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El Forjista

Biografía de Eva Perón

 

Capítulo 26 - El intento de golpe de 1951

 

 

La reforma de la Constitución de 1949 permitió la reelección de Perón, casi simultáneamente con esa posibilidad se conformó una logia integrada por altos oficiales que se llamó “Sol de Mayo” que comenzó a conspirar con el claro objetivo de derrocar al gobierno. Eduardo Lonardi y Carlos Von Der Becke eran sus líderes, una de sus acciones consistió en enviar un sobre con plumas en su interior a aquellos militares leales al gobierno. La Escuela Superior de Guerra cuyo subdirector era Aramburu era otro de los lugares donde se concentraba la oposición  al gobierno.

El 27 de agosto de 1951, cinco días después del Cabildo Abierto y antes que Eva renunciara a la postulación, Lonardi pidió su pase a retiro alegando que: “Los últimos acontecimientos políticos de pública notoriedad han creado al suscripto un estado espiritual incompatible con la adhesión a los actos de gobierno…por lo que informo que solicito en la fecha mi pase a situación de retiro efectivo”.

Concretamente planteaba su discrepancia con la candidatura de Eva a la vicepresidencia, los golpistas utilizaron  esta excusa  como justificación de su conspiración, la hija de Lonardi aseguró que su padre pidió el retiro para comenzar con las tareas conspirativas, por lo cual la renuncia de Eva el 31 de agosto le quitó a los golpistas uno de sus argumentos.

Lonardi desistió de continuar con esta actividad pero Menéndez decidió seguir con los preparativos, cuando éste realizó su pronunciamiento contra la Constitución, pocos oficiales estuvieron dispuestos a adherir al golpe.

Con el acto en la Avenida 9 de julio Perón intentó que las Fuerzas Armadas terminaran por aceptar la candidatura de Eva, pero a pesar de la multitud, los militares no cambiaron de opinión, por lo que Perón y Eva optaron por desistir de la misma.

Según Galasso esta decisión de no insistir con su postulación fue lo que posibilitó que el golpe de Menéndez tuviera escasa adhesión en el seno de las Fuerzas Armadas y que muchos que se habían comprometido desistieran a última hora.

Se efectuaron dos reuniones entre Menendez y Lonardi, ninguno quería ceder el mando en el otro, además tenían diferencias en cuanto a que política desarrollar si el golpe tenía éxito.
Mientras Menéndez quería imponer una dictadura y eliminar cualquier vestigio de peronismo, Lonardi proponía mantener algunas de las medidas sociales de Perón.

Los servicios de inteligencia le informaron al presidente que se estaba gestando un golpe de estado liderado por Menéndez, otros oficiales que participaban de la sedición eran Lanusse, Larcher, Guglialmelli, Sánchez de Bustamante y el capitán de navío Vicente Baroja.

Mientras estaba en los preparativos golpistas, Menéndez convocó a una reunión a los más representativos políticos de la oposición, concurrieron Arturo Frondizi(radical), Horacio Thedy (demócrata progresista), Américo Ghioldi (socialista) y Reynaldo Pastor (conservador), les anunció que pensaba derrocar a Perón antes de las elecciones convocadas para noviembre, reimplantar la Constitución de 1853 y anular de 1949, según declaró Menéndez años después, los políticos se comprometieron a apoyarlo, con esa adhesión se reunió con Lonardi con quién mantenía diferencias y con el que no llegó a ningún acuerdo.

Campo de Mayo fue el foco del golpe, los sediciosos apenas pudieron poner en movimiento dos o tres tanques, el presidente declaró el Estado de Guerra Interno mientras la CGT convocó a una huelga general y llamó a una movilización a la Plaza de Mayo.

Perón sabía de la conspiración pero quiso que el mismo se desarrollara para que quedaran expuestos quienes actuaban en contra del régimen democrático, quiso que el pueblo se enterara de cómo actuaban los sectores reaccionarios, pero ya tenía vigilados sus movimientos. A las 15 horas la situación ya estaba controlada, Perón le habló al pueblo y a una plaza colmada le prometió que aplicaría la pena de muerte a los conspiradores, pero no cumplió con esta amenaza. Eva le propuso que aplicara la pena de muerte a los conspiradores pero Perón optó por actuar con menor rigurosidad.

El día del golpe Eva guardaba cama, luego que le habían aplicado radium bajo anestesia total, recién a las 18 horas se le comunica de la situación, contrariando a Perón y los médicos decide irradiar un comunicado a las 21 horas donde se evidenciaban sus padecimientos en el tono de voz.

Dijo en ese mensaje: “El General Perón acaba de enterarme de los acontecimientos producidos en el día de hoy. Por eso no he podido estar esta tarde con mis descamisados en la Plaza de Mayo de nuestras glorias. Pero no quiero que termine este día memorable sin hacerles llegar mi palabra de agradecimiento y de homenaje, uniendo así mi corazón de mujer argentina y peronista al corazón de mi pueblo, que hoy ha sabido probar, una vez más, la grandeza de su alma y el heroísmo de su corazón…Yo les doy a todos las gracias en nombre de los humildes, de los descamisados, por quienes he dejado en mi camino jirones de mi salud, pero no de mi bandera, y les pido con todas la fuerzas de mi alma que sigan siendo felices con Perón, como hoy, hasta la muerte, porque Perón se lo merece, porque se lo ha ganado y porque tenemos que pagarle con nuestro cariño las infamias de sus enemigos, que son los enemigos de la Patria y del pueblo mismo”  

Al día siguiente decidió reunir a los dirigentes de la CGT  y al Ministro de Guerra, general Sosa Molina, a ellos le informa que la Fundación procedería a comprar 5000 pistolas automáticas y 1500 ametralladoras, las cuales serían entregadas a los obreros en caso de producirse un nuevo golpe de estado.

La idea de la conformación de estas Milicias Obreras para defender a la democracia, se completaba convocando a suboficiales y oficiales de comprobada lealtad para que adiestraran a los obreros en el uso de las armas.

Un integrante de aquellas milicias comentó: “En el diario La Prensa, controlado por aquel entonces por la central obrera, se creó una comisión de milicias obreras, entre cuyos integrantes figuraba quién esto escribe. Algunos sectores de las milicias efectuaron trabajos de adiestramiento con armas, impartidos por suboficiales del Ejército. Esto llegó a conocimiento de Perón, que no ocultó su descontento. Él no era adicto a una movilización armada del pueblo. Las cosas siguieron lentamente y sin estridencias, debido a que la enfermedad de Evita se agravaba día a día. La única corazonada de esta gran luchadora, que intentó que el pueblo tuviera protagonismo real de la forma que fuera, quedó frustrada. Esas armas llegaron al país, pero el mismo Perón ordenó, después de su muerte, que se archivaran en el Arsenal Esteban de Luca y se destinaran más tarde para reequipar a la Gendarmería Nacional”.

Según Vera Pichel a los pocos días de la muerte de Eva, Perón dio la orden de concluir con ese intento de formación de Milicias Obreras.

Las milicias se conformaron en otros puntos del país, tal fue el caso del Chaco a instancias del gobernador Felipe Gallardo, llegaron a contar con 1000 integrantes, tanto hombres como mujeres, producido el golpe de 1955 Gallardo esperó la orden  de Perón para movilizar las milicias chaqueñas pero las órdenes nunca llegaron, el gobernador pasó muchos años preso, además se quemaron todos los papeles de su gobierno para que no quedaran rastros de esa gestión que había tenido la inaudita audacia de expropiar a Bunge y Born, Gallardo nunca pudo jubilarse porque su documentación también fue quemada.

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