El Forjista

El golpe de Estado de 1955

Los acontecimientos militares del levantamiento

Por lo menos desde el 51 existían distintas líneas conspirativas cívico-militares, la Marina en pleno, una cantidad indeterminada de militares del ejército en situación de retiro y algunos pocos en actividad. Lonardi y Aramburu correspondían a dos corrientes de la conspiración que por todos los medios intentaban derrocar al gobierno. Según Potash, hacia fines de agosto era muy difícil encontrar un general contrario a las ideas de Perón, sólo tres o cuatro sobre una cifra que superaba los noventa estaban comprometidos con la conspiración.

Una vez transcurrido el 16 de junio y en vista de las amenazas de Perón del 31 de agosto, la Marina consideraba indispensable rebelarse pero buscaba con desesperación que aunque sea una unidad del Ejército la acompañara, los marinos se sentían por encima de la sociedad civil y asumían los aires de una casta superior que miraba por sobre el hombro a los integrantes del gobierno constitucional. El 1° de septiembre un general que había sido medalla de la Lealtad Peronista intentó un levantamiento en Río Cuarto, pero elementos leales al gobierno tomaron conocimiento de la situación y el rebelde debió huir presurosamente.

El general Aramburu en plena actividad conspirativa tomó conocimiento de este hecho y consideró imposible intentar un nuevo golpe de estado por lo que resolvió postergarlo sin fecha. Pero Lonardi, general retirado, no quería seguir esperando por lo cuál asumió el liderazgo del movimiento, de esa manera la Marina obtenía al general que estaba buscando. (45)

Aramburu era uno de los pocos generales en actividad que estaba dispuesto a derrocar a Perón, era Director de la Escuela Superior de Guerra por lo que estaba alejado del mando efectivo de tropa. Evaluó las condiciones políticas y militares y consideró que las condiciones no eran las adecuadas para tumbar al popular presidente.

El domingo 11 de septiembre Lonardi se reúne con Osorio Arana y le ratifica que aceptaba ponerse al frente del nuevo levantamiento fijando la noche del 15 al 16 para producirlo. La Marina al enterarse asumió como propia esa fecha. El general Lagos marchó hacia Cuyo, en tanto Lonardi se dirigió a Córdoba que sería el foco de la sublevación, en esa provincia contaría con el apoyo de Comandos Civiles que colaborarían con los militares. (46)

El 15, Lonardi se trasladó a Córdoba en compañía del coronel Osorio Arana, el levantamiento se inició en forma simultánea en los distintos centros tal cuál estaba planificado: Córdoba, Curuzú Cuatiá, Puerto Belgrano y Río Santiago.

El capitán de navío Arturo Rial era el coordinador del levantamiento en la Marina y fue el encargado de ofrecer la jefatura a Aramburu con el resultado conocido. El 11 al aceptar Lonardi todo comenzó a desarrollarse a un ritmo acelerado con un resultado que según los primeros movimientos pareció impensado.

El gobierno actuó con cierta parsimonia a pesar de los constantes intentos opositores por derrocarlo. El general Lucero, Ministro de Guerra, el día 15 en una reunión con otros generales afirmaba:“…aquellos que suponen que hay una conspiración en marcha, se equivocan de medio a medio”.(47)

Lonardi no era nuevo en las actividades conspirativas, ya por febrero 1952 fue arrestado por el intento del coronel Suarez. Desde esa época Aramburu y Lonardi permanecieron en contacto pero no coincidían en los tiempos y luego se verá que tampoco en las ideas, sólo el odio al peronismo podía mantenerlos unidos. A fines de 1952 Lonardi recuperó la libertad.

Ya a mediados de agosto, el coronel Arturo Osorio Arana confirmó a Lonardi la existencia de una conspiración con la jefatura de Aramburu y con el coronel Eduardo Señorans como Jefe de Estado Mayor Revolucionario donde se le encomendaba a Lonardi encargarse de sublevar la provincia de Córdoba.

El 8 de septiembre a las 21 hs. el coronel Señorans y Lonardi se reunieron en un automóvil tomando todos los recaudos del caso, y se le informa al general la suspensión del golpe en marcha por la renuencia de Aramburu a encabezarlo. (48)

Lonardi decide continuar con el levantamiento con la intención de aguantar 48 horas y en la creencia que ese tiempo le permitiría que se sumaran sectores civiles. Antes de partir hacia Córdoba le dijo a su hija: “En realidad, Marta, sólo cuento con imponderables”. En ese estado se iniciaban lo acontecimientos que derrocarían al gobierno popular.

En Córdoba y sin demasiados contratiempos toma la escuela de Artillería, las instrucciones a sus subordinados no dejaban lugar a dudas sobre lo que pasaba por las cabezas de los complotados y cuales eran sus sentimientos, o mejor dicho la ausencia de ellos. La orden de Lonardi fue:“Señores: vamos a llevar a cabo una empresa de gran responsabilidad. La consigna que les doy es que procedan con la máxima brutalidad”. (49)

La frase no dejaba lugar a dudas sobre las intenciones y los objetivos de los militares que se levantaban contra la Constitución, ya lo mostraron el 16 de junio, no importaba la cantidad de vidas que costara derrocar a Perón, ya se verá más tarde que hasta el propio Lonardi se sorprenderá de las fuerzas que él mismo había desatado, pero será muy tarde para frenar el odio desencadenado en las jornadas de septiembre de 1955.

La Escuela de Infantería de Córdoba quedaba aún en manos leales por lo que se produjo un enfrentamiento, en donde ambos bandos sufrieron las primeras bajas. Luego Lonardi le transmitió su opinión a Osorio Arana: “Bueno Ossorio: creo que hemos perdido, pero no nos rendiremos. Vamos a morir aquí”.

Pero para sorpresa de los rebeldes, el Director de la Escuela de Infantería se rinde, o mejor dicho deja de pelear. Así pasará con varios militares que seguían siendo leales al gobierno pero no mostraban ningún entusiasmo en combatir, no tendrán tiempo para arrepentirse.

La Fuerza Aérea en Córdoba cambia de bando y se pasa al bando rebelde, pero sin embargo el 18 de septiembre el núcleo central de la conspiración estaba rodeado por tropas enviadas por el gobierno. En tanto fuerzas que partieron desde Mendoza para reprimir a los sublevados en Córdoba, al llegar a San Luis se rebelan y regresan a Mendoza para ponerse a las órdenes del General Lagos. (50)

Rial había sublevado Puerto Belgrano con éxito, logrando extender la rebelión a toda la ciudad de Bahía Blanca pues el regimiento del Ejército se rindió sin combatir. La flota naval en pleno también había pasado al estado de sublevación conjuntamente con la base de Río Santiago, pero en ese lugar la situación se hizo insostenible y decidieron abandonarla quedando en manos leales.

Tampoco tienen éxito los rebeldes en Curuzú Cuatiá pues si bien el regimiento fue tomado por el mayor Juan José Montiel Forzano, luego debieron desalojarlo pues los suboficiales del Batallón de Zapadores rodearon el casino de oficiales y produjeron un apagón, el mayor fue detenido poco después. (51)

La situación era por demás difícil para los complotados así lo hizo saber Lonardi en carta al Gral. Lagos donde le decía: “No controlo sino el suelo que piso”, frase por demás reveladora de su estado de ánimo.

Pero la Armada estaba dispuesta a actuar sin ningún tipo de miramientos como lo había hecho el 16 de junio, el 18 de septiembre bombardean las destilerías de petróleo de Mar del Plata y los cuarteles de la artillería antiaérea de esa ciudad, lo cual causó gran desasosiego entre los hombres que se mantenían leales a Perón y en él mismo, el 19 Rojas intimaba a Lucero a cargo de la represión a rendirse bajo la amenaza de actuar de igual manera con las destilerías de la ciudad Eva Perón (La Plata) y otros edificios públicos como la Casa de Gobierno y los ministerios. (52)

Tanto los acontecimientos del 16 de junio como los de estos días de septiembre, la actuación de la Marina marcaron el espíritu de Perón quién vio la posibilidad de un enfrentamiento extremadamente sangriento, que tal vez llegara hasta una guerra civil de impredecibles consecuencias, su temor a ser responsable de esto lo marcaron profundamente, no fue como luego remarcaron sus enemigos miedo a combatir, será por el contrario, el miedo a ser responsable de derramar sangre argentina, obviamente Rojas y sus seguidores no tenían ningún problema en ensangrentar el país para cumplir con sus fines.

Dirá Perón más tarde: “Las probabilidades de éxito eran absolutas pero para ello hubiera sido necesario prolongar la lucha, matar a mucha gente, destruir lo que tanto nos costó crear…Yo no me arrepiento de haber desistido de una lucha que habría ensangrentado y destruido al país. Amo demasiado al Pueblo y hemos construido mucho en la Patria para no pensar en ambas cosas. Sólo los parásitos son capaces de matar y destruir lo que no son capaces de crear”. (53)

Cuando las cosas parecían venirse abajo para los hombres de Lonardi se produjo el renunciamiento de Perón, pero debemos señalar que el levantamiento tuvo su importancia a pesar de la supremacía de los leales en el plano militar.

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(45) Ramos. La era del peronismo Pag 169
(46) Félix Luna Tomo III pag 323 a 325
(47) Potash pags 271 a 274
(48) Marta Lonardi pag 50 a 56
(49) Idem pags 63 a 77
(50) Idem pags 80 a 95
(51) Idem pags 118 a 120
(52) Ramos. La era del peronismo pag 172
(53) Perón La Fuerza es el derecho de las bestias. Pag 14 y 21

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