El Forjista
Manuel Ugarte nació en la ciudad de Buenos Aires el 27 de febrero de 1875 en un hogar de buena posición económica. Sus estudios los realizó en el Colegio Nacional de Buenos Aires.
A los 15 años comenzó a escribir sus primeros trabajos y se convirtió en un ávido lector, su familia le costeaba la edición de sus primeros trabajos de poesía, esta incursión le permitió tomar contacto con los más destacados literatos de la generación del 80.
Como muchos de los argentinos de buen pasar, partió en 1897 hacia París para continuar sus estudios, mejoró su francés y también aprendió italiano e inglés. Asistió a cursos de sociología y filosofía, pero aquellos jóvenes argentinos dedicaban gran parte de su tiempo a la diversión y especialmente a las mujeres.
En Europa vivió de cerca el caso Dreyfuss, tema sobre el cual escribió comenzando su acercamiento a los temas políticos, ese mismo año, 1898, Estados Unidos interviene en Cuba, provocando el repudio de muchos latinoamericanos entre ellos el de Manuel Ugarte. Por esos años, empezó a mostrar interés por los temas sociales en general y su acercamiento al socialismo, que tenía a Jean Jaurés como una de la figuras de mayor prestigio.
Desde París, Manuel Ugarte se trasladó a Nueva York, en esa ciudad percibió con total claridad el impulso expansionista que predominaba en la clase política norteamericana, que tenía a América Latina como principal objetivo de conquista.
Manuel Ugarte estudió la historia de norteamericana y descubrió como fue ganando territorio a costa de otras potencias y países vecinos, pero lo que era más grave, detectó que ese apetito por más territorio, lejos estaba de haber sido saciado.
Paradójicamente fue en los Estados Unidos donde Manuel Ugarte consolidó las dos columnas de su ideología, por un lado un fuerte anti-imperialismo y por el otro la necesidad de consolidar la Unidad Latinoamericana.
En el tiempo que estuvo se dedicó a recorrer una buena cantidad de ciudades norteamericanas, donde pudo verificar el tratamiento que recibían las clases y razas empobrecidas, junto a la hipocrecía doctrinaria que predicaba una igualdad que nunca aplicaba en los hechos.
Manuel Ugarte recorrió la frontera de México con los Estados Unidos para corroborar el accionar expansionista de los norteamericanos, también recorrió ciudades mexicanas y de regreso a Europa hizo una escala en La Habana.
Al retornar a París, abrazó fervientemente la causa del socialismo, al que llegó por su admiración por Juan Jaurés, esta ideología lo acercará al sufrimiento de la clase obrera, pero en ningún momento entrará en contradicción con su profundo nacionalismo latinoamericano.
En 1901 aparece su primer libro que contenía varios relatos, se llamó "Paisajes parisienses", donde podía apreciarse su preocupación social, su vida bohemia, y también los amores de las muchachas del Moulin Rouge y los estudiantes residentes en París.
Se relacionó con escritores latinoamericanos, con los que entabló amistad, tal los casos de Rubén Darío y Amado Nervo. Ugarte fracasó en el intento de acercar a Darío a los temas sociales y políticos.
En 1901 se publicó en Buenos Aires su artículo "El peligro yanqui", aquí se denunciaban las intervenciones de los Estados Unidos, por ejemplo anexando territorio mexicano, pero también alertaba sobre el dominio cultural y económico que muchas veces jugaba un papel tan letal como la misma invasión armada.
Veinte días después en el mismo periódico "El País" apareció otro artículo suyo, al que tituló "La defensa latina". Esta vez para predicar la unidad de América Latina y la conformación en ese marco, de los Estados Unidos del Sur, que fue un objetivo permanente de su prédica latinoamericanista.
En 1902 apareció su segundo libro: "Crónicas del boulevard", prologado por Rubén Darío, son relatos que había publicado en el último tiempo, mezclando temas frívolos con sus ideas sociales de avanzada.
Su tercer libro "Cuentos de la pampa", es su primer trabajo dedicado a la realidad argentina, que hasta el momento casi había estado ausente de su obra, el libro es una descripción de lugares y personas que habían quedado grabadas en los recuerdos de su país, del que estaba alejado físicamente.
El Partido Socialista de la Argentina tenía un gran componente inmigratorio, conformado por obreros e intelectuales que debieron emigrar de sus respectivos países, esta agrupación política bajo la dirección de Juan B. Justo nunca llegó a comprender la realidad nacional, a la cuál terminó despreciando o colocándose irremediablemente en contra de las masas populares.
Cualquier intento de incluir en el Partido ideas nacionales era fuertemente rechazado y concluía con la expulsión o el retiro de los herejes, en 1900 se retiraron Leopoldo Lugones y José Ingenieros, en 1913 Manuel Ugarte y en 1915 Alfredo Palacios, aunque este último retornó más adelante.
Ugarte regresó a su país en agosto de 1903 y se vinculó de inmediato al Partido Socialista, en particular con José Ingenieros y Alfredo Palacios. Estos jóvenes junto a Leopoldo Lugones conformaban un ala dentro del partido que se destacaba por su carácter combativo que contrastaba con el conservadorismo característico de Juan B. Justo y que tiñó al partido a lo largo de muchos años.
Al ingresar al Partido Socialista su militancia le absorbió gran parte de su tiempo, se dedicó con alma y vida a la difusión de su ideario, participa de actos y conferencias, intercambia opiniones con sus correligionarios. Pero la literatura también continuó siendo parte importante de su vida, colaboró con uno de los mejores novelistas del país, Manuel Gálvez del que fue un gran amigo.
Manuel Ugarte fue uno de los sostenedores de la candidatura a diputado de Alfredo Palacios, convertido en 1904 en el primer diputado socialista de América.
En marzo de 1904, Ugarte retornó a Europa, había sido designado por el partido como delegado al Congreso de la Internacional Socialista de Amsterdam.
A todo esto dos nuevos trabajos literarios conocieron la luz, "Novela de las horas y los días" y "Visiones de España".
En el Congreso Socialista de Amsterdam, una de las discusiones se centró en si los socialistas debían colaborar con los gobiernos burgueses, otro tema más importante fue la posición del socialismo ante el colonialismo, Ugarte pudo comprobar como un delegado, el holandés, defendía al colonialismo, no obstante, la declaración final del Congreso repudió al imperialismo y al colonialismo. La prensa oligárquica de la Argentina criticó a Ugarte porque "... ha presentado a la Argentina como país atrasado en el cual la vida del trabajador es penosa por falta de libertad y protección del estado. La actitud de Ugarte no puede ser más antipatriótica"
Al regresar a París aparecía un nuevo libro, esta vez titulado "Mujeres de París", mientras tanto, seguía publicando notas en diversos periódicos.
Desde Buenos Aires le llegó en 1906, una propuesta para presentarse como candidato a diputado del Socialismo, pero Ugarte no aceptó la postulación, señalando que por haber nacido en una familia burguesa debía servir a la clase obrera en calidad de soldado y no como jefe, si bien aceptaba la inclusión de algunos intelectuales entre los candidatos, propugnaba que sean los propios obreros quienes ocuparan las listas del socialismo.
Su próximo trabajo fue el libro "El arte y la democracia" , una recopilación de artículos perodísticos. Poco tiempo después editó "Una tarde de Otoño, sinfonía sentimental", obra intimista, alejada del fragor de la lucha política.
Ugarte publica en 1906 una antología de autores latinoamericanos que tuvo el nombre de "La joven literatura hispanoamericana". La intención era hacer conocer a Europa a los escritores americanos, así incluyó trabajos de Rubén Darío, Ricardo Rojas, Alfredo Palacios, Leopoldo Lugones, Rufino Blanco Fombona, José Enrique Rodó y varios más.
A continuación fue la hora de "Enfermedades sociales" donde criticaba al racismo, la burocracia, el individualismo, la superstición, y otros males sociales de acuerdo la visión de Manuel Ugarte.
A medida que ahondaba su compromiso social y nacional, encontraba puertas cerradas, el diario La Nación se negaba a publicar su artículo titulado "Las razones del arte social", donde abogaba por el compromiso del artista, alegando que aquellos que querían mantener el arte puro, también asumían una definición política.
En 1907, Ugarte participó de otro Congreso de la Internacional Socialista, esta vez en Stuttgart, que contó con la presencia de Lenín, Rosa Luxembugo, Jean Jaurés, Kautsky, Plejánov, entre otros.
El Congreso tiene dos importantes temas a tratar, la posición ante una posible guerra mundial y la actitud ante el colonialismo.
En ambos temas se vislumbró la decadencia de la socialdemocracia europea, que asumiendo posiciones nacionalistas de sus respectivos países imperialistas, dejó de ser consecuente con el antiimperialismo y el anticolonialismo. Van Kol, un holandés, llegó a afirmar: "En circunstancias determinadas, al política colonial puede ser obra de civilización". Pero no es el único, cada vez los socialistas eran más parecidos a los burgueses de sus respectivos países.
1908 fue el año de la aparición de otro de los tantos libros, su nombre esta vez era "Burbujas de la vida", poco después se conoció "Las nuevas tendencias literarias". En estos últimos libros realizó una abierta defensa de la cultura nacional, y cuestionaba el internacionalismo intelectual como forma de paralizar la creación artística de América Latina.
La casa de Manuel Ugarte en París se convirtió en el lugar obligado de visita de la inmensa cantidad de intelectuales latinoamericanos de visita en la ciudad.
Luego del Congreso de Stuttgar, Ugarte profundiza el tema de la cuestión nacional, este tema lo alejará de la conducción del socialismo argentino. El tema central de este asunto era diferenciar claramente el patriotismo de un país central que deviene en imperialista y el mismo en naciones débiles como lo son las latinoamericanas, que es el único escudo para defenderse de la intromisiones extranjeras. Para Manuel Ugarte el socialismo en Latinoamérica debía tener un gran componente nacional que opusiera resistencia a los imperialismos anglosajones.
En 1909 se desató una crucial polémica dentro del Partido Socialista de la Argentina, Manuel Ugarte fue atacado desde las páginas de La Vanguardia, también lo fue Alfredo Palacios por sostener que el internacionalismo socialista no debía excluir la cuestión nacional, además ese mismo año aparecía el libro "Teoría y práctica de la Historia" de Juan B. Justo donde defendía las ideas más reaccionarias, como el librecambismo y el carácter civilizador del imperialismo en casos como el de Puerto Rico, anexado por los Estados Unidos.
Ugarte concluyó su ensayo "El porvenir de la América Española", hacía algunos meses que se había radicado en Niza por razones de salud, pero en marzo de 1910 regresó a París, donde dio a conocer "Cuentos argentinos".
En 1910 se realizó un nuevo congreso de la Internacional Socialista en Copenhague, pero esta vez el PS de la Argentina envía a Juan B. Justo, en vez de designar a Ugarte que se encontraba en Europa, este hecho muestra el recelo de la conducción del partido hacia las ideas nacionales de Manuel Ugarte.
Su producción literaria fue profusa, en 1910 y 1911, edita los libros: "Letras y letrados de Hispanoamérica", "La evolución política y social de Hispanoamérica", "Los cantos de la prisión y el destierro" y "Los estudiantes de París".
Pero su obra política más importante de esos años fue "El porvenir de la América Española", a pesar de estar alejado desde hace tiempo de América, su pensamiento arraigaba en las tradiciones democráticas y revolucionarias el continente, sus ideas se encontraban entre las más lúcidas del momento, no sólo logró desentrañar el carácter destructivo del imperialismo para los países hispanoamericanos, también vislumbró el carácter reaccionario jugado por las oligarquías nativas asociadas al capitalismo extranjero. Comparaba las dos Américas y concluye que sólo la Unión de los pueblos del sur les permitirá hacer frente a las grandes potencias que tienen sus apetencias sobre estas naciones.
Además realizó una serie de propuestas para terminar con la situación semicolonial, como la nacionalización de los servicios esenciales, distribución de la tierra y liquidación de los latifundios, defensa de la cultura nacional.
En tanto La Vanguardia, el órgano socialista, salió al cruce del libro de Ugarte señalando "Muchos han venido agitando la opinión del peligro yanqui. Pero los pueblos no los han escuchado... Y si la propaganda alarmista no encuentra eco en ellos debe ser porque el peligro no existe". Nuevamente el socialismo argentino salía a defender al imperialismo con una frase contundente: "Tenemos motivos para creer que la intervención o conquista de las repúblicas de Centro América por los Estados Unidos puede ser de beneficios positivos para el adelanto de las mismas".
Junto al "Porvenir de la América Española" surge la idea de realizar una gira por todo el continente para la difusión de las propuestas desarrolladas en el libro. El 29 de octubre de 1911 comenzó su recorrido por América Latina en el deseo de tomar contacto con una realidad y un pueblo a los que había defendido con la pluma.
Su primer destino fue La Habana, su primera impresión fue la influencia norteamericana en la isla, su moneda era el dólar, con una gran cantidad de comerciantes yanquis. Cuba estaba bajo el dominio norteamericano, Ugarte puede verificar como las clases acomodadas de Cuba colaboraban con los invasores, en tanto que los humildes desconfiaban de la presencia gringa.
Realizó varias conferencias, recibió los ataques de los sectores al servicio de los intereses norteamericanos, Ugarte responde: "No hemos conquistado la libertad para renunciar a ella en favor a otros pueblos..." Se refería al intento de los Estado Unidos en reemplazar a España en su dominación de la isla caribeña.
La presencia de Manuel Ugarte en Cuba provoca el resurgimiento de sectores estudiantiles y populares que bregaban por la definitiva independencia cubana con una visión de integración Latinoamericana.
El próximo destino el México revolucionario, donde se entrevistó con el presidente Francisco Madero, pero se desilusionó por su escaso interés en rozar intereses norteamericanos.
Ugarte también tuvo inconvenientes para realizar sus conferencias en México, algunos empresarios se negaron a alquilar sus locales y teatros; el gobierno y el congreso analizaron la posibilidad de prohibir sus conferencias, presionados por los norteamericanos. Pero una movilización de los estudiantes, obligó a Manuel Ugarte a salir al balcón del hotel y pronunciar una improvisada alocución.
Un diario mexicano titulaba: "Dos gobiernos contra un sólo hombre" y comentaba en su interior: "Los Estados Unidos tienen medio de la palabra vibrante del poeta argentino Manuel Ugarte. El gobierno de México ayuda al embajador norteamericano a poner obstáculos para lograr que Ugarte no hable". En tanto un diario norteamericano informaba que la embajada argentina en México también estaba presionando para callar a Ugarte.
Finalmente luego de varias, idas y venidas, Ugarte logró dar su conferencia en un teatro, con gran cantidad de gente que no pudo ingresar por encontrase abarrotado, en su exposición volvió a denostar al imperialismo y abogar por la Unidad de América Latina.
En febrero de 1912 llegó a Guatemala donde el Ministro de Relaciones Exteriores le indicó que podía exponer sobre literatura, pero no podía realizar discursos contra los Estados Unidos, la justificación estaba dada en que se esperaba, en poco tiempo. la visita del Ministro de Relaciones Exteriores norteamericano, Philander Knox.
En razón de la prohibición de realizar sus conferencias en Guatemala se dispuso a partir rumbo a San Salvador, pero le avisan que como en ese país se encontraba de gira el Sr. Knox, no podía aceptarse su arribo. Hasta el embajador argentino hizo gestiones para que Ugarte no pudiera continuar con su gira.
Por fin pudo dirigirse a Honduras, donde sí le permiten realizar sus discursos: "...lo que he venido reclamando sin tregua, ha sido justicia para las repúblicas hermanas que se ahogan bajo la avalancha del imperialismo..."
Luego que Knox abandonó El Salvador, se permitió la visita de Manuel Ugarte, donde fue recibido por una cálida manifestación de apoyo a sus ideas, tanto estudiantes como obreros concurrieron a su exposición. Pero a poco de estar el presidente Araujo prohibió su conferencia cuyo tema era "América Latina ante el imperialismo". La juventud manifestó para que se levante la prohibición, este reclamo tiene éxito y se realiza la disertación en la Federación Obrera.
El próximo destino fue Nicaragua, país al que el imperialismo norteamericano tenía absolutamente sometido, las aduanas se encontraban en manos de funcionarios yanquis, los puertos nicaragüenses habían sido bombardeados por los marines. Ni bien llegó Ugarte el jefe de policía le expresó que no podía ingresar al país.
Las tropas norteamericanas ocupaban las principales ciudades nicaragüenses, bajo el pretexto de cobrar la deuda externa. Se realizaban colectas populares para poder hacer frente a la deuda y lograr la independencia del país.
Ante la imposibilidad de ingresar a Nicaragua, Ugarte se valió de los obreros portuarios para hacer llegar un mensaje a su pueblo: "Al cerrar la puertas del país al escritor de la misma raza que habla la misma lengua y que defiende los intereses comunes de los latinos del Nuevo Mundo, después de haber recibido poco menos que de rodillas al representante de la nación conquistadora, el gobierno ha puesto en evidencia los compromisos que lo ligan con el extranjero".
Luego llega a Costa Rica, donde también tiene dificultades, realiza declaraciones a un periódico pero por la intervención del gobierno no son publicadas, pero como compensación una entusiasta manifestación lo recibe. En Costa Rica puede realizar su conferencia, pero la manifestación que lo sigue intenta ser disuelta por la policía.
Esta recorrida por América Latina llena de problemas reafirman en él su antiimperialismo norteamericano y su convicción en la necesidad imperiosa de unión de esos países del continente, a su vez se distancia de las ideas socialistas a las que ve un tanto alejadas de la realidad de esta región, no obstante lo cual, siempre fue un defensor decidido de los derechos obreros.
Luego de Costa Rica decidió llevar su palabra también a los Estados Unidos, donde no ahorró críticas a la política imperial de ese país, las anexiones de los estados mexicanos, la invención de la República de Panamá separándola de Colombia, para poder adueñarse del Canal, el empréstito oprobioso a Nicaragua, cada una de las tropelías norteamericanas fueron recordadas por Manuel Ugarte en el seno del gigante imperial.
Su próximo objetivo fue Panamá, país inventado por los intereses estadounidenses, se entrevistó con el presidente, quién le reconoció su imposibilidad de fijar las políticas nacionales porque toda la economía estaba en manos norteamericanas.
El siguiente destino fue Venezuela, donde fue recibido por el fervor de manifestaciones populares, se emocionó ante la tumba de Bolívar, y volvió a llamar a seguir el camino iniciado por los libertadores San Martín y el mismo Bolívar.
Llegó a Colombia en noviembre de 1912, fue recibido con mucho entusiasmo en las varias ciudades que visitó. En Bogotá convocó a 10.000 personas.
Ecuador también le brindó una cálida recepcióne, en el teatro de Guayaquil ante 3000 concurrentes les grita su fórmula de rigor: "Unámonos". Ese mismo reclamo se escuchó en Quito junto a otro que decía "América Latina para los Latinoamericanos".
En Perú colocó flores ante los monumentos de Bolívar y San Martín. Casi 4.000 personas se reunieron para escucharlo. Aquí explicó que su nación es América Latina y que si uno de los países que la integran se encuentra en peligro, todos lo estaban.
Ante el cambio de gobierno en los Estados Unidos, Wilson asume en reemplazo de Taft, Manuel Ugarte dio a conocer una Carta Abierta al Presidente de los Estados Unidos que es un largo enunciado de los desbordes imperialista efectuados por ese país en los últimos años. Sin hacerse esperanza, sabía que más allá de los partidos políticos existía un sistema que no iba a cambiar por la voluntad de algunas personas.
La declaración adquiere una gran repercusión en América, aunque los medios periodísticos pro-imperialistas como El Mercurio de Chile intentaron desvirtuar su prédica, ese diario atacó el texto de Ugarte.
En esos momentos le llegó el ofrecimiento de un grupo de socialistas argentinos para ser candidato a senador, pero lo rechazó, sus diferencias con la conducción del Partido Socialista se habían agudizado y consideraba incorrecto aceptar un lugar desde donde debía defender ideas contrarias a sus convicciones.
En Bolivia se vio reconfortado por el espíritu nacional que imperaba en ese digno y sufriente país. En su discurso en La Paz fue interrumpido por numerosas ovaciones de un público enfervorizado. El embajador norteamericano lo criticó duramente y Manuel Ugarte sin dudarlo le envía los padrinos para batirse a duelo, la intervención del embajador argentino, evitó el lance.
Llegó a Chile luego de los agravios de la prensa reaccionaria chilena, el clima era tenso hacia su persona, no obstante lo cual obtiene una gran repercusión entre los sectores populares.
Por fin se hizo la hora de regresar a su país, al llegar a Buenos Aires, sólo unos pocos amigos lo estaban esperando, precisamente él que había congregado multitudes por toda América Latina, su llegada no provocó el menor interés, ni siquiera una delegación del Partido Socialista.
A los pocos días concurrió a una reunión del Comité Ejecutivo del P.S. donde sostuvo una agria discusión con sus integrantes que seguían apegados a consignas internacionalistas, desconociendo y despreciando la concepción latinoamericanista y anti-imperialista de Manuel Ugarte.
También el ambiente cultural de la ciudad cosmopolita lo recibió con indiferencia o abierta resistencia, al principio no conseguía teatros para realizar su campaña, finalmente con el apoyo de los estudiantes, obtuvo un lugar para dar sus conferencias, una multitud mayor a las 10.000 personas se nucleó para escuchar al vibrante orador.
Les señaló: "Allí donde hay un territorio latinoamericano en peligro, allí está nuestra patria". Además indicó aquellos sectores económicos en que las empresas norteamericanas habían colocado sus manos y debía seguirse con atención sus maniobras, se refería a los frigoríficos que monopolizaban el comercio de la carne, junto a los ingleses, y el petróleo donde comenzaban a actuar las empresas de esa nacionalidad.
A partir de ese momento mantuvo una serie de polémicas con el órgano oficial del P.S., La Vanguardia, que comenzó cuando esta celebró el surgimiento de Panamá, territorio que había sido sustraído a Colombia, para que los Estados Unidos pudieran construir sin interferencias el Canal. Manuel Ugarte se indignó y protestó por el agravio hacia Colombia.
Desde La Vanguardia se desató una campaña contra él, se decían cosas como: "viene empapado de barbarie, ..pueblos de escasa cultura, países de rudimentaria civilización..." así veían los socialistas argentinos al resto de América Latina, pero eran muy timoratos al referirse al Imperio del Norte, al referirse a Ugarte decían que venía a pedir una solidaridad "para combatir por la hostilidad sin objeto a los Estados Unidos".
El 1° de agosto de 1913 se dirigió hacia Montevideo donde fue recibido por el presidente de Uruguay, Battle Ordoñez, quién lo trató cordialmente pero le señaló que ese país seguiría con su política tendiente a aislarse del resto de América.
Realizó un acto de estricta justicia, contrariando la tendencia de la historia oficial argentina, homenajeó al gran procer latinoamericano José Artigas, demostrando que también se había sacudido las mentiras construidas por la versión liberal y oligárquica de la historia mitrista que había denostado al gran Artigas. Luego realizó su conferencia con el mismo entusiasmo de siempre.
Su próxima parada fue Brasil, recibió toda la adhesión de los estudiantes pero en general en ese país existían fuertes vínculos con los Estados Unidos, por lo cuál la repercusión no fue la misma que en otros países.
Por fín llegó al último país de su gira latinoamericana, Paraguay donde tuvo un recibimiento importante, especialmente de los jóvenes.Concluida la gira retornó a Buenos Aires.
Al poco tiempo de regresar se produjo un incidente que lo alejó definitivamente del socialismo y de sus viejos amigos, por un problema con un discípulo de Alfredo Palacios, éste y Ugarte decidieron batirse a duelo, dos que habían sido amigos se vieron enfrentados irreconciliablemente. A raíz de esto la policía lo obligó a permanecer recluido en su domicilio y el Partido Socialista aprovechó la ocasión para expulsarlo.
Luego de comprometerse a no batirse a duelo en Argentina quedó levantada la detención, pero cuando los dos duelistas se dirigían a Colonia para concretar el lance, una lancha de la Prefectura les impide continuar. Luego de esto, Palacios y Ugarte decidieron dar por terminada la cuestión.
Otra mala noticia para Ugarte fue la visita del ex-presidente norteamericano Roosevelt a Buenos Aires donde fue recibido con todos los honores, incluidos los elogios de los socialistas. El 7 de noviembre de 1913 Roosevelt habló en el Colon, el mismo teatro que el intendente Anchorena le había negado a Ugarte.
En su carta de renuncia al P.S. donde explicaba las muchas diferencias que lo separaban de esa agrupación, cuestiona su posición anti-militarista, su inclinación anti-religiosa, llamando al respeto de todas las creencias, se opone a la abolición lisa y llana de la propiedad, a la vez que se declara partidario del fraccionamiento, o sea la democratización de la propiedad, pero por sobre todas las cosas rechaza la enemistad del socialismo argentino con el concepto de patria, en tanto que él reafirmó su amor por su nación y su bandera.
A comienzos de 1914 surgió en Buenos Aires, la Asociación Latinoamericana a instancias de Ugarte, la misma se conformó luego de las manifestaciones organizadas por una nueva intervención norteamericana en México que concluyó con el golpe de estado de Huerta. Esta organización estaba formada principalmente por grupos juveniles y algunos centros obreros.
La nueva institución realizó actos públicos para denunciar la actividad del imperialismo norteamericano en Latino América y para bregar por la Unidad de esos países, contó con la indiferencia del periodismo en general y los partidos políticos.
1914 fue el año de comienzo de la Primera Guerra Mundial, la social-democracia, con algunas honrosas excepciones, se volcó al apoyo de sus respectivas burguesías en sus ansias de expansionismo imperial. El admirado por Ugarte, Jean Jaurés, fue asesinado, para silenciar unas de las voces opuestas a la guerra.
Mientras tanto la Asociación Latinomericana exigía que los yacimientos petrolíferos descubiertos en Comodoro Rivadavia quedaran en manos estatales y no fueran entregados a los monopolios extranjeros.
Cada nueva agresión norteamericana contó con la respuesta vibrante y apasionada de la Asociación, en 1915 ante un nueva amenaza a México, Ugarte reunió más de 10.000 personas en la Plaza Congreso.
Continuó en la defensa de los países de América Latina agredidos, mientras gran parte de la intelectualidad argentina, de los partidos políticos y la prensa, se sumaban a la defensa de Francia e Inglaterra en la guerra. Manuel Ugarte no se dejó engañar por la prédica imperial, y mantuvo su posición neutralista, alejada de cualquiera de los bandos que se querían repartir el mundo sin importarles la masacre que estaban provocando.
El 24 de noviembre de 1915 apareció el periódico La Patria dirigido por Manuel Ugarte sus objetivos: defender la industria nacional, combatir los monopolios, oponerse al imperialismo, bregar por una reforma cultural.
Desde las páginas de La Patria, comenzó a transitar un camino que nadie había realizado en la Argentina hasta ese momento, como fue denunciar al imperialismo británico. Argentina se había constituido producto de la dependencia económica, en una semicolonia de Inglaterra, pero nadie se había percatado de eso. La Patria comenzó de denunciar la actitudes agresivas de Inglaterra y la función lesiva para nuestro país que desempeñaba el ferrocarril en manos inglesas.
Pero el país estaba ocupado en otra cosa, conflicto mundial y las elecciones presidenciales no daban tiempo para pensar en los grandes temas que eran silenciados sistemáticamente, por la gran prensa y los partidos políticos. El 15 de febrero de 1916 aparecía el último ejemplar de La Patria.
Ese año se produjo una nueva agresión de los Estados Unidos a México y la Asociación Latinoamericana volvió a expresar su repudio, ante el silencio generalizado que no quería enemistarse con el imperio del norte.
El 12 de octubre de 1916 la democracia irrumpe en el país de la mano de Hipólito Yrigoyen, Ugarte no depositó demasiadas expectativas en el caudillo popular, nos obstante ve con simpatía la actitud internacional de Yrigoyen en el sentido de mantener la neutralidad argentina.
En abril de 1917 llegó a Méjico invitado por el gobierno de ese país por haber sido uno de los más consecuentes defensores de la soberanía mexicana contra las continuas agresiones yanquis. Más de 5.000 personas lo recibieron al llegar a la capital del país, enseguida es recibido por el presidente Carranza.
Ya de regreso visitó Panamá y con gran tristeza fue testigo de la obra imperial en ese pedazo de territorio amputado a Colombia
El 6 de abril de 1917 ingresó en la guerra Estados Unidos, poco después lo hizo Brasil, mientras en Buenos Aires los sectores sumisos a Inglaterra y los Estados Unidos desataron una campaña para el ingreso de Argentina en la carnicería mundial, tres viejos conocidos de Ugarte se sumaron mansamente al reclamo imperial: ellos eran Ricardo Rojas, Leopoldo Lugones y Alfredo Palacios. La firme actitud del gobierno de Yrigoyen, con el apoyo de un grupo reducido de intelectuales, entre los que se encontró Ugarte, defendieron el interés nacional manteniendo a la Argentina alejada de una guerra que fue un negocio para unos pocos imperios en su reparto del mundo.
Por esos años recibió los mayores ataques que no le perdonaron no sumarse al griterío de los que pedían sacrificar jóvenes vidas argentinas para la expansión de Inglaterra y los Estados Unidos, muchos de sus amigos abandonaron su compañía, los diarios lo calumniaban y hasta la relación con el estudiantado se enfrió notoriamente. Otro patriota recibió un trato similar, era el digno presidente de la Nación. Pero nunca estos dos hombres llegaron a entenderse.
1918 fue el año de la Reforma Universitaria, movimiento estudiantil que cambió el carácter oligárquico de la educación argentina, planteando la democratización de la enseñanza a la vez que levantaba banderas latinoamericanas y anti-imperialistas, muchos de los líderes de este movimiento simpatizaban con Manuel Ugarte, y él mismo intervino llevando su apoyo activo a los estudiantes.
Pero ese mismo año fue muy duro para él, muere su padre y en su país, no tenía posibilidades de expresarse, recibiendo acusaciones calumniosas de simpatizar con los alemanes, con la derrota de estos, sabía que tanto Inglaterra como los Estados Unidos se lanzarían a continuar su expoliación de América Latina. Presenció el festejo de la oligarquía y la clase media de Buenos Aires por el triunfo de los aliados, Manuel Ugarte ya había tomado una resolución a principios de 1919 se dirigió nuevamente a Europa, esta vez a Madrid.
Dos años después se trasladó a Niza por razones de salud, con dificultades económicas se vio obligado a escribir artículos periodísticos sobre temas de escaso interés para su gusto. Paralelamente aparecieron dos libros suyos con el objeto de obtener recursos para su subsistencia, sus títulos: "Poesías Completas" y "Las espontáneas".
El 19 de julio de 1922 apareció uno de sus libros más importante, "Mi campaña hispanoamericana", donde aparecieron muchos de los discursos que pronunció en su gira por Latinoamérica, al poco tiempo un diario mexicano suspendió la colaboración de Ugarte en ese medio, cada vez se le hacía más dificultoso sobrevivir, los agentes del imperialismo presionaban para su expulsión de todos los medios de difusión de ideas.
No obstante las dificultades, no se detenía y continuaba a un alto costo personal, con su prédica, poco tiempo después aparecía otro libro de gran importancia: "La Patria Grande".
Fines de 1923, momento de la aparición de otra obra fundamental, "El destino de un continente", con el relato de su campaña por América. En este trabajo profundizaba en el accionar imperial de Inglaterra en el sur del Continente. Con la aparición de este nuevo libro, Ugarte volvió a perder otras fuentes de trabajo por periódicos que cortaron su colaboración.
En 1924 sufrió un duro golpe con la muerte de su madre, Poco después pareció su libro "El crímen de las máscaras", en esta obra aparecían arquetipos que mostraban el funcionamiento de la sociedad oligárquica: el dueño de los medios de difusión, el político que hacía lo contrario de lo que proclamaba, el senador que formaba parte de comisiones que nunca resolvían nada, el oligarca que domina al gobierno, el trepador, el militar como mucho músculo y poco cerebro, escritores que plagiaban, y frente a ellos los estudiantes y un idealista. La novela contenía mucho de autobiografía, mostraba toda la desolación del luchador que se enfrentaba a los poderosos.
Comienzos de 1926 fue el momento de la aparición de un nuevo libro "El camino de los dioses", al año siguiente editó "La vida inverosímil", ambos trabajos le dieron un cierto respiro a sus ya crónicas dificultades económicas.
Una nueva invasión norteamericana, esta vez a Nicaragua vuelve a hacer levantar la voz de Manuel Ugarte, todos los antiimperialistas consecuentes le solicitan su opinión, estableció correspondencia con Víctor Raúl Haya de La Torre y José Carlos Mariátegui en Perú, también con el Partido Nacionalista de Puerto Rico.
En 1927 fue invitado por el gobierno ruso al festejo de los diez años de la Revolución, en ese momento se estaba librando la batalla por el poder entre Stalin y Trotzky. Sin adherir al régimen imperante en la Unión Soviética, Ugarte rescató ciertos aspectos de esa Revolución.
Ante la invasión norteamericana a Nicaragua, la dignidad y la valentía de Augusto Cesar Sandino se levantó para hacer frente a la agresión imperial. Manuel Ugarte expresó toda su admiración hacia el guerrillero, y se sintió identificado con su posición al señalar: "El general Sandino ha puesto en acción el pensamiento que yo defiendo desde hace veinte años".
Sandino le hizo llegar una carta, agradeciendo el apoyo recibido y reconociendo en él a una de las figuras más importante del patriotismo latinoamericano.
Durante el año 1929 redobló sus esfuerzos en el apoyo de Sandino, quién cada vez se encontraba más solo, ante el silencio de los gobiernos latinoamericanos temerosos de las represalias norteamericanas. Ugarte contrastó la euforia existente en países como la Argentina, por la Guerra Mundial y el escaso interés por la desigual batalla de Sandino contra el gran imperio.
Cuando en septiembre de 1930 cayó el gobierno de Yrigoyen, la situación de Ugarte era por demás problemática, en difícil situación económica y cada día que pasaba se le cerraban nuevas puertas de los medios para expresarse, la década del 30 fue una era reaccionaria en casi todo el mundo y eso afectaba gravemente en el ánimo del gran luchador, pero ni las peores penurias podían doblegarlo.
En octubre de 1932 publicó un nuevo libro "El dolor de escribir" donde reafirmaba su voluntad de liberación hispanoamericana, expresando también las dificultades de todo intelectual que intentara enfrentar a la fabulosas fuerzas del imperialismo, recibiendo calumnias, persecuciones y silencios.
Por ese mismo tiempo recibió una carta de Sandino que le dice: "Su nombre, señor Ugarte, hace mucho tiempo que es familiar entre nosotros y sus escritos por uno u otro motivo, siempre nos llegan y nos han servido de estímulo en nuestra gran jornada libertaria de siete años, que apenas son las preliminares de la gran batalla espiritual, moral y material que Indoamérica, por su independencia, tiene que empeñar contra sus tutores Doña Monroe y el Tío Sam, y probarles que nuestros pueblos han llegado a su mayoría de edad".
Ugarte debió vender su casa en Niza y alquilar en París, también las joyas de su mujer Teresa debieron venderse para subsistir, agobiado como estaba por las deudas.
El 21 de febrero de 1934 Manuel Ugarte y toda América Latina recibían una pésima noticia, Sandino era apresado y asesinado inmediatamente, el jefe de la Guardia Nacional y luego dictador, Anastasio Somoza hacía el trabajo sucio de sus amos norteamericanos.
En 1935 decidió regresar a Buenos Aires, pero no siquiera tenía dinero para comprar los pasajes, por lo que debió tomar una dolorosa decisión: vender su biblioteca.
Desde 1919 faltaba de Buenos Aires, al poco de llegar restableció relaciones con Alfredo Palacios quién lo invitó a reingresar al Partido Socialista, varios dirigentes más, también insistieron en el ofrecimiento. Luego de pensarlo, aceptó reincorporarse al partido.
Pero este nuevo intento no podía durar demasiado, al año siguiente fue expulsado luego de haber descargado una serie de críticas contra la conducción partidaria y las viejas ideas del partido.
Paralelamente le fue ofrecida la dirección de una revista mensual "Vida de hoy", durante un año y medio se publicó esta revista, que le permitió tener un lugar donde expresarse y además obtener algunos recursos con los que sobrevivir.
La Argentina estaba en plena Década Infame, Europa amenazada por el nazismo y la Unión Soviética bajo la férrea conducción stalinista, ese clima político, más la imposibilidad de continuar con la revista lo sumieron en un profundo pesimismo, además lo conmovieron profundamente los suicidios de Leopoldo Lugones, Horacio Quiroga y Lisandro de la Torre, y especialmente el de su gran amiga Alfonsina Storni.
La pena le hizo dejar nuevamente Buenos Aires, esta vez para instalarse en Viña del Mar, Chile, colaboró con varios diarios de ese país, aunque en artículos literarios.
En agosto de 1939 apareció la segunda edición del libro La Patria Grande, ante el inminente comienzo de la segunda guerra, Ugarte fue criticado por cuestionar al imperialismo anglosajón.
Nuevamente sentará posición favorable a la neutralidad señalando que no está ni con Francia, ni con Alemania sino con América Latina, también cuestionará el ambiente favorable entre los medios de difusión y la intelectualidad a declararse partidarios de los aliados. Decía Ugarte que mucho se hablaba en América Latina sobre el posible peligro alemán y japonés, pero nada se señalaba sobre el real saqueo inglés y norteamericano.
Terminaba el año 1941 cuando él concluía de escribir "Escritores Iberoamericanos del 900", donde dio una pincelada sobre gran cantidad de autores a los que mayoritariamente conoció personalmente y tuvo su amistad, desfilan por sus páginas, entre otros: Rubén Darío, Alfonsina Storni, Florencio Sanchez, Gabriela Mistral, Rufino Blanco Fombona, José Vasconcelos.
Luego del triunfo electoral del peronismo el 24 de febrero de1946, sintió que por una vez el pueblo ganaba una batalla y decidió el regreso a su patria. Al llegar a Buenos Aires declaró :"Creo que ha empezado para nuestro país un gran despertar" y que "Más democracia que la que ha traído Perón, nunca la vimos en nuestra tierra. Con él estamos los demócratas que no tenemos tendencia a preservar a los grandes capitalistas y a los restos de la oligarquía".
El 31 de mayo Ernesto Palacio lo acompañó a la Casa Rosada para presentarlo ante el presidente, tanto Perón como Ugarte simpatizaron instantáneamente.
En septiembre de 1946 fue designado Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en la República de México, por primera vez en la Argentina obtenía un reconocimiento a su capacidad y su lucha, y nada menos que en México, país al que había defendido reiteradamente contra las agresiones norteamericanas y donde tenía tantos amigos y discípulos. Ese reconocimiento le llegaba muy tarde, tenía 71 años.
En agosto de 1948, luego de algunas diferencias con el staff de la embajada en México, se lo designa en Nicaragua, donde permaneció poco tiempo, a comienzo de 1949 fue nombrado embajador en Cuba.
Concluía el año 49 cuando fue reemplazado el Ministro de Relaciones Exteriores, Juan Atilio Bramuglia, esto produjo un cambio en la política, luego de algunos roces con los nuevos funcionarios, Ugarte presentó la renuncia y envió una carta a Perón, señalando algunas diferencias por los cambios sucedidos en la Cancillería, sin por eso dejar de apoyar al gobierno.
Alejado de la función pública decidió visitar nuevamente México donde los intelectuales realizaron un homenaje en su honor, luego sigue su ruta hacia Madrid.
En noviembre de 1951 retornó a Buenos Aires con un sólo objetivo, votar por la reelección del Perón, luego del triunfo electoral regresó a Madrid donde permaneció unos pocos días para instalarse nuevamente en Niza donde el 2 de diciembre fallecía.
Manuel Ugarte fue uno de los más consecuentes patriotas latinoamericanos, tal vez por eso, muy pocos en la actualidad conocen su nombre, y menos aún su lucha y la dignidad militante de su inquebrantable antiimperialismo. América Latina necesita rescatar el pensamiento de hombres que como él, dieron todo y no recibieron nada, para revivir el sueño de San Martín y Bolívar.