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El Forjista

Lo que aprendimos de Jauretche

 

El medio pelo

 

Veamos la definición utilizada por Jauretche: “En principio, decir que un individuo o un grupo es de medio pelo implica señalar una posición equívoca en la sociedad; la situación forzada de quien trata de aparentar un status superior al que en realidad posee.”. “Medio pelo es el sector que dentro de la sociedad construye su status sobre una ficción en que las pautas vigentes son las que corresponden a una situación superior a la suya, que es la que se quiere simular”.

Cuando se refería al medio pelo no estaba incluyendo al grueso de la clase media, sino que lo utilizaba para señalar el comportamiento de la burguesía en ascenso y de sectores desclasados de la clase alta. Sin embargo si analizamos muchas de las actitudes de esos grupos sociales veremos que muy bien pueden ser aplicados a algunos sectores de nuestra clase media principalmente a aquellos radicados en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores.

Hasta la crisis del 30, la clase terrateniente era principalmente ausentista pasaba parte del año en Europa donde educaba a sus hijos y llegaba a establecer relaciones con la nobleza europea. Aquí se hacían construir castillos a imitación de los franceses como puede verse en el Palacio Anchorena donde en la actualidad funciona el Ministerio de Relaciones Exteriores o del de la familia Paz donde se encuentra el Círculo Militar. Algunos traían institutrices desde Inglaterra para que educaran a sus hijos, complementándola en colegios bilingües.

Esto provocó una gran confusión entre algunos intelectuales que confundieron la bonanza de esa clase social minoritaria con la situación del país, el Teatro Colón era un símbolo de esa Argentina donde muy pocos tenían cabida, el polo argentino adquiría prestigio en todo el mundo. La Sociedad Rural era la puerta de ingreso a la oligarquía.

La alta sociedad se fue aislando de la vida cívica, dejó los puestos en el partido conservador para apellidos ilustres del Interior o destacados jóvenes profesionales de la clase media, también dejó de prestar servicio en la milicia, esta actividad quedó sólo para algunas excepciones como los Lanusse.

“Aislada la alta sociedad del resto del  país fue completando su desconocimiento del mismo, que pasó a ser como un país extranjero en colonización, o a lo sumo en tutela, que delegaba en sus políticos profesionales”. Esto cambiaba cuando consideraban que surgían sectores que podían poner en peligro su dominio como ocurrió con el anarquismo introducido por los inmigrantes, entonces los jóvenes de la oligarquía conformaron la Liga Patriótica que se ocupaba de realizar redadas contra extranjeros con la complicidad de la policía.

Las crisis internacionales y las guerras mundiales con la consiguiente interrupción del suministro de manufacturas extranjeras posibilitaron un cierto desarrollo de la producción nacional por el reemplazo  de importaciones, esto provocó a la vez el surgimiento de un mercado interno.

Con el desarrollo industrial del peronismo apareció una nueva clase, la burguesía, que en vez de emprender un camino propio quiso imitar a la clase terrateniente en sus comportamientos e ideología, bajo la presión del aparato cultural de la oligarquía se impusieron los parámetros de éxito social de la vieja clase, algunos se compraron campos “No quiso ser guaranga, como corresponde a una burguesía en ascenso, y fue tilinga, como corresponde a la imitación de una aristocracia”. Así asimiló todos los prejuicios de los terratenientes y trataron de mudarse a los lugares que ellos habitaban, comprando sus propiedades en San Isidro o Recoleta.

No se puede tomar a la clase media como un todo homogéneo, cuando son por naturaleza heterogéneas en su comportamiento y en sus ideologías, por eso se refirió específicamente a esos sectores que enfrentaron con rabia a los gobiernos populares: “Esta gente está habituada a reverenciar la prosperidad de los cipayos, de las castas del lujo, los negociados entre las altas figuras nativas y los rubios representantes de los imperios, y cada uno siente celos de la prosperidad de otros, sin fijarse en la propia. Es un viejo fenómeno que ya lo vimos también en tiempos del radicalismo, aunque en menor escala; nadie le lleva la cuenta a los automóviles ni a los traje de un Anchorena o de un Alzaga, ni al “mister” de la sociedad anónima extranjera, porque se parte del supuesto que nació para tenerlos ¡Pero todos se alborotan por el nuevo traje del inquilino de la pieza 31!”.

El medio pelo busca el prestigio social accediendo a la propiedad de la tierra, tratará de ingresar a la Sociedad Rural, la fabrica y el comercio no dan prestigio. Un burgués se siente disminuido frente a un ganadero mientras en Europa o los Estados Unidos lo mira desde arriba.

El medio pelo se esfuerza por buscar un status superior, pero no es esto lo que provoca lo ridículo de la situación, sino que la búsqueda no tiende a la afirmación de su personalidad sino a simular situaciones falsas que los obligan a ocultar la realidad, adoptando pautas que corresponden a otro grupo.  

En ese frenesí realiza actividades que le permitan mostrar ante los demás que se encuentra en un nivel superior, los deportes que así le permitían mostrarse eran el tenis (antes que Guillermo Vilas lo popularizara), el rugby o el hockey(para las niñas), y más recientemente el golf. Obviamente el polo era casi inaccesible.

Los primos pobres de la oligarquía buscaban reemplazar su pérdida territorial con determinados títulos universitarios que le abrían las puertas de carreras como el Derecho que le permitían  continuar manejando cierto prestigio y le posibilitaba ingresar a buffetes de abogados que defendían a multinacionales o a personas distinguidas. También el lugar de residencia como la Recoleta, Barrio Norte o San Isidro, zonas del sur como Banfield o Adrogué y algunos barrios que se han agregado más recientemente como ciertas zonas de Palermo y Belgrano. El automóvil se convirtió más en un signo de status que en un medio de transporte.

El colegio de los chicos también fue un elemento fundamental para simular la pertenencia a una clase superior, la escuela pública quedaba excluida, en realidad no tiene mayor importancia el nivel de enseñanza, lo valioso era que los padres de los compañeritos fueran personajes de un nivel social alto. Jauretche que tenía una mirada muy profunda en sus análisis también podía prever las dificultades de esos niños convertidos en trampolín para el ascenso social de sus padres. En esos colegios un grupo de los estudiantes pertenecían efectivamente a la clase alta pero los otros corrían el riesgo de no ser aceptados en el ambiente de quienes se creían superiores.

Se podían incorporar otras posesiones que daban sumo prestigio, obviamente la más importante era la estancia pero eso estaba limitado a los nuevos empresarios, había otras un tanto más accesibles como el yate o la casa de fin de semana. En la década del 90, el auge de los countries y los barrios privados, los convirtieron también en  elementos importantes para mostrar un status superior utilizando la excusa de la inseguridad. 

Cumplir ciertas pautas se convirtió en una religión para el “medio pelo”, había que observar el comportamiento de las clases pudientes para luego establecer una conducta basaba en la imitación. 
Con el arribo del peronismo en 1946 y la presencia protagónica de los denominados “cabecitas negra”,  que eran los hombres del Interior que por vez primera podían acceder a ciertos servicios y mercancías que antes les estaban vedados. Ese ascenso social fue vivido por amplios sectores de clase media como una amenaza.

“Hubo un  sector de la clase media que se sintió el más agredido. La “intelligentzia”, desde el profesor universitario al maestro de escuela, pasando por el grueso de los profesionales, periodistas, artistas, se resintió en su subjetividad de depositario de la “cultura” y fabricó una interpretación a la medida de sus aptitudes, de izquierda a derecha, y sin que sus diferencias doctrinarias impidieran la unanimidad del pensamiento”.

También necesitaban adoptar las ideas de la clase alta que se trataban de imitar, estas pautas tienden a dar una idea depresiva del país, “Y se envenenan contra el país. De ahí sale esa expresión clásica: “Este país de m….”. Es una actitud disminuida, como argentinos; están acechando los baches de la calle, el corte de luz, o de agua corriente, la falta de  horario del transporte, el vidrio o la ventanilla rota, para dar satisfacción a su masoquismo. Hay algunos que llegan a tal extremo que parecen desear que su mujer los engañe para poder decir que “los argentinos son cornudos”. Los canales de noticias han llevado este machacar constante de situaciones supuestamente graves y negativas  a un nivel de paroxismo que lleva a sus televidentes a un estado de depresión o exaltación nerviosa.

“Para esta gente la opinión que importa sobre lo nuestro es la del periódico extranjero. Lo que diga “Financial News”, el “Times”, o el “New Yor Herald” y hasta “Pravda”, si es desfavorable. Jamás se les ocurrirá pensar que el punto de vista del acreedor es distinto al del deudor, y el del país dominante, al del dominado, y que lo más probable es que lo que esa prensa condena por eso mismo puede ser lo conveniente desde que el interés es opuesto”.

Así describía ese rechazo de la clase media que asistía con  horror al ascenso de otras clases sociales que podían mejorar su situación ante las políticas de los gobiernos populares: “Les resulta horrible hacer el sacrificio de llevar a la familia a Mar del Plata para encontrar que la habitación de al lado la ocupa la mecanógrafa, el peluquero, o el repartidor de leche, que en el restaurant no hay mesa porque lo desbordan las gentes que antes no tenían acceso al él, que los camarotes del tren le son disputados por la multitud en fiesta, que cualquiera ocupa un taxímetro y que hay que hacer cola para comprar el pollo “allo spiedo” que antes ofrecía reverente el rotisero sin clientes, al grave caballero de flácido bolsillo que lo tuteaba paternalmente al protegerlo con la compra… La prosperidad de los de abajo molesta el escalón superior, a esa clase “quiero y no puedo” de la pobreza vergonzante, a quien parece disminuir socialmente el ascenso de los que estaban un poco más abajo porque se alteran sus jerarquías rutinarias de la importancia social”.

 Todo lo que señaló Jauretche sobre el comportamiento del medio pelo puede verificarse en la actualidad con la crítica de ciertos sectores de las clases altas y medias a los gobiernos kirchneristas por medidas que no los perjudican a ellos, pero que les provocan una reacción furiosa en tanto esas decisiones benefician a otros, nos referimos por ejemplo al acceso a la jubilación de muchas personas sin ningún ingreso o la Asignación Universal por Hijo que implicó un avance social extraordinario.

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