El Forjista

Leonardo Favio

 

6 - Cantante popular

 

Una tarde entró a un bar de Florida y Viamonte a hablar con Torre Nilson desde un teléfono público, en la cola había una joven, Carola Zulema Leyton, con quién comenzó a hablar y quedaron en una cita, a partir de ahí no se separaron más, tuvieron dos hijos Salomé y Nicolás.

Comenzó a cantar en giras que realizaba por el interior en clubes humildes y pequeños, la mayoría de las canciones eran milongas sureñas, varias de Atahualpa Yupanqui, se acompañaba con la guitarra que tocaba decentemente.

Un amigo lo llevó a cantar en La Botica del Ángel que dirigía Eduardo Bergara Leuman, tuvo la suerte, pero también la voz adecuada, que en su debut había un directivo de la compañía discográfica CBS que le propuso grabar un disco.

Así relataba Favio sus primeros pasos como cantante: “El primer tema que grabé fue un fracaso porque no vendí un solo disco. Se llamaba ‘Quiero la libertad’ y es una canción con la cual creía que se podía hacer una revolución, pero no pasó nada. En aquella compañía discográfica estaban Hugo Piombi y John Lear, dos productores que sabían mucho y ellos me hicieron grabar ‘Fuiste mía un verano’ y ‘O quizá simplemente le regale una rosa’. Yo discutía con ellos porque quería cantar otros temas, pero al final tuvieron razón. Y vaya si la tuvieron”. 

Él consideraba que parte del éxito se debió a usar el vos en vez del tu y de usar palabras del lunfardo, es decir la de argentinizar el vocabulario.

Favio como cantante fue de uno de los fenómenos más espectaculares surgidos en la discografía protagonizada por un artista argentino, enseguida se ubicó entre los cantantes más famosos de la época cuando reinaban Palito Ortega, Sandro y Leo Dan.

Eso sí, esa etapa fue como un relámpago en el cielo, comenzó a fines de 1968 y para 1970 decidió retirarse, apenas cuando había aparecido su segundo álbum, aunque más adelante regresará a la música.

El simple que contenía “Fuiste mía un verano” llegó a vender un millón y medio, convirtiéndose en un récord que no fue superado, su primer Larga Duración además tenía éxitos como “Quiero aprender de memoria” y “Ella ya me olvidó”, también había incorporado el tema del grupo de rock Almendra, “Para saber como es la soledad”, más conocido como “Tema de Pototo”.

El éxito lo sorprendió y también lo colocó ante un desafío: “Me sentí muy perplejo por el éxito. No esperaba una avalancha así y no sé si me hizo bien. Venía de un mundo de mucha tranquilidad, de austeridad y de golpe ver esa locura de los medios, de la gente, de los shows continuados. Me sorprendió, me descolocó y tardé mucho tiempo en reaccionar. A tal punto que luego de grabar un segundo LP en 1969, en pleno apogeo del éxito, dejé la canción en 1970”.

En una oportunidad desmintió eso que prefería el cine por sobre la música: “Yo quiero llegar a la gente y conmoverla porque no soy otra cosa que un narrador de cuentos, tanto cuando filmo, como cuando escribo canciones… Muchos dicen: Leonardo canta para ganar plata que le permita hacer cine. Eso no es cierto. Yo canto porque me gusta tanto o más que el cine.”

Obviamente esa fama abrupta le permitió acceder a cosas que nunca en su vida había tenido: “Mis canciones hicieron milagros, como que yo comiera más a menudo, que pudiera pagar el alquiler, que pudiera ser solidario con quienes quiero, porque tengo los medios para hacerlo, hicieron de los aviones una alfombra mágica que me llevó a países insólitos.”

En 2004 su amigo Facundo Cabral recordó lo siguiente en Página 12: ““Nunca hubo en nuestra música un impacto tan grande como fue la salida del primer disco de Leonardo. Se escuchaba sólo Favio. Recuerdo que yo grababa en otro sello, RCA Víctor y él estaba en CBS, pero todas las fábricas de disco de Argentina pararon la producción para fabricar discos de Leonardo y abastecer la demanda. Fue un hallazgo. Favio era una enorme novedad, un tipo tan singular, algo tan bello y tan directo, era como la medida de la canción popular. Además, contaba una historia, ‘Ella ya me olvidó/ yo la recuerdo ahora…’. Era maravilloso.”

Después de su resonante éxito en Argentina, realizó una gira por América Latina, ganaba entre 25.000 y 30.000 dólares por actuación, esos ingresos le permitieron vivir durante un tiempo en el costoso Hotel Alvear.

Pero Leonardo Favio nunca se olvidó de sus orígenes humildes, siempre regresaba a Mendoza a juntarse con sus amigos de juventud, así lo recuerda su amigo Julio Sarmiento: “El Chiquito siempre guardó un cariño muy grande por nuestro pueblito y como se dice en estos casos, las luces de la fama nunca lo enceguecieron”.

En un reportaje reciente su sobrina Luciana Jury expuso la importancia que Favio le asignaba a la amistad: “La amistad fue casi todo en su vida. Disfrutaba con sus amigos, tenía muchos y le alumbraban las sombras que por momentos lo habitaban”.

Ir al capítulo siguiente

Volver al índice