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El Forjista

Biografía de Juana Azurduy

 

Capítulo 10 - Otra dolorosa pérdida

 

 

Juana había intercedido varias veces ante su esposo o ante otros caudillos para que no fusilaran a los prisioneros, a partir de esa tragedia que asoló a su familia dejó de hacerlo, incluso hubo casos en que ella misma se encargó de ejecutarlos.

Estas prácticas que pueden considerarse bárbaras al día de hoy, como ya dijimos eran muy comunes entre las tropas españolas que llegaron a aplicar los métodos más crueles para imponer el terror.

Padilla debe padecer la rebelión del caudillo Vicente Umaña, incluso en condiciones de inferioridad deciden enfrentarlo cuando en esos momentos llega el contingente de flecheros que el cacique Cumbay les mandó para colaborar con ellos, ante la inferioridad numérica Umaña optó por retirarse.

Con el aporte de estos indios chiriguanos deciden organizar un nuevo escuadrón logrando emboscar a un ejército realista en una de las batallas más sangrientas desarrolladas en el Alto Perú, los realistas sufren importantes pérdidas, los Padilla optan por no dejar un solo enemigo vivo.

El escritor e historiador boliviano Joaquin Gantier escribió: “Ya no es la ley del Talión lo que prima sino una ley más inhumana por un muerto se exigen dos, por dos cuatro, y así en progresión satánica. Es estas últimas hazañas los Padilla no han tenido piedad ni consigo mismo”.

En esta guerra por la libertad, los patriotas altoperuanos no tienen respiro ni tiempo para recomponerse, otro golpe castiga al matrimonio.

En el Cerro las Carretas los guerrilleros esperan al ejército realista al mando del coronel Sebastián Benavente, el combate se desarrolló el 2 de agosto de 1814, con una notoria diferencia en las armas utilizada por uno y otro bando, armas de fuego contra lanzas y flechas y unas pocas piezas de artillería que habían sido sustraídas al enemigo en combates anteriores, la lucha se sostuvo por tres días con los realistas intentando trepar las laderas.

Desde las alturas los patriotas dejaban caer unas pocas bombas, pero fundamentalmente grandes piedras tratando de provocar avalanchas para aplastar a quienes intentaban escalar.

Nuevamente los españoles lograron sobornar, esta vez a Pedro Artamachi quién le mostró un sendero en medio de la noche mientras las fuerzas de Padilla descansaban.

Cuando los realistas atacaron, Huallparrimachi concurrió a ayudar a Juana que estaba siendo rodeada por varios soldados, ante la reacción los atacantes huyeron disparando, logrando dar en el pecho del joven produciendo otra muerte que enlutaba a la familia.

La guerra estaba adoptando cada vez un carácter más despiadado, incluso Belgrano que después de la batalla de Tucumán decidió amnistiar a los vencidos y los dejó en libertad incluido a su jefe Pío Tristán, bajo la promesa a no volver a tomar las armas contra la causa patriota, cuando después de la batalla de Tambo Nuevo apresó a algunos que habían hecho el juramento, decidió fusilarlos por la espalda con la instrucción de no disparar a las cabezas para que luego fueron cortadas y expuestas en una pica para escarmentar y horrorizar a los enemigos.

Debe señalarse que mientras los españoles actuaban de manera sanguinaria en América, combatían caballerosamente con otras potencias extranjeras, incluso los prisioneros eran liberados con la promesa de no volver a combatir contra el mismo enemigo hasta tanto se realizara un intercambio de prisioneros, esa fue la razón por la cual San Martín estuvo inactivo militarmente entre 1798 y 1801 que cayó prisionero de los ingleses y fue liberado, porque España respetaba la promesa de que sus guerreros no volvieran a combatir hasta que se diera una situación como la señalada.

La crueldad que mostró España en América es un claro caso de racismo, por considerar a los americanos inferiores que sus enemigos europeos a los que trataban como iguales más allá de las divergencias en la disputa por el poder europeo.

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