El Forjista

Biografía de José Hernández

 

Capítulo 9 - Los años de legislador

 

El 30 de marzo de 1879 fue elegido diputado provincial por el Partido Autonomista Nacional, su firma aparece en varios proyectos conjuntos que presentan con Hipólito Yrigoyen y Leandro Alem.

Su presencia y voz no debe haber pasado desapercibida en el recinto parlamentario porque su hermano lo califica de coloso por su tamaño y con una “potente voz de órgano de catedral”.

Seguía Rafael Hernández su descripción señalando: “De formas atléticas, poseía una fuerza colosal comparable a Rafetto, el hércules de nuestros circos, y una bondad de alma comparable a su fuerza. Decidor chispeante, oportuno, rápido y original, se conservan entre sus amigos interesantes anécdotas; pero jamás hirientes en sus chistes epigramáticos. La nota bulliciosa vibraba siempre a su alrededor, no por cuentos que refiriese, sino por sus ocurrencias felices y siempre criollas”.

Es reelegido diputado el 30 de abril de 1880 durante ese mandato defiende la federalización de la ciudad de Buenos Aires, que se realizó por la ley 1029 aprobada en la presidencia de Avellaneda y promulgada en la de Julio A. Roca, ley resistida por el mitrismo que se levantó en armas pero que resultó derrotado, Hernández toma la palabra en dos oportunidades refutando la posición de Leandro Alem, el 3 de mayo es elegido vicepresidente de la Cámara de Diputados.

El 6 de octubre de 1881 el boliviano Pablo Subieta publica en el diario Las Provincias el primero de los cinco artículos dedicados al Martín Fierro, que ya hemos comentado y reproducido en parte en el capítulo correspondiente.

Fracasa en su intento de ser diputado nacional pero el 27 de abril de 1881 es elegido senador provincial.

También en 1881 aparece su libro “Instrucción de estanciero”, su hermano Rafael relató cómo surgió la idea de ese libro: El gobernador Dardo Rocha lo quería comisionar para que viaje a Australia y Europa para estudiar las razas y los métodos, lo hizo sin consultarlo pero José se negó a semejante gasto: “Como el gobernador insistiera que se necesitaba un libro que enseñase a formar las nuevas estancias, y fomentar las existentes, le contestó que para eso era inútil el gasto enorme de tal comisión; que las formas y prácticas europeas no eran aplicables todavía en nuestro país, por las distintas condiciones naturales e industriales; que la selección de razas no puede fijarse con exclusiones, por depender del clima y la localidad donde se crían y las variaciones del mercado, y en fin que, en pocos días, sin salir de su casa, ni gravar el erario, escribiría el libro que se necesitaba.”

El ofrecimiento del gobernador constaba de pasajes y 17.000 pesos mensuales, pero Hernández decide ahorrarle ese dinero al erario público, sin embargo la gobernación envió a otra persona y cuando apareció la Instrucción del Estanciero, el Estado provincial no compró ningún ejemplar.

El 26 de marzo de 1882 asume nuevamente como senador provincial, también participa como convencional en la Reforma de la Constitución bonaerense y es nombrado miembro del Consejo General de Educación.

En 1884 fue designado director del Banco Hipotecario y a principios de 1885 reelegido senador provincial.

Dardo Rocha lo envía a Salta para cumplir una misión que le encarga el gobierno y allí enferma, por lo que debe regresar a Buenos Aires, realiza algunos viajes por la provincia de Buenos Aires en apoyo a los candidatos de su partido pero en septiembre de 1886 por el empeoramiento de su salud deja de concurrir a las sesiones del Congreso.

Sufre de miocarditis enfermedad que se le manifestó en Salta, en octubre se agravó su enfermedad y fallece en su quinta del Belgrano el 21 de octubre de 1886.

Rafael Hernández dejó este recuerdo de lo que fue la vida de su hermano: “En las actividades de su vida merced a su poderosa organización intelectual guía su mente por distintos rumbos sin distracciones ni confusiones, y así es sucesivamente y a veces juntamente, contador, taquígrafo, guerrero, revolucionario, legislador, miembro del Consejo General de Educación, consejero del Monte de Piedad, del Banco Hipotecario, estanciero, periodista, orador, y poeta, hombre de espada y de pluma, del bosque y del salón, de tribuna y de espuela, en el campamento como en el gabinete, sirve al país en el orden nacional y provincial”

En 1896 aparece el libro de Rafael Hernández con una biografía de su hermano titulado “Pehuajó, Nomenclatura de las calles”, que aquí reprodujimos algunos párrafos.

El escritor Pablo Della Costa comentó la participación de Hernández en el tratamiento de una pensión vitalicia para la viuda de Estanislao del Campo que era su amigo, había quienes se oponían a que fuera de por vida, Hernández no había participado cuando escuchó algo que no le agradó y dijo: “Es necesario que las viudas de los hombres de talento no se mueran de hambre, pues todos sabemos que Del Campo no fue bastante imbécil para hacerse rico…” Esa intervención fue suficiente para que se aprobara el proyecto.

Dardo Rocha que fuera gobernador de la provincia de Buenos Aires y fundador de la ciudad de La Plata lo definía con las siguientes palabras: “Como contrastaba aquel hombre grande y fuerte, de mirar enérgico, de miembros amplios, de cabeza poderosa, poblada de cabellos oscuros y abundantes, con voz de trueno, gestos de tribuno que dominaba las tempestades democráticas, con el hombre llano, afectuoso con los humildes, pronto a enjugar todas las lágrimas, ofreciendo el supremo consuelo de compartirlas y a mitigar las desgracias ajenas, hasta dar como los héroes de las leyendas religiosas parte de lo indispensable en horas en que la fortuna le era más adversa”

También Rocha resaltaba: “su elevada inteligencia, la variedad de sus talentos, de sus medios de expresión y sobre todo las nobilísimas prensas de carácter; era no sólo un hombre de pensamiento y de acción sino a la vez un verdadero altruista, dotado de sensibilidad y de ternuras exquisitas como las que iluminan el corazón de las mujeres o los niños, las dos más bellas formas de vida”,

En la crisis armada de 1880 armó un almacén de provisiones en su casa no sólo para proveer a su familia sino también a los necesitados del barrio.

Fue un hombre de auténtica cultura sus escritos muestran un conocimiento de variadas y amplias lecturas, el escritor y porta correntino Ángel Héctor Azeves realizó una comparación del Martín Fierro encontrando coincidencias con fragmentos de trabajos de Séneca y Epícteto y muchos proverbios de Publilio Siro.

Uno de los historiadores que más ha estudiado su vida y obra, Fermín Chávez concluye que: “No fue un erudito, sino un sabio al modo de la antigüedad grecolatina. No tenía muchos libros en la cabeza, pero los tenía buenos, de acuerdo con el consejo de su más entrañable criatura. Es bueno que nos cuidemos de no desposeerlo de ese tesoro…”

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