nunca al mercado cuando un científico de la FDA hizo un informe negativo, sin embargo, esto motivó que fuera trasladado a otro departamento, producto de esto hubo una investigación del Congreso por mala praxis en la FDA, llegando a la conclusión que un directivo había engañado al Congreso, el cual tras abandonar el cargo se fue a trabajar a una farmacéutica.

El hecho que la FDA apruebe rápidamente fármacos nocivos y con un precio elevado mientras que fármacos más eficaces y baratos debieron esperar años en ser aprobados nos da una pista sobre “el capitalismo desenfrenado que rige el sistema sanitario estadounidense.

Pero no sólo en Estados Unidos ocurren estas cosas, un científico de la Agencia Alemana de Medicamentos cuando solicitó se cancelara la aprobación de un peligroso antibiótico que ya había sido retirado del mercado en otros países, vio como su carrera comenzó a deteriorarse  cuando fue trasladado a otros puestos, el director de la agencia Karl Uberla después fue acusado de corrupción.

Cuando Gotzsche le solicitó a la  Agencia Europea del Medicamento poder conocer los estudios sobre los medicamentos contra la obesidad, que según el autor pueden ser peligrosos, la agencia le negó el acceso alegando que los intereses comerciales de las empresas podían verse afectados, intervino el defensor del pueblo a favor del autor, pero el director de la agencia europea, Ema Thomas Lonngren,  hizo todo lo posible para entorpecer la investigación, éste también cuando se retiró de la función pasó a trabajar para una farmacéutica.

Stanley Adams en 1973 denunció ante la comisión europea a la corporación de las vitaminas liderada por Roche, Will Schlieder el comisario europeo para la competencia filtró a Roche el nombre de Adams y terminó encarcelado en Suiza acusado y declarado culpable por haber proporcionado información económica a otro país, Roche le proporcionó a la policía las preguntas que debía realizarle a Adams, cuando le dijeron a su mujer que el marido se enfrentaba a una pena de 20 años de cárcel esta se suicidó, se consideró a Adams como un espía y el proceso fue secreto, ni siquiera se le permitió ir al funeral de su mujer.

Hay que tener mucho coraje para denunciar, el sistema sanitario está tan corrompido que los que denuncian los delitos de las farmacéuticas terminan siendo unos parias.

 

Complicidad política 

Por cierto, el comportamiento de las agencias de control de los medicamentos no podría ser ese si no fuera porque existe una complicidad de los gobiernos y la justicia, que prefieren no molestar a las grandes empresas farmacéuticas que son importantes contribuyentes y que además se las puede multar por sus delitos permitiendo otro ingreso adicional.

En 2004 y 2005 el Comité de Salud de las Cámara de los Comunes en el Reino Unido investigó a la industria farmacéutica llegando a la conclusión que tienen una influencia extraordinaria fuera del control del Estado, descubriendo que sobornaban a los médicos, organizaciones de beneficencia, asociaciones de enfermos, periodistas y políticos.

También se descubrió una creciente medicalización de los pacientes porque a través de una agresiva publicidad pareciera que todo el mundo necesita de algún medicamento para funcionar correctamente.

Cuando el informe fue enviado al gobierno británico, éste no hizo absolutamente nada, ya que esta industria es la tercera en importancia en el país, luego del turismo y las finanzas.

Los políticos en casi todo el mundo han ido debilitando los controles sobre estas empresas que no ocultan que su principal interés está en las ganancias y no en la salud.

En los Estados Unidos los partidos reciben cuantiosos aportes de estas empresas en las campañas electorales, pero además tienen un inmenso poder de lobby en el Congreso, de tal manera que cada representante o senador tiene destinado a 3 o 4 empleados de las empresas que los visitan periódicamente para presionarlos para que den tratamiento a las leyes convenientes para la industria.

En 2002 la candidatura de Alastair Wood como directivo de la FDA fue abortada sorprendentemente a último momento porque un senador alertó que Wood ponía demasiado el acento en el tema de la seguridad de los medicamentos.

Ya vimos lo que ocurre en la FDA sin que ningún gobierno adopte medidas al respecto, en 2009 nueve científicos escribieron una carta a Obama denunciando la corrupción existente entre los directivos de la FDA sin que pasara absolutamente nada, en tanto que Bill Clinton presionó a la FDA para que tratara a las empresas “como un aliado y no como un enemigo”.

En Italia Duilio Poggiolini director general del departamento farmacéutico del Ministerio de Sanidad fue detenido en 1993 debido a varios cargos incluyendo falsificación y soborno para aprobar medicamentos inútiles, el ministerio de Salud fue acusado de recibir los sobornos para aprobar los medicamentos y fijar el precio que le conviniera a las empresas, Poggiolini terminó en prisión pero el ministro no recibió pena alguna.

En 2008 Pasqualino Rossi, vicepresidente de la Agencia Italiana de Medicamentos fue detenido junto con otros seis miembros de grupos de presión por delito de falsificación de datos clínicos a cambio de dinero y por haber ocultado los peligros mortales de algunos medicamentos.

Dinamarca el país del autor fue uno de los mejores sistemas para el control de los fármacos hasta que en 2005, el ministro de Ciencia, Helge Sander, que sabía más de fútbol profesional que de ciencia, decidió arbitrariamente que el comité de mala praxis sólo interviniera si las empresas aceptaban ser investigadas.

En un encuentro que hubo entre el ministro de Sanidad danés y Madeleine Albright, secretaria de Estado de los Estados Unidos, esta pidió que en la reunión estuviera el director de Merck en Dinamarca, de manera ridícula Albright habló del medicamento que ella tomaba para la osteoporosis, en lo que fue una descarada publicidad del producto, eso provocó que se reflejara negativamente en los medios de comunicación daneses.

También el Poder Judicial en distintos países tiene un comportamiento cómplice con los delitos de las empresas, los juicios en Alemania por los perjudicados por la talidomina fueron una farsa, los abogados de la farmacéutica alegaron cruelmente que el daño en el feto no era contrario a la ley porque no tenía derechos legales.

Tres años después que empezara el juicio contra Grünenthal, la empresa amenazó a los periodistas por la información publicada, el caso acabó en un acuerdo económico con cifras ridículamente bajas, 11.000 dólares por cada bebé con anomalía, ni siquiera se llegó a declarar a la empresa culpable y nadie fue condenado a prisión a pesar del daño irreparable causado.

En Gran Bretaña el juicio fue digno de una dictadura o de la imaginación de Kafka, se prohibió que apareciera ninguna información relativa al caso en la prensa y los dirigentes, incluido el primer ministro, estaban más dispuestos a defender a la empresa que a las víctimas, el proceso estuvo estancado 10 años pero fue imposible impedir que estallara el escándalo y la empresa Distillers fue objeto de boicot por el público, pasaron 16 años hasta que las pruebas incriminatorias apareciera en el Sunday Times cuya publicación había sido prohibida previamente.

 

Los ensayos  

Son las empresas las que quedaron a cargo de las pruebas para verificar si un medicamento es apto para su comercialización, las farmacéuticas realizan un informe con los resultados de sus pruebas y las agencias de control las revisan y dan el visto bueno para que el producto salga al mercado, es ridículo pensar que las empresas van actuar de manera desinteresada y por eso se han dado casos en que los resultados son manipulados.

Cuando los resultados no son los esperados no se dan a conocer públicamente, lo que también se traslada a los investigadores que son amenazados con acciones judiciales si anuncian que el ensayo fue negativo.

A raíz de esta forma particular de pruebas en la industria, Drummond Rennie quien fuera editor de The Journal of the American Medical Association explicó que es como si en un juicio fuera el acusado el encargado de determinar su inocencia o culpabilidad.

En determinados casos la prueba puede ser responsabilidad de alguna universidad, pero tampoco en esos casos los resultados son imparciales, ya que se le permite a la empresa redactar el informe y los investigadores sólo pueden revisarlo, se han dado casos en que el laboratorio se niega a pagarle a la universidad por el ensayo si los resultados no son de su agrado, o bien amenaza con quitarle apoyo financiero.

Esto ha llevado a que el autor señale que: “… la investigación farmacéutica universitaria en Estados Unidos ha sido totalmente corrompida por la industria farmacéutica”.

Muchos de los ensayos realizados por las empresas tienen un mero objetivo publicitario, para que luego se realice un informe que es enviado a los médicos con la única finalidad que éstos se lo receten a sus pacientes, es simple marketing disfrazado de investigación.

Estas empresas también pagan a expertos para que no realicen otra cosa que firmar documentos elaborados por ellas para mostrar los beneficios de un determinado remedio.

Un mecanismo utilizado por las farmacéuticas para que sus ensayos sean aprobados es hacer voluminosos informes que ocupen varias carpetas, de tal forma de esconder la información no conveniente entre esa inmensa cantidad de papeles, el informe sobre el Tamiflú ocupaba 8545 páginas, paralelamente se presenta un resumen donde todo es color de rosa, como vimos en la FDA muchas veces se presiona a los investigadores para que sólo lean el resumen.

Además las multinacionales muchas veces realizan sus ensayos clínicos en países donde hay escasa supervisión de los medicamentos, con funcionarios corruptos y a los que no les importe la vida de sus compatriotas.

En Alabama, Estados Unidos, se realizó un estudio a lo largo de 40 años verificando la evolución de 399 hombres afrodescendientes contagiados con sífilis y sin tratamiento, para verificar como evolucionaba la enfermedad, mientras le negaban el acceso al tratamiento, muchos murieron de sífilis, sus parejas la contrajeron y sus hijos nacieron con la enfermedad.

Han utilizado a seres humanos como conejillos de indias, es lo ocurrido con los anticonceptivos que fueron probados en Puerto Rico, Tahití y México, mientras que en los Estados Unidos se probó primero con latinas y afrodescendientes.

Pfizer realizó ensayos de meningitis con niños en Nigeria, donde los padres ni siquiera sabían que sus hijos formaban parte de una prueba, un tribunal en primera instancia rechazó la demanda realizada por las víctimas, pero luego un tribunal superior revocó la sentencia, dictaminando a favor de las familias cuyos chicos murieron o enfermaron, los abogados de Pfizer intentaron extorsionar al fiscal para que se alejara de la causa, pero el tribunal determinó que Pfizer indemnizara a las familias.

Los ensayos tampoco consideran aquellos casos en que el paciente puede tomar varios medicamentos, lo cual ocurre generalmente con las personas de mayor edad, cuando la combinación de determinados medicamentos puede tener efectos negativos.

Gotzsche nos dice que es fundamental que los médicos y la sociedad conozcan los resultados de los ensayos, los representantes de las empresas señalan que no pueden mostrar todos los ensayos alegando que son secreto comercial.

Los pacientes mayores de 65 años no suelen participar en los ensayos de las empresas a pesar que son personas de esa edad las más propensas a tomar esos fármacos y a padecer los daños que causan y también no permite conocer el efecto de la combinación de varios fármacos, las empresas realizan ensayos con personas que tomen exclusivamente el fármaco de prueba
Las pruebas incluyen de 500 a 3000 pacientes, se realizan por una corta duración en fármacos que después son recetados por décadas, pudiendo esta decisión causar desastres farmacológicos.

 

Las revistas médicas 

Muchas veces leemos que determinada revista médica realiza un aporte a determinado tema y en general se la presenta como si fuera toda una autoridad inmaculada sobre la materia, sin embargo estas revistas también dependen de la publicidad que hagan las multinacionales farmacéuticas.

El autor señala con énfasis que comprando editores de revistas y médicos, las farmacéuticas transformaron la ciencia médica, que antes era un bien público, en una mera mercancía cuya función principal es maximizar los beneficios económicos y las revistas médicas contribuyen notablemente a esa corrupción.

Si estas revistas efectúan una crítica demasiado descalificadora se exponen a importantes pérdidas económicas que las pueden llevar al cierre definitivo.

Richard Smith ex director de la British Medical Journal Smith dijo: “Las revistas médicas son una extensión de la rama de marketing de las empresas farmacéuticas”.

Cuando las empresas están interesadas en publicar un determinado artículo favorable a sus productos llaman a la publicación para decirles que si lo publican también comprarían publicidad en la revista.

Una investigación realizada en el Congreso de los Estados Unidos sobre dispositivos de implante vertebral reveló que en 2009 el cirujano ortopédico Thomas Zdeblick cobró más de 20 millones dólares en derecho de patentes y más de 2 millones en honorarios de asesoría de Medtronic mientras fue director de Journal of Spinal Disorders & Technique, Medtronic vendía implantes vertebrales y la revista publicaba artículos todos favorables a los implantes sin revelar sus vínculos con Medtronic.

Pharmacia que después fue vendida a Pfizer publicó en el 2000 en la revista The Journal of the American Medical Association un ensayo clínico sobre Celebrex (celecoxib) que era fraudulento porque los autores eran empleados de la empresa, cuando se realizaron ensayos independientes se verificó que el medicamento no tenía los beneficios que se decía, un  miembro de Pfizer reconoció que se realizó “selección interesada de datos”, hubo miles de demandas por decir que el medicamento no tenía efectos adversos.

En 2001 un artículo sobre los coxib en el New England Journal of Medicine estaba plagado de errores e imprecisiones, los dos autores tenían relaciones con los fabricantes de Vioxx y Celebrex. el artículo era una descarada publicidad hasta el extremo de hablar de ventajas inexistentes que la propia FDA había negado, los daños de ambos fármacos eran minimizados en el artículo.

 

Los médicos  

Los médicos no siempre son las personas más adecuadas para evaluar un remedio ya que a algunos le han lavado el cerebro por mecanismos que veremos y otros directamente han sido sobornados.

Pero además es imposible que los médicos sepan todo lo que tienen que saber sobre los medicamentos para prescribirlos de forma segura y no es sorprendente que cometan muchos errores.

Muchos de los médicos que trabajan para las empresas de esta industria dan conferencias que son financiadas por las farmacéuticas, pero no se menciona esa dependencia y supuestamente se brinda la conferencia basada en la autoridad del médico.

La posibilidad que tienen las farmacéuticas de comprar expertos implica un acto de corrupción al sistema de control y aprobación de los medicamentos.

El cardiólogo británico Peter Wilmshurt ha denunciado los fraudes realizados en los proyectos de investigación médicos, así lo explicaba: “Una empresa farmacéutica contrata a varios cardiólogos británicos eminentes para que den charlas por todo el país, con el fin de promocionar sus fármacos. Los cardiólogos a quienes los empleados de la farmacéutica denominan ‘el espectáculo ambulante’ cobran cada uno entre 3.000 y 5.000 libras esterlinas… Algunos incluso me han confesado que han llegado a ocultar los efectos adversos de determinados fármacos para no perder sus generosos contratos de investigación con los fabricantes farmacéuticos”.

Cuando en 1964 el director general de Sanidad de los Estados Unidos publicó un informe señalando el daño que provocaba el tabaquismo, la Asociación Médica Estadounidense se negó a aprobar ese informe, había razones de peso o mejor dicho de dólares, durante 14 años la industria del tabaco le había pagado a esa asociación un total de 18 millones de dólares.

La complicidad de algunos médicos ha llegado a haber colaborado con las farmacéuticas promocionando remedios para usos para los que no habían sido aprobados, algo que puede causar serio daño a los pacientes.

Un mecanismo de compra de voluntades muy común aplicado por las farmacéuticas consiste en invitar a los médicos a vacaciones pagas en complejos turísticos de gran nivel, por ejemplo viajes con all inclusive al Caribe, ahí se le presenta un nuevo medicamento, sorprendentemente muchos de los que ahí concurren afirman que eso no afecta su manera de recetar.

Cuando la doxazosina para la presión arterial que utiliza Pfizer fue desaconsejada por la American College of Cardiology, Pfizer se puso en contacto con esa institución y cambiaron su decisión, según nos dice el autor ese fármaco es inferior a otros con el mismo fin, pero el cambio en la decisión estuvo relacionada a la donación anual de medio millón de dólares.

Novo Nordisk debió pagar 25 millones de dólares de multa en 2011 en los Estados Unidos por la promoción ilegal de un fármaco contra la hemofilia, el laboratorio había pagado a los médicos para que hicieran promoción del medicamento para usos no aprobados, se comprobó que ese medicamento NovoSeven podía provocar trombosis letales en pacientes que no eran hemofílicos.

El psiquiatra británico Stuart Montgomery ocultó en la agencia reguladora de medicamentos donde trabajaba que prestaba servicios para Pfizer a la que le pasaba información sobre las opiniones de los investigadores y asesoraba a Pfizer que debía hacer para que sus medicamentos fueran aprobados.

Warner-Lambert que después fue adquirida por Pfizer pagaba a los médicos para que sus visitadores estuvieran presentes en la consulta y así pudieran recomendar el medicamento Neurotin para numerosas dolencias a pesar que sólo había sido aprobada para la epilepsia, era recetada para trastorno bipolar, migraña, trastorno de déficit de atención, síndromes de abstinencia por alcohol o drogas.

Ya vimos que las empresas realizan ensayos promocionales que tienen el objetivo de que los médicos receten nuevos medicamentos más caros y que son iguales o peores a los anteriores, existen también médicos que cobran por recetar un nuevo medicamento.

Novo Nordisk sobornó a una cadena de farmacias para que modificaran el tratamiento de pacientes con diabetes y promovieran una nueva insulina con un precio más elevado. Un gerente regional de Novo le dijo a los visitadores médicos: “El objetivo es conseguir cincuenta o más recetas a la semana en cada zona… Y si no llegáis a ese número, tendréis que preguntaros si esa relación de confianza que decís tener con los médicos es realmente tan buena. ¡Hacedlos responsables de todo el tiempo invertido, de las muestras, de las comidas y cenas y de los e ventos que le habéis proporcionado y cerrad el trato! ¡Está en vuestras manos!”

 

Psiquiatría 

Dice Gotzsche que la psiquiatría es el paraíso de la industria farmacéutica porque las definiciones de los trastornos mentales son poco claros y fáciles de manipular, y por lo tanto casi cualquier comportamiento puede medicarse, es la especialidad que ofrece mayores beneficios a estas empresas.

Existe un manual de diagnóstico y estadístico de trastornos mentales publicado por la American Phychiatric Association (APA) que el autor no duda en calificarlo como infame.

En ese manual la homosexualidad estuvo incluida hasta 1974, pero se mantuvo algo que se llamó la homosexualidad egodistónica que era la incomodidad por el rechazo ajeno a la propia orientación sexual.

En 1985 la APA incluyó en el manual el trastorno masoquista de la personalidad para mujeres que eran maltratadas por sus parejas, como bien dice el autor, ese manual era un etiquetador de personas, la consecuencia convertirlos en consumidores de medicamentos.

En 2009 la venta de fármacos para el sistema nervioso en Dinamarca era tan elevado que el 25% de la población los tomaba a diario a pesar que la última encuesta de Gallup dio que ese país es el segundo país más feliz del mundo.

En Estados Unidos los antipsicóticos son los más vendidos, entre 1990 a 1992 el 12 % de los estadounidenses estaban en tratamientos por problemas emocionales, eso pasó al 20 % en 2001 y en 2012 llegó al 25%.

En ese país también creció la cantidad de niños medicados por el trastorno de atención con hiperactividad (TDAH) y otros trastornos psiquiátricos, en el estado de Iowa el 25 % de los niños en edad escolar tomaba remedios para la TDAH, el riesgo es que estos medicamentos pueden llegar a ser peligrosos a largo plazo, causando episodios cardiovasculares.

Según el manual de la APA se tiene depresión, que según el autor no es una enfermedad, si se mostraba poco interés o poca alegría al realizar al menos la mitad de las actividades diarias durante las últimas dos semanas, además de otro síntoma adicional como: problema para conciliar el sueño, comer poco o en exceso, estar nervioso o inquieto que provoque moverse más de los normal.

Cuando muchas personas no experimentan placer al realizar las actividades rutinarias, los problemas de sueño pueden ser habituales, muchos comen en exceso en especial en los Estados Unidos y las personas se ponen nerviosas por problemas de trabajo o lo que sea, la conclusión es gran cantidad de seres humanos son medicados para beneficio de las multinacionales.

Pero también el manual determina hasta cuando es normal padecer por el fallecimiento de un familiar, si esa pena se extiende por más de dos semanas el manual lo considera depresión y por lo tanto corresponde medicar, en una versión anterior el manual consideraba un año, luego pasó a dos meses y por último a dos semanas.

Existen casos en que en una consulta de 15 o 20 minutos se le recetan a los pacientes fármacos que deberán tomar de por vida, Gotzsche llega a una conclusión que parece tener mucha lógica, si los medicamentos fueran efectivos los pacientes que toman antipsicóticos y antidepresivos debería disminuir y sin embargo aumentan.

Un estudio realizado por varios científicos llegaba a la siguiente conclusión: “Los psicofármacos no corrigen ningún desequilibrio químico. Al contrario, lo provocan. Es por eso que resulta tan difícil dejar de tomarlos, Si se toman durante más de unas semanas, estos fármacos crean la enfermedad que en principio tenían que combatir. Hemos convertido la esquizofrenia, el TDAH y la depresión (que en el pasado eran enfermedades que remitían espontáneamente) en trastornos crónicos por culpa de los fármacos que tomamos”

Además existe un problema adicional que muchos de esos remedios crean dependencia y por lo tanto deberían tomarse lo menos posible.

En 2000 Smith Kline Beecham que luego se convirtió en GlaxoSmithKline lanzó un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS) que se conoció como la píldora de la felicidad que fue uno de los mayores fraudes de la industria.

El primer ISRS fue el famoso Prozac de Eli Lilly que comenzó a comercializarse en 1988, la empresa tenía problemas económicos y necesitaba que ese fármaco se apruebe en Suecia para que luego sea más fácil en los Estados Unidos, el presidente europeo de Eli Lilly John Virapen, pagó sobornos para que fuera aprobado e invitó a los médicos a viajes con todo pago al Caribe, en Alemania también se recurrió a sobornos, Eli Lilly promocionó el Prozac para usos no aprobados, el medicamento fue la causa de muchos suicidios, y la FDA alegó que por un problema de etiquetado no se incluyó en el prospecto el riesgo de suicidio.

El Paxil, antidepresivo de GlaxoSmithKline fue señalado en 2001 por la organización Mundial de la Salud que causaba problemas de abstinencia mayor al resto de los antidepresivos, el fiscal general de Nueva York denunció a la empresa en 2004 por fraude por ocultar los daños que causaba el Paxil y obligó a la empresa a dar a conocer los ensayos realizados donde se comprobó que los datos fueron manipulados y mostraron que hubo niños que desarrollaron tendencias suicidas, la FDA también pudo comprobar que se habían producido intentos de suicidio.

Zoloft el antidepresivo de Pfizer también provocó casos de suicidios, entre 1998 y 2001 se realizaron más de cinco millones de recetas de Paxil y Zoloft a niños y adolescentes.

La conclusión del autor es que: “Todos y cada uno de los miembros de nuestra sociedad vivirían mucho mejor si retiráramos del mercado todos los psicofármacos. Es evidente que los médicos no son capaces de recetarlos con suficiente criterio. Es innegable que su disponibilidad hace más mal que bien”

 

Falsos mitos y propuestas 

Gotzsche también se dedica a derribar algunos de los mitos que la industria ha tratado de imponer para justificar su comportamiento, por ejemplo que los medicamentos son caros por los altos costos de investigación y producción.

Eso se encarga de desmentirlo Raymond Gilmartin ex director ejecutivo de Merck que admitió: “El precio de los medicamentos no está determinado por los costes de investigación. Lo que lo determina, en su lugar, es el valor que tienen en cuanto a su capacidad de evitar y tratar una concreta enfermedad o dolencia”.

Pero el autor del libro agrega algo más, el precio no está determinado sólo por lo que los pacientes están dispuestos a gastar sino también por los abultados gastos de marketing de las empresas.
Otra justificación de las empresas es que las innovaciones médicas se deben a la investigación que ellas realizan, cuando la mayoría se debió a organizaciones sin fines de lucro como universidades, centros de investigación o laboratorios públicos.

Un informe del Congreso de los Estados Unidos realizado en el 2000 señalaba que 15 de los 21 medicamentos más importantes aparecidos entre 1965 y 1992 se realizaron gracias al conocimiento y la investigación efectuada por organismos públicos.

Y como ya vimos al principio que recordamos aquí, los más importantes descubrimientos para la salud durante el siglo XX la penicilina, la insulina y la vacuna contra la polio nacieron en laboratorios financiados públicamente.

Son muchas las personas conocedoras del sistema de salud que llegan a conclusiones demoledoras sobre el papel de las empresas, Marcia Angell ex directoria del New England Journal of Medicine explicó: “Me resulta muy difícil creer que un sistema tan corrupto como este tenga algo de bueno, o que sea merecedor de la gran cantidad de dinero que invertimos en él”.

Y Ray Moynihan y Alan Cassels en su libro Selling Sickness dicen: “Si nuestro objetivo fuera la mejora de la sanidad, en lugar de invertir tanto dinero en fármacos caros para reducir el colesterol, deberíamos invertir unos miles de millones en campañas eficaces para reducir el tabaquismo, aumentar la actividad física y mejorar nuestra alimentación”.

Gotzsche cuestiona que los medicamentos se puedan patentar y aboga por un drástico cambio en el sistema: “Resulta intrínsecamente inmoral que los fármacos puedan patentarse. Somos libres de no comprar cualquier otro producto patentado si su precio nos parece demasiado alto, y no nos pasará nada. Sin embargo, con los medicamentos la cosa es distinta, porque si no podemos pagar un fármaco patentado que puede salvarnos la vida tenemos muchas posibilidades de morir. La única forma de actuar con respecto a los fármacos es abandonar el sistema actual e instaurar otro distinto en que las organizaciones sin ánimo de lucro inventen, desarrollen y pongan a la venta nuevos fármacos. Varios países capitalistas han creado ya sus propias farmacéuticas nacionalizadas, algo que también se propuso en 1976 en el Reino Unido”.

Además señala que es absurdo que sean las farmacéuticas la encargadas de realizar los ensayos de sus medicamentos que claramente es lo mismo que un acusado se juzgue a sí mismo, la reducción del papel de las agencias de control a mirar los estudios de las empresas de ningún modo garantiza la seguridad de los remedios.

Los ensayos deberían modificarse para que contengan más casos, se realicen durante más tiempos, se consideren a aquellas personas que toman más de un medicamento y que determinen la efectividad sobre las personas mayores de 65 años que no son tenidas en cuenta en las pruebas pero que después consumen esos remedios.

También es un absurdo que las empresas sean las dueñas de los datos de las pruebas porque deberían ser propiedad de la sociedad y de los pacientes que participan de los ensayos y que ponen en riesgo su salud para beneficio de las empresas.

Los médicos a su vez deberían informar de manera clara cuales pueden ser las consecuencias de los medicamentos que recetan y a la vez no deberían recibir dinero por recetar algún medicamento en particular, deberían ser los principales defensores de sus pacientes.

No se debería permitir las campañas de marketing de los medicamentos que deberían ser evaluados exclusivamente por su efectividad, la publicidad debería estar prohibida como lo está la de cigarrillos, sin estas campañas la gente gozaría de mejor salud y ahorraría dinero porque se abaratarían los remedios.

También deberían estar prohibidos los cursos de las farmacéuticas conocidos como de formación médica y que no tienen otra finalidad que la de convencer a los médicos de que receten sus productos.

Deberían terminar en prisión aquellos directivos como los de Grünenthal fabricante de la talidomina acusados de homicidios por haber ocultado los graves daños que causaba su producto.

Los directivos de las empresas no padecen de castigos alguno cuando ocultan datos, realizan campañas fraudulentas y venden fármacos que causan muertes o graves daños.

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