El Forjista

Leonardo Favio

 

9 - Ezeiza

 

Perón había regresado a Madrid, allí había permanecido durante las elecciones del 11 de marzo de 1973 que llevaron a Héctor Cámpora a la presidencia y el 20 de junio iba a producirse su regreso definitivo al país, para eso se había preparado un palco en las cercanías de el aeropuerto de Ezeiza donde aterrizaría el avión que lo traería de regreso, de tal forma que los partidarios pudieran recibirlo y escuchar sus palabras.

Leonardo Favio fue invitado a ser el maestro de ceremonia del acto, a partir de ahora pasamos a reproducir un largo testimonio de lo que vivió ese lúgubre día: “En un momento, yo estaba descansando en el hotel y me avisan que en el palco, y en la concentración, había disparos y una gran confusión. Con el negro Anastasio fuimos a ver qué estaba pasando. Cuando llegué al puente, los disparos venían de todos lados… Ahí me doy cuenta de que se habían borrado todos los responsables y que nadie tranquilizaba a la gente. Subo a la cabina de sonido y pido que se serenen … Yo me quedo tendido en el suelo de la cabina porque los disparos venían de todos lados. Por los parlantes, le explico a la gente que yo estaba tendido por prevención, pero que no había tanto peligro, que todo estaba bajo control y que lo mejor era que se serenaran y se pusieran cuerpo a tierra… Yo tenía terror porque no sabés de donde va a penetrar la bala… Mientras tanto, seguía haciendo cosas porque no me paraliza el miedo. Lo sobrellevo con cierta dignidad. Debe ser por mi timidez que me da vergüenza demostrar el miedo…”

Después de un rato sucede lo siguiente: “Creí que las cosas se habían apaciguado y nos fuimos con el negro Anastasio al hotel, cuando vino un chico periodista: ‘–Leonardo, ¿podrás hacer algo? En la habitación de al lado le están pegando a unos muchachos –me dice.’ Voy a la habitación, golpeo con insistencia, pero no responden. ‘–Mirá, soy Leonardo Favio –grito–. Me abren o bajo y traigo a todo al periodismo.’ Cuando abren, ¡para qué te voy a contar ese espectáculo! Habían golpeado a unos pobres muchachos. Se me aflojaron las piernas, no me podía tener en pie. ‘– Ustedes les tocan un pelo más a estos muchachos y yo me suicido–los amenacé–. A todos ustedes los tengo vistos. Acá no se toca más a nadie.’ Los tipos que los golpeaban se fueron…”

Así fue como Favio le salvó a varios militantes peronistas y evitó que continuaran con las torturas, después de eso se fue a la Casa Rosada a informarle a Cámpora y al ministro del interior Esteban Righi de los sucesos de los que fue testigo.

Sobre los sucesos de Ezeiza dijo: “Yo supe de donde venían las balas. Había confusión, pero no tanta como para no saber qué es lo oscuro y qué es lo claro. Mi confusión fue cómo proceder, porque me dolió mucho lo que pasó”

Su hijo Nico Favio señaló que: “Ezeiza fue quizás el día más triste de su vida. Por lo general, hablaba muy poco de aquel día. Es más, pude enterarme de todo lo ocurrido cuando leí ‘Pasen y Vean’ (libro de Adriana Schettini sobre la vida de Favio). Él siempre me decía que todos los pueblos del mundo eran maravillosos, de ahí su dolor”

El 1° de julio de 1974, cuando fallece el Juan Domingo Perón, es invadido por una profunda tristeza, así lo dijo: “Pobre General… Él quería ser enterrado. A veces pienso, pobrecito en ese sótano, tan solito ahí en la Chacarita. A él lo debieran haber dejado en la tierra, como era su deseo. A vos, ¿los nichos, no te dan la impresión de que uno se asfixia? La tierra es hermosa, porque volvés a la tierra y tenés la chance de volver…”

Poco antes de su muerte le hizo llegar a Perón la canción “Estoy orgulloso de mi General” que concluía diciendo: “Soy soldado del pueblo y estoy orgulloso de mi General”.

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