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El Forjista

Biografía de Eva Perón

 

Capítulo 8 - La reacción oligárquica

 

 

En mayo de 1945 llegó al país el embajador norteamericano Spruille Braden y se convirtió de inmediato en líder de la oposición al gobierno que tenía en la mira la política desplegada por Perón porque había concretado una serie de medidas favorables a los trabajadores y alentado una política económica de neto corte nacional.

La Sociedad Rural, la Unión Industrial, las compañías extranjeras y los partidos opositores de derecha e izquierda conformaron una alianza que buscaba prioritariamente desplazar a Perón del gobierno.

Estos sectores organizaron el 19 de septiembre la denominada “Marcha de la Constitución y la Libertad” de la que participó Braden, la marcha fue multitudinaria lo que alentó las esperanzas de los reaccionarios, al punto que el embajador escribió a su país remarcando que estaba por terminar el ciclo de Perón. Al frente de la marcha se colocaron tres inmensos retratos de San Martín, Rivadavia y Sarmiento, los manifestantes cantaron el Himno Nacional y la Marsellesa.

En La Historia del Peronismo, Eva señaló: “Aquí podríamos recordar un hecho bochornoso: los vendepatrias, por combatir a un argentino, se unieron a un embajador extranjero, haciendo la vergonzosa marcha de la ‘democracia’. No sólo sirvieron los intereses foráneos del capitalismo, para ser instrumento de la explotación de los obreros argentinos, sino que también, en sus mezquinos y bastardos intereses, sirvieron a potencias extranjeras, y pidieron ayuda y su intervención para desterrar de esta patria al más ilustre de los argentinos, que venía a reivindicar la política, social y económicamente, y a implantar una verdadera soberanía…”

El 5 de octubre la oposición aprovechó un suceso menor como la designación de Oscar Nicolini, persona de confianza de Eva, como Director de Correos y Comunicaciones, provocó que los oficiales contrarios a Perón plantearan su preocupación por la influencia de Eva en el gobierno, el general Ávalos le planteó a Perón la disconformidad de ciertos militares por su relación con Eva y su incidencia en el nombramiento mencionado.

La ofensiva provocó la renuncia de Perón a los tres cargos que ocupaba en el gobierno el 9 de octubre, pero antes de retirarse, el coronel organizó un acto ante 15.000 trabajadores.

Perón y Eva se trasladaron a una Isla del Tigre hasta donde llegó una delegación para detenerlo el día 12 y conducirlo a la Isla Martín García, al ser detenido Eva lloró y se aferró al brazo del coronel debiendo ser separada por un policía.

Eva se refugió en la casa de Pierina Dealessi, quién recordó esos días de la siguiente manera: “Vino a mi casa a contarme. Temblaba. No sabía si lo habían matado o si estaba preso. Me dijo que a ella también la habían amenazado. Venía todos los días a dormir. Durante el día, desaparecía”.

Perón le escribió desde su lugar de detención a su amigo el teniente coronel Domingo Mercante: “Le encargo mucho a Evita porque la pobrecita tiene los nervios rotos y me preocupa su salud. En cuanto me den el retiro, me caso y me voy al diablo”.

Y al día siguiente le escribió a Eva: “Hoy le he escrito a Farrel pidiéndole me acelere el retiro, cuando salga nos casamos y nos iremos a cualquier parte a vivir tranquilos. Por correo te escribo y te mando una carta para entregar a Mercante…Te encargo que le digas a Mercante que hable con Farrel para ver si me dejan tranquilo y nos vamos a Chubut los dos…Si sale el retiro, nos casamos al día siguiente y si no sale, yo arreglaré las cosas de otro modo, pero liquidaremos esta situación de desamparo que tu tienes ahora”.

Sobre el deseo de Perón de retirarse y dedicarse a la vida privada hay al menos dos opiniones, en tanto Pigna señala que lo hizo porque sabía que su carta iba ser interceptada y quería hacer creer a sus captores que estaba dispuesto a retirarse de la política; Norberto Galasso señala que realmente estaba pensando en su retiro al menos por un tiempo. Nosotros nos encontramos más cerca de la segunda opción teniendo en cuenta la incertidumbre de esos días y que nadie pensaba, ni partidarios ni opositores, esa imponente manifestación que se daría pocos días después.

Como ella misma reconoció en reiteradas oportunidades, esos fueron los peores días de su vida, muchos le dieron la espalda y otros dejaron salir de sus entrañas todo el odio que venían acumulando en los últimos tiempos, todos sus contratos radiofónicos fueron cancelados y los programas levantados.

También fue objeto de una agresión física cuando un grupo de estudiantes universitarios la descubrieron a bordo de un taxi cerca de la Facultad de Derecho, así explicó sus sentimientos en esos días de incertidumbre en “La razón de mi vida”: “Yo no estuve en la cárcel con él; pero aquellos ocho días me duelen todavía; y más, mucho más, que si los hubiese podido pasar en su compañía, compartiendo su angustia…Desde que Perón se fue hasta que el pueblo lo reconquistó para él – ¡y para mí!-  mis ideas fueron jornadas de dolor y fiebre”.

Una de las múltiples actividades que Eva desarrolló cuando Perón llegó a la presidencia fue la de atender a aquellos peronistas que caían en desgracia, así lo explicó: “A todos los recibo también en mi despacho. No son obreros ni son pobres y no tienen nada que ver en el movimiento femenino… pero son peronistas en desgracia ¡y eso me basta! Yo siempre recuerdo lo que dice una de las verdades peronista que más me gusta: ‘para un peronista no hay nada mejor que otro peronista’. Yo le añadiría una frasecita más y quedaría a mi gusto. Yo diría: ‘para un peronista no hay nada mejor otro peronista y con mayor razón si está  en desgracia’. Muchas veces he recibido a amigos peronistas que nadie recibía ya: ni ministros, ni dirigentes del partido, y que incluso no debían ser recibidos por ellos”.

Precisamente las razones para esa decisión se centraba en que le recordaban esos días en que a ella se le cerraron muchas puertas: “Además, por si les quedara alguna duda yo me permito pedirles que se acuerden de una sola cosa: en cada peronista caído yo siento mi desolación de aquel octubre de 1945… cuando todas las puertas se me cerraban. ¡Y todas las almas!”.

Estando Perón detenido su médico personal, el Dr. Maza, utilizó unas viejas radiografías del coronel para convencer a Farrel que Perón necesitaba un traslado urgente al Hospital Militar, en verdad se trataba de un engaño para que pudiera retornar a  la Capital, este traslado ocurrió el 17 por la mañana.

En tanto la oposición reclamaba que el gobierno fuera entregado a la Corte Suprema de Justicia, mientras todo el gabinete de Farrel presentó su renuncia, se estaba en el medio de una crisis política de consideración.

La Confederación General del Trabajo se había reunido el 16 por la noche y había decretado un paro para el día 18, pero en muchos lugares del país los trabajadores no estaban dispuestos a esperar, incluso los trabajadores azucareros de Tucumán estaban de paro desde el día 16 de octubre.

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